13 días recorriendo el África más austral
Sudáfrica es un país salvaje, imponente y repleto de naturaleza. En este itinerario pude conocer la zona sur del país protagonizada por sus enormes bahías supervisadas por grandes formaciones rocosas y rellenas de un mar bravo y violento. La segunda parte nos cautivó con el lado más animal, realizando diferentes safaris por diversas zonas tanto en Sudáfrica como en Suazilandia. La naturaleza, indómita y sin dueño nos dejó pasmados pero sobre todo agradecidos por la fortuna de presenciar situaciones únicas.
En esta sección vas a encontrar el itinerario que realicé como primera fase de mi luna de miel que fue un viaje de 13 días por libre recorriendo Sudáfrica y Suazilandia. Comenzando por Ciudad del Cabo, condujimos a lo largo de la ruta de las ballenas y la famosa Garden Route para luego dar un salto en avión a Santa Lucía, desde donde nos dirigimos rumbo norte en busca de naturaleza y fauna africanas. Recorrimos varios parques nacionales, atravesamos Suazilandia y finalizamos en el Kruger. África siempre ha sido mi continente favorito y curiosamente nunca había viajado hasta este momento donde pude confirmar que así lo era y lo será.
Ahora que ya tienes seleccionado el destino y la duración del viaje aproximada toca hacerse las típicas preguntas, ¿cómo llego a mi destino? ¿cómo me desplazaré por Sudáfrica? ¿qué moneda tienen? ¿dónde comeré?
Son muchas y variadas las dudas que vienen acompañadas de ese cosquilleo inicial cuando se empieza a preparar un viaje, así que te dejo un pequeño resumen a continuación de lo que para mí son los pilares fundamentales de una buena planificación aplicados a este salvaje país.
La manera más sencilla de llegar a Sudáfrica es mediante avión. Tendrás dos aeropuertos internacionales bastante grandes para acceder al país: el Aeropuerto Internacional de Ciudad del Cabo y el Aeropuerto Internacional de Johannesburgo-Oliver Reginald Tambo. El primero situado al suroeste del país y el segundo al noreste. Dependiendo de tu lugar de entrada empezarás el itinerario de una manera u otra.
Una vez allí, las dos opciones más cómodas, rápidas y sencillas de moverte son los siguientes medios de transporte:
• Avión: mediante vuelos internos podrás moverte entre las ciudades más importantes a un precio bastante aceptable. Esto dependerá de lo que quieras ver y del tiempo que dispongas pero seguro que un vuelo acabarás cogiendo.
• Coche: las carreteras nacionales están asfaltadas y en buenas condiciopnes por lo que moverse de manera autónoma por el país en coche es una opción recomendable y segura. El desplazamiento se hace rápido, cómodo y a buen precio lo que te permite explorar muchas zonas que de otra forma no son accessibles. Como punto muy a favor es que puedes realizar safaris autónomos en las diferentes reservas y parques nacionales ya que están adaptadas para ello por lo que la inmersión es total y bajo tu mando. Como recomendación personal no escatimes demasiado en el tipo de coche y busca un SUV como mínimo ya que te garantizará una buena altura para los safaris y para conducir por caminos y un buen maletero para ir cómodo.
La variedad de alojamientos en Sudáfrica es bastante amplia. En las ciudades principales hay hoteles para todos los bolsillos, según te alejas y vas visitando los diferentes pueblos y zonas de playa los alojamientos son más humildes y pasan a ser pequeños hoteles, guesthouses o albergues. Con mi experiencia como base puedo decirte que los alojamientos de gama media (por así decirlo) están estupendamente de precio, limpieza y personal por lo que cumplirá con tus expectativas sin decepcionarte independientemente del tipo que elijas. Como país africano y poseedor de safaris vas a tener la opción de alojarte desde los lodges más lujosos en reservas privadas, dignos de cualquier película, pasando por campamentos algo más coquetos y sencillos, hasta campings. De nuevo tienes opciones para gustos y carteras diferentes y, al igual que en el resto de zonas, la calidad de los alojamientos es muy buena.
Debido al tamaño del país la climatología varía a lo largo de éste, sobre todo entre el sur y el norte. En la zona sur encontrarás que las varaciones de temperatura son más bruscas, con dos estaciones diferenciadas de verano e invierno. En la parte norte hay un clima más estable, diferenciando principalmente entre época seca y lluviosa.
En el sur las estaciones se dividen de la siguiente forma: el invierno va desde abril a octubre y el verano que va de noviembre a marzo. El invierno es frío y seco, mientras que el verano es caluroso y húmedo. De igual forma en el norte ocurre algo similar compartiendo mismos tramos para diferenciar las épocas, que serían: la estación seca desde abril hasta octubre y la estación húmeda desde noviembre hasta marzo.
Con dos áreas diferentes y climas más o menos similares parece que el país funciona de la misma manera de cara a ser aprovechado por un turista como tú pero no es así. Durante el verano y época húmeda las temperaturas son más altas y disfrutables pero en el norte encontrarás lluvias intensas. Por esta razón es el sur la zona más aprovechada durante esta época para disfrutar del buen tiempo, la ausencia de lluvias y las playas. Como punto adicional a partir de junio las ballenas comienzan a llegar a las playas de Sudáfrica para dar a luz y cuidar de sus crías. Como contrapartida en el norte las lluvias dificultarán la labor de ver fauna y de desplazarse por las reservas ya que la intensidad de éstas puede ocasionar pequeñas inhundaciones y el crecimiento rápido de la vegetación.
Si nos centramos en la otra época, el clima será más fresco y con temperaturas más bajas. Esto provoca que el sur pierda atractivo ya que el clima no invita a disfrutar de las playas. Sin embargo esto es algo positivo para la zona norte, la zona donde se puede disfrutar de la experiencia de los safaris. Las temperaturas son más bajas, no hay lluvias por lo que es más cómodo para el amante de la naturaleza estar horas moviéndose por las diferentes reservas y, gracias a la vegetación poco frondosa y las fuentes de agua más escasas, los animales serán más visibles y se concentrarán en las pocas áreas donde haya agua.
Sudáfrica es un país salvaje y lleno de naturaleza por lo que las actividades más comunes van a estar orientadas a disfrutar de ello. El país tiene un montón de parques nacionales y reservas privadas donde podrás rodearte de flora y fauna haciendo senderismo, ciclismo y rutas en coche, en barco o incluso en avioneta.
Sin lugar a dudas lo que más llama la atención y atrae más turistas al país son las actividades relacionadas con los animales. En el sur del país y durante los meses de junio y septiembre podrás disfrutar de tours para ver ballenas, en el humedal del iSimangaliso tienes disponibles tours para ver hipopótamos y el cualquier reserva (ya se anacional o privada) tienes safaris. Sudáfrica es un país avanzado dentro del continente por lo que hay infraestructura suficiente para poder moverte por el país de manera autónoma en coche y esto afecta también a los safaris ya que encontrarás dos tipos: game drives que son los safaris guiados en los que el coche lo lleva un guía que te guiando por la reserva en busca de animales y adicionalmente te explica curiosidades sobre la fauna y fora del lugar; y los self drives que son los que realiza uno mismo conduciendo su propio coche, éstos los podrás realizar en reservas nacionales.
Como ya te he contado, el clima del país no va a condicionar extremandamente tu equipaje en lo que a ropa se refiere. En general con pantalones largos y frescos, manga corta y un forro polar o plumas ligero como abrigo podrás realizar la mayor parte del viaje. Tendrás que añadirle ciertos extras como ropa de baño, más abrigo o ropa impermeable si tus actividades o época en la que visites Sudáfrica así lo requieren.
Si hay algún elemento en lo que focalizarme sería en el calzado. A poco que tu itinerario requiera moverte en coche por unos cuantos sitios y visites algún safari, vas a tener la oportunidad de moverte también a pie y créeme cuando te digo que no vas a querer perderte los paseos por las bahías ni los trekkings por el bosque. Además de los muchos paseos que vas a dar por las ciudades y pueblos donde te alojes. El calzado debe ser cómodo y transpirable, par apoder llevarlo muchas horas, ya sea andando o conduciendo.
Aunque no haya playa en tu itinerario, todo lo que puedas llevar para protegerte del Sol lo vas a agradecer. El Sol pega fuerte y vas a pasar muchas horas bajo sus rayos mientras conduces, mientras haces turismo o en un barco yendo a ver ballenas.
Este viaje lo puedes hacer con una buena maleta grande que te permita facturar hasta los 23kg que suelen permitir las aerolíneas. El viaje lo realizarás en coche o en transporte privado por lo que no necesitas ir con mochila.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Hablando de cargadores, estaría bien que lleves una powerbank por si hubiera algún corte de luz (que los habrá debido al loadshedding), si te alojas en campamentos sin red eléctrica en la estancia o te quedas sin batería en mitad de una excursión por la razón que sea. Un enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Sudáfrica es de tipo M y desafortunadamente la mayoría de adaptadores no incluyen este tipo (muchos alojamientos ofrecen otros tipos de enchufes). Puedes optar por comprarte un adaptador exclusivo o, como hice yo, aprovehcar los viajes en coche para cargar y los enchufes de dos patillas que también ofrecían la mayoría de los alojamientos. Para este tipo de situaciones en las que haya pocos enchufes, un cargador con varias clavijas USB para cargar varios dispositivos al mismo tiempo es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema y si tienes una cámara acuática (GoPro por ejemplo) podrás traerte recuerdos todoterreno. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos de naturaleza por lo que lo más parecido a un teleobjetivo que tengas debes incluirlo en tu maleta. La fauna es caprichosa, mucho más que tú, así que no va a darte siempre el gusto de estar a una distancia suficiente para sacarle fotos con ub objetivo de distancia focal estándar, lo mínimo es que lleves uno que supere los 200mm y lo ideal que supere los 400mm en algún punto de su rango focal como minimísimo. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La República de Sudáfrica está situada en la parte más austral del continente africano. Su capital se compone de tres ciudades entre las que se reparten los principales poderes: Pretoria, Bloemfontein y Ciudad del Cabo. Como curiosidad la ciudad más poblada y una de las más conocidas es Johannesburgo (situada muy cerca de Pretoria).
Los sudafricanos tienen diversos origenes y es una nación en la que convivien multitud de etnias y se hablan varios idiomas (once están reconocidos como oficiales). El mayor porcentaje de la población está compuesto de personas de raza negra, siguiendo después en número personas de raza blanca e india. En Sudáfrica encontrarás una gran mezcolanza de culturas, etnias, personas e idiomas que enriquecerán tu viaje. Famosa por su ya eliminado apartheid verás que el legado de esa terrible situación durante la segunda mitad del siglo veinte todavía sigue presente. Y no, no me refiero a una declaración explícita pero es inevitable que parte de lo que durante tantos años condicionó el país a día de hoy sigan las secuelas todavía perceptibles.
La gastronomía está fundamentalmente basada en carnes y harinas preparados de diferentes formas con algúna vedura como acompañamiento. Gracias a su multiculturalidad, la gastronomía asiática, sobre todo la malaya y la indonesia, han influido en la forma de cocinar algunos paltos. Sin lugar a dudas, encontrarás platos occidentalizados y casi incluso de lugares vacacionales europeos (con su correspondiente influencia sudafricana) que harán que tu viaje sea muy variado desde el punto de vista gastronómico. Atrévete a probar los diferentes platos porque seguramente, auqnue pienses que lo conoces y recuerdas su sabor, las variaciones que le dan el toque sudafricano te darán una grata (y picante) sorpresa.
La moneda de curso legal oficial de Sudáfrica es la Rand sudafricano y también podrás utilizarlo en Suazilandia ya que está admitido como moneda de curso legal al estar su moneda propia, el lilangeni fijado al mismo valor que el Rand.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo por lo que mi recomendación es que lleves preparados ambos métodos de pago para cada ocasión. El efectivo seguramente lo uses poco y te recomiendo es que lo reserves para las situaciones donde sea imprescindible como restaurantes y tiendas pequeñas locales además de los posibles peajes que te vas a encontrar por el camino.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Para la obtención de efectivo podrás sacarlo de cajeros automáticos como he comentado o realizar cambios en las casas de cambios. Para este último método nos comentaron a nuestra llegada que lo mejor sería realizarlo en el aeropuerto ya que nos iba a ser difícil encontrar alguna dentro del itinerario que llevábamos planificado.
La sensación que Sudáfrica da es un poco mala en las grandes ciudades. Vas a encontrar en las zonas del centro o las que se alejen más de las zonas turísticas o de dinero, chavolas por la calle, suciedad y basura y bastante gente que vive de la mendicidad.
En las ciudades más pequeñas y en los pueblos las calles están limpias, no hay residuos en las zonas naturales ni en el mar y hay buena conciencia con el cuidado del medio ambiente. Las recomendaciones para pasar unas vacaciones sin sustos de salud en Sudáfrica son: no beber agua del grifo (aunque se supone que en zonas urbanas es potable), no intentar acceder o caminar por senderos potencialmente peligrosos debido a la orografía del terreno o por el aviso de animales salvajes.
Si vas a coger un coche es extremadamente necesario que conduzcas con cuidado y siendo precavido. Las carreteras nacionales están asfaltadas y en buen estado pero el estilo de conducción es diferente. Afortunadamente no encontré una densidad de tráfico alta pero si mucho camión de mercancías al que hay que adelantar y en ocasiones no es sencillo. Frecuentarás carreteras secundarias, las cuales son de tierra con bastantes gravas y debes prestar atención al camino para evitar pinchazos o perderte. Dentro de las reservas donde puedas conducir sobran los consejos ya que es más que evidente como comportarse pero respeta siempre la velocidad máxima establecida, abre mil ojos para estar atento a posibles cruces de animales y sobre todo no te bajes cuando así lo indiquen las señalaes.
El gobierno de Seychelles no te exigirá ningún tipo de vacunación obligatoria a no ser que provengas de una zona de riesgo y, en este caso, podrían exigir un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla.
No se necesita solicitar el acceso o visado para entrar en Sudáfrica y permanecer hasta 90 días si vienes desde España (revisa la web correspondiente al organismo oficial de tu país para revisar las restricciones aplicables).
La fama de Sudáfrica es de ser un país inseguro y con cierto nivel de delincuencia visible y habitual. Mi opinión personal tras los trece días es que no hay que tener miedo al país pero nunca hay que olvidarse de que se está en África. Todos los alojamientos que hemos visitado estaban vallados en su totalidad, con cámaras de seguridad y algunos hasta ofrecen un servicio de mando con botón del pánico o recuento por la noche de que todos los inquilinos llegan a salvo para dormir. La sensación cuando cae el sol es algo insegura porque las calles están desiertas, ya sea en ciudades grandes o pequeñas, porque los comercios y locales cierran bastante pronto.
Sin embargo no tuve ningún problema, ni he pasado miedo real o agobio por inseguridad en ningún momento. Tomé todas las precauciones necesarias como no adentrarme en zonas con mala pinta, no dejar objetos de valor a la vista en el coche, conducir siempre con el seguro puesto, no hacer gala de algún tipo de ostentosidad y todo fue fenomenal. Si vas con dos dedos de frente y sigues estos consejos, nada malo te ocurrirá.
La manera más sencilla de llegar a Sudáfrica es mediante avión. Tendrás dos aeropuertos internacionales bastante grandes para acceder al país: el Aeropuerto Internacional de Ciudad del Cabo y el Aeropuerto Internacional de Johannesburgo-Oliver Reginald Tambo. El primero situado al suroeste del país y el segundo al noreste. Dependiendo de tu lugar de entrada empezarás el itinerario de una manera u otra.
Una vez allí, las dos opciones más cómodas, rápidas y sencillas de moverte son los siguientes medios de transporte:
• Avión: mediante vuelos internos podrás moverte entre las ciudades más importantes a un precio bastante aceptable. Esto dependerá de lo que quieras ver y del tiempo que dispongas pero seguro que un vuelo coges seguro.
• Coche: las carreteras nacionales están asfaltadas y en buenas condiciopnes por lo que moverse de manera autónoma por el país en coche es una opción recomendable y segura. El desplazamiento se hace rápido, cómodo y a buen precio lo que te permite explorar muchas zonas que de otra forma no son accessibles. Como punto muy a favor es que puedes realizar safaris autónomos en las diferentes reservas y parques nacionales ya que están adaptadas para ello por lo que la inmersión es total y bajo tu mando. Como recomendación personal no escatimes demasiado en el tipo de coche y busca un SUV como mínimo ya que te garantizará una buena altura para los safaris y para conducir por caminos y un buen maletero para ir cómodo.
La variedad de alojamientos en Sudáfrica es bastante amplia. En las ciudades principales hay hoteles para todos los bolsillos, según te alejas y vas visitando los diferentes pueblos y zonas de playa los alojamientos son más humildes y pasan a ser pequeños hoteles, guesthouses o albergues. Con mi experiencia como base puedo decirte que los alojamientos de gama media (por así decirlo) están estupendamente de precio, limpieza y personal por lo que cumplirá con tus expectativas sin decepcionarte independientemente del tipo que elijas. Como país africano y poseedor de safaris vas a tener la opción de alojarte desde los lodges más lujosos en reservas privadas, dignos de cualquier película, pasando por campamentos algo más coquetos y sencillos, hasta campings. De nuevo tienes opciones para gustos y carteras diferentes y, al igual que en el resto de zonas, la calidad de los alojamientos es muy buena.
Debido al tamaño del país la climatología varía a lo largo de éste, sobre todo entre el sur y el norte. En la zona sur encontrarás que las varaciones de temperatura son más bruscas, con dos estaciones diferenciadas de verano e invierno. En la parte norte hay un clima más estable, diferenciando principalmente entre época seca y lluviosa.
En el sur las estaciones se dividen de la siguiente forma: el invierno va desde abril a octubre y el verano que va de noviembre a marzo. El invierno es frío y seco, mientras que el verano es caluroso y húmedo. De igual forma en el norte ocurre algo similar compartiendo mismos tramos para diferenciar las épocas, que serían: la estación seca desde abril hasta octubre y la estación húmeda desde noviembre hasta marzo.
Con dos áreas diferentes y climas más o menos similares parece que el país funciona de la misma manera de cara a ser aprovechado por un turista como tú pero no es así. Durante el verano y época húmeda las temperaturas son más altas y disfrutables pero en el norte encontrarás lluvias intensas. Por esta razón es el sur la zona más aprovechada durante esta época para disfrutar del buen tiempo, la ausencia de lluvias y las playas. Como punto adicional a partir de junio las ballenas comienzan a llegar a las playas de Sudáfrica para dar a luz y cuidar de sus crías. Como contrapartida en el norte las lluvias dificultarán la labor de ver fauna y de desplazarse por las reservas ya que la intensidad de éstas puede ocasionar pequeñas inhundaciones y el crecimiento rápido de la vegetación.
Si nos centramos en la otra época, el clima será más fresco y con temperaturas más bajas. Esto provoca que el sur pierda atractivo ya que el clima no invita a disfrutar de las playas. Sin embargo esto es algo positivo para la zona norte, la zona donde se puede disfrutar de la experiencia de los safaris. Las temperaturas son más bajas, no hay lluvias por lo que es más cómodo para el amante de la naturaleza estar horas moviéndose por las diferentes reservas y, gracias a la vegetación poco frondosa y las fuentes de agua más escasas, los animales serán más visibles y se concentrarán en las pocas áreas donde haya agua.
Sudáfrica es un país salvaje y lleno de naturaleza por lo que las actividades más comunes van a estar orientadas a disfrutar de ello. El país tiene un montón de parques nacionales y reservas privadas donde podrás rodearte de flora y fauna haciendo senderismo, ciclismo y rutas en coche, en barco o incluso en avioneta.
Sin lugar a dudas lo que más llama la atención y atrae más turistas al país son las actividades relacionadas con los animales. En el sur del país y durante los meses de junio y septiembre podrás disfrutar de tours para ver ballenas, en el humedal del iSimangaliso tienes disponibles tours para ver hipopótamos y el cualquier reserva (ya se anacional o privada) tienes safaris. Sudáfrica es un país avanzado dentro del continente por lo que hay infraestructura suficiente para poder moverte por el país de manera autónoma en coche y esto afecta también a los safaris ya que encontrarás dos tipos: game drives que son los safaris guiados en los que el coche lo lleva un guía que te guiando por la reserva en busca de animales y adicionalmente te explica curiosidades sobre la fauna y fora del lugar; y los self drives que son los que realiza uno mismo conduciendo su propio coche, éstos los podrás realizar en reservas nacionales.
Como ya te he contado, el clima del país no va a condicionar extremandamente tu equipaje en lo que a ropa se refiere. En general con pantalones largos y frescos, manga corta y un forro polar o plumas ligero como abrigo podrás realizar la mayor parte del viaje. Tendrás que añadirle ciertos extras como ropa de baño, más abrigo o ropa impermeable si tus actividades o época en la que visites Sudáfrica así lo requieren.
Si hay algún elemento en lo que focalizarme sería en el calzado. A poco que tu itinerario requiera moverte en coche por unos cuantos sitios y visites algún safari, vas a tener la oportunidad de moverte también a pie y créeme cuando te digo que no vas a querer perderte los paseos por las bahías ni los trekkings por el bosque. Además de los muchos paseos que vas a dar por las ciudades y pueblos donde te alojes. El calzado debe ser cómodo y transpirable, par apoder llevarlo muchas horas, ya sea andando o conduciendo.
Aunque no haya playa en tu itinerario, todo lo que puedas llevar para protegerte del Sol lo vas a agradecer. El Sol pega fuerte y vas a pasar muchas horas bajo sus rayos mientras conduces, mientras haces turismo o en un barco yendo a ver ballenas.
Este viaje lo puedes hacer con una buena maleta grande que te permita facturar hasta los 23kg que suelen permitir las aerolíneas. El viaje lo realizarás en coche o en transporte privado por lo que no necesitas ir con mochila.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Hablando de cargadores, estaría bien que lleves una powerbank por si hubiera algún corte de luz (que los habrá debido al loadshedding), si te alojas en campamentos sin red eléctrica en la estancia o te quedas sin batería en mitad de una excursión por la razón que sea. Un enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Sudáfrica es de tipo M y desafortunadamente la mayoría de adaptadores no incluyen este tipo (muchos alojamientos ofrecen otros tipos de enchufes). Puedes optar por comprarte un adaptador exclusivo o, como hice yo, aprovehcar los viajes en coche para cargar y los enchufes de dos patillas que también ofrecían la mayoría de los alojamientos. Para este tipo de situaciones en las que haya pocos enchufes, un cargador con varias clavijas USB para cargar varios dispositivos al mismo tiempo es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema y si tienes una cámara acuática (GoPro por ejemplo) podrás traerte recuerdos todoterreno. Sin embargo mi recomedación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no sólamente en la calidad, si no también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos de naturaleza por lo que lo más parecido a un teleobjetivo que tengas debes incluirlo en tu maleta. La fauna es caprichosa, mucho más que tú, así que no va a darte siempre el gusto de estar a una distancia suficiente para sacarle fotos con ub objetivo de distancia focal estándar, lo mínimo es que lleves uno que supere los 200mm y lo ideal que supere los 400mm en algún punto de su rango focal como minimísimo. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La República de Sudáfrica está situada en la parte más austral del continente africano. Su capital se compone de tres ciudades entre las que se reparten los principales poderes: Pretoria, Bloemfontein y Ciudad del Cabo. Como curiosidad la ciudad más poblada y una de las más conocidas es Johannesburgo (situada muy cerca de Pretoria).
Los sudafricanos tienen diversos origenes y es una nación en la que convivien multitud de etnias y se hablan varios idiomas (once están reconocidos como oficiales). El mayor porcentaje de la población está compuesto de personas de raza negra, siguiendo después en número personas de raza blanca e india. En Sudáfrica encontrarás una gran mezcolanza de culturas, etnias, personas e idiomas que enriquecerán tu viaje. Famosa por su ya eliminado apartheid verás que el legado de esa terrible situación durante la segunda mitad del siglo veinte todavía sigue presente. Y no, no me refiero a una declaración explícita pero es inevitable que parte de lo que durante tantos años condicionó el país a día de hoy sigan las secuelas todavía perceptibles.
La gastronomía está fundamentalmente basada en carnes y harinas preparados de diferentes formas con algúna vedura como acompañamiento. Gracias a su multiculturalidad, la gastronomía asiática, sobre todo la malaya y la indonesia, han influido en la forma de cocinar algunos paltos. Sin lugar a dudas, encontrarás platos occidentalizados y casi incluso de lugares vacacionales europeos (con su correspondiente influencia sudafricana) que harán que tu viaje sea muy variado desde el punto de vista gastronómico. Atrévete a probar los diferentes platos porque seguramente, auqnue pienses que lo conoces y recuerdas su sabor, las variaciones que le dan el toque sudafricano te darán una grata (y picante) sorpresa.
La moneda de curso legal oficial de Sudáfrica es la Rand sudafricano y también podrás utilizarlo en Suazilandia ya que está admitido como moneda de curso legal al estar su moneda propia, el lilangeni fijado al mismo valor que el Rand.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo por lo que mi recomendación es que lleves preparados ambos métodos de pago para cada ocasión. El efectivo seguramente lo uses poco y te recomiendo es que lo reserves para las situaciones donde sea imprescindible como restaurantes y tiendas pequeñas locales además de los posibles peajes que te vas a encontrar por el camino.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Para la obtención de efectivo podrás sacarlo de cajeros automáticos como he comentado o realizar cambios en las casas de cambios. Para este último método nos comentaron a nuestra llegada que lo mejor sería realizarlo en el aeropuerto ya que nos iba a ser difícil encontrar alguna dentro del itinerario que llevábamos planificado.
La sensación que Sudáfrica da es un poco mala en las grandes ciudades. Vas a encontrar en las zonas del centro o las que se alejen más de las zonas turísticas o de dinero, chavolas por la calle, suciedad y basura y bastante gente que vive de la mendicidad.
En las ciudades más pequeñas y en los pueblos las calles están limpias, no hay residuos en las zonas naturales ni en el mar y hay buena conciencia con el cuidado del medio ambiente. Las recomendaciones para pasar unas vacaciones sin sustos de salud en Sudáfrica son: no beber agua del grifo (aunque se supone que en zonas urbanas es potable), no intentar acceder o caminar por senderos potencialmente peligrosos debido a la orografía del terreno o por el aviso de animales salvajes.
Si vas a coger un coche es extremadamente necesario que conduzcas con cuidado y siendo precavido. Las carreteras nacionales están asfaltadas y en buen estado pero el estilo de conducción es diferente. Afortunadamente no encontré una densidad de tráfico alta pero si mucho camión de mercancías al que hay que adelantar y en ocasiones no es sencillo. Frecuentarás carreteras secundarias, las cuales son de tierra con bastantes gravas y debes prestar atención al camino para evitar pinchazos o perderte. Dentro de las reservas donde puedas conducir sobran los consejos ya que es más que evidente como comportarse pero respeta siempre la velocidad máxima establecida, abre mil ojos para estar atento a posibles cruces de animales y sobre todo no te bajes cuando así lo indiquen las señalaes.
El gobierno de Sudáfrica no te exigirá ningún tipo de vacunación obligatoria a no ser que provengas de una zona de riesgo pero es recomendable estar vacunado de la Hepatitis A así como tomar tratamiento preventivo contra la Malaria para las zonas más tropicales en el norte.
No se necesita solicitar el acceso o visado para entrar en Sudáfrica y permanecer hasta 90 días si vienes desde España (revisa la web correspondiente al organismo oficial de tu país para revisar las restricciones aplicables).
La fama de Sudáfrica es de ser un país inseguro y con cierto nivel de delincuencia visible y habitual. Mi opinión personal tras los trece días es que no hay que tener miedo al país pero nunca hay que olvidarse de que se está en África. Todos los alojamientos que hemos visitado estaban vallados en su totalidad, con cámaras de seguridad y algunos hasta ofrecen un servicio de mando con botón del pánico o recuento por la noche de que todos los inquilinos llegan a salvo para dormir. La sensación cuando cae el sol es algo insegura porque las calles están desiertas, ya sea en ciudades grandes o pequeñas, porque los comercios y locales cierran bastante pronto.
Sin embargo no tuve ningún problema, ni he pasado miedo real o agobio por inseguridad en ningún momento. Tomé todas las precauciones necesarias como no adentrarme en zonas con mala pinta, no dejar objetos de valor a la vista en el coche, conducir siempre con el seguro puesto, no hacer gala de algún tipo de ostentosidad y todo fue fenomenal. Si vas con dos dedos de frente y sigues estos consejos, nada malo te ocurrirá.
En total estuvimos 13 días en Sudáfrica y Suazilandia y este fue el itinerario por días que seguimos:
• Día 0 - Día 2: vuelo a Ciudad del Cabo desde Madrid. Visitamos varios lugares emblemáticos de la ciudad:
○ Jardín botánico Kirstenbosch.
○ Sea Point
○ Barrio Bo-Kaap
○ Signal Hill
○ Victoria & Alfred Waterfront
• Día 3: salimos en coche desde Ciudad del Cabo hacia Hermanus con parada en un pueblo intermedio:
○ Betty's Bay.
○ Hermanus.
• Día 4: salimos en coche desde Hermanus hacia Malagas. Comienza la Garden Route:
○ Cabo de Agujas.
○ Reserva Nacional de DeHoop.
○ Malagas.
• Día 5: salimos en coche desde Malagas hacia Plettenberg Bay. Continua la Garde Route:
○ Wilderness.
○ Knysna.
○ Plettenberg Bay.
• Día 6: salimos en coche desde Plettenberg Bay hacia Port Elizabeth (Gqeberha) y coger un vuelo a Durban y pasar la noche en Ballito. Fin de la Garde Route:
○ Parque Nacional de Tsitsikamma.
○ Vuelo a Durban.
• Día 7: salimos en coche desde Ballito hacia Santa Lucia:
○ Parque del Humedal de iSimangaliso.
○ Hipopótamos en el Parque del Humedal de iSimangaliso.
○ Santa Lucía.
• Día 8: salimos en coche desde Santa Lucia hacia la frontera con Suazilandia:
○ Parque del Humedal de iSimangaliso.
○ Reserva Mpeti.
• Día 9: salimos en coche desde la reserva Mpeti hacia Suazilandia:
○ Parque Nacional Hlane.
• Día 10: salimos en coche desde Suazilandia a el Kruger:
○ Parque Nacional Hlane.
○ Parque Nacional Kruger: Crocodile Bridge
• Día 11 - Día 12: noche en el Kruger y al día siguiente salimos en coche desde el Kruger hacia Johannesburgo:
○ Parque Nacional Kruger: Crocodile Bridge
○ Parque Nacional Kruger: Lower Sabie
• Día 13: vuelo a Seychelles desde Johannesburgo.
Elegimos los alojamientos dispuestos a lo largo de los dos diferentes recorridos, sur y norte de manera que no tuvieramos que invertir demasiado tiempo diario en coche. De esta manera el viaje no se haría ni muy pesado ni muy frenético:
• Ciudad del Cabo: Head South Lodge. Situado en una de las zonas más seguras de Ciudad del Cabo, este hotel nos daba ciertas garantías para estar alojados sin temor a nada, ya que, siendo nuestra primera vez en África, teníamos cierto recelo por la seguridad. El alojamiento está muy bien situado para desplazarse por la ciudad, ofrece sitio para dejar el coche (si no en su parking en la misma calle habrá hueco), el personal es encantador y las habitaciones limpias y amplias.
• Hermanus: Hermanus Backpackers. Es un albergue un poco apartado del centro del pueblo. Se nota que el personal es dedicado y que se esfuerza por hacerte sentir bien, cómodo y ayudarte en todo lo posible para que disfrutes de Hermanus. Es un sitio grande, con varias estancias para descansar, leer, desayunar y tienes la cocina a tu disposición por si quieres cocinarte algo en cualquier momento. La habitación estaba impecable pero si que es verdad que pasamos algo de frío debido a que la puerta no estaba preparada para el temporal que azotaba la zona esos días y debido al loadshedding el calefactor funcionaba de manera intermitente durante la noche.
• Malagas: Tides River Lodge. El principal inconveniente y a la vez su atractivo es su localización porque se encuentra en una zona del interior y los caminos para acceder a él son algo complicados. Si bien es verdad que se tarda algo en llegar, si vas con paciencia y un coche decentemente elevado llegarás sin problemas. Una vez allí el lugar es muy bonito y natural, en mitad de la nada y con un río en la misma propiedad. Las casas son enormes y bonitas y están preparadas para cualquier estación (en la cama teníamos manta eléctrica para cada uno). El personal de la finca era muy amable, nos ayudó con el equipaje, a instalarnos y también con la chimenea.
• Plettenberg Bay: Ocean Watch Guest House. El alojamiento es precioso, con habitaciones muy cuidadas, limpias y espaciosas. La casa tiene multitud de servicios como parking privado, piscina, jardín, terraza y barbacoa. El personal es gentil y amable y los desayunos super completos y riquísimos. Las vistas desde la casa son impresionantes y está bien situado cerca de algunas zonas de interés local.
• Ballito: Le Bezz Guesthouse. Este alojamiento te vendrá de perlas si acabas de aterrizar en Durban y necesitas hacer una parada antes de continuar tu camino hacia el norte. Es un sitio bastante nuevo, moderno, con habitaciones bonitas y cuidadas. El encargado es amable y resolutivo, nos echó una mano para todo lo que le pedimos. Tiene parking privado y el desayuno es excelente.
• Santa Lucía: Santa Lucia Guest House. La localización es ideal dentro de Santa Lucia y podrás moverte rápidamente a donde lo necesites: parques, zona centro, zona de paso, etc. Los propietarios son majísimos, nos ayudaron a gestionar varias peticiones como reservas e impresión de documentos. El lugar es precioso y el desayuno fabuloso.
• Frontera Suazilandia: Mpeti Lodge. Siendo una reserva privada tiene todo el canto de este tipo de sitios. Tu alojamiento será independiente al resto, estará suficientemente alejado para que disfrutes de la máxima intimidad, incluye gamedrive, desayuno y cena con la noche pagada. El entorno es brutal, sientes que estás en mitad de la nada.
• Suazilandia: Hlane Royal National Park. Sin duda uno de los mejores alojamientos del viaje por su ubicación, por el hecho de no tener electricidad en la habitación (parece algo en contra pero hizo que la experiencia fuera más auténtica y salvaje) y por los empleados y guías que eran geniales.
• Kruger. Crocodile Birdge Rest Camp: South African National Parks. Estando en el ParqueNacional Kruger, la ubicación ya hace que sume muchos puntos pero si que es verdad que es algo impersonal. La habitación estaba perfecta y poder hacer barbacoa es un puntazo. Es algo "complicado" el método de reserva a través de la web oficial de SanParks pero se consigue pasito a pasito. Este campamento no tiene restaurante ni tampoco WiFi.
• Kruger. Lower Sabie Rest Camp: South African National Parks. Estando en el ParqueNacional Kruger, la ubicación ya hace que sume muchos puntos pero si que es verdad que es algo impersonal. La habitación estaba perfecta y poder hacer barbacoa es un puntazo. Es algo "complicado" el método de reserva a través de la web oficial de SanParks pero se consigue pasito a pasito. Este campamento tiene restaurante y WiFi.
• Johannesburgo: Emerald Guesthouse. El alojamiento es bastante cutre pero si lo vas a usar para aterrizar, dormir y despegar es perfecto. Es muy económico, te recogen y te llevan teniendo muchos horarios de salida y llegada para ello, sirve cenas y desayunos sencillos.
Este viaje en Sudáfrica y Suazilandia te sorprenderá gratamente. Vas a encontrar muchas cosas que ver y hacer además de la variedad de paisajes que vas a descubrir.
El desplazamiento en coche de manera autónoma por el país se realiza sin problemas, sin peligros, ni controles sorpresa y sin situaciones raras. Es un país mucho más civilizado de lo que te puedas imaginar. Siendo de día y por las zonas adecuadas, puedes dar paseos andando y hacer rutas sin temor alguno. Solamente debes extremar las precauciones en las grandes ciudades y evitar entrar en zonas y barrios claramente peligrosos.
Lo que vas a presenciar en cuanto a flora y fauna se refiere te dejará sin aliento. Poder realizar los safaris de manera autónoma, por caminos cuidados y trabajados, te dará una sensación de libertad única que sumada a todo lo que vas a ver no tiene precio. Es también uno de los países donde ver a los llamados Big Five de África, así que tienes una gran variedad para entretenerte y disfrutar.
En cuanto a la economía personal se refiere, es un país bastante barato. La comida y la bebida tienen una relación calidad precio fabulosa y te puedes llenar la barriga por un precio más que asequible. Ciertos tours o actividades tienen precios algo elevados (sobre todo los marítimos), pero por otro lado los safaris en parques nacionales son bastante económicos. Si quieres subir el nivel y apostar por reservas privadas, tendrás que preparar la cartera para recibir un servicio más exclusivo pero la experiencia será muy similar en cuanto a ver animales se refiere; los alojamientos y el servicio evidentemente cambiará. Cuestión de gustos.
En definitiva, si vas con la mentalidad de recibir sorpresas, disfrutar cada día de manera única, agradeciendo lo que la naturaleza te regala en cada situación vas a disfrutar mucho, mucho, mucho y te llevarás recuerdos inolvidables al más puro estilo africano.
A continuación me gustaría comentarte una serie de recomendaciones en base a mi experiencia. Cosas que añadir a mi itinerario y cosas que pueden ser prescindibles. Quiero que tengas en cuenta que uses esto como inspiranción y que lo apliques a tu estilo viajero con conciencia pensando en sacarle el máximo jugo a tu disfrute particular y personal.
En cuanto al transporte, pude probar dos tipos de coches. Ambos fueron SUVs pero uno más alto que el otro. Para un próximo viaje escogería un coche alto y grande, aunque sea más caro merece la pena. Vas a evitar sustos y aumentar tu nivel de tranquilidad cuando vayas por ciertos caminos. Cuando estés haciendo selfdrives, la altura te proporciona un punto de visión mejor para evitar la maleza y sobre todo otros coches.
En cuanto a las actividades e itinerario debo decir que estoy bastante satisfecho pero haría cambios. Si tu viaje consiste en hacer una ruta por carretera enfocada a ver paisajes, zonas nuevas y los animales sólo tienen el 50% del peso del viaje seguiría yendo a la Garden Route. Vas a poder ver zonas del sur del país únicas, preciosas y que estoy seguro de que desconocías hasta la fecha. Ahora, si los animales son tu foco puede que sea bueno eliminar la Garden Route de tu lista y aumentar los días en el Parque Nacional Kruger. Si bien es verdad que por causas ajenas a nosotros tuvimos que reducir dós días la estancia en Sudáfrica, reconozco que en ocasiones la Garden Route se me hizo bola. Por supuesto aumentaría a dos las noches que pasaría en Suazilandia y en concreto en Hlane. Poder hacer más safaris, más selfdrives y descubrir toda su fauna debe ser increíble. En un segundo viaje iría sin duda al Parque Transfronterizo del Kgalagadi, menos conocido y situado al norte del país en la frontera con Botswana. Algo que también me plantearía sería el tour para nadar con el gran tiburón blanco en Gansbaai.
Una parte fundamental y condicionante de todo viaje es el gasto. Es evidente que tu estilo de viaje marcará el costo del mismo ya sea mediante gasto en hoteles, restaurantes, actividades o vuelos por lo que la información que te dejo a continuación debes entenderla dentro del estilo de viaje que realizamos. Yo lo catalogaría como de gama media ya que no fuimos a lo más barato pero tampoco a lo más caro, realizando ciertas actividades concretas, variando entre restaurantes, comidas incluidas y supermercado y sin escoger transportes lujosos.
En términos generales Sudáfrica no es un país que resulte caro para el viajero medio y se pueden abaratar costes mediante el uso de albergues y campings (para los alojamientos) y realizar compras de supermercado (para las comidas), aunque seguramente no te haga falta necesariamente.
TIPO | GASTO |
---|---|
Vuelos | 650€ |
Hoteles | 450€ |
Actividades | 150€ |
Gastos diarios | 170€ |
Alquiler coches | 350€ |
Total | 1770€ |
Comenzaré este itinerario relatando desde el día en el que aterricé en Sudáfrica (aunque hubiera pasado ya casi un día desde que saliera de casa). Llegué a medio día al Aeropuerto Internacional de Ciudad del Cabo con muchas expectativas de que este viaje sería algo brutal y más siendo la priemra vez que ponía un pie en suelo africano. Para la primera parte de este viaje, que comprendería una ruta en coche desde Ciudad del Cabo hasta Port Elizabeth, alquilé un coche que debía recoger en el mismo aeropuerto y me dirigí hacia la zona donde estaban las diferentes empresas de alquiler de coches. Se llegaba andando, bien indicado y sin líos.
La gestión del alquiler fue rápida y me lo tramitaron muy bien. Para este primer tramo el coche lo cogí con la empresa AVIS, me bloquearon un dinero moderado en la tarjeta y me dieron un upgrade gratuito (de un Toyota Corolla a un Volkswagen Tiguan). Todavía no lo sabía pero ese upgrade me dio la vida para varios tramos del viaje. Con un poco de cosquilleo guardé el equipaje, me monté en el coche y emprendí la marcha. Ojito cuidado que se conduce por la izquierda y era mi primera vez conduciendo en este sentido y en coche.
La primera impresión que tuve, atravesando las carreteras desde el aeropuerto hasta el alojamiento situado en la zona de Green Point al norte, fue de una ciudad avanzada, contemporanea, con su zona económica de edificios altos, calles bien cuidadas, gente con un estilo de conducir bastante tranquilo y sin pobreza. Siendo uno de los países más ricos de África quizás tuviera las expectativas demasiado bajas pero más tarde descubrí que lo que había estado viendo eran las zonas buenas.
Llegamos a nuestro hotel, Head South Lodge y nos recibió el dueño para luego amablemente hacer el registro y llevarnos a nuestra habitación. Descansamos unos breves minutos en la cama, organizamos un poco las maletas por el cuarto y comenzamos a planear el itinerario para hoy. Habiendo aterrizado hacía un par de horas no teníamos mucha gana de patear la ciudad y dado que anochecía pronto fuimos a ver una de los lugares más recomendados, el jardín botánico Kirstenbosch. Cogimos las llaves del coche, mochilas y en poco menos de media hora estábamos allí.
Nada más llegar al jardín botánico fuimos al restaurante que había dentro llamado MOYO Kirtenbosch ya que no habíamos comido nada desde el desayuno en el avión hacía ya unas cuantas horas. Los platos fueron abundantes y con muy buena relación, así que con la barriga contenta nos fuimos a dar una vuelta por el jardín botánico.
Ojeando el mapa el jardín botánico Kirtenbosch vimos que había diversas rutas por las que caminar, adentrarse en pequeños bosques o dar amplios rodeos por el jardín. Optamos por decidir sobre la marcha y evitar aquellos que fueran demasiado largos por el cansancio y la hora de cierre que estaba próxima y ya nos estaba viendo encerrados el primer día en Sudáfrica (¿te imaginas?).
Fue un paseo super agradable, había muchas plantas y flores africanas con bonitos colores y llamativas formas. Algún ave se dejó ver también, que andaban por allí picoteando lo que algún turista había dejado caer hacía no mucho. Atravesamos algún arroyo, subimos muchas cuestas y nos dejamos llevar por los diferentes senderos y caminos hasta que el Sol desapareció tras las montañas que separaban el jardín del mar y decidimos que era hora de movernos.
Optamos por ir a otro punto recomendado para visitar, que era un área cercana a nuestro hotel, llamada Sea Point. Aprovechamos los últimos rayos del Sol para dar una vuelta por el paseo marítimo, sentir la fría brisa del mar en la cara y dejar que los pulmones se llenaran del aroma salino de las olas. La sensación de ver el mar después de un largo tiempo es fantástica. Una vez el Sol se ocultó en el horizonte, fuimos al sitio más cercano que había para cenar algo. Aprovechamos para tomarnos una cerveza y hacer algo de tiempo ya que no eran horas españolas para cenar y nuestro estómago estaba todavía peleando con el picante de la comida. Tras repasar el itinerario y ver lo que nos esperaba en el grandísimo viaje que teníamos por delante pedimos la cena, que en este caso no fue tan exótica como la comida, pero mantuvimos la buena relación calidad/precio. El restaurante en cuestión es Strolla Restaurant and Bar.
Nada más acabar de cenar salimos y vimos que ya era noche cerrada, a pesar de ser no mucho más tarde de las siete de la tarde. Echamos una carrerita hasta el coche al ver que la calle estaba desierta (por pura precaución mezclada con ignorancia miedosa y echarnos unas risas). Arrancamos el coche y fuimos ya directos al hotel donde estaba la cosa que más deseábamos en ese momento: una cama caliente donde descansar a pierna suelta hasta el día siguiente.
Amanecemos descansados y con muchas ganas de tener un día intenso de visita por Ciudad del Cabo. Tras desayunar y recuperar energías, nos damos cuenta de que el plan para hoy ha quedado bloqueado por una enorme y densa nube que ha decidido pasar la mañana posada sobre la Table Mountain. Se recomienda subir pronto por la mañana para evitar aglomeraciones de gente y problemas para aparcar el coche y es por eso que era nuestra primera opción para la mañana de hoy. Así que toca cambiar de plan y elegimos ir a ver el centro de Ciudad del Cabo.
Aparcamos sin problema en un sitio libre que encontramos en Long Street, una de las calles principales. Hay parquímetro y no tenemos ni idea de como funciona pero una amable "parkimetrera" (si es que esa palabra existe) nos resuelve la duda y, a pesar de que hay un máximo de tiempo, lo que haces es pagar luego el excedente con respecto a ese tiempo de estacionamiento máximo y ya está, no hay multa. Comenzamos nuestro camino por el centro para llegar a Bo Kaap, el antiguo barrio malayo que luce tan amigable con sus casas pintadas de vivos colores. De camino somos perseguidos por gente sin hogar, en su mayoría hombres y niños, que tienen pinta de vivir en la calle y, si no, en un grado de pobreza bastante elevado. Nos piden dinero, comida, para ellos y sus familias muy insistentemente. Nos persiguen largo rato hasta que desisten. Esto nos hizo sentir algo incómodos, sobre todo porque no conocemos el país, ni la ciudad y vienes con rumores leídos sobre la peligrosidad de las ciudades grandes pero todo queda en eso, un rato un poco agridulce.
Según nos alejamos de la calle principal y vamos yendo hacia el barrio de Bo Kaap por Wale Street los indigentes se reducen hasta que son sustituidos por turistas, es como si atravesaras una barrera invisible. Ahora son también locales los que nos dan un poco la lata pero para comprar arte, comprar algo de comer o para que nos echen una foto.
El barrio de Bo Kaap es un conjunto de casas de colores, brillantes y llamativos, que se mezclan unos con otros. Antiguamente fue la residencia de los inmigrantes de Malasia hoy reconvertido en un barrio turístico, parece que ha dejado de ser un lugar de residencia para dar hogar a galerías de arte local, cafeterías y locales de ultramarinos. Durante nuestro paseo por las diferentes calles vimos como estaban reformando casas antiguas para darles elnuevo aire moderno en consonancia con el resto de casas de alrededor. ¿Un reclamo turísitco puro y duro? Veremos que en acaba transformándose.
El paseo es corto, porque las calles son más o menos lo mismo todo el rato pero con colores diferentes y, aunque nos resulta curioso, nos aburre un poco y decidimos marcharnos. Volvemos a la calle principal y seguimos el camino que estábamos haciéndo antes en sentido opuesto a donde se encuentra nuestro coche.
Nuevamente nos comienzan a preguntar y a instigar nuevos amigos pidiendo dinero y comida, y nosotros seguimos con nuestro paseo. Hay varios turistas que les contestan y les piden amablemente que dejen de presionar e incomodar tanto a la gente y algunos paran pero otros hacen caso omiso. Nuestro paseo termina cuando vemos unos cuantos edificios coloniales con unas coquetas terrazas y decidimos dar la vuelta. Siendo sinceros no hemos podido disfrutar demasiado por estas situaciones en las que te sientes en tierra de nadie, acosado por un montón de gente que no sabes cómo de desesperada está; y esa mezcla de pena, miedo y agobio termina por hacer que nos vayamos de allí y continuemos nuestra visita por Ciudad del Cabo en otra zona.
Viendo que Table Mountain sigue en el mismo estado de nubosidad perpetua, cogemos el coche y nos dirigimos al puerto, a Victoria & Alfred Waterfront. Dejamos el coche en un parking, viendo que por la zona no había sitio libre, y damos una vuelta. Esta zona es comercial, llena de tiendas y restaurantes y pegada a la "zona buena" de Ciudad del Cabo por lo que la mayoría de gente que está por allí son turistas y gente con poder adquisitivo medio-alto.
Ha salido un Sol fantástico por lo que el paseo es súper agradable y vamos hasta en manga corta. Nos hacemos unas cuantas fotos con Table Mountain nublada de fondo, vemos alguna foca nadando por las aguas del puerto, visitamos alguna tienda de ropa local y hacemos una parada para comer. Para comprobar que fuera de España no saben ofrecer comida típica española, vamos a un restaurante que presume de servir este tipo de comida (autodenominándose "Bar de Tapas" con toro incluido). Aunque rico y algo carete, La Parada V&A Waterfront no tiene mucho que ver con la comida española típica pero nos gusta y nos da para descansar un rato y seguir disfrutando de la tarde de Sol que se ha quedado.
Tras dar otra vuelta por la zona y tomarnos un café riquísimo con un croissant de tamaño macro en Coco Safar Sea Point cambiamos de sitio y cogemos el coche para ir a ver Signal Hill, ya que hemos leído que ofrece unas vistas preciosas de Ciudad del Cabo.
Llegamos a Signal Hill con las últimas horas de Sol de la tarde. Subimos en coche hasta un parking que se encuentra en la parte superior. Es posible hacer un trekking bastante bonito desde la base por si lo visitas y te encuentras con ganas y optimismo para realizarlo. También se puede llegar hasta Lion's Head, que es una imponente roca que se puede ver también desde Signal Hill, tanto haciendo trekking desde la base continuando la anterior ruta como desde el propio parking. En nuestro caso nos conformamos con verla desde lejos.
Desde allí arriba se puede ver gran parte de la ciudad, extendiéndose a ambos lados de la colina, cortamente hacia el mar y extensamente en sentido opuesto. Vimos nuestras primeras gallinas de Guinea, con su bello plumaje casi plateado y su cabeza azul turquesa. Pasamos unas cuantas horas caminando de un lado a otro para observar como iba cambiando la ciudad en uno y el mar en otro, mientras el Sol se ponía. Una tarde relajante de solete que cerraba con su puesta completada con éxito y muchas sonrisas.
Tocaba la hora de cenar y me dio un antojo de algo calentito brutal, y que suerte la nuestra que en la misma zona donde cenamos ayer había un restaurante japonés, con un ramen que tenía una pinta espectacular y allí que fuimos directos. Un sitio pequeño, coqueto y con la última mesa libre para nosotros, Three Wise Monkeys nos alegró la noche y puso el broche a un día de turismo intenso. Fabulosa manera de despedirnos de Ciudad del Cabo, ya que mañana comenzaría nuestra ruta en coche por Sudáfrica.
Nos levantamos temprano, ya con la maleta hecha de la noche anterior y bajamos a desayunar. Comprobamos por última vez el estado de Table Mountain por si tuviéramos la suerte de que la visibilidad hubiera mejorado pero no es así, sigue nublada. No nos queda otra opción que salir cuanto antes hacia nuestro próximo destino: Hermanus.
Cogemos el equipaje, cargamos nuestro coche y comenzamos la salida de Ciudad del Cabo. Hermanus es un pueblo costero que se encuentra al sureste de Ciudad del Cabo y es famoso por los avistamientos de ballenas francas australes. Para llegar hasta allí hay dos posibilidades, una más directa cogiendo la carretera nacional 2 y otra más larga pero con más en canto por la carretera que va por la costa. Cogimos la segunda opción, ya que hay varios miradores en los que se puede parar para echar vistazos y ver si hay algo en el agua.
Durante la salida de Ciudad del Cabo vemos como progresivamente las viviendas disminuyen de calidad, cuanto más nos alejamos van empeorando hasta el punto de ser chabolas. No te puedes ni imaginar la cantidad de chabolas y "viviendas" en mal estado que pudimos ver. Kilómetros y kilómetros tanto a lo largo de la carretera como hacia dentro. Es sorprendente, y a veces hasta incomprensible, las condiciones en las que viven muchos seres humanos en el planeta. Viviendo al día, sin agua corriente o comida para pasar el día. Podemos dar profundamente gracias por lo que una persona "normal y corriente" tenemos y debemos trabajar la consciencia para no perder el foco en esa fortuna con la que hemos nacido.
Una vez pasada la primera media hora en coche cogemos el desvío y nos ponemos a rodar por la carretera de la costa. Vamos haciendo paradas aleatorias, según vemos apartaderos o miradores para contemplar el mar y las montañas que se elevan muy cerca de nosotros. Es un paisaje realmente salvaje. Sin embargo no vemos todavía ninguna alegre ballena en el agua.
La primera parada importante antes de llegar a Hermanus la realizamos en Bettysbaai. Es un diminuto pueblo compuesto mayormente por grandes parcelas con chalets cuyo principal atractivo es que en su playa encontrarás pingüinos. Sí, has leído bien, estos pingüinos africanos viven en una gran colonia en la playa de este pueblo (y también puedes encontrarlos en Boulders Beach en Ciudad del Cabo). Si circulas por la carretera de la costa, una vez veas la señal de Bettysbaai tienes que adentrarte en el pueblo y una simpática señal te indicará como llegar hasta la playa principal donde ver a los pingüinos.
Damos un pequeño paseo por las inmediaciones y practicamente, nada más entrar en la playa, ya vemos alguna cabecita simpática moverse de un lado para otro. Encontrarás a los pingüinos distribuidos por toda la playa, en las rocas, en la arena, en alguna de sus madrigueras que tienen a escasos cinco metros del agua y por supuesto nadando. Hay un sendero en la parte derecha de la playa que está preparado para llevarte a zonas más escondidas y que pasa por encima de la playa de manera que puedes observar a los pingüinos más de cerca (siempre respetando) y dar un agradable paseo. Mala suerte para nosotros que no pudimos recorrerlo debido a un temporal que estaba azotando esos días la costa (dramita).
Es muy interesante observar como se comportan unos con otros, como entran y salen del agua y como vigilan y cuidan a sus crías. Por su tamaño y sus movimientos aparentemente torpes resultan bastante simpáticos. Si por algún casual te causan respeto no te preocpues porque entre humanos y pingüinos se mantienen las distancias sin problema y en ningún momento se muestran agresivos, más bien esquivos buscando que tanto ellos como tú tengáis vuestro espacio.
Después de estar una hora aproximandamente viendo como estos muchachos van de aquí para allá, volvemos al coche para continuar del tirón la ruta hasta Hermanus.
El camino restante hasta Hermanus lo hacemos cómoda y tranquilamente, disfrutando de las vistas de la costa y de la conducción por la pequeña carretera. Llegamos a Hermanus relativamente temprano, al rededor de la una del medio día y aparcamos en un parking que está pegado a la costa. Parece que hay bastante gente merodeando por lo que suponemos que debe de haber alguna ballena cerca.
Si no lo has deducido ya por el texto, te lo cuento en este pequeño párrafo. Tuvimos la mala suerte de llegar en una semana en la que la costa sur de Sudáfrica estaba siendo azotada por un temporal de grandes dimensiones. Desde nuestra llegada hacía dos días, tuvimos lluvias, vientos y pudimos presenciar olas gigantes en las diferentes costas que fuimos parando. Desafortunadamente en Hermanus estaba presente el mismo panorama: lluvia, viento y un mar muy movidito. Si bien las dos primeras no dificultan en exceso el avistamiento de las ballenas la tercera es lo que provocó el fiasco total. Debido al movimiento de las olas y el mar revuelto, se podía diferenciar poco el color oscuro de la piel de las ballenas entre la espuma y el verde oscuro del agua además de que las ballenas no estaban mucho tiempo cerca de la superficie por el vaivén.
En definitiva, la posibilidad de avistamiento era escasa y lo peor fue escuchar que todos los tours para ver ballenas en barco se habían cancelado durante la semana entera (nosotros lo teníamos contratado para ese mismo día después de comer) por lo que fue un duro golpe de encajar, nuestra posibilidad de ver ballenas de cerca se había esfumado en un instante. Aún así no nos rendimos y esperamos pacientemente sentados en la costa, aguantando las rachas de viento y las salpicaduras del agua para poder presenciar algún cetáceo movimiento por pequeño que fuese.
Y así fue, empezamos a ver ballenas emergiendo a unos cincuenta o cien metros de nosotros, algunas sacaban solamente la cabeza, otras la cola, otras el lomo para dar una buena bocanada de aire. Sinceramente, vimos poca cosa pero fue sufuciente para levantarnos el ánimo ya que no habíamos visto una ballena en la vida real jamás. Nos hizo sentir muy felices poder presenciarlo.
Depsués de ver un rato a las ballenas luchar contra el oleaje, fuimos a hacer el checkin a nuestro alojamiento. Elegimos un albergue, con muy buenas reseñas y a un precio inmejorable para pasar la noche en Hermanus, siendo el encanto del lugar las ballenas y la costa no necesitabamos mucho más que un sitio cómodo para pasar la noche y fue un acierto total.
Nada más llegar a Hermanus Backpackers ya se notaba muy buen rollo y ambiente. Nos recibieron estupendamente, tanto la recepcionsta que estaba en ese turno como sus dos perras que andaban sueltas por el albergue, una mayor y otra que era un cachorrito super simpático. Nos explicaron un poco la metodología del albergue, nos confirmaron la cancelación del tour en barco para ver ballenas (lo habíamos gestionado con ellos directamente una vez reservado el alojamiento) y nos dieron ciertas recomendaciones para disfrutar de Hermanus.
Nos hablaron por primer vez de lo que llaman loadshedding, que consiste en cortes programados de abastecimiento de red eléctrica general que hace el gobierno ya que no hay infraestructura necesaria para proporcionar luz suficiente al mismo tiempo a todo el país. Lo que significa que en muchos hoteles y residencias te quedas sin luz en algún momento del día. Por eso encontrarás linternas en muchos alojamientos para cuando esto ocurra. Los restaurantes y otros establecimientos tienen generadores propios que ayudan a que el servicio no se detenga.
También nos hablaron sobre la seguridad de Hermanus y de que es factible andar de noche por el pueblo sin incidentes (de hecho hacía muchos años desde que se registró algún evento violento). Aún así depende luego de la confianza de cada uno para tomar la decisión de ir solo porque terminó sus consejos con "pero recordar que es África" y nuevamente, el alojamiento estaba vallado, con verja de seguridad en la puerta de entrada y vigilancia nocturna. El sentido común es tu aliado siempre y si eres precavido evitarás cualquier susto.
Nada más dejar nuestras maletas en la habitación y cámara en mano para nuestro plan de tarde, fuimos a comer a un sitio que nos recomendaron en recepcción. Comimos rapidamente en Burgundy Restaurante un par de platos de comida local, pescado muy fresco y rico y casi con el postre en la boca salimos a realizar caminatas por unos senderos al este de Hermanus para seguir observando la costa, disfrutar del mar y con suerte ver alguna ballena más.
El paseo por la costa fue muy ameno y relajado, a pesar del fuerte viento que nos zarandeaba hacía sol por lo que se estaba realmente bien caminando por la costa, haciendo fotos y pequeñas paradas para disfrutar de los choques de las olas contra las rocas, el revolotear de las aves a contra viento y ver alguna que otra ballena salir a respirar. A la vuelta del paseo, aparcando el coche nos quedamos nuevamente mirando el mar sin salir de él, resguardados del viento y soñando con el tour que no pudo ser. Sin embargo seguían saliendo ballenas de vez en cuando, vimos alguna cola más, alguna cabeza más y alguna aleta moviéndose energéticamente. Había que darse por satisfechos y para nosotros, aunque con cierto pesar, nos parecieron unas escenas más que fabulosas.
Volvimos al alojamiento, a hacer nuestro tradicional descanso de la tarde con ducha relajante y esperar a que cayera la noche para ir a cenar. Fuimos a un restaurante en la zona centro, muy cerca de donde fuimos a comer, llamado Pear Tree. Un sitio pequeño, coqueto, con una bonita decoración alternativa y una comida deliciosa. El personal, joven y alegre, nos trató de maravilla y nos hizo pasar una noche muy agradable.
Un avez terminamos la rica cena, fuimos directamente a por el coche y de vuelta al albergue para descansar, ya que al día siguiente nos tocaba una ruta dura de coche, con varias paradas y un alojamiento muy muy remoto.
Esta noche hemos pasado algo de frío ya que al ser un albergue, las condiciones de la habitación eran las que eran y encima el calentador se paraba durante la noche debido al loadshedding. Tenemos que aprovehcar unos minutos extra bajo el edredón para recuperar bien el calor y cuando nos sentimos con la carga al 100% salimos del albergue. Cargamos el coche y buscamos un sitio para desayunar, ya que ayer no compramos comida y evidentemente el albergue no incluye el desayuno. Tomamos un café con unas tostadas de huevo con aguacate riquísimas en Cafe Anna. Nos lo tomamos con calma y echamos un último vistazo a la costa para despedirnos de las ballenas y de Hermanus antes de emprender camino hacia el punto más sur del continente africano, el Cabo de Agujas.
Tenemos un trayecto por delante de una hora y media que hacemos del tirón, con una única parada para echar gasolina, la primera vez en todo el viaje. No es necesario que te eches tú como usuario ya que hay empleados que echan la gasolina por ti. No tienes ni que bajarte del coche, ni si quier para pagar y normlamente te limpian los cristales de polvo dejándote el coche listo para continuar.
La carretera está en un estado genial, y llegamos en el tiempo que marca el navegador. Dejamos el coche en un parking cercano, habilitado para que tengas que dejar el coche ahí mismo y continuar a pie por la zona costera hasta el Cabo de Agujas donde hay una placa que señala la separación del océano Atlántico y el océano Índico. El viento que hace en esta zona es brutal, tanto que puedes quedarte suspendido aún inclinándote 45 grados, no es de extrañar que sea una de las zonas más peligrosas para navegar y que por ello sea temido por los marineros. Damos una pequeña vuelta y aunque sea una reserva gigante, no hemos venido por más atractivo que ver el propio cabo así que vamos a nuestro siguiente destino que ver este día que es la Reserva Natural De Hoop.
Para llegar a la Reserva Natural De Hoop pusimos en el GPS cómo llegar a Koppie Alleen Beach Parking. Es un parking en una de las entradas de la reserva y no tiene pérdida. Lo más difícil es que una vez sales de la carretera nacional, empiezas a cirucular por caminos de tierra y grava. Esto hace difícil circular a una velocidad media normal y las distancias se hacen más largas de lo habitual. Se puede correr, sí, pero el coche se convierte en una maraca y parece que vayas a saltar en el tiempo en cualquier momento. Sinceramente, si te mueves por aquí en un coche más bajito que un SUV lo vas a pasar realmente mal.
Tardamos un poco más de lo previsto debido al estado de la carretera que no nos permite ir a más de 60 km/h. La entrada a la reserva está vigilada por un tipo en una caseta, nos avisa que debemos bajarnos y rellenar un formulario para saber la hora de entrada, las personas que vamos a realizarlo y enseñarle el pase correspondiente y pagar la tasa. El camino hasta el parking que tenemos marcado desde la caseta es ya dentro de la reserva y el paisaje es realmente bonito. Una pradera verde y frondosa de plantas de poca altura, se extiende hasta lo que parecen ser unas enormes dunas de arena blanca que separan el verdor vegetal del azul del mar. Encima lo vemos desde una posición elevada con respecto al resto del paisaje lo que nos permite tener una vista panorámica alucinante.
De camino al parking, vamos viendo nuestros primeros animalillos terrestres dentro de la reserva. La verdad es que no tenía esperanza de ver nada todavía pero es un aperitivo visual que nos anima mucho. Vemos unas cuantas avestruces, cebras a lo lejos y lo que más unos bonteboks. Éstos se quedan cerca de nosotros y no parece asustarles demasiado el coche y cruzan la carretera sin miedo y sin prisa.
Son una manada bastante grande y hay de todo tipo de aniamle basándonos en su carácter: tenemos al macho agresivo y dominante, unos cuantos tranquilos tirados sobre la suave hierba y las madres con sus crías. Ha sido una bienvenida muy chula pero no podemos pararnos mucho más y continuamos hasta el final de la carretera.
Dejamos el coche en el parking en torno a las tres y media de la tarde. Sin comer. Y acaban de cerrar la cocina del único bar/restaurante de la zona. Hoy no se come, parece. Tomamos algún bollito que tienen en el bar y vamos a dar una vuelta por los alrededores bajo un cielo que amenaza con llovernos a cada minuto.
Intentamos ir a realizar una parte del trekking que hay en dirección este por el borde de la costa pero entre que el temporal ha derruido parte del camino y la marea está alta descartamos esa opción para evitar quedarnos atrapados en algún punto o tener que atravesar la maleza (que había un cartel alertando de la posibilidad de que hubiera serpientes por la zona). Vamos en la dirección opuesta que es donde encontramos unas dunas grandes y preciosas. Andamos un rato por la playa y echamos unas cuantas fotos hasta que la lluvia nos obliga a volver al coche.
Y no solamente la lluvia es la que nos obliga a volver, el propietario del alojamiento donde pasamos hoy la noche nos advirtió que sería prudente ir hasta el alojamiento mientras hiciera sol ya que debido a las lluvias y al estado de la carretera, "no sería cómodo cambiar una rueda entre el barro y la oscuridad de la noche". Con un aviso como ese a nadie le apetece correr el riesgo de quedarse en mitad de la nada.
Vuelta a los caminos de tierra que aguantamos durante una hora y poco, hasta llegar a lo que parece la entrada de una finca. Afortunadamente el GPS funciona de miedo a pesar del tipo de camino que recorremos, y completamos el trayecto con éxito y sin incidentes. Nuestro alojamiento para hoy es Tides River Lodge, una finca en la que hay construidas varias casas. Justo en la rivera de un río, se asientan unos cuantos edificios de diferentes tamaños, tipo chalet. Cada uno corresponde a un apartamento y tiene pinta de que son un verdadero éxito en verano, cuando el buen tiempo y el río son aprovechables para disfrutar de actividades acuáticas y comer de barbacoa.
Nos recibe un empelado del lugar, un guardés de la finca llamado Laurence. Nos enseña el alojamiento, nos ayuda a acomodarnos y nos enseña la finca y las instalaciones de la casa. Adicionalmente nos comunica que vende leña y que nos la traerá para calentarnos por la noche.
Damos una vuelta por la finca, cotilleando el resto de alojamientos, el río y la puesta de sol mientras hacemos tiempo y hambre para la cena. Es un sitio muy bien situado, muy rural, tranquilo y apartado de todo. El tiempo no acompaña y no podemos disfrutar de estar en la terraza por lo que nos metemos en la casa cuando el sol ya no ilumina lo suficiente y tras una ducha nos disponemos a preparar la cena.
Esta vez la previsión fue nuestro mejor aliado y en Hermanus hicimos una mini compra con algo de pasta, aperitivos y una botellita de vino blanco sudafricano porque tras chequear el alojamiento justo antes de salir de Hermanus nos dimos cuenta de que las posibilidades de encontrar algún lugar para cenar cercano serían escasas. Laurence vino poco después con la leña y a pesar de insistirle que no lo hiciera, se ofreció a poner la chimenea a punto y poco a poco el fuego fue aportando calidez a la estancia.
Una ducha después estábamos botella de vino en mano, esperando a que se terminara la pasta de cocer para tener una cena romántica low-cost de lo más maravillosa. Pusimos el broche final cuando se apagó el fuego y subimos a la planta superior a dormir en nuestra cama con manta eléctrica interior. Una auténtica gozada para paliar un poco el frío y la humedad de la casa.
El despertar ha sido genial, todavía calientes por la manta eléctrica (que yo recuerdo haber tenido que apagar durante la noche porque me asaba vivo). La casa olía a ruralidad sudafricana pura, si es que es un olor categorizable, parte de campo y parte de ascuas ya frías. El desayuno fue similar al de la cena del día anterior, improvisado de supermercado y no tan romántico como la cena. Pero bueno, lo importante es que nos quitó el hambre y nos puso en pie para darle zapatilla y caña al nuevo día.
Maletas al coche, un buenos días y agradecimiento a Laurence, y vuelta a la carretera de arena y piedras. Si que es verdad que el camino de vuelta hasta la nacional se hizo un poco bola, porque tardamos casi una hora en recorrer cuarenta kilómetros pero conseguimos salir sin pinchazos, ni sustos y con unas vistas de las diferentes granjas que salpicaban el paisaje dignas de la época colonial.
Hoy comenzamos de manera oficial el recorrido por la Garden Route. Esta ruta consiste en un viaje por carretera por una serie de localidades y se dice que va desde Witsand hasta Gqeberha (Port Elizabeth). Su nombre le viene dado por razones obivas y se debe a la vegetación que hace crecer el clima oceánico de la zona. La Garden Route te llevará por pueblos tales como Witsand, Heidelberg, Riversdale, Stilbaai, Albertinia, Gouritsmond, Knysna, Plettenberg Bay, Mossel Bay, Oudtshoorn, Great Brak River, Little Brak River, Wilderness, Sedgefield y Nature's Valley. Si bien es una ruta que merece la pena realizar utilizando unos tres días debido a la cantidad de paradas si se quiere aprovechar bien, nosotros nos conformamos con dos: el primero para recorrer parte de la costa atravesando Heidelberg, Riversdale, Albertinia y George para hacer la primera parada en Wilderness y comer en Knysna. El segundo para visitar el Parque Nacional de Tsitsikamma.
Una vez que salimos del camino de piedras a la nacional, recuperamos velocidad de crucero y fuimos más ágiles a la hora de desplazarnos por la Garden Route. El trayecto duró unas tres horas hasta que llegamos a Wilderness, donde hicimos la primer parada. Buscamos un sitio para aparcar el coche y fuimos a dar un paseo por la inmensa playa. De verdad que parece que todo esté hecho a una escala diferente. La playa se extendía varios kilómetros hacia el este y, estando la marea baja, la porción de arena que se veía era súper extensa lo que le daba a la playa un aspecto más imponente todavía. El mar seguía algo cabreado y lanzaba olas contra la playa sin parar. Afortunadamente el sol estaba golpeando sin ninguna nube que le bloquease y el paseo fue tremendamente "gustoso".
Tras echar unas cuantas fotos, llevarnos el souvenir en formato de imagen mental de esa increible playa, nos movimos a nuestro próximo destino que era un pueblo llamado Knysna. Por la hora que era ya, que rondaba la una de la tarde, decidimos buscar ya que estábamos un lugar para comer. Knysna es un pueblo muy recogido y construido en la desembocadura del río Knysna en el oceáno Índico, con aire marítimo y un puerto muy coqueto. Tras dar un paseo disfrutando del sol y de la postal portuaria fuimos a comer a un restaurante de la zona que estaba lleno de gente y tenía terraza, por lo que no podía ser mala opción.
Nos trataron genial en The Drydock Food and Co y la comida estaba muy buena. El ambiente era estupendo y tenían mucha oferta de pescado y marisco y tenía una pinta estupenda.
Volvimos a por el coche, el cual estaba aparcado en el puerto, y nos dirigimos hacia la última parada que coincidía con el lugar donde teníamos el alojamiento para pasar esa noche. Poníamos rumbo hacia Plettenberg Bay.
Llegamos al alojamiento pasadas las cuatro de la tarde. Era una casa inmensa, reconvertida en guesthouse. Tenía varias habitaciones para los huéspedes y un salón precioso que hacía de sala de estar y de comedor al mismo tiempo. En la parte superior tenía una terraza amplia y bonita, con unas vistas increíbles de la grandísima bahía y con barbacoa incluida a disposición de los huéspedes que debe de ser un auténtico caramelito en verano. La encargada de Ocean Watch Guest House nos recibió y llevó a nuestra habitación. Nos dio las clásicas recomendaciones para movernos por la ciudad y una vez nos acomodamos fuimos a dar una vuelta por la zona a pie.
Bajamos hasta la zona de playa más cercana y dimos de nuevo más paseos. El mar no daba tregua y seguía lanzando olas gigantes contra la playa, tanto que a un par de chicas que estaban en un muro mirando al infinito se las tragó una ola que venía con fuerza y las empapó de pies a cabeza. El resto de transeúntes que andábamos por allí no pudimos evitar reirnos un "pocomucho".
Una vez que vimos que el Sol estaba a punto de esconderse volvimos a nuestro alojamiento para darnos una buena ducha y recuperar un poco de tranquilidad tras un día de carrtera intenso. Después cogimos el coche para evitar caminar de noche de manera innecesaria y fuimos a cenar a un restaurante muy recomendado y con muy buena pinta llamado The Fat Fish. Fuimos temprano y al ser dos no nos hizo falta reserva pero habría sido lo ideal porque se llenó en seguida. La comida que servían tenía un toque vanguardista, actual y muy bien cocinado. La atención fue exquisita (y a decir verdad lo estaba siendo en todos los locales, restaurantes y alojamientos).
Tras disfrutar y relajarnos con una cena algo diferente, volvimos al alojamiento para dormir a pierna suelta. Al día siguiente terminaría nuestra primera etapa del viaje cogiendo un vuelo hacia el norte y dando el pistoletazo de salida a la segunda etapa llena de safaris.
Hoy nos toca ir con cierta prisa ya que tenemos que coger un vuelo que sale a las 19:00 de la tarde desdde Port Elizabeth hacia Durban, con previo paso por la mañana por el Parque Nacional de Tsitsikamma. El desayuno que incluye el alojamiento es estupendo, abundante y recién hecho. Al levantarnos temprano hemos podido coger una mesita pegada al cristal de la terraza así que encima nos da el solete según va subiendo por el horizonte.
Misma rutina y al coche. Arrancamos raudos para llegar lo antes posible a nuestra próxima parada. De camino vemos las indicaciones hacia Nature's Valley, que es una de las paradas recomendadas por su bonita estampa de acantilados naturales y el río desembocando en el mar, pero si queremos aprovechar bien el Parque Nacional de Tsitsikamma y evitar el posible riesgo de pérdida de vuelo no será posible hacerle una visita. Es un recorrido de unos 50 minutos por la nacional 2 y la entrada al parque está en un desvío a mano derecha. No te preocupes porque esta entrada está bien indicada.
Hay un control, como en cada uno de los diferentes parques nacionales para ver que no introduces ningún tipo de objeto peligroso o alcohol (suelen registrar asientos y maletero de un vistazo). Nada más realiza el control, uno de los gaurdas se acerca a la ventanilla para comunicarnos que el temporal también había hecho estragos en esta zona del parque y que las dos rutas de trekking que salían desde ese punto estaban cerradas. Nuevo drama. Después de lo de las ballenas, el mal tiempo y ahora esto. Tenía que ser una broma, menudo comienzo.
A pesar de las advertencias, me negué a darme la vuelta y ya que estábamos allí mismo por lo menos bajaríamos a la playa y observaríamos el parque por dentro. Aparcamos donde buenamente encontramos un sitio libre y fuimos hacia el punto de partida de la ruta de senderimo llamada Mouth Trail que es la que termina en los famosos puentes colgantes.
Gracias a nuestra cabezonería, llegamos al inicio de la ruta para comprobar que estaba abierta y que los destrozos del temporal se habían producido en eficios algo más alejados. Muy contentos tras ver que podíamos aprovechar la mañana empezamos la caminata. Mouth Trail es una ruta corta, de una hora aproximadamente, con alguna subida fuerte pero se realiza subiendo escalones por lo que resulta treméndamente cómodo. Mezcla suelo de madera y senderos de tierra, la ruta va bordeando las montañas y adentrándose en el bosque que las cubre hasta llegar a la desembocadura de un río donde se encuentran los puentes colgantes.
El camino es muy bonito y ofrece unas vistas brutales de los escarpados acantilados de toda la costa que se extiende hacia el este. El bosque es también muy bonito, verde y frondoso y puedes ver bastantes aves y algún que otro mamífero como los procávidos. Los puentes son tan sencillos como parecen, no son muy grandes pero permiten caminar sobre el agua del mar que rompe contra las paredes de piedra, y tener una buena vista de los cañones y del río desembocando. Una perspectiva única.
Después de cruzar varias veces y subir por varias escaleras decidimos dar la vuelta y volver hacia el coche. No tenemos mucho margen y comenzamos a tener menos tiempo disponible. Desandamos el camino que hemos recorrido y regresamos sin problemas.
Ahora vamos directamente a Port Elizabeth, concretamente al aeropuerto. Allí devolveremos el coche de alquiler y una vez tengamos localizada la puerta de embarque, nos sentaremos para comer y esperar a que salga nuestro vuelo.
Tras unas dos horas de cerretera, dejamos el coche en lugar habilitado para la empresa AVIS y tras la típica revisión y confirmar que todo está correcto vamos a la terminal. Es pequeña y no da opción a perderse por lo que localizamos rápidamente el mostrador de la compañía Airlink y tramitamos la facturación del equipaje más voluminoso. Una vez hecho y con las tarjetas de embarque en la mano vamos a una especie de hamburguesería (no había mucha más opción disponible) y nos sentamos para comer y esperar a la salida de nuestro vuelo.
Subiéndonos a un pequeño avión de 3 asientos por fila, nos despedíamos del sur de Sudáfrica y comenzaba nuestro recorrido por el oeste en sentido norte. El vuelo aterrizó en Durban, ciudad con mala reputación por haber un nivel alto de delincuencia. Fuimos a la zona de alquiler de coches, en este caso lo teníamos contratado con la empresa Firefly. El trato fue bueno y rápido aunque nos llevamos una sorpresa al ver que nos bloqueaban casi 1400€ por el alquiler del vehículo (y era un VW T-cross).
Un detalle muy importante a tener en cuenta si vas a viajar a Suazilandia en algún momento durante tu viaje por Sudáfrica, es que debes de tener autorizada la entrada al país en coche, por lo que requiere pedir un permiso especial. Durante la planificación meses atrás hablé con Firefly y me dijeron que lo gestionaría allí mismo, al recoger el coche y que no era necesario hacer nada con antelación. La chica que nos atendio se sorprendio cuando se lo dije y me lo tuvo que gestionar al momento, previo pago. Tardaría unos dos días en recibir la autorización para cruzar la frontera y me llegaría al correo directamente. Fue un puntazo la gestión tan buena que nos hizo la chica.
Una vez que teníamos todo en regla, nos montamos en el coche ya de noche y fuimos hacia Ballito, un pueblo a las afueras de Durban donde pasaríamos la noche en Le Bezz Guesthouse. Nos recibieron haciéndonos el favor de hacer un late checkin, con una super sonrisa y un rollo surfero bastante satisfactorio que nos hizo olvidarnos de todas las horas de viaje que llevábamos encima. Tras enseñarnos la habitación, darnos como siempre el pack de consejos de bienvenida para movernos por el pueblo y unas recomendaciones fuimos directos con el combo ducha-cama. Mañana sería un nuevo día con nuestro primer safari.
Tras la dura sesión de senderismo, coche y avión del día anterior hoy necesitábamos descansar bien de verdad y así ha sido. La enorme y cómoda cama de Le Bezz Guesthouse a contribuido a conseguirlo y nos levantamos aún así a las 7 de la mañana para estar preparados para entrar casi los primeros a desayunar. El desayuno recién hecho estaba exquisito y lo devoramos casi sin respirar. Recuperadas las energías al 200% estamos a tope para continuar, por lo que cogemos maletas y subimos al coche para salir cuanto antes.
Nuestro próximo destino es Santa Lucía, un pequeño pueblo situado al sur del Paruqe del Humedal del iSimangaliso. Este pueblo es famoso por ser una de las entradas al parque nacional y porque tiene empresas que ofrecen tours para ver hipopótamos dentro del propio humedal. Yo estoy tremendamente motivado y hasta nervioso porque desde que vi un documental en la 2 sobre este humedal me quedé con la espinita clavada y que transformada en promesa, me aseguraría de verlo en directo algún día de mi vida. Y ese momento estaba ya cerquísima.
Condujimos dirección norte alrededor de dos horas hasta llegar a Santa Lucía. Nuestro alojamiento es una enorme gesthouse llamada Santa Lucia Guest House, cortita y al pie. Se encuentra en una zona residencial de grandes casas y cuenta con un amplio jardín, una bonita terraza y un interior de película. Es la típica casa decorada en madera, con arte, esculturas y libros de muchas partes del mundo y a pesar de que se nota que ya tiene unos años, la casa tiene un encanto único. Hacemos el checkin y confirmamos el horario y el lugar de recogida para el tour de los hipopótamos, ya que lo reservamos a través de ellos, y salimos corriendo para hacer nuestro primer safari autónomo.
Seguimos las indicaciones en el GPS para llegar a la entrada del Parque del Humedal del iSimangaliso, no tiene pérdida. Hay una entrada, bloqueada por un puesto de seguridad que te hará la revisión rutinaria del coche para comprobar que no llevas ni armas ni alcohol. Despúes pasarás a un área de recepción en el que debes dirigirte a unos mostradores para comprar la entrada (es un parque privado por lo que la tarjeta WildCard no te servirá). Te piden tu documento nacional de identidad, matrícula del coche, número de acompañantes y pagar. Una vez tengas tu ticket en mano, te diriges al siguiente puesto ya montado en el coche, comprueban que está todo correcto, te avisan de que no puedes estar en el parque pasadas las 18:00 y tras subirse la barrera toca disfrutar.
El Parque del Humedal del iSimangaliso está compuesto por una larga carretera principal de la que van saliendo pequeñas carreteras secundarias que acaban volviendo a la mencionada principal. Estas carreteras secundarias te llevarán a charcas, puestos de avistamiento de animales, baños y zonas más alejadas para que pruebes suerte. La mayoría están bien cuidadas, algunas asfaltadas y otras no, si ves que llegas a un lugar inundado o con un árbol caído no te preocupes, da marcha atrás y regresa por donde has venido ya que no tiene pérdida. Los rangers que cuidan el parque se cercioran de bloquear previamente cada día las vías inaccesibles y de cuidar el entorno. Estarán al loro por si pasa algo.
Algo que debes tener en cuenta, y no sólo para este parque, es que la naturaleza es caprichosa, impredecible e indómita, debes dejar que las cosas ocurran y disfrutarlo. No hay garantías de que veas a un depredador cazar, o una gran puesta de sol con las jirafas cruzando o una pelea territorial de hipopótamos. Todo lo que la naturaleza te brinde de manera gratuita, abrázalo, se consciente del momento único que estás presenciando y agradécelo. Cada momento es épico en sí mismo. Estoy seguro de que con esta mentalidad disfrutarás mucho más, te frustrarás menos y te levantarás cada día de safari con más ganas.
Empezamos este primer safari con cierta timidez, podríamos decir. Vamos despacio, nerviosos por si de repente se pudiera avalanzar algún animal sobre la carretera pero rápidamente vemos que eso es algo inusual. Tras un rato conduciendo, todavía no hemos visto nada y pensamos ¿qué raro, no?. Se supone que esto debería de estar lleno de animales. Llegamos al primer observatorio, con la típica señal que advierte del peligro de bajarse y que lo haces bajo tu propia responsabilidad (en este parque no hay depredadores aunque sí animales potencialmente peligrosos como hipopótamos o búfalos). Me bajo corriendo y voy rápidamente hasta el puesto para observar que tampoco se ve nada en el lago donde se sitúa el mirador. Vuelvo corriendo, con cierta incomodidad al estar andando dentro del safari, y me meto en el coche. Nada, seguimos sin ver nada. Es un poco extraña esta sensación porque hay que luchar de alguna manera contra la ilusión y las ganas de querer ver animales todo el rato pero no perdemos la esperanza y seguimos buscando.
Después de media hora vemos que hay una serie de coches parados y tenemos nuestro primer avistamiento, un kudu macho bastante grande cruza la carretera principal. Tiene una enorme y retorcida cornamenta, se mueve gracil cruzando la carretera como si los coches no fueran con él. Paso a paso termina de cruzar y se interna en la maleza colindante y tras pasar por esa misma zona, ya no está, no se le ve. Hacía escasos cinco segundos que había pasado por ahí mismo y no había ni rastro del kudu. Normal que sea difícil ver animales, se mueven muy sigilosamente, en su frondoso medio y a su antojo.
Por el camino vamos viendo más animales: cebras, varios grupos de búfalos, monos, algún hipopótamo a lo lejos, también algún elefante, más kudus, una manada de cobos untuosos y muchas aves e insectos. Al final, toda esa pequeña preocupación de estar un rato (que fue corto) sin ver animales desapareció y nos quedamos tremendamente contentos y satisfechos.
Comimos algo durante el safari, dentro del coche, para aprovechar bien el tiempo y una vez que dieron las tres de la tarde fuimos rápidamente a nuestro alojamiento ya que ese era el lugar de recogida para el tour de hipopótamos.
Como he comentado anteriormente, el tour lo contratamos a través del propio alojamiento que se puso en contacto con la empresa correspondiente. Esta empresa recoge a todos los integrantes del tour en su respectivo alojamiento en un coche gigantesco. No tiene pérdida, de verdad, en cuanto lo veas vas a flipar. Y una vez completada la ruta se dirige al puerto desde donde sale el barco en el cual se realiza el tour. Es un tour que realizan varias empresas así que te encontrarás varios barcos a la vez visitando el humedal. No te preocupes, se evita que se produzcan aglomeraciones, los barcos se turnan y se dan espacio para no molestar a las manadas de hipopótamos que se están bañanado.
Pues bien, llegamos al pequeño puerto y subimos al barco. El guía/capitán/conductor hace una introducción sobre el humedal del iSimangaliso, como se ha ido desarrollando a lo largo del tiempo, como se ha transformado y como han vivido las diferentes especies en él. Comparte curiosidades con típicos chascarrillos de guia turístico y comienza el paseo. Nos habla de varios pájaros tejedores que se encuentran construyendo sus nidos en el mismo puerto, también de un barano bastante grande que se esconde inmóvil tras la maleza y también de un cormorán lleno de peces que descansa bien inflado por la reciente comida que se acaba de pegar. En definitiva, una clase muy interesante de biología a nivel coloquial que hace, por lo menos a mi, que disfrute todavía más del tour.
De nuevo noto como la impaciencia se apodera de mi tras pasar quince minutos en el barco sin ver hipopótamos. Quizás por no haber vencido todavía esa sensación que apareció en el safari de esta mañana o por temor a que se repitan situaciones como la cancelación del tour de ballenas, me noto algo preocupado. Suerte para mi que se esfuman esas sensaciones cuando por fin vemos la primera manada de hipopótamos a escasos cinco metros del barco.
Este momento para mi fue indescriptible. Estaba ahí mismo, casi veinte años después de haber visto el documental y de alguna manera prometerme que iría a verlo. Se me ponen los pelos de punta mientras lo escribo, fue volver a ser niño y a volver a vivir a través de la naturaleza y su magia. Estaba repleto de felicidad infantil.
Los hipopótamos nadaban, se sumergían y emergían constantemente. Había de todos los tamaños e incluso algún hipopótamo bebé. Permanecían bastante tranquilos y calmados, moviendo las orejas y haciendo ese sonido suyo tan característico que en persona resuena muchísimo más que a través de unos altavoces. Distraídos mirando al grupo, el guía nos advierte de un movimiento a nuestras espaldas, más hipopótamos pero estos vienen desde la parte seca del humedal. Viene una pareja, una madre y su cría ya crecida, se mueven entre las cañas del humedal buscando el agua tímida pero apresuradamente al percatarse de nuestra presencia. Poco a poco y mirando de reojo se meten al agua, segura y casa para ellos. El silencio que se hizo cuando todos nos dimos la vuelta y vimos a la pareja fue flipante.
Seguimos navengango por el humedal, viendo más grupos de hipopótamos que se mantenían unidos, cada uno en su sección, protegiéndose mutuamente. Había suficientes para entretenerte un buen rato y, aunque pueda parecer aburrido porque a fin de cuentas solo les ves la cabeza, es genial poder disfrutar de verlos en su medio, salvajes y libres.
Poco a poco el sol fue cayendo, las nubes llegarón y comenzó el final de la tarde. En ese momento el guía paró el barco, lo dejo en un lugar estratégico cerca de un grupo de hipopótamos y nos ofreció un café de tarde con fruta y algunos dulces. Algo caliente en ese momento nos vino de perlas porque sin sol y estando rodeados de agua hacía un fresquete de entretiempo que no veas. Sin el ruido del motor, se podía escuchar hablar a la naturaleza: las aves, el viento entre las cañas del humedal, los hipopótamos. Momentos así no tienen precio.
Una vez que finalizó la pausa, nos dio tiempo a ver un par de grupos más mientras realizábamos el camino de vuelta al muelle, el tour se terminaba tras dos horas.
De vuelta en el pequeño puerto, volvimos a subir al todoterreno gigante y nos dejaron de vuelta en nuestro alojamiento. Nos duchamos, nos relajamos un poco y fuimos a la zona de restaurantes de Santa Lucia a ver que sitios había para cenar.
Al ser un pueblo con un atractivo turístico tan grande, la oferta era amplia aún habiendo unos quince restaurantes aproximadamente. De entre todos los que vimos, nos decantamos por uno que servía sushi. ¿En Sudáfrica, con hipopótamos, sushi? Sí, cuando el mono toma el control no se puede hacer otra cosa que seguir sus órdenes. Evidentemente tenía buena pinta cuando ojeamos alguna mesa que lo había pedido y no dudamos ni medio segundo para tomar una decisión. En John Dory's St Lucia nos atendieron genial, sobre todo gracias a un simpático camarero que atendía nuestra mesa. Nos sirvieron rápido, con gentileza y siempre con una sonrisa. Disfrutamos mucho y calmamos el antojo de sushi que nos había atacado por los ojos.
Ser un pueblo que vive pegado al Parque del Humedal del iSimangaliso otorga al lugar un montón de curiosidades y características especiales. Una de ellas es la noche y los hipopótamos. Los hipópotamos pasan las horas de sol dentro del agua debido a que su piel es muy sensible y por ello salen lo mínimo e indispensable durante este periodo. Evidentemente tienen que alimentarse y lo hacen de brotes verdes de hierba fresca, lo que significa que tienen que salir para comer. ¿Cuando lo hacen? Durante la única opción posbile que es durante la noche. Si vives cerca de dónde los hipopótamos pasan el día en el agua, lo que ocurre por la noche es que los hipopótamos van a donde está la hierba, es decir, dónde estás tú.
Mientras cenábamos una de las camareras comenzo a gritar "Hippos, hippos. The hippos are coming!", de forma de anuncio, no de alarma, para que los turistas que andábamos cenando fuéramos a presenciar esta gran particularidad. Según nos asomamos desde el escalón que tenía el restaurante vimos a tres hipopótamos bien hermosos, dos madres y una cría ya crecida, internarse en el pueblo y andar a sus anchas por la carretera en busca de su comida. Me quedé loco y lo más asombroso es que es algo totalmente normal, de hecho hay señales, similares a las de tráfico que indican peligro, por el pueblo alertando a la gente de que es probable que tengas un encuentro con los hipopótamos durante la noche.
Nada más acabar de cenar fuimos a dar vueltas por el pueblo en el coche para ver a los hipopótamos fuera del agua. Parece una tarea fácil pensando que un bicho de casi una tonelada se mueve ruidoso y se le ve en seguida pero nada que ver con la realidad, son muy silenciosos (si no realizan ninguna llamada resonante) y en la oscuridad de la noche sin tener una buena linterna era bastante difícil encontrarlos. Pero lo conseguimos tras un rato de dar vueltas y vueltas por el pueblo y disfrutamos de un bonus extra de hipopótamos al poder contemplarlos durante largo rato fuera del agua y alimentándose. Una vez satisfechos volvimos al hotel a dormir un poco tras un emocionante día de ver animales.
Amanecemos en Santa Lucia, con un tiempo realmente fabuloso de sol y calor. Desayunamos bastante, no nos podemos resisitir al rico buffet y a los platos cocinados al momento. La terraza nos regala un "buenos días" fantástico y empezamos la mañana con mucha energía y una sonrisa de oreja a oreja.
Nuestro planning nos llevará hoy a pasar la noche en una reserva privada llamada Mpeti Lodge. El trayecto desde Santa Lucia durará unas dos horas así que tenemos tiempo para disfrutar del Parque del Humedal de iSimangaliso por la mañana. Por ello, recogemos rápidamente y vamos hacia el parque a dar una buena vuelta antes de continuar nuestro camino hacia el norte del país.
Repetimos las mismas acciones que el día anterior para pasar el control, pagar la tarifa de entrada y superar la barrera y estamos dentro otra vez. Teniendo la experiencia del día anterior decidimos ir con calma, sin prisa e incluso repitiendo caminos secundarios ya que nunca se sabe que podemos encontrar. Iniciamos el safari yendo a una charca que ayer estaba vacía y hoy tenemos la suerte de verla llena de hipopótamos. Para verlos tenemos que salir del coche, rápidamente y subirnos al techo ya que unos matorrales bien crecidos bloquean practicamente toda la visión. Ahí permanecemos un buen rato viendo como se bañan al sol y se relajan bajo la superficie.
Seguimos yendo a otros puntos de avistamiento más alejados aprovechando que tenemos tiempo, incluso llegamos a Cape Vidal que es el final de la carretera principal donde hay una serie de alojamientos y hasta una playa donde pasar el día. Hay algunos monos y algún pequeño hervíboro por la zona, bastante cerca de la gente que por allí anda pasando el día.
Vemos por el camino más animales como kudus, búfalos, alguna esquiva cebra que se aleja de la carretera para desaparecer entre la maleza, rastros de elefantes ya que vemos pasadizos enormes y naturales entre los árboles dejando tras de sí un reguero de escrementos, más hipopótamos en la lejanía y más monos. Está siendo una mañana muy interesante y llega la hora de emprender el camino hacia Mpeti Lodge ya que con el alojamiento nos incluyen un safari privado por la reserva durante la puesta de sol y si nos retrasamos mucho más no llegaremos a tiempo.
Durante el trayecto de salida, durante el cual no tomamos ningún desvío secundario, vamos con los ojos más abiertos que en ningún otro momento, casi a modo de despedida, sin querer perdernos nada. De pronto vemos una mancha, gris oscuro, detrás de una colina. Es extraño que sea un hipopótamo porque por esa zona no parece haber ni rastro de agua o charca donde pueda resguardarse en caso de sentir el sol demasiado agresivo sobre la piel, pero la colina no nos deja ver bien. Doy media vuelta con el coche y retrocedo unos metros para poder tener un mejor ángulo. Hay otro bulto gris oscuro y... ¡otro más y más pequeño! Espera, espera... son ¡rinocerontes blancos!. Son un par de adultos y una pequeña cría que corretea siempre cerca de uno de ellos, que parece ser la madre.
Este primer avistamiento de rinocerontes blancos ha sido todo un regalito de despedida. Pastan a unos cien metros de la carretera y se van moviendo en paralelo de una sombra a otra, bajos los dispersos árboles que hay en esta zona. Se mueven despacio y de manera tranquila, como una coraza que se desliza y curiosamente puedes ver que son pura fuerza, músuculo y velocidad si les apetece. Imponen bastante incluso desde esta distancia.
Una vez que les perdemos de vista entre los matorrales y la lejanía completamos la carretera principal, con una pequeña y ultimísima escapada por una carretera secundaria en la que encontramos cuatro kudus cruzándola y que nos permiten verlos desde bastante cerca. Una vez fuera, volvemos a la carretera nacional y continuamos rumbo al siguiente destino.
Para llegar a Mpeti Lodge hay que tomar un desvío desde la carretera nacional, con el GPS no tiene pérdida, y volver a los caminos de tierra y piedras. En este caso el coche que llevábamos era más pequeño y, pese a ser un mini SUV, no tenía nada que ver con el de la primera etapa. Íbamos conduciendo con cuidado, evitando baches, piedras y zonas peligrosas para las ruedas ya que no me apetecía ponerme a cambiar una rueda con el sol en lo más alto. La reserva tiene una entrada principal en la que tienes que registrar la entrada, con tus datos y la hora, y una vez dan el aviso de que todo está ok desde el alojamiento dentro de la reserva puedes entrar.
El camino es ahora algo más salvaje, ya que se mueve entre la maleza y la carretera sigue siendo del mismo tipo, de tierra y con bastante grava. Vemos poco a poco a los animales que habitan la reserva cruzando algunos y otros huyendo alejándose del coche. Hay impalas, nialas, ñúes y kudus y a decir verdad en buena cantidad. Tiene pinta de que no nos vamos a aburrir.
Llegamos al parking del alojamiento y en seguida salen a recibirnos, cogen nuestras maletas mientras hacemos el checkin y nos llevan a nuesto lodge. El camino hasta nuestra habitación está en mitad de la reserva y se pueden ver facóqueros y varios monos por la zona, atravesando el camino o cerca del resto de lodges. Es un entorno bastante impresionante. La habitación es de película, con techos altísimos, una bañera gigante, un porche en madera y coqueto con vistas a la reserva, en definitiva un capricho de alojamiento.
Nos dejamos abrazar por la enorme cama unos minutos antes de ir a por el safari de la puesta de sol, que sale desde el mismo parking donde dejamos previamente el coche. Allí nos recibe un señor tremendamente agradable y de tupido bigote que será nuestro guía. Ataviado con un atuendo de safari experto (sombrero cinluido) hace una introducción sobre sí mismo, la reserva y lo que puede que vayamos a ver. Ya pinta la cosa muy bien y solo hemos hecho la introducción. El coche en el que realizamos el safari es el típico todoterreno grande, modificado para llevar nueve pasajeros en su parte trasera, de ruedas grandes, color verde y lona en crudo. Una maravilla.
Comenzamos a internarnos en la reserva, siguiendo varios caminos que hay ya hechos por el constante paso de los coches por las mismas rutas. El guía nos va contando curiosidades sobre los diferentes animales que vamos encontrando y sobre las diferentes plantas que vamos viendo. También se toma su tiempo para parar, para observar tranquilamente a algunos animales, permitirnos contemplarnos con calmay disfrutar del momento sin el ruido del motor. También me da unos segundos extras para tirar buenas fotos sin movimiento, cosa que le agradezco.
Vemos una jirafa a lo lejos, debe estar en torno a un kilómetro de distancia de nosotros y la estampa es brutal porque se ve como asoma entre las diferentes capas de árboles y maleza que se asientan sobre las diferentes colinas. También observamos un largarto agama, varias manadas de ñúes e impalas y llegamos al final del camino donde realizamos la parada. Esto cosniste en bajar del coche y tomar un aperitivo que nos proporciona el guía y aprovechamos para pisar el suelo, sentirte algo nervioso por estar en mitad de la reserva sin la "seguridad" del coche y poder tener un rato de charla tranquila con el guía.
Nos cuenta un poco su vida, cómo ha llegado a convertir de su pasión su trabajo, dónde estuvo trabajando anteriormente y que le encantaría poder llegar a pescar en los seis continentes (ya había conseguido hacerlo en tres de ellos). Un señor muy entrañable contando historias de perro viejo, como que recientemente, mientras hacía una de sus rutas como ranger y protector de la reserva, se cruzaron con un búfalo ya mayor y con muy mal carácter. Al hacer estas rutas a pie, no tenía protección más allá que subirse a un árbol pero no pudo, porque ya tenía una edad para hacer eso, así que decidio jugar al escondite y se cubrió detrás de un árbol. El búfalo, ya con muy poca vista por la edad le olfateaba sabiendo que había un árbol con olor diferente pero no llegaba a identificarlo. Finalmente el búfalo desistió de su intento de embestir algo ese día y se libró de milagro.
Allí en la parada, disfrutamos de una puesta de sol increíble con un color naranja intenso, estando juntos (mi mujer y yo) y con un refrigerio en la mano mientras escuchábamos historias de safari y rangers varios rodeados de flora y fauna salvaje.
Cuando el sol se coló por detrás de las montañas, tocaba emprender la vuelta. Esta vez hicimos menos paradas pero fue igualmente entretenido y un broche final estupendo para terminar la tarde.
Una vez en la habitación nos relajamos con un buen descanso, un buen baño y nos preparamos para la cena que también estaba incluida en el precio del alojamiento. Si que es verdad que daba un poco de impresión movernos desde el elojamiento hasta el restaurante por un camino iluminado unicamente por unos cuantos farolillos led y el resto envuelto en penumbra, sobretodo cuando el guía nos contó que sabían que había un leopardo en la reserva pero no lo habían localizado todavía. Fue una cena deliciosa, muy bien preparada y con un servicio exquisito.
Una vez acabamos de cenar, deshicimos el camino en la oscuridad escuchando la noche que susurraba naturaleza. Nos acostamos y nos dejamos llevar por el sueño.
Amanece un espléndido día en la reserva Mpeti Lodge y es un auténtico placer salir del alojamiento y estar en mitad de la nada, rodeado de naturaleza en formato fauna y flora. No perdemos mucho tiempo en prepararnos para el desayuno ya que queremos estar nada más abran para poder ir a nuestro siguiente destino lo antes posible. Hoy pasaremos el día en Suazilandia. El desayuno es delicioso, parte buffet y parte hecho al momento a elegir entre varias opciones. Al final somos presa de la paz de que da un desayuno rico, de las vistas y del modo vacaicones y nos pasamos un poco de la hora de salida prevista. No pasa nada, hay que ir disfrutando con tranquilidad de cada momento.
Para cruzar la forntera hacia Suazilandia hay varias entradas y nosotros lo hicimos por Lavumisa Border Post que era el que estaba de camino en la ruta que habíamos planificado. Es sencillo cruzar la frontera y muchos empleados te ayudarán en el proceso en cuanto te vean un poco perdido. Hay que ir por varios mostradores para enseñar documentación personal, la autorización que la empresa de alquiler de coches te debe de haber mandado desde que lo pediste al recoger el coche, matrícula y poco más. En media hora aproximadamente habrás cruzado la frontera. Como información inicial y consejo premium, mucho ojo con la gasolina. Si bien es verdad que no tuvimos problemas hasta entonces para llenar el depósito por la cantidad de gasolineras y los kilómetros realizados, en Suazilandia la cosa cambia.
Nada más cruzar la frontera pensamos en echar gasolina al ver que estábamos por debajo de mitad de depósito. Al haber leído que en Suazilandia no había tantas gasolineras nos apresuramos a buscar una. Afortunadamente había una nada más cruzar pero... ¡sorpresa! no tenían gasolina para dar suministro. Se viene cositas, pensé, porque ni idea de donde encontrar ahora la siguiente gasolinera para luego poder continuar el camino una vez salieramos del siguiente alojamiento. La empleada que nos comunicó el fin de existencias nos dijo que encontraríamos la siguiente en un pueblo llamado Nsoko (ahora lo escribo bien pero entendí algo similar, con muchas "o"). Así que sin más opciones sobre la mesa tiramos carrtera hacia el norte y a ver si encontrábamos la gasolinera misteriosa. Media hora más tarde ahí estaba, en la desviación para ir hacia Nsoko. La gasolinera estaba en el centro neurálgico del comercio de Nsoko porque allí había de todo y muchos nos miraban sorprendidos y pensarían "que diablos hará esta gente aquí echando gasolina". Repostamos sin problema, la gente super amable y continuamos nuestro camino con el depósito lleno.
Hoy nos alojamos en Hlane Royal National Park, una reserva con un montón de animales que ver y un ambiente sin igual. Como caracterísitica principal es que tienen rinocerontes, tanto blancos como negros, y con el cuerno sin cortar ya que sus rangers trabajan realmente duro para que los furtivos nos les den caza y ayudados por las duras penas económicas y de cárcel del propio gorbierno. También podrás encontrar babuinos, nialas, impalas, girafas, elefantes, cebras, ñúes y leones. Todo ello repartido en un parque que se divide en tres secciones: la primera que rodea a los alojamientos y restaurante, donde podrás encontrar elefantes, girafas, hipopótamos y rinocerontes blancos como gran atractivo, la segunda y la más grande, donde puedes encontrar al rinoceronte negro y por último la tercera, donde hay leones y elefantes y solamente se puede entrar con guía y previo pago del tour.
El parque ofrece varios tours al día y los más interesantes son los del amanecer y atardecer ya que es donde aumentan las probabilidades de ver a los leones activos y un tour especializado en ver a los rinocerontes. También tienes otros en los que te moverás por las diferentes secciones buscando de todo, pero pudiendo entrar en la zona uno y dos de manera autónoma depende de ti elegir que te compensa más.
Nada más llegar en torno a las doce y pico del medio día vamos a hacer el checkin y preguntamos en recepción sobre estos gamedrives (safari con guía) y los selfdrives (safari autónomo). Debido a unas lluvias torrenciales que habían tenido lugar hacía un par de días, el safari autónomo estaba prohibido debido al estado de las carreteras por lo que solo nos quedaba la primera opción como viable. Preguntamos por todos los tours que hubiera desde ese momento hasta el día siguiente y cogimos los dos que cuadraban con el horario previsto: uno a la una del medio día y otro al atardecer. El de por la mañana al día siguiente ya lo tenía reservado a través de ellos porque les contacté previamente desde España.
Entre hablar con recepción, pagar lo que tocaba y demás no daba tiempo a ir a nuestra habitación para dejar el equipaje así que que cogimos la cámara y nos montamos en el coche directamente. Increíble pero cierto, las otras seis personas que estaban ya montadas esperando para salir eran españoles. No habíamos contrado a ningún compatriota en el camino y nos juntamos todos en el mismo coche, de risa. Tras una breve presentación y unos baciles propios de la tierra, arrancamos y comenzamos el safari.
Vamos en dirección a la primera entrada del parque, la que corresponde a la zona 1. Nada más entrar ya podemos ver excrementos de rinoceronte blanco lo que indica que estamos entrando en su territorio. El guía nos explica esa curiosidad y otras muchas sobre varios animales que viven en el parque y también sobre la vegetación. El primer momento especial del día llega cuando giramos en un cruce a la derecha y llegamos a una explanada donde se encuentran cuatro rinocerontes blancos durmiendo. El guía mantiene una distancia prudencial para no despertarlos y nos habla sobre la especie y principales características. Pasados unos minutos continuamos el camino dejando descansar a estos cuatro gigantes. Llegamos a la zona 2 que atravesamos poco a poco pero sin ver nada extraordinario, en dirección a la zona 3, la zona de los leones. En este caso el guía tiene que bajarse de nuevo, una vez por cada zona que se entra, y tiene que tomar ciertas precauciones: dar patadas a la verja, hacer algún ruido elevado para tener claro con un vistazo si hay o no leones en las inmediaciones, ya que la puerta se abre a mano. Todo el coche enmudece al ver como entramos en la zona 3 y el guía deja el coche parado para cerrar la verja. En ese momento nos quedamos algo helados, mirando para todos lados, temiendo que hubiese algún depredador cerca con más hambre que curiosidad. Sin embargo no vimos nada y viendo la tranquilidad con la que el guía bajaba y subía del coche poco a poco nos fuimos contagiando de su estado de calma.
Estuvimos unos cuantos minutos recorriendo varios senderos, buscando algún león o leona que quisiera dejarse ver pero no fue fácil. Por lo visto las leonas acababan de parir hacía no mucho y permanecían bien escondidas para proteger a los cachorros. Los leones sin embargo si que andan por la zona protegiendo el territorio y buscando algo que comer pero a esas horas, con el Sol en todo lo alto, probablemente estarían durmiendo (ya que lo hacen durante casi 20 horas diaras). Y así fue, encontramos a dos leones tirados bajo unos arbustos disfrutando de una buena siesta a la sombra.
El guía, sorprendiéndonos a todos saco un palo de la nada y tras apagar el coche dio un golpe a unos matorrales cercanos. Uno de los leones levanto la cabeza al instante, comprobando que era lo que había hecho ese ruido. Su cara no era de muy buenos amigos (vamos y menos después de haberte fastidiado la siesta). Pero una vez comprobó que era un coche, volvió a dormir. El guía golpeo de nuevo, esta vez el propio coche emitiendo un sonido metálico que despertó nuevamente la curiosidad del león quien repitió el proceso de reiniciar su siesta una vez vio que eramos los mismos. No se movieron más en todo el rato que permanecimos cerca de ellos.
Ahora fuimos a buscar elefantes, también en la zona 3. Nos alejamos de los leones y dimos con uno de ellos a lo lejos. El guía aceleró y se internó por otros senderos que poco a poco nos acercaban al gran mamífero. Cuando conseguimos rodear la charca donde se encontraba el elefante vimos que no estaba solo y que había dos más, eran un grupo de tres hembras. Se movían por donde querían, agua, camino, maleza, y dejaron que los contemplásemos un buen rato. Era la primera vez que observábamos elefantes salvajes y fue realmente bonito ver esa serenidad y esa paciencia para moverse, beber y alimentarse.
Comenzamos el camino de regreso, ya que quedaba poco para el final del safari, y nos despidio de la zona 3 un elefante macho que se movía a unos doscientos metros del sendero por el que íbamos y, aún en la distancia, se notaba la diferencia de tamaño entre hembras y machos, era enorme. Cruzamos el resto de zonas rápidamente y una vez aparcados fuimos a terminar de pagar el resto de cosas que teníamos pendientes en recepción.
Dejamos "encargada" la cena, ya que había que pedirla con antelación, y dimos una vuelta por el recinto para ver la charca y los alrededores. Todavía no habíamos llevado el equipaje porque en seguida comenzaba el safari de la puesta de Sol y no nos iba a dar tiempo a llegar puntuales para éste. En la charca no vimos nada en ese momento, seguramente porque eran horas de mucho calor y los animales estarían resguardados bajo alguna sombra.
Vuelta al aparcamiento para inciciar otro nuevo safari, nos tocaba el mismo guía que se reía al vernos de nuevo subidos al coche. Debió pensar que estábamos zumbados por repetir y repetir pero no teníamos otra alternativa. El safari siguió la misma ruta practicamente para moverse entre las diversas zonas. En la primera, volvimos a visitar la explnada donde dormían los rinocerontes blancos que ahora estaba vacía pero el guía se sabía los trucos y conocía las zonas de manera que dio un rodeo hacia otro claro donde había una pequeña charca donde encontramos a los cuatro dándose un baño de media tarde la mar de agradable. Nos observaban con cierto recelo, esperando que no nos acercásemos demasiado y les dejáramos tranquilos pero en cuanto el guía movió el coche dos metros hacia ellos decidieron concluir el baño y alejarse de nosotros. De camino a la zona 2 nos encontramos con un par de girafas, una madre y su hija adolescente, que nos observaban desde la frondosa vegetación vigilando a ver que teníamos planeado. Cuando se hubieron alejado lo suficiente continuamos hacia la zona 3.
En la zona 3 pudimos ver a los dos leones de nuevo que se mantenían en la misma posición que antes. Se habían movido lo justo para mantenerse debajo de la sombra, alucinante. El guía repitió el teatrillo del palo y esta vez la cara del león era de muy pocos amigos (si es que no te pueden fastidiar la siesta dos veces, ¿quien tolera eso?). Luego contemplamos al elefante macho gigante mucho más cerca de nosotros y como guinda especial paramos el coche en una colina y tomamos unos refrescos que nos ofreción el guía mientras observábamos la puesta de sol.
Fue un cierre de día estupendo, el sol fue bajando lentamente, volviéndose cada vez más rojo, escondiéndose tras las ramas de los árboles, luego la maleza y finalmente tras el horizonte dejando unos colores cálidos preciosos. Dimos otro rodeo más por las diferentes zonas pero parecía que el parque hubiera cerrado incluso para los animales así que sin ninguna novedad extra volvimos al campamento y era hora de mover nuestro equipaje.
Una sorpresa que nos encontramos al entrar en la habitación era que no había electricidad. Sí, como lo estás leyendo, ni lámparas, ni enchufes. Ya era noche cerrada así que tuvimos que apañárnoslas con las lámparas de aceite que había en la habitación para ducharnos y preparar la ropa para la noche y el día siguiente. Para ser sinceros le da mucho rollo y autenticidad al sitio y no es necesaria la luz para nada ya que en el coche cargamos la mayoría de las cosas casi a diario. Completamos la fase ducha con éxito y sin resvalones y fuimos para el restaurante.
Estaba al aire libre bajo un techo de madera y paja gigante. Nos atendieron genial y nos trajeron la cena que habíamos dejado encargada. Nos dejamos llevar por la tranquilidad del sitio, los ruidos de la noche y la rica cena que estábamos comiendo sin pensar en los minutos, los días, ni nada más que ese momento.
Después fuimos a dar una vuelta por la zona de la charca, por si hubiera acudido algún animal para un trago nocturno o si hubiera alguna serpiente o animal que ver por allí. Otros huéspedes hacían lo mismo y todos manteníamos el aura de silencio y respeto, lo cual fue fabuloso. Al día siguiente tocaba madrugar mucho para el safari al amanecer así que fuimos para la habitación a dormir todas las horas posibles.
Vaya madrugón que nos acabámos de pegar. Son las cuatro de la mañana y evidentemente todavía es de noche. Nos lavamos la cara como buenamente podemos, cojo la cámara, una batería extra por si acaso y vamos caminando hacia el parking. Hace un poco de fresco, bastante si lo comparamos con la temperatura en las horas centrales del día y ese forro polar que llevaba en la maleta cumple su cometido por fin. Llegamos al camping donde el mismo guía nos está esperando nuevamente y junto con otra pareja damos comienzo al safari del amanecer.
Al ser un safari centrado en ver felinos, vamos directamente y sin detenernos hacia la zona 3 que, tras el protocolo de seguridad, entramos para que se inicie la búsqueda. Lo primero que hace el guía es comprobar si siguen en la zona cercana a donde ayer les vimos echándose la siesta. Si bien es cierto que no estarían en el mismo sitio pudiera ser que se quedaran en la cercanía, pero no es así. Seguimos la búsqueda en sentido opuesto, pero nada. El guía detecta unas huellas frescas de león y las sigue ya que continúan por la carretera, pero a partir de un punto se internan en la maleza y se pierde el rastro. Se le empieza a notar algo agobiado con el hecho de que haya pasado casi una hora y no hayamos encontrado nada. Cuando todo parecía perdido, giramos a la derecha en una curva y aparecen. Dos leones, de entre unos 7 y 9 años, en mitad de la carretera. Están oliendo el aire, dándose un paseo con toda la tranquilidad del mundo.
Tienen una planta imponente, mirada felina y gran melena, te miran como si no valieras mucho, como si fueras casi un estorbo despreciable. Son los dueños de la zona 3 y lo saben y te lo hacen saber también. Se pasean de un lado a otro, se internan en la parte sombreada de la maleza y se preparan para una nueva siesta de varias horas. Se quedan muy cerca del coche, a escasos tres metros de éste. Te miran y les da igual y poco necesitan para mantener ese aura de rey.
Tras contemplarnos un buen rato decidimos dar una última vuelta por la zona 3, por si tuviéramos la suerte de ver algo más; y entonces ocurre. De la nada, entre la maleza, aparece una leona. Fíjate como sería de poco habitual ese momento que hasta el guía le hace fotos. Como si no estuviéramos allí, se para cerca de una pequeña charca y bebe agua tranquilamente, nuevamente sin prisa. Cuando acaba, cruza la carretera y sigue su camino alejándose del sendero hasta que la perdemos de vista entre la vegetación. ¡Guau! Vaya momentazo.
Ahora sí, volvemos a la zona 2, y hacemos una parada en un claro aparentemente apartado y nos bajamos el vehículo. El guía saca una cesta con dulces y café instantáneo que nos prepara para hacer un pequeño desayuno ahí mismo. Es estupenda la sensación de estar en plena reserva de pie, casi indefenso y a la espera de que aparezca cualquier animal. Pero no, no aparece ninguno, ni si quiera el más indefenso. Terminamos el desayuno tranquilos, y continuamos dando una pequeña vuelta por la zona 2, buscando un posible encuentro con el rinoceronte negro pero no tenemos suerte y acabamos el safari. Antes de salir, recogemos las maletas y cargamos el coche para ir directos al desayuno y así no perder tiempo cuando emprendamos nuestro siguiente viaje hacia el Parque Nacional Kruger.
El desayuno es a la carta, puedes elegir entre varios platos y aunque tardan bastante en servirnos está bastante bueno. Nada más terminar nos vamos raudos y veloces al coche para emprender el camino. Vamos con cierta prisa por si las cosas se complicasen en el control o en la carretera. El trayecto lo hacemos fácil, cómodos y sin incidentes así que llegamos al Parque Nacional Kruger a la hora prevista.
En el Parque Nacional Kruger lo ideal es alojarte dentro del propio parque ya que ofrece multitud de campamentos situados en diferentes localizaciones dentro del mismo. Hay varias puertas y según de donde vengas y hacia donde vayas entrarás por una u otra. En el caso de este itinerario entramos por el sur, por Crocodile Bridge que da nombre al campamento que está en las inmediaciones de esa misma entrada.
Hay diferentes tipos de alojamientos, desde plaza de camping hasta bungalows muy apañados y todo se elige desde la web principal del parque South African National Parks. Es muy recomendable reservar con bastante antelación sobre todo si tus fechas coinciden con fiestas nacionales locales o con fines de semana (para los sudafricanos es como irse a la sierra a comer un filete empanado). Los precios son bastante asequibles y la infraestructura está muy bien, preparada para el turismo en coche y de cualquier nivel.
Llegamos a la entrada del parque y hay que hacer un checkin para registrar tu entrada al Parque Nacional Kruger, un simple trámite para registrar a las personas que vais a entrar y el coche. También puedes planificar si quieres algún gamedrive con el personal del parque, sobre todo para el de por la noche y el amanecer. Dado que el parque está abierto de seis de la mañana a seis de la tarde, estas dos opciones te dan la posibilidad de extender tu día de safari ya que el de por la noche se realiza de ocho a diez (te dará la oportunidad de ver fauna nocturna y posibles avistamientos de felinos) y el de por la mañana que empieza a las cuatro y dura hasta las siete. Nosotros cogimos ambos safaris para no perdernos nada.
Realizado el checkin todavía era pronto para entrar al alojamiento ya que no estaba preparado así que fuimos directamente a darnos una vuelta por el parque. El Parque Nacional Kruger tiene una extensión brutal, cabe (en extensión) prácticamente Suazilandia entero así que tienes carretera de sobra para moverte. Vas a encontrar varias carreteras principales que unen los campamentos y de éstas muchas secundarias por las que moverte. Algunas vuelven a la misma carretera y otras se alejan para unirse con otra de las principales. Para moverte bien y sin problemas, te aconsejo que compres un libro que venden en las tiendas de souvenirs dentro del campamento llamado El Mapa. Tiene contenido explicativo sobre el parque, las especies de animales que lo habitan y un buen mapa. Tiene todas las carreteras, por donde te van a llevar, su longitud en kilómetros y su “dificultad”. Con esta información en tus manos puedes hacer una planificación excelente sobre la duración de tus trayectos e incursiones por las diferentes carreteras. En cada campamento además se ponen por las mañanas, en unos mapas situados cerca de las tiendas, las ubicaciones de diferentes animales (león, leopardo, guepardo, búfalo, perro salvaje africano y rinoceronte). Puedes ver esa ubicación, comapararla con tu mapa y planificar una ruta (aunque cuidado ya que los animales se van a mover y puede que cuando llegues no los veas ya).
Sin querer alejarnos demasiado, condujimos un rato por la carretera principal hasta llegar a la primera desviación de una carretera secundaria, la cual cogimos. Tras cruzar varias colinas ya estábamos viendo las primeras manadas de animales que se agrupaban a la sombra de los escasos y pelados árboles que había en ese zona. Había ñúes, impalas y cebras. Los grupos eran bastante grandes y numerosos, se notaba que este parque era otro rollo en cuanto a dimensiones se refiere. A lo lejos comenzamos a ver un grupo de coches parados a un lado de la carretera y eso solamente puede significar una cosa: felinos. Habíamos leído sobre el riesgo que tiene este parque en cuanto al avistamiento de felinos y, no por la escasez, la peligrosidad u otra razón relacionada con los animales en sí, si no por los humanos que se paran y esperan para contemplarlos y en ocasiones se forman atascos de hasta una hora para poder cruzar. En este caso había una manada de leones echándose la siesta. Estaban repartidos entre cuatro y diez metros desde la carretera y se veían de aquella manera ya que estaban tumbados y en todo tipo de posturas. Fue curioso ver tantos juntos y de tantas edades diferentes. Sabiendo que no se moverían en todo el día, continuamos el camino por la carretera secundaria hasta su conexión con la principal y viendo que era hora de hacer el checkin volvimos hacia Crocodile Bridge.
Nuestro bungalow estaba pegado a la verja que te separa del propio parque, tenía una habitaciçon amplia con tres camas y fuera tenía la parte de la cocina. Tanto la nevera, como la parte de la basura estaba cerradas con una verja y cerrojo para evitar que los animales más hábiles, como los babuinos, se acerquen a picotear. También tenía una pequeña zona de barbacoa para cocinar lo que quisieras y debo reconocer que me quedé con las ganas de probarlo porque sinceramente es un planazo.
Descansamos un rato y acto seguido pasamos por la tienda a por algo de comer y nos lo tomaríamos directamente en el coche una vez estuviéramos rodando por el parque. No queríamos perder ni un solo segundo. Hasta las seis de la tarde estuvimos recorriendo los diferentes senderos entre Crocodile Bridge y Lower Sabie y os aseguro que los caminos están bien preparados para ir con cualquier vehículo, son cómodos, fáciles de seguir y están muy bien indicados. Vimos bastantes animales y situaciones bastante chulas y si te das el lujo de esperar un poco, en ocasiones podrás ver manadas cruzar la carretera, babuinos bebés siendo acicalados por sus semejantes o aves rapaces esperando su momento para la caza.
Llegamos al campamento poco antes de las seis de la tarde y fuimos directos a la tienda para comprar algo de cena. No nos calentamos mucho la cabeza y tiramos por algo de comida precocinada. En este campamento no hay restaurante ni tampoco WiFi, debes tenerlo en cuenta para cualquier cosa que puedas necesitar. Después fuimos al alojamiento, nos duchamos y cenamos en la terraza rodeados por una noche profunda y cerrada. En un momento, se me ocurrió decir "¿te imaginas que apunto con la linterna hacia la verja y hay algún animal? En plan así." y nada más iluminar la zona vimos a una hiena esperando su momento para carroñear los restos de las comidas y cenas que la gente seguramente tira hacia al parque.
Sobre las ocho menos cuarto, nos dirijimos al punto de encuentro para el safari nocturno que se encontraba cerca de la entrada principal del campamento y del propio parque. Allí un guía nos esperaba a todos los que saldríamos esa noche de safari para pasar lista, comprobar quienes y cuántos habíamos decidido realizar el safari y poner en marcha la aventura. Vamos en un camión con unas diez filas de asientos y cuatro asientos por fila (dos a cada extremo). Al ser de noche, el propio camión tiene unos focos que apuntan hacia delante y en diagonal para poder tener una mejor visión y, como punto adicional, se proporcionan cuatro linternas para los pasajeros. Éstas están situadas en la parte delantera y trasera y a ambos lados y sirven para que la gente vaya alumbrando de manera autónoma ciertas zonas para detectar mejor a ciertos animales. En esta ocasión me situé expresamente en la parte trasera y cerca de una de las linternas para poder ir alumbrando yo durante el trayecto.
No os voy a mentir, tenía elevadas expectativas de poder encontrar algún esquivo animal con la linterna y me esforcé mucho para no dejarme ninguna sombra, rama o grieta a la que iluminar pero no tuvimos suerte. Pudimos ver algún animal nocturno como liebres, zorros, ginetas y algún hipopótamo cerca del río pero ningún felino quiso aparecer esa noche. Si que es verdad que este safari te aporta un punto de vista diferente para ver a los típicos animales, como jirafas, cebras, impalas, etc., en otro momento del día y comportándose envueltos en la noche.
Una vez acabamos el safari y estábamos de vuelta en el campamento, tocaba volver y dormirse rápido porque mañana nos levantamos a las cuatro menos diez de la mañana para ir al safari al amanecer.
Madre mía, menudo estado mental tengo. Hemos dormido unas cinco horas y media y no sé ni donde estoy. Nos arrastramos hasta el punto de encuentro porque no puedo decir que fuéramos personas en ese momento. Nos subimos al camión y empezamos de nuevo. Esta vez las linternas las usamos hasta que sale el sol y se nota más el fresco ahora que por la noche, el cuerpo destemplado por las pocas horas de sueño hace que nos acurruquemos bien cerca del lateral del camión esperando que nos dé el menor viento posible.
Los animales son prácticamente los mismos que ayer... ¿o no? Según vamos por la carretera principal, un joven león que sale a nuestro encuentro en mitad de la carretera. Parece que está adelantándose a la manada que ya ha comenzado a coger sitio a unos 200 metros por detrás. Él camina un poco más, se aleja de la carretera y se queda tumbado al igual que el resto. Seguimos nuestro camino, esta vez por una de las carreteras secundarias que va hacia el norte. Hay una densa niebla en esta zona y se empiezan a oir ruidos de hervíboros: búfalos. Aparecen más y más de entre la niebla, olfateándonos ya que su visión es escasa. Vienen y vienen y vienen y nos rodean mientras cruzan al otro lado del camino. Es alucinante la cantidad que hay de ellos. Debe de haber cientos.
Si que está siendo una mañana productiva, la salida del sol nos ha regalado ya dos increíbles avistamientos. Que gozada. Ahora el guía nos lleva a un apartadero para hacer una parada y estirar las piernas y es entonces cuando según acaba de bajar el último pasajero, recibe una llamada y nos pide que subamos rápido ya que sus compañeros le han avisado de que se ha visto un animal raro en otra zona. Nos pide perdón por las posibles "turbulencias" y sale pitando con el camión a todo lo que da. Cuando llegamos al lugar, ya hay otros cuantos coches parados. Dicen que hay guepardos, que tres han cruzado la carretera hace escasos diez minutos pero no se ve nada. Señalan, apuntan y dicen que están cerca de un árbol lejano pero no se les ve; hasta que uno se levanta para cambiar de sitio y les vemos. Con éste ya localizado, los otros dos muestran sus cabezas entre la maleza y se les ve gracias a las motas negras de las orejas. Sin prismáticos o un objetivo con elevada distancia focal sería imposible. Están ya modo pre-siesta y quedan pocos minutos para que se tumben de manera definitiva y permanezcan inmóviles hasta la noche.
Y con esto se acaba el safari y regresamos a Crocodile Bridge. Tenemos que continuar el día pero antes nos echamos una hora para reponer fuerzas ya que de otra forma no disfrutaríamos igual de lo que nos queda por delante.
Cuerpo y mente descansados, cogemos el equipaje y cargamos el coche porque hoy dormimos en otro de los campamentos, en Lower Sabie. Es el siguiente campamento en sentido norte y vamos directamente hasta allí. Sabiendo que el checkin se realiza a partir de las dos de la tarde, aprovechamos la hora para continuar hacia el norte e ir investigando un poco los diferentes senderos y carreteras que hay por esta nueva zona.
El día transcurre mientras nos vamos moviendo por todas partes con el coche, vemos manadas de búfalos yendo a beber desde una gran colina, vemos manadas de elefantes moviéndose por la verde maleza del río medio seco, muchos grupos de impalas y también varios de jirafas. La parada para comer la hacemos en el restaurante que hay en Lower Sabie (donde también podrás conectarte al WiFi) y tras reposar la comida volvemos nuevamente al parque. Es un día intenso pero muy satisfactorio ya que no hemos parado de ver animales, plantas, en definitiva, naturaleza viva. Por la tarde, antes de volver, tenemos la suerte de ver una hiena que, tras seguirla unos metros, nos lleva a su guarida de la que sale una cría. Terminamos con una puesta de sol preciosa, parados al lado de la laguna cercana al campamento con el sonido de los hipopótamos que la habitan de fondo.
Cuando está el parque cerrado volvemos al alojamiento y aprovechamos para darnos una ducha y cenar en el restaurante. Vamos desde allí al safari nocturno que nuevamente habíamos contratado y tenemos una eperiencia similar a la de la noche anterior. Lo más reseñable fue ver un grupo de cuatro hienas, que se movían sincronizadas en busca de algo que rapiñear. Se paraban, olían el aire, se miraban unas a otras y seguían el paso como si fueran un regimiento militar. Esa noche dormimos muy bien aunque tocaba madrugar de nuevo para otro safari mañanero.
El madrugón nos parte un poco en dos y, no sólo por haber dormido pocas horas, si no porque hoy ponemos fin a nuestro viaje por Sudáfrica. Es un día intenso, de coche, de movernos, de emociones y de safaris. Hoy toca aprovechar cada gota que nos proporcione el día y beberla como si fuera la última. Tuvimos un safari bastante tranquilo, sin grandes sorpresas pero con cosas nuevas como una jirafa bebé que andaba con su madre mientras ésta pastaba. Una vez finalizado, nos fuimos a dormir una hora extra, hicimos las maleta, cargamos el coche y lo aparcamos en el parking del restaurante para salir lo antes posible una vez hubiéramos desayunado.
Pusimos el coche en marcha y dimos comienzo a nuestro día. Tenemos que pasar la noche en Johannesburgo y la ruta más rápida en coche nos hace salir del parque por donde entramos así que comenzamos a movernos hacia el norte un poco pero en seguida retomamos el curso hacia el sur, tenemos por delante un viaje de casi seis horas hasta Johannesburgo y tampoco podemos retrasarnos en exceso. Disfrutamos bastante de este último día, sabíamos que cada recorrido por cada sendero era el último, cada mirada de un impala sería la última, cada bache, cada árbol, fue muy bonito poder disfrutarlo así. La despedida nos la dio un elefante, que parado en mitad de la carretera hizo que nos detuviéramos. Al mirar hacia el río pudimos ver que había varias familias que venían hacia nosotros, en total habría casi cuarenta elefantes y todos se dispusieron a cruzar.
Digimos adiós al Parque Nacional Kruger saliendo por el sur y poniendo rumbo hacia el oeste con destino Johannesburgo. El viaje fue muy cómodo, por buenas carreteras. Aquí necesitarás llevar dinero en efectivo para pagar un par de peajes. Hicimos una parada a mitad de camino para estirar las piernas y lo curioso fue que había una especie de centro comercial con lugares para comer y gasolineras para repostar pero además tenían una finca con unos quince rinocerontes blancos que se podía ver desde el urinario, sí sí, tal cual te lo cuento.
Tras el largo recorrido llegamos al aeropuerto internacional de Johannesburgo para dejar el coche y ahora tocaba llegar al hotel. Cogimos una estancia muy económica ya que solamente usaríamos ese alojamiento para pasar la noche y decidimos hacerlo en Emerald Guesthouse. No muy lejos del aeropuerto, ofrecía un shuttle gratuito para llevarte en furgo desde el aeropuerto al hotel y viceversa cuando fuera necesario. Nos debía recoger en la estación de autobuses y como no sabíamos cómo llegar le preguntamos a una chica que trabajaba en la empresa de alquiler de coches. Nos dijo que nos llevaba sin problemas y justo se había subido en un BMW gigante para dejarlo en otro lugar (imaginamos) y dándole zapatilla al coche, nos llevó a todo lo que daba por el aeropuerto hasta la estación de buses. Llegada completada con éxito.
Tras unos minutos de espera, llego la furgo y fuimos al hotel. Unos empleados muy amables nos explicaron todo para la habitación y la cena. Completadas las rutinas, nos acostamos pronto porque al día siguiente volábamos a Seychelles para comenzar la segunda parte de nuestra luna de miel.
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