10 días bajo la sombra de los rascacielos
New York es una ciudad especial, única y con personalidad propia. Si bien te resultará familiar cuando pongas un pie en cualquier calle, esto no evitará que te sorprenda, te cautive y te haga sentir como si estuvieras en una película. La cantidad de matices que encontrarás en cada barrio son incontables, por sus fachadas, rascacielos, comidas, parques, su gente y sus lugares emblemáticos.
En 2022, realizamos un itinerario de 10 días en New York recorriendo la isla de Manhattan principalmente, con visitas esporádicas a barrios como el Bronx, Queens y Brooklyn y realizando una excursión de un día a la capital de los Estados Unidos: Washington D.C. Fue un viaje especial, ya que lo realizamos las ocho personas que en ese momento (ahora vamos creciendo) componían mi familia: mitad de sangre y mitad política por parte conyugal. Fue toda una experiencia ver las caras a nuestros padres al disfrutar de una ciudad así.
Ahora que ya tienes seleccionado el destino y la duración del viaje aproximada toca hacerse las típicas preguntas, ¿cómo llego a mi destino? ¿cómo me desplazaré por New York? ¿qué moneda tienen? ¿dónde comeré?
Son muchas y variadas las dudas que vienen acompañadas de ese cosquilleo inicial cuando se empieza a preparar un viaje, así que te dejo un pequeño resumen a continuación de lo que para mí son los pilares fundamentales de una buena planificación aplicados a esta fabulosa ciudad.
Llegando a New York en avión vas a encontrarte con 3 posibles aeropuertos donde aterrizar:
• Aeropuerto JFK: se encuentra en Queens y es al que llegan la mayoría de vuelos internacionales. Podrás llegar hasta el centro de New York haciendo uso del transporte público (Airtrain, Long Island Railroad y metro), taxi, Uber o transporte privado.
• Aeropuerto de Newark: situado en la ciudad de Newark en New Jersey, recibe algunos vuelos internacionales. Podrás llegar hasta tu destino en New York usando transporte público (Airtrain, Newark Airport Express bus y metro), taxi, Uber o transporte privado.
• Aeropuerto de la Guardia: situado también en Queens, es un aeropuerto más centrado en vuelos domésticos.
Dentro de la ciudad de New York el transporte más rápido, versátil y económico que tienes a tu disposición es el metro. Con 28 líneas que conectan cuatro de los cinco distritos vas a poder moverte con total libertad por la ciudad y llegar hasta tu destino con facilidad.
Por supuesto tienes también líneas de autobús a tu disposición, pero yo las recomendaría para trayectos cortos y evitarte alguna caminata, aunque estoy seguro de que adorarás dar largos paseos por la ciudad. Los emblemáticos taxis amarillos, así como otras empresas tipo Uber, estarán también disponibles para moverte en coche por la ciudad.
La oferta es practicamente infinita, supongo que ya lo imaginabas. Los precios aumentan cuanto más te vas a cercando a las zonas turísticas pero no te preocupes porque no hace falta estar alojado en el mismísimo centro. Verás que los precios son elevados y a poco que investigues viendo fotos y comentarios verás que la correlación no es directa, es decir, un precio elevado no significa una calidad superior. Muchos alojamientos se aprovechan de su situación en Manhattan o de la escasa oferta para desorbitar su precio y puedes encontrarte con hoteles antiguos, malos servicios o un paquete de hotel bastante escaso.
Teniendo un servicio de metro que puede desplazarte en unos cuantos minutos a casi cualquier parte, con sus trasbordos incluidos eso sí, encontrarás un alojamiento a tu medida en una zona cómoda y accesible. Fíjate bien en que tu alojamiento se encuentre cerca de alguna parada de metro.
Como siempre recomiendo, elige en base a tus criterios y al tipo de viaje que estás buscando y fíate de las opiniones de la comunidad para encontrar el que mejor se ajuste a tus necesidades.
Nueva York pasa por las cuatro estaciones de primavera, verano, otoño e invierno. Siendo una ciudad tan cerca del río y bastante próxima a la costa del Atlántico tiene ciertas particularidades según qué estación sea que merece la pena recalcar:
• Primavera: las temperaturas comienzan a ser más cálidas, las flores comienzan a adueñarse de la ciudad, sobre todo en los diferentes parques, y los días son más largos. Esto permite que pasear, hacer actividades al aire libre y visitar lugares emblemáticos sea muy cómodo y agradable. Sin embargo, entre los meses de abril y mayo hay alta probabilidad de que te caiga algún que otro chaparrón algún día.
• Verano: los días son los más largos del año, la ciudad se llena de actividad con un montón de planes al aire libre y no hay necesidad de llevar ropa de abrigo ni bártulos incómodos. La oferta de actividades para disfrutar de la ciudad es la mayor del año. La temperatura es alta y sumada a la gran humedad que se apodera de la ciudad hace que el tursimo no se apto para aquellas personas que tanto el sofocante calor como la elevada humedad les produce cierto estupor.
• Otoño: gozarás de un entretiempo fabuloso, sin frío ni calor, con tiempo suficiente para realizar los planes que necesites cada día aunque éstos comienzan a ser más cortos. El color del otoño viste los parques de naranja, amarillo, ocre y rojo y si vas en la fecha correcta podrás estar en EEUU durante Acción de Gracias y Halloween.
• Invierno: la gran ventaja de esta estación son los precios, ya que es el momento más barato para viajar a Nueva York. Esto es porque es temporada baja y eso se debe a un par de factores fundamentales: el frío y el viento. Tendrás que abrigarte muy bien y los paseos al aire libre se te van a hacer algo complicados, los planes de sitios cerrados van a ser tu prioridad casi seguro. Sin embargo, las pistas de hielo para patinar ya estarán abiertas, seguramente nieve durante tu estancia y según vaya acercándose la Navidad la ciudad se irá llenando de espíritu navideño (pero ojo que en Navidad los precios suben).
Y ahora toca intentar responder a la pregunta del millón, ¿cual es el mejor momento para viajar a Nueva York?. Las dos épocas que te van a servir para realizar todos los planes y actividades que necesites para disfrutar al máximo de la ciudad son primavera (sobre todo abril, mayo y parte de junio) y otoño (hasta principios de noviembre). Si quieres ir en el momento más económico puedes ir en enero y febrero y en navidad si quieres disfrutar de la magia navideña en Nueva York.
Nueva York tiene una gran oferta de cosas que hacer como paseos por sus calles y parques, enriquecerte culturalmente visitando museos de importancia internacional, visitar eidificios emblemáticos y con historia, probar infinidad de comidas y bebidas, hacer tours guiados, paseos en helicóptero y un largo etcétera.
Dentro de esta gran variedad, en Nueva York existen las llamadas tarjetas turísticas. Estas tarjetas ofrecen por un módico precio dos modalidades para visitar las "atracciones" que más te gusten de manera que te saldrá más económico si lo haces de esta manera que pagando cada una por separado. Te cuento más sobre estas tarjetas turísticas en el siguiente enlace.
Sí, has acertado y es que el equipaje está fundamentalmente condicionado por la meteorología de la estación en la que viajes. Ten en cuenta que Nueva York es una ciudad en la que tus planes y actividades van a ser puramente urbanos por lo que no necesitas ningún tipo de ropa específica.
Prioriza siempre un calzado cómodo, sobre todo para los días en los que sepas que vas a andar mucho (que suelen ser casi todos). Para los días de primavera y otoño, mi recomendación es que vayas con un par de capas y un abrigo de entretiempo fino y que puedas guardar fácilmente en una mochila o bolso o que puedas llevar en la mano sin que te incomode demasiado.
Y oye, estás en Nueva York, echa en la maleta unos cuantos conjuntos monos para esas fotos de revista que te vas a echar. No dejes que la timidez se adueñe de ti, hay que ser presumido/a de vez en cuando.
Si tu billete no te incluye gratis una maleta de 23kg facturada, podrás llevar una maleta de mano en combinación con una mochila para un viaje de entre 7 y 10 días perfecta e independientemente de la época (colocado, cabe).
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Hablando de cargadores, estás en la cuna del consumismo por lo que vas a encontrar enchufes por todas partes, así que tu tecnología estará respaldada en ese aspecto. Un adaptador de enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Nueva York es de tipo A y se encuentra disponible en la mayoría de estos adaptadores. Si eres de los que necesita cargar varios dispositivos o baterías cada noche, un cargador con varias clavijas USB es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos urbanas, de la ciudad, los parques, gente y retratos, por lo que lo ideal sería llevar una o varias lentes con rangos entre 24mm y 200mm. Tendrás la versatilidad de recrearte con fotos que capturen calles enteras, monumentos al completo, planos detalle, un cruce y retratos. La ciudad es un verdadero escaparate. Si tienes la fortuna de haber invertido en objetivos luminosos vas a disfrutar muchísimo de noche también. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La Ciudad de Nueva York (en inglés New York City y abreviada NYC) es la ciudad más poblada de los Estados Unidos y se divide en 5 distritos: el Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island. Reconocida mundialmente por su desarrollo a lo largo de la historia, es un símbolo de poder y de influencia política y económica a nivel global. Habiendo sido un referente desde la gran pantalla para prácticamente el mundo entero, su influencia se propaga a través de otros canales como la arquitectura, el arte, la música, la economía, la moda y el entretenimiento en general. Nueva York ha sido siempre un verdadero símbolo de progreso.
Debido a su gran impacto, es fácil para la mayoría de personas que vivimos dentro del radio de influencia de la cultura norteamericana conocer lugares emblemáticos de la ciudad, ya sea un museo, una calle o un edificio, e incluso comidas o actividades. En ocasiones conocemos más nombres y curiosidades sobre esta ciudad que de alguna ciudad importante de nuestro propio país, lo cual es un reflejo del verdadero poder que tiene Nueva York.
A parte de las barras y estrellas, la bandera que hondea en Nueva York es el consumismo. Hay tiendas, cafeterías y restaurantes de todo tipo por todas partes y te van a pedir que las disfrutes. La oferta es inmensa, sobre todo en la gastronomía, muestra de la gran diversidad cultural de la ciudad. Los tamaños de los platos y las raciones son como la propia ciudad, todo a lo grande, así que vas a encontrar una relación calidad/precio bastante buena en la mayoría de ocasiones.
La moneda de curso legal oficial de Nueva York es la misma que en todo Estados Unidos y es el Dólar estadounidense. Es la moneda de referencia a nivel mundial lo que otorga muchas facilidades a la hora de establecer el valor para el cambio de divisa.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo. Salvo que quieras tener en mano algún billete que consideres emblemático, con el uso de la tarjeta podrás efectuar cualquier pago durante tu viaje.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Muy relacionado con los pagos en los restaurantes y bares es el candente tema de la propina. No es obligatorio pero te lo sugerirán encarecidamente en cada establecimiento que vayas y lo que se suele dar es en torno al 15% y 21%. A diferencia de España, no está relacionado con la calidad del servicio recibido sino que, se supone, que es el sueldo de los camareros (o eso se supone en la mayoría de los sitios).
Nueva York es una ciudad bastante caótica y que va variando según el distrito, el área e incluso la calle en la que te encuentres. Por ello vas a encontrarte con un contraste fuerte en cuanto a las condiciones de salubridad se refiere según la zona en la que estés. En las zonas peor consideradas, como el Bronx, o abarrotadas de gente, como Times Square, tienes una sensación de que todo está bastante sucio, hay poco orden, bastante mendicidad y un terrible olor a marihuana por la calle tras su legalización en 2021. El metro es un caso aparte ya que es de lo peorcito de la ciudad si hablamos en términos de limpieza, orden y gente.
Por otro lado, las "zonas buenas" están tremendamente limpias, bien cuidadas y se nota que hay una filosofía de vida diferente.
En el remoto caso de que tengas algún percance, vas a tener una sanidad occidental lista para ayudarte en lo que necesites así que no vas a tener que preocuparte en cuanto a la calidad de los servicios. Recuerda que la sanidad en Estados Unidos es privada por lo que asegúrate de llevar contratado de antemano un seguro de viaje adecuado que cubra los potenciales costes necesarios en caso de accidente.
No hay vacunas o tratamientos necesarios para viajar a los Estados Unidos.
Para acceder a Nueva York, y a cualquier parte dentro de los Estados Unidos, necesitas un permiso que debes solicitar con antelación. Este formulario se conoce como ESTA y se debe rellenar para todos los pasajeros de manera obligatoria. Para hacerlo, dirígete al siguiente portal web. Esta es la web oficial y la más recomendable, cuidado con aquellas no oficiales y más baratas ya que pueden ser un timo.
La seguridad es un tema que preocupa mucho a los viajeros ya que Nueva York se ha ganado la fama de ser una ciudad peligrosa, aunque desde hace unos años ha reducido su tasa de criminalidad hasta ser una de las más bajas de todo Estados Unidos.
Siendo una ciudad tan turística, es un atractivo fuerte para los delincuentes ya que la oferta para cometer hurtos y robos es amplia. Las aglomeraciones en lugares emblemáticos son el caldo de cultivo perfecto para que los ladrones aprovechen la oportunidad así que debes andarte con ojo. Cuando cae el Sol, aumentan las probabilidades de, como turista, ser engañado o presa de algún delito. Por estas razones te recomiendo que sigas las típicas recomendaciones y hagas uso del sentido común:
• Pon mil ojos y mantén tus pertenencias cerca cuando estés en lugares con mucha gente para evitar posibles hurtos.
• No te adentres en barrios o zonas peligrosas en ningún momento del día.
• Si vas a pasear de noche, evita trayectos largos en el metro y adentrarte por zonas, parques o calles que no te den buena espina o que estén poco transitadas.
• Evita parecer un turista de manual con un mapa gigante, sensación de estar perdido o solo.
Llegando a New York en avión vas a encontrarte con 3 posibles aeropuertos donde aterrizar:
• Aeropuerto JFK: se encuentra en Queens y es al que llegan la mayoría de vuelos internacionales. Podrás llegar hasta el centro de New York haciendo uso del transporte público (Airtrain, Long Island Railroad y metro), taxi, Uber o transporte privado.
• Aeropuerto de Newark: situado en la ciudad de Newark en New Jersey, recibe algunos vuelos internacionales. Podrás llegar hasta tu destino en New York usando transporte público (Airtrain, Newark Airport Express bus y metro), taxi, Uber o transporte privado.
• Aeropuerto de la Guardia: situado también en Queens, es un aeropuerto más centrado en vuelos domésticos.
Dentro de la ciudad de New York el transporte más rápido, versátil y económico que tienes a tu disposición es el metro. Con 28 líneas que conectan cuatro de los cinco distritos vas a poder moverte con total libertad por la ciudad y llegar hasta tu destino.
Por supuesto tienes también líneas de autobús a tu disposición, pero yo las recomendaría para trayectos cortos y evitarte alguna caminata, aunque estoy seguro de que adorarás dar largos paseos por la ciudad. Los emblemáticos taxis amarillos, así como otras empresas tipo Uber, estarán también disponibles para moverte en coche por la ciudad.
La oferta es practicamente infinita, supongo que ya lo imaginabas. Los precios aumentan cuanto más te vas a cercando a las zonas turísticas pero no te preocupes porque no hace falta estar alojado en el mismísimo centro. Verás que los precios son elevados y a poco que investigues viendo fotos y comentarios verás que la correlación no es directa, es decir, un precio elevado no significa una calidad superior. Muchos alojamientos se aprovechan de su situación en Manhattan o de la escasa oferta para desorbitar su precio y puedes encontrarte con hoteles antiguos, malos servicios o un paquete de hotel bastante escaso.
Teniendo un servicio de metro que puede desplazarte en unos cuantos minutos a casi cualquier parte, con sus trasbordos incluidos, encontrarás un alojamiento a tu medida en una zona cómoda y accesible. Fíjate bien en que tu alojamiento se encuentre cerca de alguna parada de metro.
Como siempre recomiendo, elige en base a tus criterios y al tipo de viaje que estás buscando y fíate de las opiniones de la comunidad para encontrar el que mejor se ajuste a tus necesidades.
Nueva York pasa por las cuatro estaciones de primavera, verano, otoño e invierno. Siendo una ciudad tan cerca del río y bastante próxima a la costa del Atlántico tiene ciertas particularidades según qué estación sea qu merece la pena recalcar:
• Primavera: las temperaturas comienzan a ser más cálidas, las flores comienzan a adueñarse de la ciudad, sobre todo en los diferentes parques, y los días son más largos. Esto permite que pasear, hacer actividades y visitar lugares emblemáticos sea muy cómodo y agradable. Sin embargo, entre los meses de abril y mayo hay alta probabilidad de que te caiga algún que otro chaparrón algún día.
• Verano: los días son los más largos del año, la ciudad se llena de actividad con un montón de planes al aire libre y no hay necesidad de llevar ropa de abrigo ni bártulos incómodos. La oferta de actividades para disfrutar de la ciudad es la mayor del año. La temperatura es alta y sumada a la gran humedad que se apodera de la ciudad hace que el tursimo no se apto para aquellas personas que tanto el sofocante calor como la elevada humedad les produce cierto estupor.
• Otoño: gozarás de un entretiempo fabuloso, sin frío ni calor, con tiempo suficiente para realizar los planes que necesites cada día aunque éstos comienzan a ser más cortos. El color del otoño viste los parques de naranja, amarillo, ocre y rojo y si vas en la fecha correcta podrás estar en EEUU durante Acción de Gracias y Halloween.
• Invierno: la gran ventaja de esta estación son los precios, ya que es el momento más barato para viajar a Nueva York. Esto es porque es temporada baja y eso se debe a un par de factores fundamentales: el frío y el viento. Tendrás que abrigarte muy bien y los paseos al aire libre se te van a hacer algo complicados, los planes de sitios cerrados van a ser tu prioridad casi seguro. Sin embargo, las pistas de hielo para patinar ya estarán abiertas, seguramente nieve durante tu estancia y según vaya acercándose la Navidad la ciudad se irá llenando de espíritu navideño (pero ojo que en Navidad los precios suben).
Y ahora toca intentar responder a la pregunta del millón, ¿cual es el mejor momento para viajar a Nueva York?. Las dos épocas que te van a servir para realizar todos los planes y actividades que necesites para disfrutar al máximo de la ciudad son primavera (sobre todo abril, mayo y parte de junio) y otoño (hasta principios de noviembre). Si quieres ir en el momento más económico puedes ir en enero y febrero y en navidad si quieres disfrutar de la magia navideña en Nueva York.
Nueva York tiene una gran oferta de cosas que hacer como paseos por sus calles y parques, enriquecerte culturalmente visitando museos de importancia internacional, visitar eidificios emblemáticos y con historia, probar infinidad de comidas y bebidas, hacer tours guiados, paseos en helicóptero y un largo etcétera.
Dentro de esta gran variedad, en Nueva York existen las llamadas tarjetas turísticas. Estas tarjetas ofrecen por un módico precio dos modalidades para visitar las "atracciones" que más te gusten de manera que te saldrá más económico si lo haces de esta manera que pagando cada una por separado. Te cuento más sobre estas tarjetas turísticas en el siguiente enlace.
Sí, has acertado y es que el equipaje está fundamentalmente condicionado por la meteorología de la estación en la que viajes. Ten en cuenta que Nueva York es una ciudad en la que tus planes y actividades van a ser puramente urbanos por lo que no necesitas ningún tipo de ropa específica.
Prioriza siempre un calzado cómodo, sobre todo para los días en los que sepas que vas a andar mucho (que suelen ser casi todos). Para los días de primavera y otoño, mi recomendación es que vayas con un par de capas y un abrigo de entretiempo fino y que puedas guardar fácilmente en una mochila o bolso o que puedas llevar en la mano sin que te incomode demasiado.
Y oye, estás en Nueva York, echa en la maleta unos cuantos conjuntos monos para esas fotos de revista que te vas a echar. No dejes que la timidez se adueñe de ti, hay que ser presumido/a de vez en cuando.
Si tu billete no te incluye gratis una maleta de 23kg facturada, podrás llevar una maleta de mano en combinación con una mochila para un viaje de entre 7 y 10 días perfecta e independientemente de la época (colocado, cabe).
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Hablando de cargadores, estás en la cuna del consumismo por lo que vas a encontrar enchufes por todas partes, así que tu tecnología estará respaldada en ese aspecto. Un adaptador de enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Nueva York es de tipo A y se encuentra disponible en la mayoría de estos adaptadores. Si eres de los que necesita cargar varios dispositivos o baterías cada noche, un cargador con varias clavijas USB es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos urbanas, de la ciudad, los parques, gente y retratos, por lo que lo ideal sería llevar una o varias lentes con rangos entre 24mm y 200mm. Tendrás la versatilidad de recrearte con fotos que capturen calles enteras, monumentos al completo, planos detalle y retratos. La ciudad es un verdadero escaparate. Si tienes la fortuna de haber invertido en objetivos luminosos vas a disfrutar muchísimo de noche también. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La Ciudad de Nueva York (en inglés New York City y abreviada NYC) es la ciudad más poblada de los Estados Unidos y se divide en 5 distritos: el Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island. Reconocida mundialmente por su desarrollo a lo largo de la historia, es un símbolo de poder y de influencia política y económica a nivel global. Habiendo sido un referente desde la gran pantalla para prácticamente el mundo entero, su influencia se propaga a través de otros canales como la arquitectura, el arte, la música, la economía, la moda y el entretenimiento en general. Nueva York ha sido siempre un verdadero símbolo de progreso.
Debido a su gran impacto, es fácil para la mayoría de personas que vivimos dentro del radio de influencia de la cultura norteamericana conocer lugares emblemáticos de la ciudad, ya sea un museo, una calle o un edificio, e incluso comidas o actividades. En ocasiones conocemos más nombres y curiosidades sobre esta ciudad que de alguna ciudad importante de nuestro propio país, lo cual es un reflejo del verdadero poder que tiene Nueva York.
A parte de las barras y estrellas, la bandera que hondea en Nueva York es el consumismo. Hay tiendas, cafeterías y restaurantes de todo tipo por todas partes y te van a pedir que las disfrutes. La oferta es inmensa, sobre todo en la gastronomía, muestra de la gran diversidad cultural de la ciudad. Los tamaños de los platos y las raciones son como la propia ciudad, todo a lo grande, así que vas a encontrar una relación calidad/precio bastante buena en la mayoría de ocasiones.
La moneda de curso legal oficial de Nueva York es la misma que en todo Estados Unidos y es el Dólar estadounidense. Es la moneda de referencia a nivel mundial lo que otorga muchas facilidades a la hora de establecer el valor para el cambio de divisa.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo. Salvo que quieras tener en mano algún billete que consideres emblemático, con el uso de la tarjeta podrás efectuar cualquier pago durante tu viaje.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Muy relacionado con los pagos en los restaurantes y bares es el candente tema de la propina. No es obligatorio pero te lo sugerirán encarecidamente en cada establecimiento que vayas y lo que se suele dar es en torno al 15% y 21%. A diferencia de España, no está relacionado con la calidad del servicio recibido sino que, se supone, que es el sueldo de los camareros (o eso se supone en la mayoría de los sitios).
Nueva York es una ciudad bastante caótica y que va variando según el distrito, el área e incluso la calle en la que te encuentres. Por ello vas a encontrarte con un contraste fuerte en cuanto a las condiciones de salubridad se refiere según la zona en la que estés. En las zonas peor consideradas, como el Bronx, o abarrotadas de gente, como Times Square, tienes una sensación de que todo está bastante sucio, hay poco orden, bastante mendicidad y un terrible olor a marihuana por la calle tras su legalización en 2021. El metro es un caso aparte ya que es de lo peorcito de la ciudad si hablamos en términos de limpieza, orden y gente.
Por otro lado, las "zonas buenas" están tremendamente limpias, bien cuidadas y se nota que hay una filosofía de vida diferente.
En el remoto caso de que tengas algún percance, vas a tener una sanidad occidental lista para ayudarte en lo que necesites así que no vas a tener que preocuparte en cuanto a la calidad de los servicios. Recuerda que la sanidad en Estados Unidos es privada por lo que asegúrate de llevar contratado de antemano un seguro de viaje adecuado que cubra los potenciales costes necesarios en caso de accidente.
No hay vacunas o tratamientos necesarios para viajar a los Estados Unidos.
Para acceder a Nueva York, y a cualquier parte dentro de los Estados Unidos, necesitas un permiso que debes solicitar con antelación. Este formulario se conoce como ESTA y se debe rellenar para todos los pasajeros de manera obligatoria. Para hacerlo, dirígete al siguiente portal web. Esta es la web oficial y la más recomendable, cuidado con aquellas no oficiales y más baratas ya que pueden ser un timo.
La seguridad es un tema que preocupa mucho a los viajeros ya que Nueva York se ha ganado la fama de ser una ciudad peligrosa, aunque desde hace unos años ha reducido su tasa de criminalidad hasta ser una de las más bajas de todo Estados Unidos.
Siendo una ciudad tan turística, es un atractivo fuerte para los delincuentes ya que la oferta para cometer hurtos y robos es amplia. Las aglomeraciones en lugares emblemáticos son el caldo de cultivo perfecto para que los ladrones aprovechen la oportunidad así que debes andarte con ojo. Cuando cae el Sol, aumentan las probabilidades de, como turista, ser engañado o presa de algún delito. Por estas razones te recomiendo que sigas los típicos consejos y hagas uso del sentido común:
• Pon mil ojos y mantén tus pertenencias cerca cuando estés en lugares con mucha gente para evitar posibles hurtos.
• No te adentres en barrios o zonas peligrosas en ningún momento del día.
• Si vas a pasear de noche, evita trayectos largos en el metro y adentrarte por zonas, parques o calles que no te den buena espina o que estén poco transitadas.
• Evita parecer un turista de manual con un mapa gigante, sensación de estar perdido o solo.
En total estuvimos 10 días en Nueva York y este fue el itinerario por días que seguimos:
• Día 1: vuelo a Nueva York (aeropuerto JFK) desde Madrid. Visitamos varios lugares cercanos al hotel:
○ Madison Square Garden.
○ Times Square.
• Día 2: visitamos Midtown West, Chelsea y Greenwich Village:
○ The Edge.
○ The Vessel.
○ The High Line.
○ The Chelsea Market.
○ Washington Square Park.
○ 5th Avennue.
• Día 3: visitamos Harlem, Central Park y Midtown:
○ Misa gosspel.
○ Paseo por Harlem.
○ Paseo por Central Park.
○ Rockefeller Center.
○ Bryant Park
• Día 4: visitamos New Jersey, Midtown y Midtown East:
○ Outlets The Mills.
○ Grand Terminal.
○ Edificio Chrysler.
○ Time Square.
• Día 5: hacemos el tour de contrastes y visitamos el Downtown:
○ Tour de contrastes: el Bronx, Queens, Williamsburg y Broocklyn.
○ Little Italy.
○ China Town.
○ Two Bridges.
○ DUMBO y Pebble Beach.
○ Financial District.
• Día 6: volvemos al Financial District:
○ Libery Island.
○ Wall Street.
○ NY Stock Exchange.
○ One World Observatory.
○ Tarde en rooftop.
• Día 7: excursión a Washington DC:
○ Cementerio de Arlington.
○ Monumento de la primera y segunda guerra mundial y guerra de Vietnam y Korea.
○ Lincoln Memorial.
○ Monumento a Washington.
○ Capitolio.
• Día 8: visitamos Coney Island y vuelta por el centro:
○ Paseo por Coney Island.
○ Paseo por Flatiron district.
○ Paseo por Broadway.
• Día 9: visitamos de nuevo Upper West Side, Central Park y Midtown.
○ Museo de Historia Natural.
○ Central Park.
○ Top of the Rock.
• Día 10: paseo por Chelsea, Midtown y Midtown East y vuelo de vuelta a Madrid.
Fue dura la búsqueda de un hotel que cumpliera con unos requisitos mínimos y estuviera dentro del rango de precios que habíamos establecido. Priorizamos una condición y era que el hotel estuviera situado en Manhattan para tener la mayoría de lugares accesibles y poder volver al hotel a realizar una pausa si necesitábamos descansar (sobre todo por nuestros padres). Durante los meses previos de planificación, tuvimos la suerte de encontrarnos con una oferta que cumplía con todas las características que necesitábamos:
• Manhattan: The New Yorker, A Wyndham Hotel. Este hotel se encuentra en el 481 the la 8th Avenue, muy cerca del estadio Madison Square Garden. Como te comentaba en la introducción, tenía muchas cosas positivas desde el punto de vista de un turista activo:
○ Localización: se encuentra en el barrio de Chelsea, céntrico y suficientemente alejado del barullo de Times Square. Andando a escasos minutos tienes The Edge, High Line Park, Chelsea Market, el Empire State y el edificio Flatiron entre otros.
○ Metro: inmejorable la conexión y accesibilidad con el metro ya que teníamos en la misma esquina del hotel el acceso a las líneas A, B y C, a una manzana de distancia teníamos las líneas 1, 2 y 3 y a dos manzanas las líneas B, D, F, M, N, Q, R y W. Estuvimos muy bien cubiertos en cuanto al transporte en metro se refiere y nos permitió movernos con agilidad por la ciudad sin tener que andar demasiado al inicio y al final del día.
○ Estado: el hotel es algo antiguo, pero lo tienen bien conservado. Los pasillos son algo estrechos y se hacen un poco angostos para el tamaño tan brutal que tiene el hotel y eso se traduce también a las habitaciones. Estuvimos repartidas ocho personas en dos habitaciones de unos veinte metros cuadrados con un baño cada una, a pesar de las fotos que se muestran en los diferentes portales web, la habitación es más pequeña de lo que parece. Encontrarás dos camas de 135cm que, dependiendo de con quien la compartas, se hace más o menos estrecha (yo la compartí con mi hermano y midiendo ambos más de 1,80 la cosa estuvo ajustada).
Nueva York es una ciudad que debería estar en el catálogo de posibles viajes de cualquier persona a la que le fascinen los viajes, sin importar el tipo que sean. Si además has vivido de alguna manera bajo la influencia norteamericana en alguna de sus formas te fascinará, mucho más si te gusta el cine.
Moverte por Nueva York es tremendamente sencillo y tienes la posibilidad de visitar todo cuanto desees cada día, siempre y cuando te organices bien y establezcas ciertas rutas para cada momento. Así podrás ser eficiente a la hora de moverte en metro y podrás disfrutar de largas caminatas entre los edificios, atravesando sus hermosos parques y grandes plazas. Seguro que acabas con un poco de dolor de cuello al no poder dejar de mirar los inmensos edificios en Manhattan.
Cuantos más lugares visites, mayor será la inmersión en la multiculturalidad neoyorquina y mejor la sensación que vas a tener al pasar tiempo en la ciudad. Es realmente alucinante la cantidad de culturas, modas, restaurantes y personajes excéntricos que vas a ver y seguro que enriquece todavía más la experiencia.
Si bien no es una ciudad barata, la grandísima oferta de planes, actividades, lugares que visitar y sitios para comer y tomar algo, harán que tu bolsillo se adapte sin problemas y puedas disfrutar de una experiencia completa en Nueva York. Si a tu magnífico plan e itinerario aplicas un toque inteligente financiero no vas a tener ningún problema con el gasto.
Sin lugar a dudas Nueva York te resultará casi familiar desde el primer momento y aun así te sorprenderá cada día a cada paso que des por esta increíble ciudad.
A continuación me gustaría comentarte una serie de recomendaciones en base a mi experiencia. Cosas que añadir a mi itinerario y cosas que pueden ser prescindibles. Quiero que tengas en cuenta que uses esto como inspiración y que lo apliques a tu estilo viajero con conciencia pensando en sacarle el máximo jugo a tu disfrute particular y personal.
Para poder aprovechar bien el tiempo, es necesario que te organices por días o, como mínimo, medios días. El metro te desplazará rápido a donde lo necesites, pero una vez comienzas a caminar, las distancias son largas y el cansancio va sumando. Lo ideal es gestionar los planes por zonas e ir moviéndote hacia los distintos puntos de interés sin importar alejarse de "casa" ya que siempre puedes volver en transporte público o taxi. Mi itinerario está diseñado en su mayoría de esa manera.
Reserva uno o dos días sin planes, sobre todo si hay probabilidad de que el tiempo te impida realizar alguna actividad. En las dos veces que he estado, al ser primavera, la lluvia ha hecho que tuviera que cambiar varias veces planes para subir a un observatorio, por ejemplo. Permítete esa flexibilidad ya que, si finalmente esa reserva queda libre, la podrás aprovechar seguro.
No te dejes nada por hacer, sobre todo si te hace ilusión. Visitar Nueva York suele acabar en un plan viajero porque te evoca un sentimiento especial, quizás sea por un lugar, por un edifico, una película, una serie, no importa la razón así que date el capricho de disfrutarla al máximo. Date un paseo en helicóptero por Manhattan, cómete un bagel con cream cheese, ve a un musical en Broadway, rompe la cámara haciéndote fotos en Times Square, disfrútalo.
Una parte fundamental y condicionante de todo viaje es el gasto. Es evidente que tu estilo de viaje marcará el costo del mismo ya sea mediante gasto en hoteles, restaurantes, actividades o vuelos por lo que la información que te dejo a continuación debes entenderla dentro del estilo de viaje que realizamos. Yo lo catalogaría como de gama media ya que no fuimos a lo más barato, pero tampoco a lo más caro, realizando ciertas actividades concretas, variando entre restaurantes de diferente nivel dentro de la gama media y sin escoger transportes lujosos.
En términos generales Nueva York es una ciudad cara para el viajero medio y que tenga la mentalidad de llevar el mismo ritmo de vida que llevarías en una ciudad como Madrid. Se pueden abaratar costes mediante el uso de alojamientos de peor calidad o alejándote de Manhattan, realizar compras de supermercado y aprovechándote de locales take away (para las comidas), pero la relación ahorro/calidad que vas a obtener no es gran cosa. Con esto quiero decir que no hay que irse a un extremo y yo optaría por ir variando cada día dentro de esa gama media o media baja.
TIPO | GASTO |
---|---|
Vuelos | 305€ |
Hoteles | 450€ |
Actividades | 326€ |
Gastos diarios | 490€ |
Transporte | 71€ |
Visado: ESTA | 20€ |
Total | 1660€ |
Estábamos ya cerca de aterrizar en el aeropuerto JFK cuando comencé a sentir un pequeño cosquilleo de ilusión. Había viajado por primera vez a Nueva York en el año 2019, es decir, tres años antes y durante la planificación de mi retorno pensaba que quizás esta gran ciudad no tendría nada que ofrecer para sorprenderme de nuevo, pero supongo que esa sensación anticipaba que repetir no siempre es aburrido. También es cierto que tenía muchas ganas de realizar este viaje por mis padres, ya que era la primera vez que cruzaban el charco, y por mi suegra, ya que uno de sus sueños era poder visitar Nueva York una vez en la vida. Así que este viaje prometía, sobre todo por ver las reacciones de estas tres personas y del resto, que tampoco habían visitado la ciudad.
Si hay algo de Nueva York que desespera un poco es el control de pasajeros. En mi primer viaje estuvimos cerca de tres horas para cruzarlo y nada más empezamos a hacer la cola para esperar tenía pinta de que iba a ser similar. Teniendo una capacidad brutal para despachar viajeros con la cantidad de mostradores que había en el aeropuerto, sorprendía ver que la mitad estaban vacíos, además de la tranquilidad con la que los agentes iban atendiendo a cada uno de los que allí estábamos esperando y generando frustración. Si bien es verdad que desespera y se hace incómodo por el hecho de estar todo el rato de pie, no hay más opción, por lo que lo mejor es armarse de paciencia, relativizar todo lo que tu cansado cuerpo te permita e ir pasito a pasito hasta que llega el momento de ir al mostrador.
Siendo un grupo de ocho personas no había mucho riesgo de que nos tocase una inspección en inmigración (a mí me tocó en 2019) así que una vez hemos respondido a las preguntas de la amable agente, mostrar la documentación que nos pide y demás menesteres vamos directamente a la salida. Teníamos contratado un transporte privado para poder ir los ocho juntos y que debía estar esperándonos, pero entre la demora por el control y el caos del aeropuerto no vemos a nadie. Que no cunda el pánico, haciendo uso del WiFi del aeropuerto y el número personal del conductor que nos habían proporcionado conseguimos ponernos en contacto con él y en cuestión de 10 minutos ya estamos todos subidos a la furgo.
El conductor tiene que coger algún que otro desvío para evitar varios atascos, atravesamos el barrio de Brooklyn y parte de Queens para hacer nuestra entrada en Manhattan por el puente de Queensboro y ya empezamos a asombrarnos con las increíbles vistas de esta ciudad. La cosa promete. Aproximadamente una hora después, llegamos a nuestro hotel, The New Yorker, A Wyndham Hotel. Realizamos el check-in de las dos habitaciones bastante rápido y buscamos las habitaciones. Las encontramos tras andar por unos pasillos algo estrechos y laberínticos y reposamos el viaje unos minutos.
Tras comentar entre todos que podemos hacer con el tiempo que nos queda antes de que sea hora de ir a la cama, decidimos dar una vuelta por los alrededores hasta llegar a Times Square que se encuentra a unos 17 minutos. El paseo es agradable y nos viene genial para hacer una toma de contacto con los personajes que rondan por las avenidas cercanas a Times Square y con una terrible novedad que inunda las calles de Nueva York: el olor a marihuana. Cerramos este aterrizaje con una cena rápida en un McDonalds en frente del hotel para quitarnos de líos de buscar sitios y vamos corriendo a la cama para descansar y comenzar nuestro itinerario por Nueva York de 10 días con energía al día siguiente.
Tras un merecido descanso quedamos los ocho en la recepción del hotel para desayunar. El hotel no incluye desayuno en la reserva que hicimos por lo que vamos a uno de los locales que se encuentran en la planta baja del mismo edificio. Tick Tock Dinner es un restaurante con estilo "doo wop" de los años 50, con los típicos neones y asientos grandes y coloridos. Nos atienden rápido y nos miran con cierto desconcierto al pedir un plato para cada dos (lo hicimos así después de ver pasar cerca varios camareros con platos para otras mesas y no nos veíamos con ganas de zamparnos un plataco de ese calibre cada uno de nosotros). Estómago lleno y energías al máximo, pagamos la cuenta con su correspondiente propina y comenzamos la ronda turística una vez hemos cogido todo lo necesario de la habitación.
Nos dirigimos hacia el oeste de Manhattan, concretamente al centro comercial Hudson Yards ya que desde este lugar se accede al mirador de The Edge. Tras un paseo muy rico gracias al tiempo tan fabuloso que tenemos, atravesamos las puertas del centro comercial y siguiendo las indicaciones llegamos a la puerta de acceso a The Edge. Hacemos uso del primer cartucho de nuestra tarjeta turística, superamos el control de entrada y accedemos al ascensor que nos lleva hasta el mirador. Nos guían amablemente hasta una cristalera gigante y una vez atravesamos las puertas, ¡boom!, vistas increíbles de todo Nueva York.
El mirador The Edge tiene una forma triangular lo que hace que en el vértice más alejado de la estructura la visibilidad sea más inmersiva, pero es el sitio más codiciado para una foto, lo cual es un poco absurdo porque las vistas desde el resto de puntos son fabulosas gracias a las barreras de cristal que llegan hasta el suelo de la plataforma. Damos unas cuantas vueltas, observamos Nueva York desde los diferentes puntos de vista que ofrece el mirador y nos entretenemos haciendo fotos tanto de la ciudad como de nosotros con una panorámica de fondo tan espectacular. Decidimos continuar una vez que han pasado alrededor de 45 minutos.
Seguimos nuestro camino ahora hacia el sur, pasando por The Vessel, una estructura con forma de vasija y que se asemeja a un panal de abeja. La complejidad de la estructura con 16 pisos y 154 tramos de escalera y su color cobre brillante hace que sea un lugar de interés arquitectónico. Tras su apertura en 2019, una serie de suicidios realizados desde la propia estructura provocaron su cierre en 2021 de manera que solamente la pudimos admirar desde la propia plaza en la que se encuentra sin poder acceder a ella.
Continuamos nuestro camino tras entretenernos con unas cuantas fotos hacia High Line. Este parque es una maravilla ya que tiene una gran particularidad y es que está construido sobre una antigua vía de tren y desde hace varias décadas está transformado en un paseo entre los edificios del oeste de Manhattan con unas vistas únicas de la zona. Todo esto rodeado a su vez de arte y vegetación. Realmente es una de mis zonas favoritas, por el rollo que tiene, por el paseo tan agradable que supone y por la cantidad de oportunidades para realizar fotos únicas. Nosotros disfrutamos mucho.
Tiene otro gran puntazo y es que puedes aprovechar una de sus múltiples salidas a lo largo de sus 2,3km para ir a Chelsea Market. Es un mercado gigante lleno de curiosas tiendas, restaurantes y productos de alimentación. Nosotros nos dejamos llevar y visitamos tanto la planta principal, como la inferior. Como curiosidad más popular, debes saber que durante finales del siglo XIX y parte del XX fue una fábrica de galletas, pero no una cualquiera, aquí se inventaron las famosas galletas Oreo.
Tras el paseo y no parar de ver restaurantes y tiendas con platos y comidas con buenísima pinta, nos tomamos una cerveza artesana para aprovechar a contarnos las primeras impresiones durante estas horas en Nueva York mientras nos preparaban una mesa en un restaurante cercano. Todos estaban muy contentos e impresionados con los que habíamos visto, y esto sólo acababa de empezar. Comimos algo rápido y continuamos con la caminata hacia uno de mis barrios favoritos: Greenwich Village.
En el barrio Greenwich Village de Manhattan vas a encontrar lugares emblemáticos como la casa de la serie Friends que se mostraba en las tomas que se hacían desde la calle o la casa de Carrie Bradshaw de la serie Sexo en Nueva York. Si tampoco eres un gran fan o te parece que estas localizaciones carecen de interés no hay problema, eres de los míos y hay muchas más cosas que ver.
Continuamos nuestro paseo hacia el sur por este fabuloso barrio que, como te comentaba, es el que más me gusta. Pasear por sus tranquilas calles es una maravilla, se siente un barrio con una vida propia y auténtica, alejada del gran turismo que atrae Manhattan. Las calles parecen ser más cortas y los edificios no son enormes rascacielos así que tiene ese aspecto de barrio más íntimo y casi familiar. Te darás cuenta de que la mayoría de tiendas, restaurantes y bares son más pequeños y que te invitan a sentirte como uno más. En nuestro caso nos dedicamos a perdernos por sus calles, admirar las fachadas, las escaleras de los apartamentos, dejarnos inspirar por el arte de sus tiendas y a escondernos de los rascacielos que nos miraban desde el norte y sur de Manhattan. Al cabo de un par de horas hicimos una parada en una de sus bonitas calles para descansar y tomarnos una cerveza.
.Ahora le tocaba el turno a uno de los lugares más chulos de este barrio, Washington Square. Esta plaza comparte área con la New York University y es uno de los lugares con mejor rollo que he visto nunca. Se concentran universitarios, músicos, bailarines, gente alternativa, gente jugando al ajedrez y grupos que hacen picnic y pasan la tarde sobre el césped. Como el día en que nosotros fuimos hacía sol, puedes imaginarte como estaba la plaza: a reventar, así que teníamos el muestrario de actividades, personas y eventos al completo. Lo más llamativo fue un tipo tocando la batería haciendo la base y los ritmos de varias canciones junto con un caballero, muy bien vestido, por cierto, que bailaba al son de la música. No contento con disfrutarlo solo, iba sacando a bailar a varias personas que allí estábamos contemplando el espectáculo y éstas iban saliendo con más vergüenza que otra cosa.
Después de pasear un rato por la plaza, buscamos un banco "sol y sombra" para descansar otro poco y es que ya se iban notando las horas y los kilómetros acumulados en nuestros pies.
De camino al hotel fue cayendo la noche y vimos por primera vez como la vida en Nueva York hacía su transformación nocturna. A lo largo de 5th Ave los edificios no llegaron a apagarse y la vida continuaba agitada en la calle. Una vez llegamos a 34th St fuimos hacia la zona oeste bajo la atenta mirada del Empire State Building cuya cúspide estaba hoy adornada de varios colores que se iban alternando entre sí. Tras descansar un rato en el hotel, fuimos a cenar a una de las cadenas de hamburguesas más famosa en Nueva York llamada Shake Shack. Aun siendo una franquicia debo reconocer que las hamburguesas están realmente buenas, y su sabor es menos artificial que el de otras del estilo. Suele haber bastante gente en cualquiera de sus establecimientos, pero el servicio y la rotación de gente son rápidas así que podrás hacerte con un sitio enseguida.
Volvimos al hotel nada más cenar porque estábamos bastante cansados debido a todo el trote acumulado del día. Puedo hablar por todos cuando digo que fue poner la cabeza sobre la almohada y caer redondo en un sueño profundo.
La noche se nos ha dado bien y amanecemos con buena cara. Todos descansados y listos para seguir dejando nuestra huella en todas las calles posibles de Nueva York. Hoy vamos hacia el norte de Manhattan, al barrio de Harlem y como es domingo es fácil de adivinar porque hemos elegido este día para visitarlo: Misa Góspel.
Algo que se debe tener en cuenta desde el primer minuto es que las misas Góspel no son un espectáculo. A pesar de que se nos permita la entrada a los no feligreses para disfrutarlo y compartirlo, hay que tener presente que estamos en una ceremonia religiosa, que ocurre cada domingo y a la que los devotos feligreses asisten para participar a un nivel muy diferente al de un turista. Por ello encontraras restricciones de vestimenta (vestir con cierto decoro, "de domingo" como solemos decir en España), en la gran mayoría están prohibidas las fotos y se exige cierto respeto. Debido a la popularidad que estas misas han generado, encontrarás que las iglesias más populares tienen un control de acceso, se generan cola y el aforo es limitado por lo que te recomiendo que vayas con tiempo para no quedarte sin sitio. Comprueba bien la hora y que la entrada a turistas esté permitida para la fecha en la que vayas en la correspondiente web de información de la iglesia. En mi caso fuimos a Canaan Baptist Church of Christ, una de las más grandes y populares.
Antes de llegar a Harlem fuimos a desayunar y para variar un poco buscamos otro lugar cerca del hotel. Viendo que la hora se nos echaba un poco encima y tras pasar un par de manzanas no encontrábamos ningún café, nos fijamos en un pequeño local que parecía tener un poco de todo. Entramos en Jessie's Express Cafe viendo que nos solucionaría el desayuno sin mucho lío y así fue. El establecimiento es muy pequeño, pero tiene de todo, incluso te prepara sándwiches y bocadillos al momento. Cada uno hizo su elección de café con algo más (donut, muffin, bocata o bagel) y nos fuimos a desayunar a la calle aprovechando que era una mañana con buena temperatura.
Con todavía margen de tiempo, terminamos tranquilamente el desayuno y fuimos a por la primera prueba del día: coger el metro. No recordaba demasiado bien como comprar la famosa Metro Card de la vez que fui en 2019 así que nos tocó investigar en las diferentes terminales y preguntar a los empleados de las ventanillas como hacer la elección correcta y sacar las tarjetas. En nuestro caso, y por los días que íbamos a estar, escogimos la tarjeta con viajes ilimitados (con ella puedes hacer todos los viajes que quieras durante los próximos 7 días). Es verdad que nos costó un rato poder sacar las tarjetas, ya que intentábamos sacar todas a la vez y la máquina nos daba error y cancelaba el proceso, así que finalmente las fuimos sacando de dos en dos para asegurar y una vez las teníamos en mano atravesamos los tornos en busca de nuestro andén.
Teniendo el metro de Nueva York una gran mala fama quise advertir a mi familia al respecto, pero con el consuelo de que no suelen ocurrir incidentes durante el día. Les dije también que lo que podríamos encontrar en una situación normal son indigentes, algún que otro viajero durmiendo y alguien con la pinza un poco suelta. Sinceramente, no esperaba que fuéramos a tener ningún encuentro con este tipo de personajes que deambulan por el metro, pero fue cuestión de 5 paradas cuando tuvo lugar el primer evento. Una mujer entró en el metro, gritando que estaba enferma y que no tenía por qué estar pasando por una situación así, teniendo que ir a trabajar en esas condiciones, todo ello durante lo que duraba el trayecto hasta la siguiente parada porque nada más se abrieron las puertas la mujer comenzó a vomitar por el andén para luego volverse a meter en el vagón, repitiéndose la escena unas dos o tres paradas más. A pesar de la mala situación de la señora, mi familia quedó ya inmunizada para el resto del viaje ante situaciones similares.
Superamos el viaje en metro y llegamos a Harlem bajándonos en la parada Cathedral Pkwy (110 St). Aprovechando que teníamos todavía tiempo hasta el comienzo de la misa dimos una vuelta por los alrededores, Morningside Park, el teatro Apollo y unas cuantas callejuelas. Para cuando llegamos a la iglesia ya había una buena cola formada y nos entraron ciertas dudas sobre si cabríamos tanta gente. Fue entrando más y más gente hasta que llegó nuestro turno y, ¡si!, también entramos. El misterio de cómo entramos tanta gente (hablo de unas cien personas y sólo turistas) quedó resuelto cuando llegamos al anfiteatro que tenía la iglesia reservado especialmente para los turistas. Vamos, que lo tienen estupendamente montado para que todo el mundo pueda ser partícipe de su maravillosa ceremonia.
La experiencia de la misa Góspel es algo que no puedes perderte si vienes a Nueva York. El fervor y pasión con la que la gente participa en su misa de domingo es algo que te va sorprender muchísimo y que estoy seguro que te pondrá la piel de gallina. Los sermones apasionados del pastor, en conjunto con la música y las espectaculares voces de aquellos que participan musicalmente en los cánticos te dejará boquiabierto y por seguro que te irás de allí con una sensación única recorriendo cada parte de tu cuerpo y espíritu.
Buscamos un lugar para comer una vez había terminado la misa, nos apetecía mucho probar algún restaurante especializado en comida sureña y tras leer la carta en uno de ellos decidimos reservar. Siendo un domingo en Harlem es casi necesario hacerte con una mesa con tiempo ya que se llena tanto de locales como de turistas. Haciendo un sol tan espléndido aquel día aprovechamos para seguir recorriendo las calles, internándonos en zonas algo más recogidas y cotilleando la vida de barrio.
Había llegado la hora de comer y allí estaba nuestra mesa esperándonos, en Harlem Tabern. Tuvimos mucha suerte porque estaban las ventanas abiertas y eso sofocó el calor que daba la lona roja que hacía de techo en una parte de la terraza; también había un grupo tocando jazz en directo, así que junto con la comida soul, tuvimos una experiencia sureña de lo más completa.
Tocaba entrar en uno de los lugares más famosos y emblemáticos de Nueva York, Central Park. Entramos por la parte más al norte y lo atravesamos por completo, sin ningún tipo de ruta establecida. Salvo que se quiera ver algún monumento en concreto, para mi es la mejor forma de descubrir el parque porque te va a sorprender a cada paso que des. Siendo domingo había un montón de gente disfrutando de las muchas zonas del mismo paseando con la familia, tomando el sol, haciendo un picnic, tomando algo e incluso jugando al baseball. Ver a la gente haciendo su vida cotidiana es una de los motivos por los que me gusta viajar porque puedes ver la esencia de una ciudad, en este caso, y sentirte integrado por completo en la vida local.
Prácticamente echamos toda la tarde cruzando sin prisa este famoso parque, parándonos para disfrutar de las vistas de los edificios tras el gigantesco lago, a contemplar el partido de baseball e intentando descifrar las sencillas normas de este deporte, viendo como las ardillas se mueven ágiles entre la gente y las carreteras para cambiar de árbol, escuchando música gracias a que se celebraba algún tipo de festival en un recinto de la zona sur y, en definitiva, pasando tiempo en familia.
Hoy estábamos bien motivados de manera que el paseo no paró tras completar Central Park. Comenzamos a bajar por 5th Av, visitando la tienda de Apple previamente, hasta llegar hasta Rockefeller Center. Las vistas durante el camino son bastante imponentes debido a la sucesión de elevados edificios en conjunto con las tiendas de lujo que hay a lo largo de toda la avenida. Cuando llegamos a Rockefeller Center, estuvimos viendo la plaza, el edificio por fuera, nos acercamos también a la puerta de Radio City Music Hall, famoso también por sus letreros de neones tan chulos. Finalizamos nuestro día en Bryant Park, descansando en las zonas que allí están dispuestas de manera gratuita, hablando y recopilando anécdotas del día. De camino comimos algo rápido y sin perder más tiempo nos fuimos cada familia a su habitación a descansar para el día siguiente.
Hoy tenemos reservado el día para ir durante la mañana y parte de la tarde a unos outlets a las afueras de la ciudad. Seguramente también hayas leído que es una de las cosas que hacer en Nueva York pero tras mi experiencia yo no te lo recomiendo en absoluto. Si bien es verdad que hace 5 años o más el cambio dólar/euro era muy beneficioso para los europeos y que adicionalmente los precios de ciertas marcas, sobre todo norteamericanas, eran más bajos que los mismos productos vendidos en Europa, ahora con un cambio menos beneficioso y la subida de los precios no merece la pena ir a este tipo de establecimientos. Es probable que encuentres alguna oferta, pero será la excepción, nosotros no encontramos prácticamente nada comparado con las compras que realicé en mi viaje durante 2019 (en el que me traje hasta regalos para familiares).
Comenzaba nuestra mañana con un desayuno rápido en el mismo local que ayer, en el que el amable dependiente ya nos conocía y nos tenía fichados como la gran familia. Desayunamos por la calle, dando un paseo mientras nos dirigíamos a a estación de autobuses desde la cual cogeríamos un bus hacia los outlets. De entre todos los que miramos en internet durante la planificación, los que mejor opinión tenían eran los llamados The Mills at Jersey Gardens. Cuentan con la deducción de impuestos al pertenecer a Nueva Jersey, están bastante cerca de Manhattan y, supuestamente, tenían grandes ofertas y descuentos para turistas.
La estación de autobuses era Port Authority y afortunadamente la teníamos a tan solo siete manzanas desde el hotel. Una vez llegamos fuimos a la primera taquilla que vimos y compramos un ticket para cada uno del tipo Round Trip to Jersey Gardens (esto es básicamente un billete de ida y vuelta) para el autobús número 111. Mucho cuidado aquí ya que ese es el número del autobús, pero la puerta desde la que sale, y será lo que buscaréis en la estación, es la número 223. Una vez llegas a la puerta, a la que se accede usando una estrecha escalera mecánica, verás casi con total seguridad que hay bastante cola. Sim embargo la rotación de buses es rápida y te subirás rápidamente en el siguiente si hay demasiada gente.
Resumiendo la experiencia de los outlets en este pequeño párrafo te diré lo que te comentaba al principio, no merecen la pena. Se invierte más de medio día si quieres ir con tranquilidad, hay colas en las tiendas más populares y para ir y volver pierdes algo más de una hora. Salvo que vayas con mucha intención de comprar algo o sepas seguro que vas a encontrar unas ofertas increíbles, es una actividad que puedas eliminar e invertir mejor el tiempo para visitar otros lugares de interés.
Una vez de vuelta en Manhattan, descansamos un rato en el hotel y salimos a pasear de noche. Nueva York de noche impresiona bastante por la vida nocturna que tiene y como se ve a través de los millares de luces de sus ventanas, semáforos, coches y focos que iluminan los monumentos. Fuimos hacia el este, para ver Grand Central Terminal, el edificio Chrysler y el edificio Summit. Tras dar una buena vuelta por los alrededores de estos edificios fuimos a cenar a una de las pizzerías más populares de Manhattan a ver a qué sabían sus porciones de pizza. En 2 Bros Pizza te atienden muy rápido y eficientemente, y en cuestión de 5 minutos estás servido. Nos comimos un par de trozos de diferentes tipos en unas mesas altas que tienen colocadas en la misma calle. Es un sitio de "pizza callejera" para comer a toda leche, pero nosotros disfrutamos tranquilamente de nuestro final del día mientras otros clientes entraban y salían sin parar a toda velocidad.
Así que una vez terminamos de cenar, enfilamos para el hotel a descansar un poco y dormir para dar paso al día siguiente.
Hoy vamos a pasar la mañana realizando una de las actividades más típicas que se proponen para Nueva York y es el Tour de contrastes. Consiste en un Tour guiado por los diferentes barrios de Nueva York en el que se van haciendo paradas en zonas específicas de cada uno de ellos y se acompañan de explicaciones sobre la historia, la cultura y algunas anécdotas. Es una buena oportunidad para poder ver de manera rápida, segura y enriquecida por las explicaciones los diferentes barrios de Nueva York. Hay dos variantes para realizar el tour: hacerlo con un grupo más grande en autobús (lo que aumenta la dificultad para realizar paradas y moverte de manera ágil por la ciudad) y el llamado VIP que se realiza en una furgoneta (éste te garantiza poder realizar varias paradas, casi donde se quiera y te mueves más rápidamente por los diferentes barrios). En nuestro caso realizamos la segunda opción. La ruta que sigue el tour comienza en Manhattan y sale en dirección norte hacia el Bronx para después ir hacia el este y pasar por Queens, Brooklyn y Long Island y terminar en Chinatown cruzando el puente de Manhattan.
El guía nos recogía en nuestro hotel por lo que pudimos desayunar nuevamente en el restaurante Tick Tock Dinner, con un poco más de tranquilidad. En esta ocasión nos atendió un camarero de unos 50 años, de ascendencia italiana (por su acento) que nos trató muy bien y con una actitud bastante macarrilla y humorística. Nos vacilaba de buenas maneras, sobre quiénes eran los jefes del grupo y quien iba a pagar haciéndonos reír con su actitud chulesca. Cuando se acercaba la hora para ser recogidos por el guía, pagamos la cuenta y esperamos en la salida hasta que llegó la enorme furgoneta negra.
Dentro de le furgoneta había ya otros turistas hispanohablantes (ya que el tour es en español) listos para empezar. Hicimos alguna parada más para recoger a un par de parejas que se unían a nosotros y daba comienzo oficialmente el tour de contrastes VIP. Fuimos hacia el Bronx primeramente e hicimos varias paradas en diversos grafitis que se realizaron en homenaje a diversos pandilleros o a eventos que ocurrieron durante las épocas en la que éstos tenían el barrio patas arriba con un nivel de delincuencia sin precedentes. El guía nos iba explicando con todo detalle qué es lo que ocurrió, cómo y porqué. El barrio sigue teniendo mala fama y ésta está justificada hoy en día así que poder visitarlo de una manera segura es algo por lo que elegimos este tipo de tours. Continuamos hacia el estadio de los Yankees, equipo de béisbol donde hicimos una parada un poco más larga para ver algo de los alrededores y el exterior del estadio.
Continuábamos el tour hacia Queens, un barrio más residencial y tranquilo. Mientras nos dirigimos hacia allí por los diversos puentes podemos ver los enormes edificios de protección oficial que ocupan gran parte del Bronx y nos explicaban que uno de los motivos de los conflictos y la filosofía de la gente que vive en el Bronx es por las viviendas de protección oficial hereditarias que promueven la falta de estímulo y el estancamiento de la filosofía de vida. Dimos unas cuantas vueltas por zonas residenciales, de grandes y lujosas casas, por calles con edificios de ladrillo visto muy bonitos e hicimos una nueva parada en el famoso Parque Flushing Meadows. Conocido a nivel mundial por ser la sede de la Feria Mundial de Nueva York de 1964, destacan la Unisphere y el Museo de Queens. Después de dar un pequeño paseo por los alrededores del parking continuamos con el Tour, previo paso sin bajarnos de la furgo por el estadio de los Mets.
Tras un paseo rápido por la zona de Long Island, la siguiente parada la realizamos en Greenpoint que es otra zona residencial conocida como el barrio polaco por la ascendencia de la mayoría de sus residentes. De nuevo nos dejaron dar una vuelta por allí y nos centramos en estar en Marsha P. Johnson State Park, desde el cual hay unas vistas alucinantes de todo Manhattan con el East River entre medias.
La siguiente parada era Williamsburg y más concretamente la zona en la que viven los judíos ortodoxos. Inmigrantes desde Hungría tras la segunda guerra mundial, la colonia fue en sus inicios pequeña, pero se ha hecho tan grande que ocupa un espacio importante dentro de Brooklyn, tanto que tiene su propia red de comercios y escuelas, por ejemplo. Ya no solo por la vestimenta si no por la actitud de la gente en la calle sentirás que no estás en Nueva York. Andamos por las calles aledañas y recorrimos unas cuantas manzanas, sin alejarnos demasiado debido a que la parada no dejaba margen para mucho más. El tour se acercaba a su fin y pusimos rumbo de vuelta a Manhattan. El final del tour fue algo peliculero ya que el guía puso la canción "New York, New York" de Frank Sinatra mientras atravesábamos lentamente el puente de Manhattan y los rascacielos iban creciendo poco a poco a medida que se acababa el puente. Llegamos a China Town y finalizamos el tour.
Habíamos reservado para comer en un restaurante chino de la zona por una recomendación de un amigo y como aún quedaba algo de tiempo aprovechamos para ver lo que queda de Little Italy y China Town. Durante los periodos de emigración europea hacia Estados Unidos del siglo 20 estos barrios tenían un carácter mucho más auténtico que a día de hoy. Imagino que los barrios tendrían una esencia propia del país de origen de la gente que allí vivía, con sus tiendas, restaurantes, bares y casas enfrascando las costumbres más mundanas, pero a día de hoy queda bastante poco de aquel entonces. Es cierto que ambos barrios tienen todavía cierto carácter, pero se nota algo más prefabricado y hecho para el turismo que porque sea el modo de vida propio del barrio. Aun así, merece la pena echar un vistazo si te pilla de paso como hicimos nosotros.
El restaurante INSERTAR fue todo un acierto. Fue una buena señal ver que había gente haciendo cola esperando para entrar y sobre todo cuando teníamos ya reserva. Desde luego que la comida parecía ser auténtica china sin demasiada influencia para satisfacer los paladares occidentales y debo decir que estaba muy buena y con cantidades suficientes para quedarte bien a gusto sin pagar una barbaridad.
Después de reposar la comida con un rato de sobremesa, salíamos del restaurante para hacer uno de los recorridos que más me gustan de Nueva York: cruzar hasta Brooklyn por el puente de Manhattan y regresar a Manhattan por el puente de Brooklyn, previo paso por lugares fabulosos como DUMBO. Desde China Town, el acceso al puente de Manhattan es directo ya que este desemboca en el mismo barrio. El acceso para peatones se encuentra a ambos lados del puente así que ojito y elige bien por cual quieres ir. El mejor lado para cruzar el East River es el paso que queda en la cara oeste del puente ya que desde éste tendrás una panorámica del puente de Brooklyn, así como del distrito financiero según vayas acercándote al final. Es una vista fabulosa gracias a la altura que te proporcionará el puente y a pesar de estar vallado a lo largo de todo su recorrido, algún travieso ha hecho algunos pequeños agujeros en la propia verja para tener una vista clara desde algunos de los mejores puntos.
El trayecto por el puente se hace fácilmente en unos 30 minutos parando a echar algunas fotos o a deleitarse con las vistas. Una vez llegamos a Brooklyn fuimos directamente a Washington Street ya que al no ser domingo el mercadillo vintage de DUMBO no estaba abierto. En esta calle que acabo de mencionar, se encuentra una de las "postales" más famosas de Brooklyn desde la cual se puede ver el puente de Manhattan entre dos edificios. Verás que está lleno de turistas buscando la misma instantánea, puede que incluso algunos profesionales buscando ese fondo para sus trabajos. Así que, como a nosotros, te tocará hacerte tu hueco para poder aprovechar esa imagen tan fantástica.
Después de pasar en la zona un rato, nos dirigimos a Pebble Beach, una pequeña playa situada entre los dos puentes y rodeada por un parque estupendo donde la gente va a pasar el día. Nosotros nos sentamos en unos escalones que hay construidos frente a la orilla para contemplar la magnífica estampa neoyorkina que se ve desde el lugar. Estuvimos unos minutos allí descansando el paseo previo y cogiendo fuerzas para el siguiente porque ahora tocaba volver por el que seguramente sea el puente más famoso de todo Nueva York, el puente de Brooklyn. Se accede rápidamente por unas escaleras y en este caso el paso para peatones no está en los laterales si no en el centro y por encima de los coches por lo que la visibilidad es fantástica a ambos lados del puente.
Mientras que el puente de Manhattan estaba prácticamente vacío, el puente de Brooklyn está lleno de gente, turistas en gran parte, y aunque se puede andar sin problema hay momentos en los que te puedes encontrar algún pequeño atasco debido a las fotos que se hace la gente (buscando que esté lo más vacío posible). Pero no te preocupes porque aun así merece mucho la pena.
Llegando al final de la tarde, concluimos nuestro paseo visitando brevemente World Trade Center en el distrito financiero. Es una zona que te deja con una sensación extraña, solemne, como de pena vacía. Tras los atentados del 11S está zona se reconstruyó y se dejaron el hueco de los cimientos de las dos Torres Gemelas en honor a todas las víctimas y en el subsuelo se construyó el 9/11 Memorial & Museum. Sin lugar a dudas es un lugar que se debe visitar.
Cuando terminamos con la rápida visita por la zona decidimos ir a descansar al hotel y cenar algo allí mismo, en la habitación, unos sándwiches que nos preparamos con alguna compra que hicimos el segundo día en un super cercano. Teníamos el cuerpo "moñeco" y sin muchas ganas de continuar andando por la ciudad. Nos dimos por satisfechos y a descansar que fuimos los ocho. Mañana más.
Para comenzar el día tenemos planificada la visita a uno de los lugares más famosos a nivel mundial en Nueva York: la Estatua de la Libertad. Para acceder a la isla en la que se encuentra es necesario tener el ticket con antelación y lo puedes comprar en unas taquillas en Battery Park (la zona cercana al muelle desde el cual salen los ferris hacia Liberty Island y Ellis Island) o reservarlo directamente online. Mi recomendación es que lo hagas online a través de webs como esta porque vas directamente al muelle a la hora que se requiere en función de tu reserva directamente, sin tener que hacer colas extra. En el caso de que elijas obtenerlo en las taquillas, ya sea mediante compra o canjeo con tarjeta turística, deberás ir con antelación presencialmente uno o dos días antes, esperar la cola que puede ser bastante larga si no madrugas y sacar las entradas para el día que elijas. Esta opción también la veo peligrosa ya que con tan poca antelación es probable que te quedes sin hueco para la hora que tenías pensada y eso te obligue a modificar tu itinerario. Ten en cuenta también que en función del tipo de entrada que hayas cogido podrás acceder a diferentes partes de la Estatua de la Libertad: la entrada general te permite pasear por toda la isla, la tipo "Pedestal" te permite acceso también a parte intermedia de la propia estatua y la tipo "Crown" te permite además subir hasta la corona.
Nuestro pase para coger el ferry era a las 09:00 am por lo que debíamos estar en los controles de entrada al muelle media hora antes, es decir, a las 08:30 am. Cogimos el desayuno en nuestro local de confianza tras recibir los amistoso comentarios del dueño y enfilamos para el metro dirección sur. En cosa de media hora estábamos ya saliendo del metro y caminando hacia el muelle. Desafortunadamente el día no acompaña y amenaza con lluvia. Ciertamente no es lo mejor si vas a viajar en ferry y a caminar por una isla en la que no hay cobertura, pero no queda otra. El control de acceso al ferry es estricto, con scanners, cacheos, apertura de mochilas/bolsos, como a cualquier infraestructura crítica. Son eficientes así que no tardarás mucho en atravesarlo.
Ahora toca subirse al ferry y hacemos una pequeña cola mientras llega al muelle para facilitar el embarque. Unos empleados te echan una mano y van organizando a la gente para que no se detengan en el acceso y, haciendo nuevamente gala de sus dotes organizativas, estamos todos los de este turno ya listos para zarpar. Con una lluvia fina cayendo sobre nosotros salimos rumbo Liberty Island.
Nosotros habíamos comprado la entrada general porque amigos que llegaron a subir hasta la corona nos lo desaconsejaron ya que al parecer no merece la pena pagar más por lo que llegas a ver desde arriba. Así que nos dedicamos a pasear alrededor de la estatua y echar unas cuantas fotos mientras la fina lluvia nos lo permitía.
Todos los tipos de entrada incluyen el acceso a Ellis Island donde se encuentra el Museo de la Inmigración que relata la historia de la ciudad de Nueva York desde que la habitaban los nativos norteamericanos, pasando por la época colonial, inmigración, industrialización y así hasta llegar a nuestros días. El mayor foco del museo está en los siglos XIX y XX, cuando los inmigrantes europeos llegaron en masa a la ciudad con la promesa del sueño americano. Podrás ver desde los libros utilizados para el registro de llegadas, los utensilios para los exámenes médicos, ropa de la época, el lugar donde se efectuaba cada una de las fases, los calabozos, etc. Es muy interesante y evidentemente está todo en inglés así que si no tienes conocimiento de este idioma y te interesa todo lo que vas a ver tendrás que adquirir una audioguía o se te hará un poco bola (como les pasó a nuestros padres.).
Nosotros disfrutamos mucho con la visita, sobre todo si te la tomas con calma (además que debido al horario de los ferris que van saliendo, estarás medio obligado a hacer tiempo hasta que llegue el siguiente). Aprenderás muchas curiosidades interesantes y podrás leer y ver relatos y evidencias reales de la época.
Cuando ya estaba cerca de llegar el ferry que nos cuadraba para volver fuimos al muelle correspondiente y esperamos. Nuevamente nos metieron a toda velocidad en el ferri y en un abrir y cerrar de ojos estábamos de vuelta en Battery Park. Caminamos ahora hacia Wall Street para hacer una parada por uno de los restaurantes de la zona, en concreto por Stone Street. Aquí encontrarás multitud de ellos y nosotros nos decantamos por Beckett's Bar & Grill de entre todas las opciones posibles. Es una taberna con comida de lo más típico, es decir, con cositas al uso tipo tex-mex y norteamericano, para todos los paladares. Nosotros estuvimos muy a gusto, tanto por el trato como por la relación calidad/precio.
Nuestro plan a continuación es hacer tiempo por el distrito financiero y alrededores hasta antes de la puesta de sol para subir al mirado del One World Trade Center y tener tiempo después para poder tomarnos algo en un rooftop mientras se pone el Sol. Vamos mientras tanto a pasar por la fachada del edificio de la bolsa de Nueva York, sede internacional de poder y manipulación económica sin medida, la escultura de la Fearless Girl, desafiante ante la fachada, y la escultura del Charging Bull que simboliza el alza de la bolsa. Se palpa en el ambiente el ritmo de vida frenético y sediento de dinero que debe fluir por las calles cada día, ya no sólo por la gente trajeada y con atuendos que proyectan elitismo sino también por la austeridad, seriedad y presencia de los propios edificios.
El recorrido es sencillo y lo hacemos rápido ya que en el toro no nos paramos porque, y seguro que ya te lo imaginabas, hay una cola interminable si no vas a primera o a última hora. La gente espera muy pacientemente para hacerse una foto con la escultura o para frotarle las joyas de la corona por superstición pura (wtf?). Continuamos caminando por Broadway dirección norte y paseamos por el parque del City Hall, el ayuntamiento. Tenemos la suerte de que ha salido ya el sol así que recuperamos todos los puntos perdidos de buen tiempo durante la mañana y seguimos aprovechando la tarde para deambular por más calles.
Llega la hora de subir a The One World Observatory y nos dirigimos a una de sus múltiples puertas para entrar al edificio más alto de Nueva York. Pasamos los diferentes controles y seguimos el camino que nos indican los empleados. Subimos a un ascensor y vamos a toda velocidad directos a la cima. Tras una experiencia de lo más norteamericana (que no te desvelaré para que la disfrutes en vivo) ya estamos arriba.
Es alucinante las vistas desde esta altura, parece totalmente irreal que estemos tan elevados. Las calles, los coches y los edificios parecen ser de juguete. El observatorio tiene una visibilidad de 360 grados, así que nos tiramos un buen rato disfrutando de las vistas desde todos los ángulos y según va cayendo la luz poco a poco. Antes de que se nos haga tarde y habiendo quedado satisfechos tras 13000 vueltas dentro del observatorio, nos movemos para llegar a tiempo al bar rooftop.
Teníamos una reserva en The Crown NYC, situado en China Town por lo que tuvimos que andar con algo de ritmo para llegar en el momento adecuado. Desafortunadamente no tenían hueco en la terraza por lo que empezamos en una zona interior cerveza en mano a reposar el día. El interior del sitio está genial pero aún así nuestra idea era poder ver Nueva York hacerse de noche desde la terraza del bar. Justo antes de quedarnos sin luz, una mesa quedó libre y negociamos con los camareros poder hacernos ahí un hueco, ya que al ser ocho personas la cosa no fue demasiado sencilla. Así que, con la segunda cervecita en mano, pudimos disfrutar de la puesta de sol mientras veíamos a los edificios iluminarse.
Una vez se puso el Sol por completo y no nos apetecía tomar nada más, fuimos al metro más cercano para ir de vuelta a la zona del hotel y cenar por allí. Tampoco podíamos retrasar mucho la hora de irnos a la cama porque al día siguiente teníamos contratado el tour a Washington y salía de Manhattan a las 06:00 am.
Saliendo el autobús a las 6 de la mañana, ni a desayunar nos da tiempo ya que no tenemos ninguna tienda abierta cerca. Nos preparamos para salir y pasar un día al completo fuera y tiramos para el punto de recogida que, afortunadamente, lo tenemos a escasas tres manzanas de nuestro hotel. Llegamos puntuales al punto de encuentro, unos 10 minutos antes de que llegue el bus que estaba realizando una parada previa en otro de los dos puntos de encuentro que establece este tour. Una vez que hemos subido todos y con el recuento completado al 100% partimos en dirección a la capital dando comienzo a la excursión a Washington D.C.
El trayecto dura unas 4 horas aproximadamente, sumándole una pequeña parada para tomar algo en una estación de servicio a mitad de camino. Esta parada la utilizamos para comprar un café y algo de desayuno porque estamos ya que nos subimos por las paredes del hambre que nos atacaba el estómago. En cuestión de unas pocas horas más estamos ya en la capital de los Estados Unidos y, concretamente, en el Cementerio Nacional de Arlington, nuestra primera parada.
Durante el trayecto nos han ido haciendo una breve introducción acerca de la ciudad, sobre los diferentes puntos clave que vamos a ver y así continúa el guía a nuestra llega al cementerio. La primera impresión que nos llevamos nos corta un poco la respiración debido a la gran extensión del cementerio lleno de pequeñas lápidas blancas. Según vamos caminando por los senderos habilitados, vamos siendo conscientes de la magnitud del cementerio y de la cantidad de tumbas que lo ocupan, la mayoría de ellas en nombre de militares caídos en combate y veteranos de guerra y otras en nombre a otros colectivos y ciertas celebridades. De alguna manera te abruma y te conmueve, pero con cierto sentimiento de orgullo patriótico.
El guía nos lleva por varios senderos diferentes, visitando varias áreas y todo ello lo acompaña de una gran explicación sobre curiosidades y datos importantes del camposanto. Desandamos el camino justo cuando en algún lugar se oyen tres tiros al aire, lo que significa que están de entierro en ese mismo instante en alguna de las colinas que llenan en lugar.
Nos montamos en el bus para acortar distancias y movernos ágiles y ahora paramos en la otra orilla del río Potomac para visitar el Monumento a Abraham Lincoln. Situado dentro de un gran edificio, con una estética muy parecida a un templo, se encuentra la estatúa en honor al decimosexto presidente de los Estados Unidos y que fue una gran figura durante uno de los peores momentos de crisis interna que sufrió el país: la guerra civil. Sentado en un sillón se muestra su imagen tallada en mármol blanco y, sobre ésta, una frase: "En este templo, así como en los corazones de las personas por las que salvó la Unión, la memoria de Abraham Lincoln se consagra para siempre".
Desde lo alto de las escaleras que acceden al monumento, pudimos también observar la bella panorámica de toda la zona con el Monumento a Washington en la mitad y el Capitolio de fondo. Tocaba cambio de lugar y fuimos caminando a los monumentos a los veteranos de las guerras de Vietnam y Korea, en ellos hay varias esculturas que representan a los combatientes, así como murales donde aparecen los nombres de los soldados. Nada más acabar, subimos nuevamente al autobús y nos dirigimos a comer. Nos llevan a una zona de oficinas donde podemos encontrar varios sitios y entre ellos una especie de buffet libre que es donde come el guía y la gran mayoría de nosotros.
Para concluir la visita nos llevan después de comer al Capitolio, para verlo por fuera y sin tiempo para acercarnos mucho, pero nos sirve para dar una vuelta y echar alguna foto; finalmente nos movemos, de nuevo en bus, a la Casa Blanca y estamos unos cuantos minutos escuchando las explicaciones del guía y mirando lo que se ve desde tanta distancia. Esta última parte es bastante breve y tampoco es que de para mucho más por lo que subimos al bus rápido y emprendemos el viaje de vuelta a Manhattan, con una brevísima parada para ir al servicio entre medias.
Después de unas cuantas horas de viaje, paramos en New Jersey en Hamilton Park situado en la orilla opuesta a Hell's Kitchen, cuando ya es de noche para observar una panorámica más de Manhattan de noche. Es brutal como luce está ciudad cuando ha caído el sol. Cuando hemos quedado satisfechos, el guía comienza a llamarnos para finalizar el tour en el mismo lugar que nos recogieron en mitad de Manhattan.
Aprovechando que todavía no es demasiado tarde, repetimos cena en un Shake Shack para matar el antojo de comida basurilla, de verdad que están encima muy ricas. Después seguimos caminando directos al hotel para descansar después de la paliza de visitas y autobús.
El plan para hoy es que no hay plan, nos dejamos este día y el siguiente como "reserva" para poder incluir planes que no requirieran demasiada planificación y que dejaran tiempo libre para poder improvisar. El día amaneció feo feísimo, con muchísimas nubes bajas y una fina lluvia que incitaba a quedarse tranquilamente en casa, pero si estás de viaje en otro continente eso no puede ocurrir así que decidimos tomarnos el día con calma. Comenzamos desayunando con nuestro camarero vacilón en el local al pie del hotel, sin prisa, degustando el desayuno y haciendo uso del café infinito del que dispone este sitio. Cuando terminamos de comer, subimos a la habitación, cogimos paraguas, chubasquero y cualquier útil que nos pudiera proteger medianamente bien de la lluvia y fuimos hacia el metro. Como primer plan de improvisación hemos decidido visitar Coney Island, en Brooklyn, para ver el largo paseo marítimo de madera, las atracciones que tienen allí montadas y descubrir alguna de las playas de Nueva York. Sí, lo sé, no es un plan playero de lo más apetecible cuando está lloviendo pero era una opción nueva, fuera de los itinerarios más comunes y como teníamos tiempo de sobra... . Fuimos andando hasta la boca de metro más cercana que tuviera acceso a las líneas D o F y nos montamos en el metro.
El trayecto es largo, ya que dura poco más de una hora, pero por fortuna es línea directa así que en cuanto pudimos coger un sitio para estar sentados el viaje se hizo bastante cómodo y rápido. Uno de los puntos más bonitos del trayecto es cuando cruzas por el puente de Manhattan ya que cruzar un puente en metro no es algo muy habitual. Nos hicimos algo de lío al salir de la estación cuando llegamos a Coney Island-Stillwell, ya que no sabíamos el nombre exacto de la calle que quedaba más cerca de la zona que queríamos visitar, así que apostamos por una de ellas aleatoriamnete. Ya una vez fuera, andando rumbo hacia la playa encuentras rápidamente el paseo y las atracciones de la feria.
Como ya sabíamos, la feria estaría cerrada y, no sólo por las atracciones, sino también por el resto de locales que comparten espacio en el muelle. Así que es un paseo que aprovechamos para ver la playa, andar por el muelle, mirar las atracciones apagadas y poco más. Damos también una vuelta por los alrededores para ver un poco la vida de la zona, pero por culpa de la lluvia decidimos volver al metro y regresar a Manhattan. Debido al tiempo que se necesita para ir y volver ya casi es la hora de comer por lo que, aprovechando que la propia línea nos deja cerca, vamos directos hacia Katz's. Es uno de los lugares más populares y recomendados para visitar si vas a Nueva York y el éxito se debe a su sándwich de pastrami. Con un precio muy bueno, un servicio súper rápido y un local con una gran ambientación te merecerá la pena esperar los más de 30 minutos que hay normalmente de cola. El sándwich es enorme y viene con guarnición de encurtidos y si además pides raciones de patatas fritas para compartir te quedarás con la tripa llena y contenta.
El día sigue nublado, aunque ya ha dejado de llover, por lo que vamos subiendo por la calle Broadway desde la 14 hasta la 43, pasando por Flat Iron district (y viendo el famoso edificio, aunque tuvimos la mala suerte de que lo tenían cubierto con andamios por obras), entramos en algunos comercios para ver si se nos antojaba alguna compra y finalizamos en Rockefeller Center para subir a uno de los miradores más famosos de toda la ciudad, Top of the Rock. Habíamos comprado las entradas haciendo uso de nuestra tarjeta turística hacía unos días, pero lamentablemente hoy no vamos a poder subir. El tipo que está en la entada controlando el acceso nos pone en aviso de que la visibilidad es nula debido a que las nubes están demasiado bajas por lo que nos señala el mostrador y nos recomienda que cambiemos el día. Este imprevisto nos deja con poco margen de maniobra para el cambio ya que en un par de días volamos de vuelta a Madrid y todavía peor si queremos reservar el horario de entrada para ver la puesta de sol. Como hemos venido a jugar, cambiamos el ticket para el día siguiente, por la tarde, con la esperanza de que haga mejor tiempo y podamos subir para la puesta de sol y el anochecer en Nueva York.
La lluvia y los paseos han dejado KO a la mayoría del grupo por lo que solamente salimos a cenar 4 de los 8 que somos cuando llega la hora tras haber estado en el hotel reposando. Por recomendación de un amigo vamos a Black Iron Burger, a ver si conseguimos aborrecer a nuestro estómago a base de meterle otra burger. Riquísimas de sabor y con un tamaño perfecto, nos quedamos nuevos tras cenar allí y encima estaban estupendamente de precio. Vuelta para el hotel y a descansar para pasar nuestro último día completo en Nueva York.
La suerte no nos sonríe en cuanto a la meteorología se refiere, pero a decir verdad las nubes parecen estar algo más elevadas que ayer. Viendo el panorama que nos espera, gastamos una de las balas que teníamos reservadas para un día con mal tiempo y vamos a visitar el Museo de Historia Natural tras desayunar en el pequeño local que tan bien nos ha estado atendiendo estos días. Cogemos el metro, línea directa, y en cosa de 20 minutos estamos en la estación del museo. Tenemos que dar alguna vuelta para buscar la entrada principal ya que es enorme, y ocupa una manzana entera prácticamente, pero una larga fila de gente esperando delata el lugar que estábamos buscando.
Aunque larga, la cola se mueve deprisa y no tardamos más de 30 minutos en llegar al mostrador y utilizar nuevamente la tarjeta turística para entrar. El Museo de Historia Natural tiene exposiciones de historia de la humanidad, espacio, ciencia, pero las más populares son las salas que muestran dinosaurios o fauna y flora de todo el planeta. Si quieres ver el museo lentamente y disfrutarlo al 100% necesitarás varios días, pero si con una visita básica te sirve, en tres horas habrás quedado más que satisfecho. Nosotros así lo hicimos y vimos bastantes exposiciones, con tranquilidad y sin prisa, pero sin pararnos en absolutamente todos los expositores ni leyendo todos los carteles informativos.
Una vez saciada la mente era hora de saciar el cuerpo y fuimos a otro de los lugares más populares de Nueva York para comer perritos calientes: Gray's Papaya. De no ser porque alguna paloma se colaba en el local, la comida habría estado muy bien porque los perritos están muy ricos, son contundentes si le pones bien de toppings y si eso lo riegas con uno de sus zumos te quedas niquelado.
Una vez que reposamos la comida y viendo que el tiempo no mejoraba, fuimos algo antes de la hora a Rockefeller Center por dos razones: para ver cómo estaba la visibilidad en ese momento y, en caso de ser buena, subir o, en caso de ser mala, esperar o cambiarlo al día siguiente. Como era buena decidimos subir, pero, ayuda, nuestras entradas no son válidas. Nos quedamos perplejos ya que las habíamos cambiado ayer mismo en ese mostrador... tras hablar con un chico que tuvo que llamar a su manager en vista de que no parecía estar entendiendo el problema, conseguimos resolverlo con alguna dificultad debido a la actitud del personal. Al ascensor y directos al mirador.
El mirador se compone de tres secciones, la primera cubierta, y las otras dos son al aire libre y una más elevada que la otra. La gran ventaja es que está bastante cerca de Central Park y si miras hacia el sur tendrás una de las imágenes neoyorkinas más increíbles al poder ver el Empire State y el One World Trade Center combinados. Nosotros pasamos la tarde moviéndonos entre los tres diferentes miradores según iba cambiando la luz para poder así observar cada milímetro de Nueva York en todas las transiciones posibles a pesar del cielo tan nublado que teníamos encima.
Desafortunadamente para las fotos que tenía pensado hacer, el día estaba terriblemente mal, con una luz muy pobre y una claridad que quemaba los brillos y el fondo. Así que nos dedicamos a observar y hacer fotos mentales de esa gran estampa que nos proporcionó Top of the Rock. Esperamos hasta que se hizo de noche y enfilamos para el hotel con una parada de despedida nuevamente en Shake Shack. Sí, aunque repetitivo optamos por una opción sencilla y barata sin mucho lujo para decir adiós a nuestra última noche en la ciudad.
Una vez en el hotel, comenzamos a dejar preparada la maleta, con toda la ropa, compras, cables, baterías y demás artilugios para despertarnos al día siguiente con calma
.Último día en Nueva York y toca hacer checkout en recepción. Lo gestionamos rápido y dejamos las maletas guardadas (previo pago) y vamos a desayunar a una pastelería que hemos visto con buenas opiniones. Nos tomamos un café y un bollo cada uno en Angelina Bakery NYC, y estaba todo increíble. Se puede ver como preparan la bollería en directo ya que tienen una cocina vista. Había de muchos tipos, con diferentes cuberturas y rellenos. Aprovechamos el resto de la mañana para dar un breve paseo hacia la Biblioteca Pública, verla por dentro y sentarnos a la fresca en Bryant Park después de cotillear un mercadillo que tenían en la propia plaza.
Llegando la mañana a su fin, fuimos a la estación central, ver de nuevo el edificio Chrysler y finalizar en un restaurante con la última comida del viaje. Fuimos a uno de los restaurantes de Nueva York recomendados por muchos blogs, por sus deliciosas hamburguesas y monstruosos batidos: Black Tap. Nos lo tomamos con calma y saboreamos cada bocado, con cierto toque a nostalgia, ya que el viaje llega a su fin. Nos quedamos con ganas de probar los batidos, pero con la hamburguesa y el reciente desayuno estábamos hasta arriba. Cuando terminamos la sobremesa fuimos ya para el hotel a esperar a que el transporte privado que teníamos contratado para ir al aeropuerto nos diera el aviso y emprendiéramos el camino de vuelta a casa.
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