21 días atravesando el gigante asiático
China es un país desconocido para muchos occidentales del cual sabemos lo que nos cuentan y vemos a través de internet, la televisión y las redes sociales. Esta información dista mucho de lo que realmente verás si visitas el país y, no solamente por la falta de información, sino porque el país cambia según te vas moviendo por todo el terriotirio y, con él, sus paisajes, gastronomía y su gente.
En 2019, y justo dos meses antes de que el virus COVID-19 comenzará su expansión, cinco amigos y yo visitamos este gran país haciendo un viaje de 21 días por libre en China siguiendo una ruta de norte a sur pasando por varias ciudades importantes de gran interés cultural y natural. Caminamos por la Gran Muralla China, paseamos bajo la mirada de los budas de las grutas de Yungang, formamos con los guerreros de terracota, nos perdimos entre montañas en el parque nacional de Zhangjiajie, probamos incontables platos autóctonos, nos sentimos casi famosos por la gran cantidad de fotos que nos pedían los locales y muchas cosas más durante este fabuloso, éxotico y único viaje.
Ahora que ya tienes seleccionado el destino y la duración del viaje aproximada toca hacerse las típicas preguntas, ¿cómo llego a mi destino? ¿cómo me desplazaré por China? ¿qué moneda tienen? ¿dónde comeré?
Son muchas y variadas las dudas que vienen acompañadas de ese cosquilleo inicial cuando se empieza a preparar un viaje, así que te dejo un pequeño resumen a continuación de lo que para mí son los pilares fundamentales de una buena planificación aplicados a esta fabulosa ciudad.
Hay varias alternativas para comenzar un viaje por China y es llegando al país a través de los siguientes aeropuertos internacionales:
• Aeropuerto Internacional de Pekín: situado a escasos kilómetros al noreste del centro de la capital ostenta el título de ser el aeropuerto más importante de Asia y el segundo más transitado del mundo. Tiene conexión directa con las líneas de metro lo que te permite entrar de manera directa en la ciudad.
• Aeropuerto Internacional de Hong Kong: situado en la isla de Chek Lap Kok, fue el resultado de una obra de ingeniería brutal, al tener que ampliar de manera artificial la isla para dar cavida a un aeropuerto tan grande. Muy bien conectado con la ciudad a través del metro, pese a estar situado en una isla, también es una opción fácil y sencilla de entrar al país. Como pequeña contrapartida, tendrás que hacer un pequeño control de aduanas al salir (o entrar) de Hong Kong.
• Aeropuerto de Shanghái-Pudong : localizado en la ciudad más moderna de China, también ofrece fabulosas conexiones con la ciudad de Shanghái.
Una vez que has cruzado cualquiera de sus entradas internacionales puedes moverte dentro del país de diversas formas:
• Vuelos internos: muy útil cuando el trayecto es de muy larga distancia y no es factible realizarlo por tren, ya sea porque no hay una conexión cómoda o por ahorrar tiempo para el viaje.
• Tren: la más recomendable por su precio, rapidez y comodidad es el tren. China goza de tener grandes conexiones ferroviarias entre muchas de sus ciudades, conectadas por líneas de alta velocidad que conforman la red de alta velocidad más grande del mundo. Desde el punto de vista de viajeros como nosotros es un enorme punto a favor, ya que el tren es un transporte más cómodo que un autobús o un avión.
• Metro: dentro de las grandes ciudades es una forma fabulosa de llegar rápidamente a los lugares de interés y cruzar la ciudad de un extremo a otro. En China, las grandes urbes son verdaderamente grandes, es algo desproporcionado, por lo que el metro será tu aliado para hacer trayectos largos dentro de la ciudad.
• Autobús: es una opción muy útil para moverte entre ciudades con trayectos muy cortos entre ellas y para llegar a destinos que no tengan una estación de tren o un aeropuerto relativamente cerca. Las líneas de transporte público funcionan bien y son útiles para llegar a puntos turísticos sin pagar mucho dinero (aunque es probable que haya bastante gente dentro del bus).
• Transporte privado: desde mi punto de vista y, salvo que lo tengas contratado para algún tipo de excursión, es el último recurso. Es una alternativa al autobús para trayectos cortos pero más cara, aunque si negocias un buen precio con una agencia local o con el propio alojamiento es posible que te salga a cuenta.
En general todos los medios de transporte ofrecen un servicio cómodo, limpio, eficiente y de precio asequible.
Encontrarás ofertas de todo tipo, desde albergues sorprendentemente baratos que rondan los 5€ la noche, hasta hoteles de lujo inalcanzable y pasando por una amplia gama media que tiene alojamientos para todos los gustos.
Como siempre es bueno fijarse en los comentarios y opiniones de los demás viajeros para elegir la opción que más fiel sea a las características ofrecidas por el alojamiento, ya que en ocasiones las fotos o el anuncio de un sitio no va a casar directamente con lo que verdaderamente ofrecen y viceversa.
Debes tener en cuenta que la categorización de alojamientos se hace acorde a la bara de medir asiática, es decir, que sus estándares son algo más bajos que en occidente. De esta forma, como me ocurrió a mi, encontrarás hoteles de cuatro estrellas con objetos taponando la ducha debido a que es común que se cuelen insectos, por ejemplo. Esto hace que los albergues que son muy baratos tengan unas condiciones verdaderamente malas.
En China vas a encontrar en la mayoría del territorio las cuatro estaciones de primavera, verano, otoño e invierno. Sin embargo y debido a su gran tamaño y variada orografía, las condiciones meteorológicas varían mucho dependiendo de la zona encontrándote con inviernos muy duros, otoños lluviosos o veranos húmedos y calurosos.
• Primavera: las temperaturas comienzan a ser más cálidas en la mayoría del territorio, lo que abre el abanico de posibilidades para visitar la mayor parte del país. Esto facilita los planes de exterior y visitas culturales al aire libre, lo cual es muy impotante en un país como China.
• Verano: vas a poder aprovechar más horas de sol y un tiempo fresco en zonas altas como el Tibet. Sin embargo, en grandes ciudades como Pekín vas a encontrar elevadas temperaturas y en el sur, con un clima más cercano a uno tropical, también una elevada humedad.
• Otoño: es otra de las mejores épocas para visitar el país, de nuevo por las temperaturas. Tendrás que lidiar con alguna lluvia durante tu trayecto pero no te ocasionará ningún contratiempo grave. Debido a la mayor probabilidad de lluvia, habrá más nubosidad y esto afecta a las zonas montañosas entorpeciendo la visibilidad y dificultando las caminatas..
• Invierno: seguramente el frío te va a impedir disfrutar en la mayor parte del país, sobre todo en la zona norte, encontrándote nevadas y muy bajas temperaturas. Para disfrutar de un viaje completo a lo largo del país es sin duda la peor opción siempre y cuando no estés mentalizado para pasar frío.
Resumiendo las mejores épocas para viajar a China y poder recorrer el país con tiempo para visitar varias localidades a lo largo y ancho del mismo serían primavera y otoño. Ambas gozan de temperaturas estables y similares para diferentes lugares del país y sin prácticamente contras.
La gran mayoría son de índole comercial y cultural, es decir, visitar lugares emblemáticos relacionados con la sociedad y cultura chinas por las que vas a tener que abonar un precio concreto. Siendo un país con un gran legado cultural e histórico vas a encontrar muchas formas de disfrutar de éste. Si que es cierto que en ocasiones los palacios, murales, plazas o murallas están rehabilitados o, incluso, reconstruidos durante la era moderna lo que hace que los monumentos, sobre todo los reconstruidos, tengan un aire cutre. Aún así, la mayor parte de la oferta merece la pena sin duda alguna.
Otra de las grandes actividades es la comida. Sobre todo en España, los restaurantes chinos se hicieron muy populares durante la década de los 90, asentando una fama que catapultó estos restaurantes a tener una presencia estable y formar parte de los planes cotidianos (sobre todo en grandes ciduades). Sin embargo, la mayoría sirven una comida comercial y orientada al paladar occidental por lo que poder probar la auténtica comida china y encima en sus lugares de origen es un auténtico deleite.
Una mochila grande de trekking será tu aliada en un viaje de este estilo. A pesar de que China es un país urbanizado y con una infraestructura superior al sudeste asiático, vas a tener que andar mucho en los momentos de llegada y salida de una ciudad para moverte hasta o desde el hotel desde o hasta la terminal o estación donde esté tu transporte.
Teniendo esta limitación de espacio y viajando en épocas donde vas a tener que tener algo de abrigo vas a sacrificar variedad en cuanto a modelitos y hacer uso de alguna lavandería a lo largo del trayecto. Lleva sudaderas o forros polares y combínalos con alguna chaqueta de entretiempo. Usarás pantalón largo en casi todo el viaje y harás más uso de ropa de corto cuando llegues a la zona sur, ve gestionando el orden de tu equipaje en la mochila a medida que vayas notando el ascenso de las temperaturas y la humedad (en el caso de que vayas de norte a sur).
En cuanto al calzado lleva uno deportivo, cómodo y que transpire bien ya que vas a pasar mucho tiempo al día caminando (seguramente no bajes de los 10 kilómetros de media diarios) tanto por ciudades como por caminos de tierra y sendas de trekking.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Debido a la política de China relacionada con la censura y el aislamiento, necesitarás contratar un servicio de VPN para poder acceder por internet a tus aplicaciones y contenidos más habituales. Es algo fácil de realizar, en webs como ExpressVPN. Tendrás que acceder a una red y después activar la VPN.
También relacionado con este tema están los navegadores. Los habituales, como Google Maps, pueden tener errores a la hora de proporcionar indicaciones o datos. Por esta razón deberás usar otras alternativas como Maps.me.
Hablando de cargadores, un adaptador de enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en China es de tipo A (en conjunto con los de tipo C e I) y se encuentra disponible en la mayoría de estos adaptadores. Si eres de los que necesita cargar varios dispositivos o baterías cada noche, un cargador con varias clavijas USB es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio). Con una powerbank tendrás la espalda cubierta si te vas quedando sin batería en momentos críticos y no tengas enchufes cerca, que puede ser bastante habitual.
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos urbanas, de la ciudad, los parques, gente y retratos, por lo que lo ideal sería llevar una o varias lentes con rangos entre 24mm y 200mm. Tendrás la versatilidad de recrearte con fotos que capturen monumentos al completo, panorámicas de paisajes, planos detalle y retratos. El país te va a ofrecer un sin fin de posibilidades para realizar fotos de este estilo. Si tienes la fortuna de haber invertido en objetivos luminosos vas a disfrutar muchísimo de noche también. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
China es una de las civilizaciones más antiguas del mundo y ha sido dominante en la región de Asia oriental extendiendo su influencia por el continente en materias como economía, idioma, filosofía, arte y gastronomía, entre otras. Desde la época de las dinastías en la cual el país estaba fragmentado y pasando por la China imperial, en la que el terriotrio estaba bajo el gobierno de una sola dinastía, llegamos al siglo XX donde el imperialismo tocó fondo y tras una serie de guerras con Japón y conflictos internos se declaraba la República Popular China, antecesora de la China actual. Reformas y movimientos con aire comunista sumieron en grandes dificultades al país durante las últimas décadas del siglo y dejaron a la mayoría de la población sumida en la pobreza.
Sin embargo y debido a la globalización este no fue un estado permanente. Desde hace cientos de años, China ha sido uno de los principales fabricantes de manufacturas y exportador a nivel mundial y esto es algo que hemos vivido como un auténtico bombazo en las últimas décadas. Si bien es cierto que el crecimiento económico del país es asombroso, la filosofía y el control centralizado del gobierno ha impedido que su población mejore paralelamente a este progreso económico, no solamente en calidad de renta per cápita sino que debido al gran impulso de producción del país produjeron falta de recursos naturales, excesiva contaminación en algunos lugares y masificación de la población en ciertas zonas, reduciéndose así el nivel de calidad de vida.
A nivel internacional la percepción que en occidente se tiene de China es de ser un país con una población desmesurada, empobrecida, que vive en condiciones cercanas a la pobreza, con una cultura de la higiene que deja mucho que desear, algo hortera y que se dedican a nutrir de productos los "todo a 100". Hay parte de verdad en estas afirmaciones pero quedan algo pobres y, sobre todo, denotan desconocimiento hacia su cultura. Es cierto que hay diferencias culturales, eso es evidente, pero se deja de lado la amabilidad, las ganas de conocer y aprender, de adaptarse y mejorar tanto en lo cultural como en lo social. Te van a soprender como su gente intenta dialogar contigo, conocer tu origen, hacerse fotos, practicar inglés o enseñarte parte de su cultura y vida cotidianas.
La moneda de curso legal oficial de China es el renminbi y la unidad básica de esta moneda es el yuan que también es el nombre por el cual se conoce a la propia divisa.
Para relizar pagos la tarjeta la reservamos para hoteles, tiendas comerciales en grandes ciudades y algún restaurante. Por otro lado, el efectivo fue lo más usado y todos llevábamos cierta cantidad para pagar comidas, entradas en lugares culturales y hacer compras en locales pequeños o mercados. Para obtener efectivo usábamos sobre todo una tarjeta de crédito para viajes, intentando que nos cobraran la menor comisión posible.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Las grandes ciudades en China gozan de tener una buena infraestructura y que, a vista de un ciudadano de a pie, parecen funcionar bien, de manera eficiente y que aporta ciertas garantías. En los lugares más pequeños, la cosa cambia y la sensación es diferente situando estas ciudades pequeñas en un nivel bajo en lo que a infraestructura se refiere. Por lo tanto, el riesgo de posibles accidentes y la asistencia recibida será más positiva en grandes ciudades que en poblaciones de menor tamaño o zonas rurales.
El sistema sanitario en china no es gratuito de manera que cuidado con tener que acudir a cualquier hospital o necesitar algún tipo de asistencia médica. Para evitar sustos innecesarios debes llevar contratado un seguro de viajes que tenga unas coberturas mínimas para disfrutar de tu viaje tranquilamente.
En las calles vas a notar un nivel de suciedad más alto que en las principales ciudades de occidente, sobre todo en poblaciones pequeñas. Es probable que haya olores en mercados y zonas rurales que te hagan arrugar la nariz pero se queda ahí. A pesar de la leyenda popular que tacha a los ciudadanos chinos de "guarros" (y que escupen constantemente) no es cierto. Como ya he comentado, el estándar es más bajo que al que estamos acostumbrados en occidente pero se soporta estupendamente y en ningún momento tienes la sensación de estar rodeado de suciedad, basura o mugre.
No hay vacunas o tratamientos necesarios para viajar a China. Sin embargo, estar vacunado contra la COVID-19 o la Hepatitis A reducirá el riesgo de tener un susto extra.
Se puede entrar al país si tienes posesión de un pasaporte español sin necesidad de visado por una estancia inferior a 15 días y hasta el 30 de noviembre de 2024. sino cumples estas características es necesario obtener un visado. El proceso para obtener el visado se realiza a través de la siguiente página web y es un proceso sencillo pero requiere de cierta paciencia.
Durante el proceso te solicitarán una serie de requisitos, así como documentos como pasaporte, billete de entrada y salida del país y las reservas de cada uno de los hoteles en los que vas a alojarte durante tu estancia. Lo más sencillo es acudir a una de las oficinas que el gobierno tiene preparadas para tal efecto en tu país de residencia y realizar allí el proceso de aplicación para el visado. Yo lo realicé cuando vivía en Frankfurt (Alemania) y, pese a estar en otro país, no tuve ningún problema y obtuve el visado a la primera.
En cuanto a la seguridad se refiere, se puede afirmar que es un país seguro. En ningún momento tuvimos la sensación de estar en peligro o de entrar en zonas peligrosas y de alto potencial delictivo. Aunque en ocasiones nos asediaban para ofrecernos transporte, ofertas o paquetes turísticos se quedaba ahí, es decir, que ni siquiera daba la sensación de que nos estuvieran queriendo estafar más allá de que la oferta era más alta de lo que debía pagar un local.
Durante nuestro viaje, estaban en activo las protestas en Hong Kong contra el gobierno y ni siquiera con ese ambiente vimos altercados o sentimos que pudiéramos salir perjudicados por estar en la ciudad. Sin embargo es mejor ser prudente y evitar cualquier zona de riesgo por revueltas, delincuencia o situaciones de índole similar.
Hay varias alternativas para comenzar un viaje por China y es llegando al país a través de los siguientes aeropuertos internacionales:
• Aeropuerto Internacional de Pekín: situado a escasos kilómetros al noreste del centro de la capital ostenta el título de ser el aeropuerto más importante de Asia y el segundo más transitado del mundo. Tiene conexión directa con las líneas de metro lo que te permite entrar de manera directa en la ciudad.
• Aeropuerto Internacional de Hong Kong: situado en la isla de Chek Lap Kok, fue el resultado de una obra de ingeniería brutal, al tener que ampliar de manera artificial la isla para dar cavida a un aeropuerto tan grande. Muy bien conectado con la ciudad a través del metro, pese a estar situado en una isla, también es una opción fácil y sencilla de entrar al país. Como pequeña contrapartida, tendrás que hacer un pequeño control de aduanas al salir (o entrar) de Hong Kong.
• Aeropuerto de Shanghái-Pudong : localizado en la ciudad más moderna de China, también ofrece fabulosas conexiones con la ciudad de Shanghái.
Una vez que has cruzado cualquiera de sus entradas internacionales puedes moverte dentro del país de diversas formas:
• Vuelos internos: muy útil cuando el trayecto es de muy larga distancia y no es factible realizarlo por tren, ya sea porque no hay una conexión cómoda o por ahorrar tiempo para el viaje.
• Tren: la más recomendable por su precio, rapidez y comodidad es el tren. China goza de tener grandes conexiones ferroviarias entre muchas de sus ciudades, conectadas por líneas de alta velocidad que conforman la red de alta velocidad más grande del mundo. Desde el punto de vista de viajeros como nosotros es un enorme punto a favor, ya que el tren es un transporte más cómodo que un autobús o un avión.
• Metro: dentro de las grandes ciudades es una forma fabulosa de llegar rápidamente a los lugares de interés y cruzar la ciudad de un extremo a otro. En China, las grandes urbes son verdaderamente grandes, es algo desproporcionado, por lo que el metro será tu aliado para hacer trayectos largos dentro de la ciudad.
• Autobús: es una opción muy útil para moverte entre ciudades con trayectos muy cortos entre ellas y para llegar a destinos que no tengan una estación de tren o un aeropuerto relativamente cerca. Las líneas de transporte público funcionan bien y son útiles para llegar a puntos turísticos sin pagar mucho dinero (aunque es probable que haya bastante gente dentro del bus).
• Transporte privado: desde mi punto de vista y, salvo que lo tengas contratado para algún tipo de excursión, es el último recurso. Es una alternativa al autobús para trayectos cortos pero más cara, aunque si negocias un buen precio con una agencia local o con el propio alojamiento es posible que te salga a cuenta.
En general todos los medios de transporte ofrecen un servicio cómodo, limpio, eficiente y de precio asequible.
Encontrarás ofertas de todo tipo, desde albergues sorprendentemente baratos que rondan los 5€ la noche, hasta hoteles de lujo inalcanzable y pasando por una amplia gama media que tiene alojamientos para todos los gustos.
Como siempre es bueno fijarse en los comentarios y opiniones de los demás viajeros para elegir la opción que más fiel sea a las características ofrecidas por el alojamiento, ya que en ocasiones las fotos o el anuncio de un sitio no va a casar directamente con lo que verdaderamente ofrecen y viceversa.
Debes tener en cuenta que la categorización de alojamientos se hace acorde a la bara de medir asiática, es decir, que sus estándares son algo más bajos que en occidente. De esta forma, como me ocurrió a mi, encontrarás hoteles de cuatro estrellas con objetos taponando la ducha debido a que es común que se cuelen insectos, por ejemplo. Esto hace que los albergues que son muy baratos tengan unas condiciones verdaderamente malas.
En China vas a encontrar en la mayoría del territorio las cuatro estaciones de primavera, verano, otoño e invierno. Sin embargo y debido a su gran tamaño y variada orografía, las condiciones meteorológicas varían mucho dependiendo de la zona encontrándote con inviernos muy duros, otoños lluviosos o veranos húmedos y calurosos.
• Primavera: las temperaturas comienzan a ser más cálidas en la mayoría del territorio, lo que abre el abanico de posibilidades para visitar la mayor parte del país. Esto facilita los planes de exterior y visitas culturales al aire libre, lo cual es muy impotante en un país como China.
• Verano: vas a poder aprovechar más horas de sol y un tiempo fresco en zonas altas como el Tibet. Sin embargo, en grandes ciudades como Pekín vas a encontrar elevadas temperaturas y en el sur, con un clima más cercano a uno tropical, también una elevada humedad.
• Otoño: es otra de las mejores épocas para visitar el país, de nuevo por las temperaturas. Tendrás que lidiar con alguna lluvia durante tu trayecto pero no te ocasionará ningún contratiempo grave. Debido a la mayor probabilidad de lluvia, habrá más nubosidad y esto afecta a las zonas montañosas entorpeciendo la visibilidad y dificultando las caminatas..
• Invierno: seguramente el frío te va a impedir disfrutar en la mayor parte del país, sobre todo en la zona norte, encontrándote nevadas y muy bajas temperaturas. Para disfrutar de un viaje completo a lo largo del país es sin duda la peor opción siempre y cuando no estés mentalizado para pasar frío.
Resumiendo las mejores épocas para viajar a China y poder recorrer el país con tiempo para visitar varias localidades a lo largo y ancho del mismo serían primavera y otoño. Ambas gozan de temperaturas estables y similares para diferentes lugares del país y sin prácticamente contras.
La gran mayoría son de índole comercial y cultural, es decir, visitar lugares emblemáticos relacionados con la sociedad y cultura chinas por las que vas a tener que abonar un precio concreto. Siendo un país con un gran legado cultural e histórico vas a encontrar muchas formas de disfrutar de éste. Si que es cierto que en ocasiones los palacios, murales, plazas o murallas están rehabilitados o, incluso, reconstruidos durante la era moderna lo que hace que los monumentos, sobre todo los reconstruidos, tengan un aire cutre. Aún así, la mayor parte de la oferta merece la pena sin duda alguna.
Otra de las grandes actividades es la comida. Sobre todo en España, los restaurantes chinos se hicieron muy populares durante la década de los 90, asentando una fama que catapultó estos restaurantes a tener una presencia estable y formar parte de los planes cotidianos (sobre todo en grandes ciduades). Sin embargo, la mayoría sirven una comida comercial y orientada al paladar occidental por lo que poder probar la auténtica comida china y encima en sus lugares de origen es un auténtico deleite.
Una mochila grande de trekking será tu aliada en un viaje de este estilo. A pesar de que China es un país urbanizado y con una infraestructura superior al sudeste asiático, vas a tener que andar mucho en los momentos de llegada y salida de una ciudad para moverte hasta o desde el hotel desde o hasta la terminal o estación donde esté tu transporte.
Teniendo esta limitación de espacio y viajando en épocas donde vas a tener que tener algo de abrigo vas a sacrificar variedad en cuanto a modelitos y hacer uso de alguna lavandería a lo largo del trayecto. Lleva sudaderas o forros polares y combínalos con alguna chaqueta de entretiempo. Usarás pantalón largo en casi todo el viaje y harás más uso de ropa de corto cuando llegues a la zona sur, ve gestionando el orden de tu equipaje en la mochila a medida que vayas notando el ascenso de las temperaturas y la humedad (en el caso de que vayas de norte a sur).
En cuanto al calzado lleva uno deportivo, cómodo y que transpire bien ya que vas a pasar mucho tiempo al día caminando (seguramente no bajes de los 10 kilómetros de media diarios) tanto por ciudades como por caminos de tierra y sendas de trekking.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Debido a la política de China relacionada con la censura y el aislamiento, necesitarás contratar un servicio de VPN para poder acceder por internet a tus aplicaciones y contenidos más habituales. Es algo fácil de realizar, en webs como ExpressVPN. Tendrás que acceder a una red y después activar la VPN.
También relacionado con este tema están los navegadores. Los habituales, como Google Maps, pueden tener errores a la hora de proporcionar indicaciones o datos. Por esta razón deberás usar otras alternativas como Maps.me.
Hablando de cargadores, un adaptador de enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en China es de tipo A (en conjunto con los de tipo C e I) y se encuentra disponible en la mayoría de estos adaptadores. Si eres de los que necesita cargar varios dispositivos o baterías cada noche, un cargador con varias clavijas USB es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio). Con una powerbank tendrás la espalda cubierta si te vas quedando sin batería en momentos críticos y no tengas enchufes cerca, que puede ser bastante habitual.
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos urbanas, de la ciudad, los parques, gente y retratos, por lo que lo ideal sería llevar una o varias lentes con rangos entre 24mm y 200mm. Tendrás la versatilidad de recrearte con fotos que capturen monumentos al completo, panorámicas de paisajes, planos detalle y retratos. El país te va a ofrecer un sin fin de posibilidades para realizar fotos de este estilo. Si tienes la fortuna de haber invertido en objetivos luminosos vas a disfrutar muchísimo de noche también. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
China es una de las civilizaciones más antiguas del mundo y ha sido dominante en la región de Asia oriental extendiendo su influencia por el continente en materias como economía, idioma, filosofía, arte y gastronomía, entre otras. Desde la época de las dinastías en la cual el país estaba fragmentado y pasando por la China imperial, en la que el terriotrio estaba bajo el gobierno de una sola dinastía, llegamos al siglo XX donde el imperialismo tocó fondo y tras una serie de guerras con Japón y conflictos internos se declaraba la República Popular China, antecesora de la China actual. Reformas y movimientos con aire comunista sumieron en grandes dificultades al país durante las últimas décadas del siglo y dejaron a la mayoría de la población sumida en la pobreza.
Sin embargo y debido a la globalización este no fue un estado permanente. Desde hace cientos de años, China ha sido uno de los principales fabricantes de manufacturas y exportador a nivel mundial y esto es algo que hemos vivido como un auténtico bombazo en las últimas décadas. Si bien es cierto que el crecimiento económico del país es asombroso, la filosofía y el control centralizado del gobierno ha impedido que su población mejore paralelamente a este progreso económico, no solamente en calidad de renta per cápita sino que debido al gran impulso de producción del país produjeron falta de recursos naturales, excesiva contaminación en algunos lugares y masificación de la población en ciertas zonas, reduciéndose así el nivel de calidad de vida.
A nivel internacional la percepción que en occidente se tiene de China es de ser un país con una población desmesurada, empobrecida, que vive en condiciones cercanas a la pobreza, con una cultura de la higiene que deja mucho que desear, algo hortera y que se dedican a nutrir de productos los "todo a 100". Hay parte de verdad en estas afirmaciones pero quedan algo pobres y, sobre todo, denotan desconocimiento hacia su cultura. Es cierto que hay diferencias culturales, eso es evidente, pero se deja de lado la amabilidad, las ganas de conocer y aprender, de adaptarse y mejorar tanto en lo cultural como en lo social. Te van a soprender como su gente intenta dialogar contigo, conocer tu origen, hacerse fotos, practicar inglés o enseñarte parte de su cultura y vida cotidianas.
La moneda de curso legal oficial de China es el renminbi y la unidad básica de esta moneda es el yuan que también es el nombre por el cual se conoce a la propia divisa.
Para relizar pagos la tarjeta la reservamos para hoteles, tiendas comerciales en grandes ciudades y algún restaurante. Por otro lado, el efectivo fue lo más usado y todos llevábamos cierta cantidad para pagar comidas, entradas en lugares culturales y hacer compras en locales pequeños o mercados. Para obtener efectivo usábamos sobre todo una tarjeta de crédito para viajes, intentando que nos cobraran la menor comisión posible.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Las grandes ciudades en China gozan de tener una buena infraestructura y que, a vista de un ciudadano de a pie, parecen funcionar bien, de manera eficiente y que aporta ciertas garantías. En los lugares más pequeños, la cosa cambia y la sensación es diferente situando estas ciudades pequeñas en un nivel bajo en lo que a infraestructura se refiere. Por lo tanto, el riesgo de posibles accidentes y la asistencia recibida será más positiva en grandes ciudades que en poblaciones de menor tamaño o zonas rurales.
El sistema sanitario en china no es gratuito de manera que cuidado con tener que acudir a cualquier hospital o necesitar algún tipo de asistencia médica. Para evitar sustos innecesarios debes llevar contratado un seguro de viajes que tenga unas coberturas mínimas para disfrutar de tu viaje tranquilamente.
En las calles vas a notar un nivel de suciedad más alto que en las principales ciudades de occidente, sobre todo en poblaciones pequeñas. Es probable que haya olores en mercados y zonas rurales que te hagan arrugar la nariz pero se queda ahí. A pesar de la leyenda popular que tacha a los ciudadanos chinos de "guarros" (y que escupen constantemente) no es cierto. Como ya he comentado, el estándar es más bajo que al que estamos acostumbrados en occidente pero se soporta estupendamente y en ningún momento tienes la sensación de estar rodeado de suciedad, basura o mugre.
No hay vacunas o tratamientos necesarios para viajar a China. Sin embargo, estar vacunado contra la COVID-19 o la Hepatitis A reducirá el riesgo de tener un susto extra.
Se puede entrar al país si tienes posesión de un pasaporte español sin necesidad de visado por una estancia inferior a 15 días y hasta el 30 de noviembre de 2024. sino cumples estas características es necesario obtener un visado. El proceso para obtener el visado se realiza a través de la siguiente página web y es un proceso sencillo pero requiere de cierta paciencia.
Durante el proceso te solicitarán una serie de requisitos, así como documentos como pasaporte, billete de entrada y salida del país y las reservas de cada uno de los hoteles en los que vas a alojarte durante tu estancia. Lo más sencillo es acudir a una de las oficinas que el gobierno tiene preparadas para tal efecto en tu país de residencia y realizar allí el proceso de aplicación para el visado. Yo lo realicé cuando vivía en Frankfurt (Alemania) y, pese a estar en otro país, no tuve ningún problema y obtuve el visado a la primera.
En cuanto a la seguridad se refiere, se puede afirmar que es un país seguro. En ningún momento tuvimos la sensación de estar en peligro o de entrar en zonas peligrosas y de alto potencial delictivo. Aunque en ocasiones nos asediaban para ofrecernos transporte, ofertas o paquetes turísticos se quedaba ahí, es decir, que ni siquiera daba la sensación de que nos estuvieran queriendo estafar más allá de que la oferta era más alta de lo que debía pagar un local.
Durante nuestro viaje, estaban en activo las protestas en Hong Kong contra el gobierno y ni siquiera con ese ambiente vimos altercados o sentimos que pudiéramos salir perjudicados por estar en la ciudad. Sin embargo es mejor ser prudente y evitar cualquier zona de riesgo por revueltas, delincuencia o situaciones de índole similar.
En total estuvimos 21 días en China por libre y este fue el itinerario por días que seguimos:
• Días 1 - 4: llegada a China por el aeropuerto internacional de Pekín donde estuvimos 4 días:
○ Parque Tiantan Gongyuan y Templo del cielo.
○ Gran Muralla china y villa olímpica.
○ Ciudad Prohibida, Torre del tambor, Torre de la campana, Nanluogu Hutong, Templo de Confucio y Galaxy SOHO.
○ Palacio de verano y salida en tren nocturno.
• Día 5: llegamos y salimos en tren nocturno a la ciudad de Datong y pasamos 1 día:
○ Templo o Monasterio colgante de Datong.
○ Las grutas de Yungang.
○ Muralla de Datong.
○ Templo Huayan.
○ Mural de los nueve dragones.
• Días 6: llegada a Pingyao en tren nocturno y estuvimos 1 día completo pasando allí la noche:
○ Paseo por la ciudad.
• Día 7 - 8: llegamos a Xi'an en tren por la mañana y pasamos día y medio:
○ Pagoda del ganso salvaje, centro de la ciudad y mercado musulmán (noche).
○ Guerreros de terracota y mercado musulmán (día).
• Día 9 - 10: viajamos en tren a Chengdú a medio día y pasamos dos días completos:
○ Paseo por el centro, Plaza de Tianfu, People's Park, Templo de Wuhou y calle Jinli.
○ Visita a la localidad de Leshan: Gran buda de Leshan, templo de Lingyun y paseo nocturno por Chengdú.
• Día 11 - 13: volamos hacia Zhangjiajie a medio día y pasamos dos días completos:
○ Paseo por el pueblo.
○ Visita al Parque Forestal Nacional de Zhangjiajie.
○ Subida a la montaña de Tianmen y La Puerta del cielo.
• Día 13 - 14: salida en bus hacia Fenghuang (Xiangxi)
○ Paseo por el pueblo durante todo el día.
• Día 15: salida en transporte privado hacia Huaihua para coger un tren hacia Guilín con trasbordo en Changsha, fue un día de viaje completo para pasar la noche:
○ Paseo por el centro y visita a la Pagoda del sol y la Pagoda de la Luna.
• Día 16 - 17: salida desde Guilín en transporte privado hacia Yangshuo donde pasamos dos días completos:
○ Paseo por la ciudad.
○ Caminata por la rivera del río Li y paseo nocturno por la ciudad.
○ Paseo en bicicleta por Xingping.
• Día 18: día de viaje en tren hacia Hong Kong desde Gulín.
• Día 18 - 21: estuvimos en Hong Kong tres días completos:
○ Kowloon y Tsim Sha Tsui.
○ Mercado de las aves, mercado de las flores y Macao.
○ Paseo por la zona comercial de la Isla de Hong Kong y Pico Victoria.
○ Isla de Lantau.
Debido a la duración del viaje y, sobre todo, a la variedad de localizaciones diferentes a lo largo del itinerario tuvimos que hacer una buena elección de cada uno de los alojamientos. Principalmente buscamos hoteles de gama media (ya que sabíamos por experiencias de conocidos y por otros blogs que la gama baja era realmente baja) que tuvieran una buena localización en relación a los diferentes puntos de interés de cada ciudad y que estuviese también lo más cerca posible del lugar de salida del transporte correspondiente a ese día del viaje (estación de tren, autobús o aeropuerto). Varios de los hoteles donde nos alojamos han sido eliminados de los típicos portales.
• Pekín: Qianmen Courtyard Hotel. Las calidades de este hotel son son realmente altas ni mucho menos glamurosas. Tiene una ambientación algo tradicional, con varios pisos y una especie de patio lleno de los típicos farolillos rojos. Las habitaciones son modestas, algo pequeñas y muy limpias. El baño, aunque algo pequeño y con la ducha integrada en el mismo lugar, cumple su función. Lo mejor de este alojamiento es la localización ya que tienes lugares de interés como el Templo del Cielo o la Ciudad Prohibida bastante cerca así como también una parada de metro a escasos 5 minutos andando. El precio es relativamente barato.
• Datong: Tren nocturno. Hicimos dos noches en trenes nocturnos para los desplazamientos entre Pekín y Datong y entre Datong y Pingyao. Los billetes que compramos no tenían ningún tipo de lujos, eran literas triples y sin estar en un compartimento, klo que significa que están abiertas al propio pasillo del vagón. Evidentemente las camas eran prácticamente un folio, con poco espacio y ninguna intimidad (de hecho respirabas el humo del cigarrillo que se estaba fumando un pasajero prácticamente en frente de ti porque se sentaba en un asiento plegable en el propio pasillo). Los baños del tren daban miedo.
• Pingyao: Pingyao Harmony Hotel. Conserva la estética tradicional del centro de la ciudad. Localizado en el centro de Pingyao, con toda la zona turística a mano y un precio barato, convierten a este modesto alojamiento en una elección excelente. La habitación es grande y con un buen baño. Sirven desayunos en el mismo hotel, lo que te ahorra tener que buscar un lugar fuera y tiene buen precio.
• Xi'an: Xi'An Xingzhengyuan International Hotel. A pesar de ser un hotel "internacional" no tenía nada de especial y sí mucho que mejorar. A pesar de la gran fachada de gran hotel, encontramos algún bicho en las habitaciones y la limpieza no era demasiado buena. El precio, visto lo visto, era algo elevado para lo que ofrecían (ya que tampoco ofrecían desayunos). Lo único positivo era la localización ya que se situaba en una zona céntrica y nos permitió llegar a algunos lugares de interés a pie.
• Chengdú: Chengdu Chunxi Hotel. Este hotel nos sorprendió gratamente por su localización y precio. Se ubica en el mismo centro de Chengdú lo que te da la posibilidad de disfrutar de un gran ambiente por las tiendas, restaurantes y puestos callejeros. Las condiciones de limpieza, orden y servicio del hotel eran muy buenas salvo porque no daban desayunos.
• Zhangjiajie: Zhangjiajie Wulingju Hotel. Con un toque muy rural y en línea con la zona, este alojamiento no ofrecía mucho más a parte de una cama decente y un desayuno modesto. El buen precio decantó la balanza para ser nuestra elección en la zona pero realmente no tiene mucho más (tampoco te hará falta apuntar más alto).
• Fenghuang : Riverside Sunshine Inn. Sin mucho que decir, lo elegimos por el bajo precio por la estancia. Siendo Fenghuang una ciudad pequeña, la localización con respecto al centro turístico era algo sencillo de acertar. Las habitaciones eran normales, limpias y lo mejor fue la atención y el servicio del hotel ya que llegamos a contratar directamente con ellos, y de manera improvisada, un transporte privado.
• Guilín: Ming Cheng Hotel. Un hotel sencillo, barato y localizado cerca de las pagodas más populares de la ciudad. Su localización también ofrece lugares de interés, más allá de las ya mencionadas pagodas, así como restaurantes y tiendas locales. El hotel en sí no tiene nada de especial.
• Yangshuo: Yangshuo River View Hotel. Sin lugar a dudas el mejor alojamiento del viaje por ser el más completo: habitaciones bonitas y espaciosas, el alojamiento en sí amplio, limpio, organizado y con un servicio y personal inmejorables, ofrecían desayunos, alquiler de biciccletas, un precio ajustado y una localización fabulosa tanto para dar un paseo por el centro, ir a la estación de autobuses o iniciar una ruta en bici.
• Hong Kong: B P International. Con un concepto algo más occidental, los servicios de este hotel (y su precio) siguen unos estándares parecidos a los que seguramente estés habituado. La localización está bien para dar paseos por los lugares de interés de la parte penínsular y con acceso rápido al metro con líneas que te llevan hasta la isla de Hong Kong, al aeropuerto o al punto de acceso a la isla de Lantau. Las habitaciones no eran muy espaciosas pero estaban limpias y con baño aceptable. No ofrecían desayunos.
China es un país completamente desconocido para alguien occidental. Tenemos una imagen de su población y de su país que adultera la perspectiva del turista, es decir, que aunque sea cierta gran parte e la información que nos llega sobre su política, su forma de vida y sus costumbres, cuando toca aplicarlo a la hora de visitar el país o no te afecta como turista o la interacción con la población es tremendamente más positiva que las expectativas creadas.
Siendo sincero, China nunca había estado en mi lista de países a visitar en el momento en el que viajé allí. Fue gracias a mi amigo Tony, y a su excelente idea de viaje y planificación, lo que hizo que me plantease viajar a China. Las razones por las que tenía a este país fuera de mis opciones era porque no reunía lo que estaba buscando, y que suele ser habitual en perfiles como el mío, como puede ser naturaleza salvaje, culturas exóticas, paisajes de ensueño o playas paradisíacas. A pesar de que China es un país enorme y que tiene mucho que ofrecer dentro de estas opciones que acabo de mencionar, el itinerario que relicé no tenía incluido ninguna de ellas y aún así fue espectacular.
En cuanto a la parte relacionada con qué cosas ver en China, vas a encontrar monumentos y vestigios del enorme pasado cultural de este país y de su civilización tales como la Gran Muralla China, los guerreros de terracota de Xi'an, la Ciudad Prohibida, el Gran Buda de Leshan, infinidad de templos y murales. Disfrutarás de su arquitectura, de los motivos, creencias y leyendas escondidos detrás de su construccióny de poder verlo, evidentemente, en persona. Como contra punto vas a ver que varios monumentos o edificaciones de estilo antiguo son meras réplicas hechas en la actualidad para dar a ciertos emplazamientos un toque más inmersivo de alguna manera. Sin embargo estas replicas en la mayoría de las ocasiones son un poco cutres y al final se nota la intención forzada de darle ese aire de tiempos pasados.
Hablando de los habitantes de este país, no te voy a engañar, es cierto que escupen por la calle más de lo que estamos acostumbrados a ver, hay cierto desorden y suciedad en las calles y tienen un sentido de la organización diferente. Afortunadamente todo lo que te hayan contado por la parte negativa es exagerado, estoy seguro, y la parte positiva estará subestimada, como si apenas hubieran experiencias positivas. Estamos de suerte porque las hay: son gente curiosa y que se sorprende de ver turistas occidentales en sus ciudades, sobre todo si son algo remotas. Te van a pedir que te hagas fotos con ellos, muchas veces, van a intentar conversar contigo si tienen cierto nivel de inglés, preguntarte de dónde vienes, que lugares has visitado y echarán un ojo a tu mesa en un restaurante para ver que platos has pedido. En términos generales mi experiencia fue muy agradable, positiva y me llevo un gran recuerdo del pueblo chino.
En resumidas cuentas es un país que merece la pena visitar y que sorprende muchísimo, aunque seguramente por edad, estado físico y otros intereses no se suela tener en cuenta como destino prioritario para ir de viaje.
A continuación me gustaría comentarte una serie de recomendaciones en base a mi experiencia. Cosas que añadir a mi itinerario y cosas que pueden ser prescindibles. Quiero que tengas en cuenta que uses esto como inspiración y que lo apliques a tu estilo viajero con conciencia pensando en sacarle el máximo jugo a tu disfrute particular y personal.
La organización para realizar las visitas es fundamental en las ciudades grandes. Nosotros organizamos nuestro itinerario por bloques divididos por días según la ciudad correspondiente. De esta manera evitarás cansarte y frustrarte por tener que andar muchos kilómetros, coger mucho el transporte público o disfrutar poco tiempo de algunas visitas.
Es imprescindible que establezcas tu itinerario en consonancia con la compra de los billetes para los transportes que vayas a utilizar para moverte entre las diferentes ciudades. Nosotros utilizamos una agencia mediadora llamada China DIY Travel (que desafortunadamente no existe a día de hoy) para la compra de los billetes de tren y fue realmente sencillo ya que durante uno de los días que estábamos en Pekín fuimos a la estación central y sacamos todos los billetes de una vez por lo que ya no tuvimos que hacer más gestiones y fuimos a tiro hecho cada vez que llegábamos a una nueva estación. No desesperes, hay más agencias que te lo pueden gestionar, haz uso de ellas para viajar tan cómodamente como hicimos nosotros.
El itinerario por China de 21 días que te muestro aquí recorre una ruta bastante turística, más o menos trabajada y que es fácil de seguir a pesar de que no vayas a encontrar mucho turista occidental. Como primer viaje a este gran país es perfecta ya que recorre de norte a sur muchas ciudades y provincias, y visitas muchos lugares emblemáticos tanto en ciudad como en la naturaleza. Para un segundo viaje intentaría llegar a lugares más recónditos o salvajes, como bosques o desiertos.
La ruta puedes realizarla de la manera que describo en el itinerario o de forma inversa, ya que tienes dos grandes aeropuertos internacionales para entrar y salir del país fácilmente. Si bien es verdad que Hong Kong es una ciudad con alma propia y que te sorprenderá, hay otras alternativas como Shanghai para comenzar o terminar este itinerario. Cuestión de gustos.
Una parte fundamental y condicionante de todo viaje es el gasto. Es evidente que tu estilo de viaje marcará el costo del mismo ya sea mediante gasto en hoteles, restaurantes, actividades o vuelos por lo que la información que te dejo a continuación debes entenderla dentro del estilo de viaje que realizamos. Yo lo catalogaría como de gama media ya que no fuimos a lo más barato, pero tampoco a lo más caro, realizando ciertas actividades concretas, variando entre restaurantes de diferente nivel dentro de la gama media y sin escoger transportes lujosos.
En términos generales China es un país económico, en el que las principales actividades del día a día no salen caras. El transporte público en grandes ciudades es barato y funciona muy bien, comer es también súper barato y con gran variedad de lugares para hacerlo. Los alojamientos de gama media tienen un precio muy asequible (y más si vas en grupo para compartir habitaciones de 3 personas) y un estado muy bueno para ser Asia. Vas a encontrarte con precios elevados para realizar actividades turísticas en los lugares más populares del país (y que podrás abaratar algo con carnet universitario por ejemplo).
TIPO | GASTO |
---|---|
Vuelos | 684€ |
Trenes | 475€ |
Hoteles | 352€ |
Actividades | 326€ |
Gastos diarios | 490€ |
Transporte | 71€ |
Visado | 150€ |
Total | 2548€ |
Llegamos a Pekín a mediodía, al aeropuerto internacional. Algo cansados por el largo viaje y la escala. El primer paso era llegar hasta el alojamiento y realizar la primera incursión en el corazón de China. Lo hicimos usando el tren Airport Express que, además de conectar las terminales 2 y 3 del aeropuerto, también lo hace con dos paradas de metro de dos líneas diferentes. Nosotros debíamos llegar hasta la línea 2, ya que era la línea en la que se encontraba la parada de metro más cercana a nuestro alojamiento por lo que nos bajamos del Airport Express en Dongzhimen. Seis paradas después estábamos ya en Qianmen, emergiendo a la superficie mochilas a la espalda para empezar la que sería nuestra primera caminata hacia el alojamiento.
Tras unos 15 o 20 minutos andando por un largo boulevard y callejear un poco por unas cuantas calles aledañas, dimos con el sitio. En ese momento empezábamos a ser conscientes de que las distancias iban a ser algo diferentes, por lo pronto, muchísimo más grandes de lo que nos imaginábamos. Debido a que los navegadores GPS no funcionan demasiado bien en China tuvimos que hacer uso de otras aplicaciones como Maps.me y que, a pesar de ser precisas, nos costaba un poco hacernos con ellas; pero acabamos llegando al hotel y haciendo el check-in.
Tras un poco de chapurreo en inglés y el uso de signos, conseguimos realizar el trámite con éxito y recibir las llaves del que sería nuestro alojamiento durante las próximas tres noches: Qianmen Courtyard Hotel. Fuimos cada uno a donde le tocaba para acomodarnos, recolocar un poco las mochilas, revisar que todo estaba correcto y sin roturas. Descansamos unos 30 minutos para recuperarnos del paseo y dejar que la espalda descansara un poco ya que, aunque la mochila no fuera pesada, el proceso de cargar con una grande, otra pequeña, coger varios trenes y andar unos cuantos kilómetros desgasta y tampoco había porque lesionarse nada más llegar.
Nos preparamos para la primera ronda turística y salimos. El lugar que más cerca nos quedaba en ese momento y que por horarios estuviera abierto era el parque Tiantan Gongyuan. Esquivando las pequeñas gotas de lluvia que decidieron empezar a caer en ese momento fuimos hasta el parque andando y nos llevó en torno a unos 30 minutos, a paso relajado y buscando coberturas. Fue un paseo muy agradable por el parque Tiantan Gongyuan, bien cuidado, limpio y lleno de lugares para descansar y entretener la vista nos salvó la tarde del aburrimiento. Dentro del parque se encuentran uno de los templos más importantes, el llamado Templo del Cielo. Con un emplazamiento único, este templo es una muestra de la arquitectura china del siglo XV así que fue un excelente aperitivo visual para nuestra llegada. En este parque encontrarás también otros templos en la misma línea así como una ingente cantidad de ciudadanos chinos haciendo turismo local apelotonándose en las colas para acceder a los lugares importantes y, por supuesto, intentando colarse sin ningún tipo de vergüenza.
Justo al este del parque Tiantan Gongyuan, se encuentra el Mercado de las Perlas. Este mercado tiene su origen en un mercado callejero que se establecía en la zona desde finales del siglo XX y que finalmente acabaron construyendo un edificio para alojar a todos estos mercaderes y sus correspondientes puestos. En este mercado vas a encontrar productos chinos de todo tipo: sedas, ropa, juguetes, artículos turísticos de todas las clases y tamaños y muchos otros articulos de marcas falsificadas. Es un buen lugar para encontrar cualquier cosa que quieras llevarte de recuerdo aunque ya te aviso que la calidad, en la mayoría de los locales, no es demasiado buena.
Cuando salimos del mercado y después de haber estado un buen rato cotilleando a ver si encontrábamos algún artículo interesante (alerta de spoiler: no compramos nada) empezaba una búsqueda crucial en un viaje como este, en el que la mayoría de los locales no hablan inglés y los carteles están en un idioma que ni siquiera comparte alfabeto: busca un lugar donde cenar.
Vimos muchos lugares para comer mientras andábamos en dirección al alojamiento pero ninguno nos daban realmente buena espina, ya fuera por el aspecto descuidado del exterior, por la excesiva insistencia del empleado dedicado a reclutar clientes o las fotos de la comida que ofrecían. Sin embargo acabámos viendo un sitio, con un enorme cartel que nos llamó la atención y que, tras acercarnos para mirar el menú, nos convenció. Pedir comida fue toda una odisea ya que los camareros no sabían inglés y encima la manera de indicar los números con la mano no es la misma que usamos en occidente, por lo que no podíamos excedernos en las cantidades de ciertos platos por si acaso provocábamos un malentendido. La particularidad del sitio era que estaba especializado en comida Hot pot que consiste en un fuego en mitad de la mesa que calienta una cazuela integrada en la misma. Echan una sopa o caldo en la cazuela y es el cliente que va regulando la temperatura de cocción y los ingredientes que va echando y sacando. De esta manera te traen la comida en crudo, ya sean verduras o carne, y eres tú mismo quien va echando, literalmente, la comida dentro del caldo y sacándola para comértela en conjunto con cucharadas de caldo.
Concluimos nuestra cena con éxito y habiendo pedido una cantidad aceptable de comida. Es verdad que no todos comimos lo mismo y en general tampoco mucho, cosas de un recién llegado que no quiere tener un virus estomacal el día uno supongo. Aprovechamos que aún no era demasiado tarde para ir a la estación central, que también se encontraba relativamente cerca. Allí fuimos a un mostrador, entregamos la documentación que la agencia nos había preparado y el empleado que nos atendió nos entregó todos los billetes de tren que usaríamos para movernos por el país. Fue súper sencillo de gestionar y nos quitábamos un enorme dolor de cabeza para el resto del viaje, ya que solamente tendríamos que ir a la estación de la ciudad que correspondiese acorde al itinerario, comprobar el andén y esperar.
Después fuimos al alojamiento, a intentar descansar después de un día larguísimo aunque muy divertido e interesante tras experimentar el primer choque con la cultura china.
Amanece un nuevo día en la capital de China, y parece que las duras camas han respetado nuestro descanso y hemos podido conciliar el sueño bastante bien y recuperado energías. Hoy tenemos en la planificación una visita muy especial, un monumento que desde bien pequeño todo el mundo conoce y es la Gran Muralla China. Como seguramente ya sabrás, la Gran Muralla China se construyó para defender los diferentes territorios al norte del país de las constantes invasiones por parte de los pueblos nómadas de Mongolia y Manchuria. Esto se traduce en una extensión enorme, llegando a tener hasta 21200km de longitud contando con las diferentes ramificaciones y construcciones secundarias. Por lo tanto, cuando se habla de visitar la Gran Muralla China se entiende que se va a visitar una parte concreta, y minúscula, del total del monumento. Ya que una vez cesaron las invasiones y la muralla carecía de utilidad los materiales de la muralla fueron sustraídos por el pueblo chino y utilizados para otras construcciones (además del propio deterioro causado por el tiempo) la mayor parte de la muralla está derruida o en mal estado por lo que solamente se pueden visitar tramos reconstruidos. Cerca de Pekín se encuentran varios tramos en muy buen estado y es por eso que desde la capital se tiene una oportunidad fabulosa para hacerlo.
Hay varias opciones para hacer la visita desde la capital: Badaling (la más masificada y en mejor estado), Mutianyu (menos masificada y en muy buen estado), Huanghua Cheng (mal estado) y Simantai y Jinshaling (mal estado y se hace casi escalando). De estas cuatro opciones elegimos la segunda: Mutianyu. Se encuentra a 90 kilómetros de Pekín por lo que será necesario usar algún transporte para llegar y puedes hacerlo de manera privada o usando el transporte público como hicimos nosotros. Para llegar a la sección de Mutianyu de la Gran Muralla China deberás seguir los siguientes pasos:
○ Deberás desplazarte hasta la estación de autobuses de Dongzhimen y la manera más sencilla de hacerlo es yendo en metro (recuerda que es la misma parada en la que te bajaste tras usar el tren del aeropuerto).
○ Una vez en la estación de autobuses debes coger el bus rápido 916快 que hace menos paradas que el convencional 916.
○ Deberás bajarte en Huairou Beidajie (柔北大街) que afortunadamente es la primera parada tras un trayecto de aproximadamente una hora.
○ Una vez te has bajado del bus rápido, debes cruzar la calle para coger el siguiente y último bus, el H23 o H24 dirección ‘Sancha’. Seguramente mientras esperas la llegada del autobús aparecerán taxistas intentando que los cojas para llegar a la muralla y se inventarán excusas como que el bus no viene o que va a tardar muchísimo tiempo. Aguanta y se paciente porque sino te van a cobrar lo que quieran.
○ Una vez ha llegado el autobús, que seguramente vaya lleno hasta la bandera, tendrás que bajarte en la parada Mutianyuhuandao (慕田峪环岛) y andar un poco hasta llegar a las taquillas.
Pues bien, siguiendo todas estas instrucciones conseguimos llegar sin mayor problema a nuestro destino. Los trayectos en metro y autobús fueron bastante entretenidos y pudimos ver a muchos ciudadanos haciendo las labores en su día a día. La mejor parte del trayecto fue en el bus H23, que era un bus de línea lleno de gente (tanto que casi no pudimos entrar) y la gente nos miraba y hacían comentarios sobre nosotros. También intentaban comunicarse en chino pero, evidentemente, sin éxito alguno.
Una vez llegamos a Mutianyu bajamos del autobús y fuimos a las taquillas a comprar la correspondiente entrada.
Y por fin estaba de pie sobre la Gran Muralla China. Es una sensación bastante chula, estar sobre uno de los monumentos más importantes de la historia de la humanidad, siendo testigo del gran contexto histórico que representa. Estuvimos caminando por los diferentes tramos habilitados, es una línea recta por lo que no tiene pérdida. La muralla sube, baja, y gira de manera que tienes un montón de perspectivas diferentes para disfrutar de las vistas que ofrece ese paisaje. Hay tramos en los que el ascenso y siguiente descenso pueden ser un poco complicados debido a la inclinación y el estrecho tamaño de los escalones, tenlo en cuenta ya que si te alejas mucho luego tendrás que volver y las distancias son largas. En mi opinión merece la pena recorrer cada tramo y subir a cada torre.
Aunque había gente, se podía caminar tranquilamente por la muralla. No tuvimos sensación de agobio, ni había colas, ni siquiera se formaban tapones en las torres donde se estrechaba el camino para poder pasar a las diferentes secciones de la muralla. Había mucho turismo local y muy poco internacional de manera que se siente incluso más especial al ver que no está masificado. Hay que ser muy consciente del esfuerzo físico que se requiere para acceder a ciertas secciones ya que, como comentaba antes, hay muchos escalones, empinados y de acceso complicado. Si a esto le añades un sol de justicia o un calor elevado (con escasa sombra para cubrirte) tendrás que tener cuidado si tu condición física no es apta para condiciones como estas.
Después de estar a nuestro aire, desperdigarnos un poco y subir y bajar bastantes peldaños nos dirigimos al que habíamos establecido como punto de encuentro y que era la parte por la que habíamos accedido a la muralla. Para regresar a la zona de las taquillas tienes diferentes opciones como un teleférico o un tobogán, ¿adivinas cual escogimos nosotros? Evidentemente el tobogán. Es una manera rápida y divertida de hacerlo y consiste en un pequeño coche o carro, similar al de una atracción de cualquier parque temático, en el que cabe una persona y simplemente tienes que dejarte caer e ir frenando cuando veas que te has embalado demasiado o que la persona que va delante se acerca peligrosamente rápido a ti. A lo largo del recorrido hay empleados con banderitas y silbatos para avisarte de las zonas con mayor peligro para que vayas frenando porque como se te vaya la mano con la velocidad puedes pegarte un buen castañazo.
Para comer tiramos de fruta y snacks que habíamos comprado por la mañana en una tienda cercana al alojamiento, de manera que no empleamos mucho tiempo en ello y lo hicimos descansando en la zona de las taquillas antes de emprender el camino de vuelta. Cogimos los mismos autobuses que para la ida y en cosa de un par de horas ya estábamos de vuelta en la estación de autobuses. Cuando llegamos ya era noche cerrada y decidimos ir a ver la villa olímpica donde se celebraron las olimpiadas en el año 2008. Fuimos en metro, hasta la parada en la línea 8 llamada Olympics Sport Center tras hacer un transbordo.
Siendo un lugar tan extenso y con edificios tan grandes se puede hacer algo difícil de abarcar y sobre todo de noche ya que sino están iluminados, como es el caso de algunos edificios, no se ve mucho. Sin embargo, pudimos ver algunos de los más famosos como el Nido del Pájaro en todo su esplendor iluminado.
Estábamos algo cansados tras desplazarnos hasta la muralla y caminar sobre ésta y más aún con el final por la villa olímpica de manera que aprovechamos un MacDonald's cercano para cenar algo rápido y sin complicaciones para dirigirnos directamente al hotel una vez acabamos de cenar.
Hoy madrugamos para la siguiente visita, la Ciudad Prohibida, ya que tenemos que estar temprano y asegurarnos conseguir entradas. Nos levantamos rápido, pasamos por la misma tienda de ayer para comprar algo de desayuno y algún snack por si la visita se alarga. Vamos andando hasta la plaza de Tianánmen desde la cual se accede a la Ciudad Prohibida. La plaza de Tiananmén es enorme, de dimensiones comunistas. ësta, estaba llena de montones de grupos de ciudadanos chinos haciendo turismo local y agrupados por su correspondiente guía. Llegamos a la entrada situada en el norte de la plaza y accedemos al recinto donde se encuentran las taquillas y la puerta principal de la Ciudad Prohibida.
Nos dirigimos a varios mostradores y en todos nos decían que las entradas ya se habían agotado. No nos daban ningún motivo o alternativa para solucionarlo. Tampoco dábamos crédito ya que habíamos ido bastante temprano. Fue un auténtico bajonazo ya que eso significaba que no podríamos visitarlo ya que al día siguiente era nuestro último día y, al igual que hoy, debíamos de comenzar la visita temprano para poder aprovechar el día lo máximo posible. Nos sentamos en un bordillo justo a las afueras de una de las puertas laterales próximas a la entrada y allí estuvimos debatiendo qué hacer. Finalmente decidimos cuadrarnos y volver a una de las oficinas que parecía estar centrada en la venta de entradas a turistas de fuera de China. Nos plantamos ahí, pedimos, suplicamos y negociamos lo imposible... ¡Y accedieron a vendernos las entradas! Invitamos a unirse al grupo de manera temporal a otros turistas españoles y alemanes que andaban con el mismo problema en ese momento en el mostrador y gracias a nosotros pudieron pasar. Siempre me acordaré de la frase que dijo una turista alemana "sigamos a los españoles" sabiendo que nuestra lucha y labia zalameras nos garantizarían entrar aunque hubiera que forzar un poco las normas establecidas.
Menudo alivio poder estar dentro y poder comenzar a caminar por este gran monumento. La Ciudad Prohibida no está abierta en su totalidad al público de manera que como turista vas a poder caminar por diferentes áreas, algunas grandes y abiertas y otras más cerradas, íntimas y recogidas. Es una visita que merece muchísimo la pena por el significado de la propia ciudad, por la belleza de su arquitectura y por el contexto histórico tan enorme que encierra. La visita duró cerca de un par de horas, ya que paramos en muchas ocasiones para hacernos fotos, para contemplar algún área en concreto y nos lo tomamos con mucha calma para disfrutarlo al máximo.
Una vez salimos de la Ciudad Prohibida nos dirigimos al Parque Jingshan que está situado justamente al norte de la ciudad. Dimos un paseo y a parte de contemplar jardines, pequeñas edificaciones y hacernos fotos con gente local que nos las pedían sin parar, hablamos también con un vlogger argentino que estaba creando contenido en su visita y también con algún local que pilotaba algo de inglés. Desde el Parque Jingshan podrás observar desde un mirador, una de las mejores panorámicas de la Ciudad Prohibida.
Aprovechamos también para visitar otro parque situado al oeste, con un enorme lago y una isla llamada Qingdao Island. Nuevamente disfrutamos de más paseos, cruzamos los puentes hasta la isla y contemplamos los templos que allí había construidos. Es sorprendente la cantidad de gente que había por la calle tanto haciendo turismo como vida en la calle. Una vez que nuestros pies empezaban a pedir tiempo muerto, comenzamos a caminar el último trayecto largo del día todavía más hacia el norte y en dirección a la Torre de la Campana y la Torre del Tambor. Justo antes de llegar paramos a tomar algo en un local llamado Yunqi Coffee y descansamos los pies y las piernas de tanta caminata tomando un café con algún aperitivo. Después de la parada vamos a Nanluogu Hutong, una zona muy animada llena de tiendas y bares y cuyos edificios tienen la forma de los barrios antiguos chinos. Las tiendas son de todo tipo, incluidas de comida, y es muy curioso y característico el olor de éstas tanto de manera individual como mezcladas entre sí.
Toca la hora de ir a visitar estas torres que se encuentran en una plaza, situadas la una en frente de la otra. En este espacio que queda entre medias, se forma una plaza donde mucha gente está o bien en grupo, con amigos o hijos, realizando diferentes actividades y juegos. Entre estos grupos nos llama la atención uno en concreto que están jugando a mantener una especie de pluma en el aire a base de darle golpes con diferentes partes del cuerpo (más tarde averiguamos que este juego se llama Jianzi). Algo tímidos, mi amigo Tony y yo, nos acercamos para ver sinos dejaban probar y no tardaron ni medio segundo en abrirnos un hueco y lanzarlos la pluma para darle el primer golpe. Transucrridos unos 5 minutos de juego (y de caerse la pluma 789 veces por nuestra culpa) les dimos las gracias por permitirnos jugar y nos dirigimos a la Torre del Tambor.
Tras un ascenso algo estrecho y empinado, llegamos a la parte superior donde se encuentran los enormes tambores que dan nombre a la torre. Desde aquí se puede salir a la parte exterior, donde hay unas terrazas desde las que se puede obtener otra perspectiva diferente de Pekín. Cuando son las siete en punto, unos señores aparecen y tocan los tambores durante unos minutos, los grandes, los pequeños, todos los que había. Da un poco de impresión estar tan cerca ya que el ruido es bastante fuerte.
Emprendemos el camino de vuelta, utilizando el metro para agilizarla. Para cenar hemos decidido ir a uno de los locales cerca del alojamiento que no tenían mala pinta cuando hemos pasado por allí esta mañana. Elegimos uno que tiene ya un grupo bastante grande de gente dentro y tras sentarnos pedimos mediante señas y fotos de la carta. Qué sería lo que pedimos que parte del grupo de gente que estaba sentado en la mesa de al lado se levantó a mirar los platos y pusieron una cara bastante rara al verlo, sobre todo con uno de ellos que parecía ser sémola de arroz con verduras. Intentaron hablar con nosotros y preguntarnos cosas pero nuevamente la barrera del idioma era demasiado alta para ser superada y con cuatro señas, varios "OK" y pulgares en alto conseguimos hacernos entender y zanjar la conversación.
Tocaba ir a dormir y descansar para otro largo día de caminatas por Pekín al día siguiente.
Este fue el día de decir adiós a Pekín pero eso no sería hasta bien entrada la noche, antes nos quedaba un largo día de turismo por delante. Después de haber dejado las mochilas hechas, recogido todo lo que había por la habitación y acordado con los empleados en la recepción que volveríamos más tarde a por nuestro equipaje, salimos bien temprano hacia el Palacio de Verano. Caminamos hasta la parada de metro cerca del alojamiento, Quianmen y nos dirigimos hasta Xizhimen donde hacemos trasbordo a la línea 4 para llegar a nuestra parada destino: Beigongmen. Nos dirigimos a los mostradores para comprar nuestra entrada y comenzar la ruta por el Palacio de Verano.
Estuvimos prácticamente medio día recorriendo todo el área que encierra este Palacio de Verano. Además del propio palacio en sí, el recinto tiene un lago enorme alrededor del cual se puede pasear y ver diferentes edificios y estructuras construidos a su alrededor. Es un paseo muy agradable aunque bastante largo y lleno de escaleras. Había muchas familias, muchos niños, gente mayor, excursiones de todo tipo caminando y disfrutando al igual que nuestro grupo.
El paseo comenzaba en la entrada principal, junto a un pequeño canal sobre el cual había pequeños edificios ahora convertidos en tiendas de souvenirs y que antes eran pequeñas residencias de los habitantes del recinto que no pertenecían a la realeza. Rodeamos el canal, nos internamos en pequeños patios sin salida, contemplamos los diferentes letreros, banderas y farolillos que allí tenían montados hasta que completamos una vuelta completa al recinto y seguimos hacia delante.
Después de ascender un largo tramo de escaleras llegamos al punto más alto del recinto y desde el cual se tienen una vistas preciosas del lago y la vegetación que ocupan la mayor parte del recinto palaciego. Descansamos en esta parte un rato, observando los alrededores. Lo siguiente que hicimos fue bajar hacia el lago y los pequeños jardines que había en la base de esta zona elevada. Continuamos el paseo junto al lago, por la parte este, pasando por varios arcos y caminos techados, hasta el pequeño puente que sirve para cruzar a un pequeño islote dentro del lago. Allí se agrupaban varias barcas que podías utilizar previo pago para darte un paseo por el lago y algún canal de medio tamaño.
En este punto ya comenzamos a notar las piernas fatigadas por los paseos y caminatas acumulados durante los días previos y la pila de escaleras que habíamos subido y bajado minutos antes por lo que decidimos buscar un lugar con sombra y recuperar fuerzas. En la búsqueda de un escondite del sol, entramos por una puerta que daba a uno de los jardines, bastante amplio y con un laguito en el centro lleno de peces y nenúfares. Contaba también con alguna estructura de madera techada la cual fue nuestra elección para sentarnos, descansar y comer alguno de los snacks que llevábamos en la mochila.
Aprovechamos más tarde también, una zona en ese mismo jardín para disfrutar del sol de tarde, que ya golpeaba con menos fuerza, para reposar tranquilamente junto al pequeño lago. Fue muy curioso que mientras estábamos aprovechando para hacernos unas fotos de grupo con un pequeño trípode, se acercó una pareja de unos 50 años para pedirnos que si se podían hacer unas fotos con el trípode. Podrías pensar que querían usarlo para hacerse ellos algún autoretrato pero no, se hacían fotos cogiéndolo como si estuvieran usándolo para hacer fotos, poniendo cara de interesantes y todo. Nos hizo mucha gracia la seriedad con la que posaban para el reportaje que les estábamos haciendo y, antes de marcharse, se hicieron fotos con algunos de nosotros.
Cuando el Sol empezó a estar cerca de esconderse, deshicimos el camino de vuelta por el Palacio de Verano y seguidamente hacia el metro y el alojamiento. Recogimos nuestras pertenencias, nos equipamos con las mochilas y nos dirigimos hasta la estación central. Nuestro próximo destino era Datong y llegaríamos a esta nueva ciudad utilizando un tren nocturno esa misma noche.
Una vez llegamos a la estación, localizamos el andén que nos correspondía e hicimos campamento en uno de los locales que allí había para cenar algo rápido. Tomamos un pequeño menú de comida rápida asiática y matamos el tiempo jugando a las cartas unos, chateando otros y escuchando música algunos. Cuando la hora de salida del tren estaba cercana y en los carteles dieron el aviso de que ya se podía subir, fuimos hasta nuestro vagón y buscamos nuestro compartimento. Realmente no existía como tal, a pesar de haber una zona reservada para nuestras camas (que eran literas de 3x3) no había puerta de manera que cualquiera que asomara un poco la cabeza podía verte sin problemas. Intentamos ir al baño para lavarnos los dientes y hacer el clásico pis profiláctico de antes de dormir pero nos fue imposible debido a la cantidad de gente que había de manera que optamos por esperar a que se pusiera el tren en marcha y la gente terminara de acomodarse. Cuando hubimos completado la operación aseo intentamos conciliar el sueño en unas camas que eran tan gruesas como un folio, en una habitación donde hacía bastante fresco y no había mucha ropa de cama para taparse y para colmo la gente empezó a fumar por lo que, en efecto, no fue sencillo de hacer. Afortunadamente el cansancio acumulado hizo mella y acabamos por dormirnos durante prácticamente todo el trayecto.
Llegamos a Datong en torno a las 5 de la mañana pasadas y fuimos directamente al punto de encuentro que habíamos concertado con una guía privada llamada Nancy Magic Tour. Lo contratamos antes de venir a China, y consistía en una excursión privada para las 6 personas que íbamos en el viaje para visitar en un mismo día las dos principales atracciones turísticas de Datong: el Templo Colgante y las Grutas de Yungang. La persona que nos tenía que recibir lo hacía en la oficina de la agencia en cuestión y que estaba en uno de los edificios cercanos a la estación. Tuvimos que entrar en el edificio, ir hasta la planta correspondiente y presentarnos ante la puerta. Parecía más una oficina improvisada dentro de una casa que otra cosa pero daba el pego y así nos recibió Nancy.
Nos saludó a todos antes de explicar en que consistiría el itinerario de hoy (todo en inglés) y tras dejar el equipaje y esperar a que el conductor privado le diera el aviso bajamos al encuentro de este último. Nos montamos en una furgonetabastante decente y prácticamente nueva y emprendimos el viaje hasta el Templo Colgante. Fue muy curioso e interesante recorrer las carreteras de esa zona al norte de China donde claramente se podía ver que era un entorno duro y frío, con poca infraestructura y dedicado a trabajos de fuerza y manuales como la minería, energía en plantas de carbón, mecánica y todo tipo de trabajos de carácter industrial. El trayecto duro casi dos horas aproximadamente y la mayor parte de éste la pasamos durmiendo ya que necesitábamos recuperar horas de sueño desesperadamente.
Llegamos al parking habilitado para los visitantes del templo y nada más bajar de la furgonetatuvimos ante nosotros la primera vista del templo. Sin ser demasiado grande impresiona ver esa estructura literalmente anclada a la pared y suspendido por unas cuantas vigas en el aire y más aún sabiendo que tiene más de 1500 años de antigüedad. Las ganas de verlo y entrar en él se dispararon repentinamente y no dejamos pasar más tiempo y fuimos directos a la zona de acceso. Se asciende primeramente por una estructura metálica hasta que llegas a los primeros peldaños de acceso al templo y a continuación se sigue una ruta circular, en la que solamente se puede avanzar, en la que se va atravesando el monasterio por las diferentes plantas y se van viendo los diferentes cuartos que usaban los antiguos monjes para vivir, comer y hacer su vida en general, así como los diferentes altares ya que como curiosidad es el único templo que rinde culto a las diferentes religiones tradicionales chinas: Budismo, Taoísmo y Confucianismo
Por suerte era un día laborable, con relativamente mal tiempo y eso ayudó a que no hubiera mucha gente así que lo pudimos ver sin prisa, sin aglomeraciones y sin agobios. No quiero imaginarme como debe ser caminar por esa estructura con pasillos y escaleras tan estrechas cuando esté lleno de gente. EL templo fue una visita absolutamente genial, estuvo muy chulo poder caminar por aquellas habitaciones y pasillos que tantos siglos atrás habían usado los monjes para hacer su vida y realizar sus rezos y meditaciones. Los altares estaban sorprendente en muy buen estado y se notaba perfectamente la tosquedad de las esculturas y detalles en los diferentes altares. La arquitectura del templo es preciosa y tiene más valor cuando te cuentan que fue construido por los propios monjes que se descolgaban desde lo alto de la pared donde se sitúa el templo, bajando cada viga, cada tablero, cara teja poco a poco.
Tardamos cerca de una hora entre la subida y el recorrido por el templo y nada más terminar nos montamos nuevamente en la furgonetapara continuar al siguiente destino dentro de la visita privada: las Grutas de Yungang. Fue un recorrido de algo más de dos horas ya que teníamos que deshacer lo que habíamos recorrido previamente, pasar por Datong y continuar hacia el oeste. De igual forma, paramos en el parking habilitado para las visitas y nos adentramos en el complejo. Con carácter nuevamente religioso está visita comprendía una serie de grutas, excavadas en la roca por los monjes que se encargaban del culto y el cuidado de la zona en la que se crearon diversos altares todos ellos en honor a Budha. Lo curioso del lugar es que cada gruta tiene una representación de Buda diferente, así como la ornamentación de la propia caverna.
Nancy nos fue guiando por las diferentes grutas, contándonos las peculiaridades de cada una de ellas: la estatua más alta, la más pequeña, la que contenía el mayor número de Budhas, así como el contexto y la historia del propio lugar. Curiosidades como que ella y sus primos jugaban por las cavernas libremente (ahora cerradas al turismo y controladas con barreras) y que su abuela contaba historias sobre el lugar hicieron que la visita fuese fabulosamente inmersiva y nos metimos completamente en el papel. Tras aproximadamente un par de horas recorriendo tanto las grutas más antiguas e impresionantes y las más modernas y modestas volvimos al parking. En media hora estábamos de vuelta en Datong y finalizaba nuestra visita.
Subimos al piso de la "agencia" y allí dejamos todo cerrado y nos despedimos de Nancy. Nos ofreció dejar allí el equipaje, dejándonos una llave para volver más tarde y gracias a este gran detalle pudimos visitar la ciudad de Datong cómodamente.
Durante el resto del día visitamos la muralla que rodea la almendra central de la ciudad que es preciosa, llena de torres a lo largo de la estructura y muy ancha (ya que en el pasado se movían a lo largo de ella con coches de caballos). Visitamos también el centro de la ciudad que conserva en su plaza central edificios y estructuras de corte antiguo y también el famoso mural de los nueve dragones. Para terminar visitamos también el Templo Huayan que a pesar de tener muchas de sus salas cerradas, puedes pasear por los jardines con total libertad y ver algunos altares.
Cuando llegaba el final de la tarde, paramos en un KFC para cenar algo rápido y nos tuvo lugar una de las situaciones más extrañas de todo el viaje. Sentados en una mesa estábamos los 6 del grupo comiendo tranquilamente cuando una señora de dos mesas a nuestra derecha comenzó a mirarnos muy fijamente y, en concreto, a mi amigo Tony. La cosa no se quedó solamente en miradas sino que a éstas le siguieron guiños de ojos, pestañeos, morritos y hasta mordidas de la pajita de su refresco sugerentes. Cuando la pobre mujer vio que sus intentos de seducción eran completamente inútiles, salió del local, se subió a un taxi mientras nos decía adiós con la mano y desapareció. A día de hoy seguimos sin dar crédito.
Volvimos ya de noche al piso de Nancy para recoger nuestro equipaje y dirigirnos directamente hacia la estación de tren donde nuevamente cogeríamos un tren nocturno, idéntico al de la noche anterior, para desplazarnos a nuestro próximo destino: Pingyao.
La noche transcurre igual que la anterior, cena similar, pasatiempos idénticos y mismo tren con mismas condiciones de aseo, cama y climatización. Llegamos casi de madrugada a Pingyao y ya que la estación no está muy lejos de Pingyao Harmony Hotel, nuestro alojamiento, decidimos ir andando y así nos vamos desperezando y recuperando la movilidad de las articulaciones atrofiadas por la cama-folio del tren. Es un paseo sencillo, atravesando las calles principales del casco antiguo, la principal atracción de esta ciudad. Moló mucho ya que estaba prácticamente desierta, con los farolillos encendidos que poco a poco combatían la luz del sol que ya comenzaba a alzarse por el este.
Nada más llegar al alojamiento hicimos rápido el check-in porque necesitábamos algo con urgencia: una ducha. Si bien durante las dos noches de tren nocturno y el día entero por Datong no había resultado muy duro para la higiene de nuestro cuerpo, cuando fuimos saliendo de la ducha y entrando en contacto con los que aún estaban pendientes de pasar por agua... en fin, me ahorraré los detalles pero pobre de aquel que hubiera compartido un rato con nosotros en una habitación cerrada. Cuando estuvimos todos ya preparados, equipados y vestidos para empezar el día fuimos a la recepción y encargamos un desayuno en la sala principal. Éste podía ser de varios tipos y elegimos uno de tipo occidental. Lo devoramos en cuestión de 15 minutos y después de lavarnos los dientes comenzamos la ruta turística por Pingyao.
El principal interés turístico de Pingyao está concentrado en la parte antigua y amurallada, siendo ésta una de las mejores conservadas de toda China. Al igual que hicimos nosotros, andando y perdiéndote por sus calles descubrirás un montón de curiosidades y disfrutarás de la arquitectura del lugar, la distribución de las casas, edificios comerciales, patios y pequeños y hermosos templos. La muralla está también muy bien conservada y se puede acceder a ella para poder pasear alrededor de la parte antigua y verla desde un punto más elevado. Como curiosidad, podrás visitar antiguas casas de cambio, ya que esta ciudad fue uno de los centros financieros, comenzando con los préstamos monetarios, de todo el planeta.
Comenzamos la ruta por las calles y edificios más cercanos a nuestro alojamiento. Nos metíamos por todas las calles que veíamos, ya fuera principal o secundaria, así como en los diferentes edificios y museos. Tuvimos libertad total para entrar allí donde estaba permitido y afortunadamente no había mucha gente por lo que la mañana se nos pasó volando. Acabamos parando a tomar algo en un local que tenía buena pinta, con unos buenos sillones y grandes ventanales abiertos y aprovechamos para descansar las piernas, relajarnos y comer algo ligero.
Durante la tarde fuimos a la zona de la muralla que se encontraba más próxima a nuestra localización, subimos a ella y caminamos por la parte superior un buen rato. No llegamos a dar la vuelta por completo ya que había un par de templos que queríamos visitar a mitad del recorrido. Quedamos asombrados con el magnífico estado de los edificios en general, de los templos y sus altares sobre todo. El toque final lodiola puesta de sol, si bien es verdad que no hay un lugar para ver como se pone, la luz de media tarde se acaba colando por todas las calles y ventanales de madera, creando un juego de luces y sombras precioso.
Antes de que cayera la noche fuimos al alojamiento a descansar y echar un sueño rápido para ir a cenar y pasear por la noche con algo de energía renovada.
Salimos a dar un paseo haciendo un recorrido bastante similar, esta vez sin poder entrar en los edificios pero si admirando el estado de las calles ahora alumbradas por los diferentes farolillos. La ciudad toma un aura diferente por la noche, debido sobre todo a la característica iluminación que potencia aún más la estética antigua de los edificios. Fue un paseo corto, sin llegar hasta la muralla ya que nos interesaba más ver las calles y quedarnos cerca de los restaurantes ahora que las ganas de cenar apretaban.
Acabamos cenando en uno de los locales que tenía buena pinta y nos decantamos por la comida local. La buena comida y el buen precio del lugar dieron por finalizada la noche y el día completo. Fuimos al alojamiento relativamente pronto ya que el cuerpo nos pedía descanso tras dos noches durmiendo en tren nocturno y muchas horas de caminata en nuestras piernas.
Nos levantamos todo lo temprano que podemos para cuadrar nuestro amanecer con el primer desayuno que sirven para no ir demasiado pillados de tiempo a la estación ya que ese día cambiábamos de destino. Con las mochilas listas, el desayuno en su sitio y el check-out realizado marchamos hacia la estación. En cuestión de unos pocos minutos estamos ya esperando frente a la puerta que da acceso al andén en el que pararía el tren que nos llevaba a Xi'an. Fue un trayecto muy cómodo y súper rápido, en cuestión de pocas horas habíamos llegado a nuestro próximo destino y, como siempre, lo primero que hicimos fue ir a hacer el check-in a nuestro alojamiento, el Xi'An Xingzhengyuan International Hotel
Tramitada la entrada en el hotel, revisado la habitación y expulsado de ésta a algún que otro insecto (increíble que hubiera bichos en el cuarto siendo el tipo de hotel que aparentaba desde el exterior), comenzábamos a hace run poco de turismo por los alrededores. Estando el hotel en la zona céntrica y amurallada de Xi'an teníamos un acceso cómodo a pie a las principales atracciones turísticas de la zona. Tardamos en torno a una hora y media en llegar a la Pagoda del ganso salvaje, una estructura con diversos usos a lo largo de la historia. Se encuentra en un recinto estupendamente cuidado, con jardines y templos, por los que pasear y admirar el entorno es una auténtica gozada.
Recorrimos prácticamente todos los paseos y caminos que se internaban hacia los diferentes templos, jardines y altares que había por el recinto y también reposamos el largo paseo y el viaje en una zona jugando una partida de cartas que llamó la atención de algunos residentes locales que se acercaban a echar un ojo e intentar adivinar a qué estábamos jugando sin demasiado éxito.
De camino de vuelta al hotel, aprovechamos para hacer alguna compra en supermercados locales y dar una vuelta por las principales calles de la ciudad. Una cosa que me sorprendió mucho en este punto del viaje fue ser consciente de la población tan numerosa que tiene China y, en especial, en las ciudades grandes. Los ríos de gente que llenaban las calles, cruces y pasos elevados eran desmesurados.
Hicimos una parada técnica en el hotel para prepararnos y adecentarnos para un paseo nocturno por la zona central. Primero nos dirigimos a la puerta sur que lucía iluminada, así como parte de la muralla que junto a ésta formaba las antiguas defensas de la ciudad. Junto a esta zona había algunos espectáculos nocturnos de gente bailando, también de luces, parques y un montón de espacio para descansar y contemplar lo que ocurría a nuestro alrededor.
Para cenar fuimos directamente a un lugar muy especial en Xi'an que es el Barrio musulmán. Fácil de adivinar, es el barrio donde la población de religión musulmana se estableció en su momento cuando fueron llegando a esta ciudad y hoy en día se sigue manteniendo esta característica en la zona. EL Barrio musulmán ofrece un montón de tiendas y puestos de todo tipo además de una calle llena de puestos de comida callejera. Para hacer un poco de hambre fuimos a mirar algunas tiendas de souvenirs artesanales, regateamos todo lo que pudimos y más hasta casi ser insultados por algunos dependientes por pesados e insistentes y conseguimos comprar alguna baratija a buen precio. Nos divertimos bastante con los diferentes vendedores y vendedoras en este proceso, sobre todo cuando soltaban palabras o maldiciones en un español tan perfecto como el nuestro.
Tocaba la hora de ir a cenar y la elección se hacía difícil debido a la cantidad de oferta que había. Brochetas de carne, frituras de verdura, platos de guiso y rollitos de arroz eran un puñado de las infinitas opciones que había para elegir. Tomamos algún rollito de verdura picante y brochetas de carne y quedamos bien cenados por algo menos de 10€. Algo que nos causó una sensación extraña fue ver como había grupos de personas recogiendo palos de madera, los mismos que se usaban para pinchar la carne y que habíamos tirado a la basura, para recolectarlos y llevárselos. ¿Cual sería el siguiente uso de ese palo? ¿A la basura o un lavado a mano y vuelta a la brasa? Preferimos no darle mucha más vuelta al pensamiento y lo dejamos ir.
De camino al hotel pudimos ver también la Torre del tambor y la Torre de la campana situadas una en una gran glorieta y la otra a la entrada del Barrio Musulmán. Lucían muy bonitas, grandes e iluminadas con bonitos colores. No nos detuvimos mucho y fuimos rápidamente al hotel a descansar.
Teníamos el plan para por la mañana bien atado y planificado, tocaba ver a los Guerreros de Terracota. En este caso la visita se realiza en el mismo lugar en el que los van encontrando según progresan las excavaciones por la zona de terreno en el que se encontraron con la primera reliquia, es decir, no es ningñun tipo de exposición al uso. Como tenemos que desplazarnos hasta el lugar, desayunamos rápidamente en el hotel, ya que éste lo incluye, y nos dirigimos a la estación de autobuses para coger el transporte que nos llevará hasta los guerreros.
El trayecto dura una hora y media aproximadamente, ya que el complejo se encuentra a las afueras de la ciudad. El trayecto fue tranquilo, sin líos, sin ruidos y nosdiotiempo hasta para echar una ligera cabezada. Cuando llegamos al recinto, compramos nuestra entrada en las taquillas principales y accedimos al lugar. Como tenía varios edificios adaptados par alos turistas, planificamos brevemente la visita con un mapa que había en la entrada. Lo hicimos para llevar un poco de orden pero no hay necesidad de hacerlo ni tampoco ningún motivo especial. Nos dirigimos hacia el edificio marcado como primero en nuestra inventada ruta.
Visitamos los diferentes pavellones con tranquilidad intentando no dejarnos nada, algunos tenían las figuras de los guerreros expuestas literalmente sobre el propio terreno y otros tenían areas con exposiciones con figuras y reliquias encontradas en las diferentes excavaciones. Aprovechamos también esa parsimonia en la visita para hacer algo de tiempo debido a la lluvia que caía con fuerza y dificultaba un poco la vuelta a Xi'an.
Cuando vimos que llovía algo menos y podríamos continuar parte de la visita por la ciudad, decidimos salir de la cafetería donde tomábamos un té y deshacer el camino de vuelta en autobús. Éste llegó prácticamente para la hora de comer por lo que fuimos directos al mercado musulmán para verlo de día y llenar el estómago.
Nada más de comer realizamos el check-out, otro más, y fuimos hacia la estación de tren para cambiar nuevamente de destino. Ahora nos dirijíamos a Chengdú, ciudad a la que llegamos tras varias horas de tren y de noche. Debido a la problemática con el navegador y el idioma, cuando le comentamos al taxista donde ir nos dejó en un lugar cercano al hotel pero, al encontrarse este en una zona peatonal (lo cual no supimos de primeras) acabamos en una calle paralela. No supuso ningún drama pero ni siquiera preguntando a la gente móvil en mano con la dirección en chino supieron darnos las indicaciones. Finalmente recordando las fotos de la fachada exterior y de la zona peatonal conseguimos ver la entrada, que encima estaba medio escondida, de Chengdu Chunxi Hotel. Típicas aventurillas.
El resto de la noche transcurrió sin problemas y pudimos hacer el check-in y acostarnos sin más líos ni estreses varios.
Reposada la tensión de ayer por la noche tras haber descansado unas cuantas horas, comenzábamos nuestro día en la ciudad de Chengdú. Desayunamos algo en locales que había por la calle y dimos una vuelt apor la ciudad. Durante la primera mitad del día estuvimos por el centro, visitamos la plaza de Tianfu y dimos un paseo tranquilo por People's Park. La ciudad se veía bastante limpia, con edificios modernos, la mayoría haciendo mucho uso del cristal y sobre todo mucha vegetación en cada una de las calles. Saliendo de la plaza nos adentramos por calles estrechas y tuvimos suerte de dar con una lavandería, a esas alturas del viaje ya necesitábamos dar un buen repaso a parte de nuestra ropa por lo que acordamos con la dependiente volver por la tarde para dejar allí nuestra ropa. Aprovechamos también para comer algo de aperitivo de los locales cercanos que se encontraban en la misma calle.
Entramos en People's Park y en el primer puente se encontraba un grupo de señoras chinas. Entre risas y gritos intentaron hablar con nosotros y consiguieron apañárselas para preguntarnos de donde éramos haciendo uso de alguna palabra suelta que sabían en inglés. Identificaron el país (España) sorprendentemente rápido a pesart de nuestras dificultades para pronunciarlo en chino. SE reían, cuchicheaban y se volvían a reir. Nos despedimos entre más risas mientras nos alejábamos del puente, sorprendentemente no hubo ninguna foto con ellas.
El parque no dejaba de ser, pues eso, un parque pero tenía zonas bastante curiosas decoradas con vegetación asiática, inscripciones en chino y alguna que otra pagoda con algún altar o budas de piedra. Como teníamos bastante tiempo libre programado para hoy, nos lo tomamos con calma y nos metimos en cada camino y en cada rincón del parque. Luego fuimos al Templo Wuhou que se encontraba relativamente cerca del parque. Un templo muy bonito, con un recinto envuelto prácticamente por la vegetación. Tenía un montón de paredes con inscripciones, decoraciones en piedra y unos pasillos rojos rodeados de bambú impresionantes. Cuando se acercaba la hora para comer, volvimos a la zona del hotel para tomar algo en algún local cercano y descansar en la habitación.
De camino a nuestra visita nocturna, volvimos a la lavandería donde habíamos pasado por la mañana. Dejamos todos nuestra ropa para lavar y acordamos recogerla al día siguiente antes del cierre. Ahora continuábamos nuestro paseo hacia Jinli Road. En esta ocasión cogimos el metro porque vimos que andando se encontraba a casi tres horas de donde nos encontrábamos. Nuevamente el metro hizo gala de su buen funcionamiento y comodidad para los desplazamientos y en cuestión de minutos ya estábamos allí.
Jinli Road era una calle muy turística, la verdad es que estaba llena de gente pero por suerte no lo suficiente para que no pudieras moverte. Se podía pasear comodamente. Nos metimos por todas las callejuelas y callejones que había ya que todo estaba decorado con faroles, distintos según las calles, y tiramos alguna que otra foto aprofechando la luz y la perspectiva con respecto a éstos. También había zonas con deseos colgados, tantos que formaban prácticamente paredes y techos en las zonas en las que estaban colgados. Siendo una calle bastante articifial, por el estilo y estado de los edificios, tenía cierto aire rústico. Siendo un calle claramente comercial y rozando la "turistada" era muy bonita y coqueta, sobre todo por los juegos de luces, faroles y deseos que había dejado allí la gente.
Volviendo al hotel, hicimos una parada para ver otro templo y mala suerte la nuestra que empezó a caer un chaparrón del 15, arruinándonos un poco la visita y obligándo a algunos de nosotros a hacer uso de unos "cubrezapatos" horrendos de plástico para proteger sus preciadas zapatillas. Cuando hubo pasado la lluvia y pudimos medio terminar de ver el templo, volvimos al hotel ya cenados a descansar para la excursión que nos esperaba al día siguiente.
Madrugamos hoy para visitar el Gran Buda de Leshan. Lo primero que hacemos es desayunar rápido de supermercado y nos dirigimos a la estación de autobuses Xinnanmen (成都旅游汽车客运中心). Compramos el billete y esperamos a que saliera el siguiente. Nos leen el billete, nos leen las cámaras que hay por toda la estación y subimos al bus. El trayecto es sencillo, cómodo y dura cerca de dos horas (en nuestro caso algo más porque había un tramo en obras). Cuando llegamos a la estación de Leshan, hablamos con el centro de turismo para que nos confirme que el bus que tenemos apuntado es el que nos llevará hasta el Buda. Montamos y ahora solo queda esperar cerca de media hora para llegar a la parada que nos deja en la entrada principal del recinto.
En los mostradores de la entrada compramos nuestros tickets y entramos al recinto. La primera entrada era la más cercana al Gran Buda de Leshan por lo que fuimos directos a hacer la cola. El recorrido partía desde la parte derecha de la cabeza del Buda y descendía por la pared de la roca por el mismo lado. Terminaba en los pies, pasaba por delante de la enorme estatua (aquí es cuando la cola se disipa y terminaron los empujones y agobios)y a partir de ahí el recorrido desembocaba en el resto del recinto.
Durante el descentos por las escaleras fuimos viendo poco a poco el Buda, cómo incrementaba de tamaño y cómo te va mirando cada vez desde más alto. No fuimos conscientes de los 70 metros hasta que llegamos a la base y, aunque se pierden algo las proporciones, no dejaba de ser impresionante. Era alucinante ver como estaba hecho sobre la misma piedra del acantilado y a tan escasos metros del río. Satisfechos con las vistas y casi más de haber escabado de los empujones, gritos e intentos de adelantamiento durante la cola (los chinos tienen una especie de obsesión por esto) continuamos el camino y nos adentramos en el gran recinto.
Estuvimos paseando un par de horas, recorriendo los diversos jardines y templos. Había algunos en colinas, otros en lo alto de unas escaleras y algunos perdidos entre la vegetación y casi metidos en el propio río. Fue un paseo muy reconfortante y tranquilo y, a decir verdad, poco cansado ya que está habilitado para que lo recorra casi cualquier persona. Cuando llegamos hasta el final, salimos por una de las salidas y comenzamos a volver en dirección a la parada del autobús donde nos bajamos por la mañana buscando durante el trayecto un lugar donde comer.
Tras ser acosados sin descanso por muchos de los empleados que trabajaban en los restaurantes, estratégicamente situados en la calle del recinto del Buda, entramos en uno de ellos al ver que tenían un menú con fotos. Así sería fácil pedir la comida. Comimos bastante bien y nos atendieron mejor y eso que el sitio no tenía muy buena pinta de primeras. Reposamos un poco la comida y empezamos con el primer bus hacia la estación de Leshan para volver al apartamento. Unas 3-4 horas después habíamos llegado a la estación.
Miramos el reloj y ¡Problema! la lavandería estaba a punto de cerrar. Tontos de nosotros, no pusimos ningún tipo de chincheta en el navegador por lo que intentamos hacer el recorrido del día anterior de memoria para ver si localizábamos el local. Tras confundirnos varias veces en la misma zona, finalmente dimos con ello y la mujer no tenía la ropa perfectamente preparada ya en el mostrador. Por poco menos del equivalente a 20€ lavabamos cada uno prácticamente media maleta por lo que ya teníamos ropa renovada para continuar el viaje hasta el final.
Aprovechamos el resto de la tarde-noche para hacer algunas compras y cotillear precios de algunas marcas por las tiendas en el centro cercanas al hotel. Después cenamos unas pizzas con un toque chino en un local bastante occidental de la zona, lo que nos permitió reiniciar el estómago y hacer una pausa de tanta comida china. Una vez cenados fuimos al hotel y dábamos por cerrado el décimo día de viaje.
Salimos relativamente pronto y con las mochilas hechas hacia el aeropuerto de Chengdú porque cogíamos un vuelo con destino Dayong. En este pueblo no haríamos noche ya que nada más aterrizásemos cogeríamos un autobús para ir a Zhangjiajie. Así que desayunamos algo en el aeropuerto de salida, haciendo un poco de tiempo hasta que nos tocase embarcar y tras un vuelo tranquilo y que pasó rápido porque íbamos durmiendo durante casi todo el trayecto llegamos al destino.
Mientras el avión aterrizaba en pista, se podía ver desde el mismo aeropuerto la Puerta del cielo, lugar al que iríamos antes de cambiar de ciudad una vez más. Nada más aterrizar, recogimos las mochilas una vez aparecieron en la cinta de equipajes y buscamos la parada del bus para ir al pueblo de Zhangjiajie que es donde teníamos el alojamiento y estaba el acceso al paruqe nacional. Tras un viajecito de poco más de media hora llegamos a nuestro destino final.
El hotel Zhangjiajie Wulingju Hotel tenía buena pinta, de aspecto rústico y coqueto nos transmitió bastante calidez y un sentimiento de acogida y más cuando el pueblo estaba en mitad de la nada. Aprovechamos a descansar y organizar las mochilas tras hacer el check-in y aprovechamos el resto de la tarde para dar una vuelta.
El pueblo de Zhangjiajie no tiene mucho que ver más allá de la calle principal, algunas tiendas para turistas y el paisaje que lo rodea por lo que nuestra vuelta acabó bastante rápido. Fuimos directamente a cenar a un sitio en el que sabían hablar inglés medianamente bien. Comimos comida local muy rica, barata y nos sirvieron muy rápido. Tras este día de transición nos fuimos al hotel a dormir ya que al día siguiente tocaba madrugar para estar los primeros en las puertas de entrada al parque nacional.
Como un resorte nos levantamos de la cama para ir a desayunar a primerísima hora ya que el reto de estar de los primeros en la cola del parque así lo exigía. El "restaurante" del hotel, por llamarlo de alguna forma, estaba en el sótano y la oferta de comida no era muy abundante: un plato de noodles, unas empanadas, algo de verdura, café y un huevo duro que te entregaba un señor en mano tras entregarle un ticket que nos dieron en recepción el día anterior. Muy raro todo, la verdad. Comimos rápidamente un cuenco que llevaba un poco de todo y fuimos cuando estaba ya amaneciendo hacia la puerta este de entrada al parque.
Ya era habitual que en la entrada a recintos turísticos el caos "made in China" estuviera presente pero en este caso se superaron. Había varias colas para poder entrar al parque, unas para turistas nacionales con entrada, otra para turistas nacionales sin entrada, otra para turistas internacionales con entrada y otra para turistas internacionales sin entrada. Nosotros empezamos a hacer cola en la de sin entrada y allí no aparecía nadie. Esperamos, esperamos... y por fin llegan los empleados que se meten en su correspondiente mostrador y comienzan a atender a guías de grupos de turistas locales. Preguntamos, nadie nos hace caso. Preguntamos, pasan de nosotros. Entre los turistas internacionales comenzó a brotar la impaciencia. Uno de estos saltó la valla y fue directamente a preguntar al mostrador. Cuando volvió a la cola tampoco traía muchas novedades, que esperásemos. Al final una puerta fue abierta y entramos en tropel directamente al mostrador que teníamos más cerca y no sé ni como pero acabamos comprando las entradas.
Había varias formas de ver el parque, y muchas rutas diferentes para hacerlo. Por el tamaño que tiene, había buses en las partes bajas y altas del parque para poder moverte rápidamente entre los diferentes segmentos, imagínate como sería la cosa. Nosotros fuimos directamente a un ascensor gigante llamado Ballong Elevator que te subía a la zona alta rápidamente de tal forma que podíamos empezar los recorridos más bonitos al principio. Tras un poco de pelea amistosa en la cola del ascensor, conseguimos entrar y alcanzar la cima. Desde este punto ya teníamos un pequeño aperitivo de lo que nos iba a dar el Parque Nacional de Zhangjiajie.
Iniciamos el recorrido siguiendo un pequeño mapa que nos dieron a la entrada hacia varios puntos de interés que teníamos cerca y que justamente eran los más famosos como el primer puente, la terraza encantada o la roca que cayó del cielo. Los senderos estaban muy bien cuidados y adaptados para que los recorriera cualquier persona. El paisaje era verdaderamente increíble, todo el paisaje estaba formado por miles de rocas que se elevaban y superponían unas sobre otras, creando formas imposibles y valles muy profundos. Sobre éstas crecía la vegetación, hierba, arbustos e incluso árboles de manera que parecía ser un paisaje de otro mundo (aunque afortunadamente es el nuestro) por tener esa combinación de roca y plantas en el mismo punto.
Fuimos terminando senderos y diferentes rutas y cambiábamos de lugar utilizando los autobuses que te desplazaban de manera gratuita por el parque nacional ya que algunos puntos distaban varios kilómetros entre sí. Una cosa sorprendente fue encontrar un MacDonald's dentro del parque y sí, en la parte alta,a cientos de metros sobre el suelo. Ya no solo por ver algo así en China sino por el contraste de estar en un paraje natural inmenso y abrumador y ver la "M" brillante en mitad de todo.
Llegamos a un punto en el que el sendero se estrechaba y aparecían subidas y bajadas, parecía que habíamos dado con uno difícil. Algunos turistas occidentales que buscaban ya la salida nos avisaron de que era un recorrido algo costoso sobre todo por el desnivel variable de la ruta. Parte de nuestro grupo quiso hacerlo y parte no así que nos dividimos para quedar en un punto de encuentro cuando hubiéramos terminado.
El sendero, aunque algo costoso por algún tramo con escaleras, no fue para tanto y lo hicimos en menos tiempo que el que se indicaba en el letrero de la entrada. Pudimos subirnos a alguna roca habilitada para tener mejores vistas (donde nos encontramos a bastantes vloggers y streamers chinos que estaban en ese momento creando contenido), ver formaciones rocosas únicas y escondidas en partes del sendero y hacer algo más de cardio para no perder la media de pasos diarios del viaje.
Comimos algo tarde ya que picamos algo durante las diferentes caminatas y después de estar descansando las piernas frente a una placa de rocas que se perdía en el horizonte, empezamos a volver al hotel. Para variar un poco con respecto a la subida, hicimos la bajada hacia la parada del bus que nos llevaría de vuelta a la puerta este en un teleférico. Nos dio un nuevo punto de vista para poder observar el tamaño de las formaciones rocosas y pasar entre ellas mientras nos envolvía la capa de nubes que había debajo. Una vez llegamos a la parada de bus, esperamos nuestro turno y regresamos al pueblo.
Descansamos otro poco en el hotel ya que había sido un día cansado pero sobre todo largo. Nos dimos una buena ducha reparadora y salimos a cenar. No nos complicamos y repetimos restaurante y casi pedimos los mismos platos porque nos gustaron muchísimo.
Tras un corto paseo nocturno para ver de nuevo los edificios de madera iluminados por los faroles, fuimos con ganas a la cama para descansar tras el día tan intenso de caminatas que llevábamos encima.
Nos levantamos algo más tranquilos ya que no teníamos ninguna obligación para madrugar tanto. Pasamos por el sótano a desayunar unos pocos "comistrajos" y cogimos un bus de vuelta a Dayong, otra vez al aeropuerto. Teníamos que coger un bus más tarde hacia la siguiente ciudad.
Aprovechando el rato que teníamos por la mañana, planificamos la visita a la Montaña de Tianmen y la Puerta del cielo. Dejamos las mochilas en unas taquillas que había en la propia estación de autobuses y esperamos nuestro turno una vez más tras comprar la entrada. El tiempo que nos hizo ese día fue terrible ya que las nubes estaban bajísimas y llovía a mares constantemente. Tuvimos que ir con capas de agua y en el recorrido por la montaña soplaba un viento huracanado que te dejaba helado, mojado y con cero ganas de hacer cualquier visita; pero así es la vida.
No pude sacar la cámara para hacer fotos debido a la lluvia pero habría dado igual porque apenas de veía nada a escasos 20 metros. Lo más fastidioso fue que la Puerta del cielo estaba completamente cubierta por las nubes por lo que no se podía ver ni desde arriba ni desde abajo una vez completamos la bajada de los casi 1000 escalones. Para volver a la estación el autobús de regreso descendía por una carretera con 99 curvas, que casi puede ser una atracción más porque ver al conductor girar en cada una de ellas es algo que merece la pena vivir; no tanto como mirar al vacío cuando se producían los giros porque parecía que hubiera medio autobús colgando.
Conseguimos llegar sanos y salvos a la estación, comimos allí mismo algo ligero y montamos en el autobús. Fue un trayecto un poco largo aunque nos amenizaba el viaje una chica, que debía pertenecer a la empresa de transporte, y que nos ofrecía snacks para probar y vendernos así un producto alimenticio. También se dedicaba una vez cada hora a recitar un texto enorme, estaba casi 20 minutos hablando, sobre lo que entendemos que era algún tipo de slogan publicitario. Llegamos a Fenghuang con la cabeza como un tambor y ya muy entrada la noche por lo que fuimos al hotel, hicimos el check-in y tras coger WiFi y dar un aviso de que estábamos a salvo nos fuimos a la cama.
Nos daba la bienvenida a Fenghuang un poco de lluvia y que en una ciudad donde hay un río en el medio, significaba que iba a ser un día con mucha humedad y sobre todo frío. Así que nos abrigamos bien, nos pusimos el mejor calzado que teníamos para la lluvia y salimos a hacer un poco de turismo. Empezamos por la calle principal y que discurre junto al río hasta llegar al puente más famoso de Fenghuang. Su doble pasarela y su segundo piso cubierto y rodeado de toda la estética rural de la ciudad presentaba una estampa preciosa y reflejo de lo que sería la antigua ciudad.
Cada lado del río estaba lleno de pequeños edificios que se iban apilando según ascendían por las diferentes colinas. En algunas zonas, estos edificios estaban sostenidos en el aire por madera sobre el mismo río. Aunque pudieran parecer casas de particulares, tenían toda la pinta de ser alojamientos turísticos e incluso restaurantes. La segunda opción pudimos confirmarla ya que fue en una cafetería con vistas al río donde tomamos el desayuno.
Cuando terminamos el café y la lluvia que había comenzado a caer nada más sentarnos amainó hasta ser un chispeo, nos pusimos nuevamente en marcha y continuamos con la visita de la ciudad. Fuimos hasta la plaza principal, dónde se alzaba una estatúa gigante de un fénix, paseamos junto a la muralla que protegía el centro de la ciudad, nos adentramos en lo que parecía un mercado de comida y recorrimos la ciudad antigua hasta dónde se podía llegar.
Un poco cansados porque la lluvia no paraba de venir, decidimos hacer una pausa y comer algo cerca del hotel para así ir luego a las habitaciones y esperar tanto a que parara de llover como a que se hiciera de noche. Cuando el sol había desaparecido por completo, nos apañamos un poco y volvimos a la calle a ver Fenghuang de noche.
La ciudad parece otro lugar completamente distinto. Las luces están por todos lados, iluminando los puentes, las casas y los locales. Las calles estrechas y los callejones también estaban ambientados de alguna forma aunque sea con un solitario farolillo. Los sorprendente fue ver la cantidad de locales de fiesta, abiertos a la calle y con muchísimas luces de neón que parecieron surgir de la nada. Con la música a todo volumen y varios de ellos con chicas en la puerta o bailando como en un mostrador te invitaban a entrar a que tomases algo. Nosotros teníamos otros planes por el momento, como no entrar en ese tipo de locales, y continuamos nuestro paseo.
Fuimos haciendo varias paradas, sobre todo en los puentes ya que desde éstos se tenían unas perspectivas del resto de la ciudad chulísimas y con un pequeño trípode le sacamos bastante jugo a las fotos de larga exposición.
Terminamos el paseo cerca del mercado local y no sé que diablos estarían vendiendo pero olía a rayos. Fue un mal momento para encontrarnos con ese hedor porque estábamos buscando un lugar para cenar. Entramos en un restaurante lleno de gente y que no tenía mala pinta y comimos bastante bien, abundante y rico, sobre todo unas gyozas que tuvimos que pedir otra ración de lo bien que nos supieron.
De vuelta al hotel estuvimos tentados de tomarnos algo en algún local normal de los que estaban cerca al alojamiento pero el cansancio y la prudencia vencieron al espíritu fiestero y nos fuimos directamente a descansar.
Nos levantamos temprano y bajamos a recepción para que llamasen a un taxi ya que nos toca ir a una estación de tren en una ciudad cercana y preferimos no jugárnosla cogiendo un bus. En lugar de un taxi, nos comentaron que conocían a un conductor que tenía una furgonetaen la que cabíamos todos sin problema. Siendo seis personas, cada uno con una mochila grande y además otra pequeña... parecía difícil de creer. Y cuando llegó la furgonetase confirmaron nuestras sospechas, si entrábamos sería jugando al Tetris y así fue. Con varias mochilas en mitad de la furgonetaque ocupaban tanto que casi no nos veíamos entre nosotros pusimos rumbo a la estación de trenes de Huaihua.
Tras un trayecto de aproximadamente hora y media llegamos a la estación de tren. Aprovechamos para desayunar algo allí mientras esperábamos a que saliera nuestro tren. Cuando llegó ocupamos nuestros asientos y a disfrutar de los paisajes y del viaje en tren. Los trenes iban a toda velocidad por lo que casi no nos dio tiempo ni de echar una cabezada. En cuestión de un par de horas habíamos llegado a la estación de tren de Changsha. Teníamos que venir hasta aquí para poder coger un nuevo tren hacia la ciudad de Guilín que es la que nos serviría de trampolín para llegar a Yangshuo.
Por lo tanto tuvimos que parar, bajarnos, aprovechar para comer algo mientras hacíamos tiempo de nuevo y echarnos unas cartas para matar las horas entre un tren y otro. Cuando llegó la hora repetimos el proceso y llegamos a Guilín cuando estaba a punto de hacerse de noche.
Llegamos caminando a Ming Cheng Hotel y procedimos a hacer el check-in. Acomodamos rápidamente el equipaje, sin sacar muchas cosas ya que al día siguiente tocaba movernos de ciudad, y salimos a dar una vuelta. Siendo ya de noche, no teníamos tampoco mucho tiempo que perder por lo que fuimos caminando hacia el norte que es donde se encontraban las principales atracciones de esta ciudad: la Pagoda del sol y la Pagoda de la luna.
El paseo lo realizamos dentro de un parque, bastante grande y que tenía varios lagos dentro. Había también botes y barcas que se podían alquilar para darte una vuelta por estos lagos, tanto de manera autónoma como para que te llevase alguien. Muy típico chino el hacer de todo una atracción. Las pagodas, ahora iluminadas por ser de noche, se encontraban en pequeñas islas algo dentro del lago y cada una con un pequeño puente para poder acceder. Debido al horario ya estaban cerradas en ese momento. Cada una con su clara estética diferenciada para hacer el juego de sol y luna, brillaban en la noche y no sólo por la luz sino también por su belleza. Antaño lugar de culto, tanto al espíritu como a la mente, hoy se exponen en cada una los diferentes elementos que determinaban su uso en tiempos pasados.
Tras este agradable paseo alrededor de todo el lago, cenamos en algún puesto cercano de la zona, tampoco mucho ya que habíamos ido comiendo en los diferentes viajes a lo largo del día y no teníamos demasiado hambre en ese momento. Tras la rápida y ligera cena, pusimos rumbo al hotel para descansar y madrugar al día siguiente.
Tenemos que ir rápidamente a la estación de bus Guilin Qintan, para coger el primer bus del día y así aprovechar el tiempo en nuestro próximo destino, Yangshuo, que era una de las joyas del viaje. Cuando llegamos a la estación que teníamos más cerca del alojamiento y pedir los tickets en el mostrador se vino un problemita: esa no era la estación correcta. Miramos mal el GPS y dimos por hecho que la más cercana era la que debíamos coger, pero no. Ahora quedaba poco tiempo para poder llegar hasta la otra punta de la ciudad y coger el bus a tiempo, así que teníamos que poner una solución rápida. De camino a la estación, vimos varias oficinas de turismo que ofrecían planes y otras atracciones, por lo que quizás ofrecerían también transportes.
Una de las anécdotas del viaje ocurrió en este instante, ya que desde la salida de la estación hasta llegar a la primera oficina, que sería tranquilamente un kilómetro, nos persiguió una señora al vernos con cara de necesitar algo. Durante todo el camino nos estuvo gritando, hablando, señalando, llamando; vamos, que nos pegó una turra del 15 (y encima no le entendíamos nada). Incluso cuando llegamos a la agencia y estábamos hablando con los empleados para gestionar un transporte, seguía dando la lata. Nos puso la cabeza como un tambor. Conseguimos llegar a un acuerdo económico para el transporte privado, nuevamente a reventar de mochilas por todas partes y conseguimos salir hacia nuestro destino.
Conseguimos llegar a Yangshuo sanos y salvos. Hay que admitir que todos los servicios de transporte, sean más oficiales o más piratas, funcionaban estupendamente. Hicimos el check-in en Yangshuo River View Hotel, un hotel más occidentalizado debido a la afluencia de turistas en esta zona. Ofrecían desayunos y no perdimos esa oportunidad; por fin íbamos a tomar un café de verdad y en condiciones.
El cuerpo ya se sentía de otra manera y con todo el trámite del check-in hecho, nos pusimos en marcha. Teníamos que ir a XingPing y fuimos a la estación de autobús de Yangshuo para tomar el correspondiente bus. Fácil de encontrar, en pocos minutos estábamos ya en la marquesina correspondiente. El viaje duró algo más de una hora pero se hizo cómodo y más cuando lo pasamos la mayor parte del tiempo echando una cabezada. Paró el autobús y después de andar unos pocos minutos ya estábamos en la zona de interés principal.
Ante nosotros teníamos el río Li, con un fondo de rocas cársticas impresionante que se iban alzando de manera aleatoria por todo el paisaje. Antes de dirigirnos hacia un paseo turístico, decidimos hacer un corto pero intenso ascenso hasta una diminuta torre que se alzaba sobre una de las colinas en el lado del río en el que nos encontrábamos. Poco a poco y gracias al fresco de la mañana, completamos el ascenso en una hora más o menos con unos cuantos jadeos y paradas por el camino. Había zonas en bastante en mal estado y muy mojadas por el rocío de la mañana lo que hizo que tardásemos más de lo esperado. Sin embargo el esfuerzo dio sus frutos.
Desde esa altura la panorámica que teníamos delante era impresionante, estábamos a la misma altura que el resto de colinas y podíamos mirarlas directamente a los ojos. Además, el horizonte se mostraba desnudo y pudimos ver como las rocas seguían y seguían y seguían.
Tocaba el momento de bajar y !Ay madre¡. Ahora teníamos que ir súper despacio, controlando cada pie y cada mano para evitar resbalones y caídas ya que un fallo se podía transformar en una buena piña. De hecho, en la parte más fácil, me eché un pequeño trote sobre una zona pedregosa y me pegué un culetazo bien bueno, vamos, que reboté nada más darme el golpe.
Una vez abajo tocaba hacer el paseo turístico y habilitado para tal público. Fuimos caminando siguiendo el sentido del río, dónde había varios miradores habilitados para observar al río Li escondersa entre las colinas. Como curiosidad, desde uno de estos puntos, puede verse la misma imagen que está impresa en el billete de 20 yuanes. El paisaje seguía impresionándonos al ver que no tenía fin.
Cerca de la zona donde hicimos el ascenso había una serie de puestos que vendían comida como frutas o bolsas con aperitivos. Decidimos comer algo de estos puestos y descansar un rato allí mismo antes de coger el autobús de vuelta. Después dimos un corto paseo por la parte más urbana de XingPing y cotilleamos un poco como vivía la gente en ese pedacito del día. Concluida la vuelta urbana, montamos en el bus y realizamos el trayecto de vuelta durmiendo una pequeña siesta de nuevo. Llegamos al hotel algo antes del anochecer y nos preparamos para dar una vuelta por el Yangshuo nocturno.
La parte más comercial o de mayor tránsito de la pequeña ciudad estaba relativamente cerca del hotel, así que fuimos a pie. Así podíamos observar cada parte de la ciudad de noche, sus luces y sombras, y ver como iba cambiando desde las afueras (donde nos alojábamos) hasta el centro. Nos sorprendió gratamente la cantidad de vida y actividad que tenía esta ciudad. Las calles estaban llenas de locales de alimentación, restaurantes y tiendas de todo tipo abiertas y con mucho movimiento. La calle principal estaba llena de gente, caminando y entrando y saliendo de los diferentes locales. Había familias, chavales y chavalas en busca de fiesta y algún que otro turista.
Aprovechamos algunos de los puestos locales para cenar. Lo hicimos en un pequeño mercado donde pedías un plato y te lo hacían al momento. Algunos noodles, otros arroz, otros carne estilo wok y alguno con algún escorpión de aperitivo cenamos de lujo y rodeados de un ambiente local muy auténtico.
De vuelta al hotel, paramos en un mercadillo local que tenía artículos artesanales (aparentemente). Fuimos yendo de uno a otro, regateando todo lo posible y algunos completamos alguna que otra compra. Pasamos mauy buenos ratos regateando y sorprendiéndonos con el desparpajo y la habilidad de los vendedores para caer bien, jugar con la simpatía y las bromas haciendo uso incluso del español y tópicos de nuestra cultura. Llegamos al hotel y tras organizar un poco la habitación nos acostamos.
Nos levantamos pronto para aprovechar el día aunque sin madrugar demasiado. Tomamos nuevamente el desayuno en el hotel y hablamos con recepción para alquilar unas bicis. Tocaba hacer una ruta por los alrededores de Yangshuo y pasear por una ruta asfaltada que discurría entre las formaciones rocosas y que permitía ir realizando paradas a lo largo del río. Tras comprobar el estado de las bicis y ver que todas tenían dos ruedas, frenaban decentemente y se podía pedalear comenzamos a movernos.
Primeramente tuvimos que movernos por carretera y alternar con algún carril bici para llegar al extremo sur de Yangshuo para luego continuar por la carretera asfaltada que comenzaba en ese punto. No nos costó mucho encontrarlo ya que había varias indicaciones en las carreteras y senderos para llegar al punto de partida. Tuvimos la suerte de que hacía un día estupendo, con buena temperatura y prácticamente sin nubes por lo que pedalear por la ruta fue una delicia. Hicimos varias paradas a lo largo del trayecto: primero cerca de un río por el cual navegaban unas barcazas con turistas en las que iban sentadas bajo una sombrilla una pareja delante y un tipo de pie en la parte trasera que se encargaba de llevar la embarcación a lo largo del río; después dimos una vuelta a pie por una parcela en la que se encontraba un árbol milenario del que colgaban montones de deseos que la gente había ido escribiendo y colgando a lo largo de los años; y tercero subimos a la Moon Hill que es una roca con un hueco en el medio (así hablando en plata) a la que se accede tras un pequeño trekking.
Continuamos el recorrido por senderos algo más alternativos y desviándonos de la carretera principal. Llegamos hasta alguna zona más remota, cruzándonos con varios locales que vivían por la zona, llegando a ver zonas más ocultas del río y encontrando un pequeño alojamiento en el cual hicimos una parada técnica para beber algo y acabamos comiendo un rico aperitivo. Con las fuerzas recuperadas seguimos pedaleando un poco más hasta que llegamos a un punto en el que se acababa el camino a la salida de un pequeño pueblo y tuvimos que dar la vuelta. Ya con el sol comenzando a descender, los paisajes tomaron una textura más marcada con el peso de las sombras, la luz se volvió más dorada y el agua de un azul verdoso más saturado. Nos despedía esta zona del sur de China con un bonito atardecer entre arrozales y colinas para poner el broche final a la etapa de las pequeñas ciudades.
Volvimos al hotel, dejamos las bicis en su lugar correspondiente y subimos a descansar y prepararnos para dar una vuelta nocturna similar a la del día anterior. Dimos una vuelta por el centro, cenamos en el mismo mercado y como novedad se nos acercó un grupo de jóvenes chinos y chinas para practicar su inglés. Nos preguntaron acerca del viaje, de nuestro origen y de nuestros próximos destinos. Fue muy enriquecedor ver como tomaban notas y como nos enseñaban a pronunciar los nombres de las ciudades chinas correctamente ya que nosotros las pronunciábamos algo españolizadas. Después de tomarnos un helado y recorrer el centro mientras disfrutábamos del postre, volvimos al alojamiento para preparar las mochilas y dejarlo todo listo para continuar al día siguiente con el viaje.
Nos levantamos con calma y nos tomamos nuestro tiempo para desayunar y salir del hotel ya que teníamos tiempo de sobra para ir a la estación de tren de Yangshuo y coger un tren a nuestro próximo destino: Hong Kong. Como el resto de veces que debíamos coger un tren, fuimos con algo de margen a la estación para estar al tanto de cancelaciones, cambios y otros posibles percances y allí esperamos jugando a las cartas. También hicimos una rifa para las habitaciones del hotel en Hong Kong ya que había una doble y una cuádruple. Tuve suerte y cogí la carta que me daba un lugar en la habitación doble. Poco después estábamos ya montados en el tren y preparados para un viaje de algo más de cuatro horas.
Fue un viaje en tren tranquilo, con alguna parada y cambio de tren a final del trayecto para entrar en Hong Kong. Más tarde hicimos el control de pasaporte y estábamos dentro del país. Teníamos algo d preocupación por desconocer el proceso al ser un cambio de frontera particular pero todo fue bastante rodado y sin ningún tipo de complicación.
Nuestro hotel,B P International, fue seleccionado para estar cerca de las principales zonas de interés, líneas directas de metro con el aeropuerto y para cruzar a Hong Kong Island y para estar dentro de una zona con ocio y sitios para comer. Por la primera razón, fue muy sencillo llegar y cogiendo la línea Airport Express y andar 10 minutos estábamos ya en el alojamiento. Hicimos el check-in, dejamos el equipaje y ya teníamos un pie en la calle antes de que anocheciera del todo. Para aprovechar el día, decidimos ir hacia la zona sur. Hicimos algo de tiempo dando un paseo por la bahía para terminar a las 20:00 en Tsim Sha Tsui donde se puede ver un espectáculo de luces y música (tiene lugar todos los días a la misma hora y en el mismo lugar). Los edificios que se encuentran al otro lado de la bahía, en la isla de Hong Kong, comenzaron a proyectar luces y a cambiar las suyas propias en conjunto con la sinfonía que estaba sonando. Es una pequeña chorradilla pero es una forma chula de ver la bahía, de darte un buen paseo y ver la ciudad iluminada de otra manera.
Cuando hubo terminado el espectáculo de luces caminamos en sentido norte hacia calles más céntricas y acabamos cenando cerca del Mercado nocturno de temple street, en unos restaurantes que tenían mesa en la propia calle y servían comida marítima bastante buena y económica. Luego dimos una vuelta por el mercado nocturno y ojeamos lo que vendían por allí que en su gran mayoría eran productos falsificados de todo tipo: camisetas, dispositivos electrónicos, juguetes, bisutería, de todo.
Llegamos hasta el final de la calle, dimos media vuelta y continuamos hacia el otro extremo dónde había todavía más puestos. Alguno de nosotros compró alguna baratija, pero en general nada llamó especialmente nuestra atención. Al completar el recorrido del mercadillo, fuimos hacia el hotel y cerramos el día.
Nos levantamos sin prisa, nos preparamos para salir y buscamos un lugar para desayunar. Como en el hotel no servían desayunos apetecibles ni económicos decidimos buscar algo que estuviera cerca y fuese cómodo. Nada llamaba realmente nuestra atención y probamos en un local que estaba en la acera de enfrente del hotel. Café Croal era un lugar de comida rápida que también servían desayunos. Sin muchas opciones a la vista y viendo el tiempo correr, pedimos algo allí y desayunamos. No fue nada del otro mundo, de hecho tirando a bastante malo, pero nos survió como parche y pudimos ponernos en marcha sin ir con el estómago vacío.
Fuimos hacia el norte, caminando por Nathan Road hasta dar con el Mercado de las aves y con el Mercado de las flores. Ambos mercados estaban muy juntos y es algo vistoso de ver. Por el nombre de ca dauno, ya se deduce lo que vas a ver pero es curioso ver la manera en la que están montados los puestos y como exponen los productos que ofrecen. Fue una buena forma de empezar el día, de obligarnos a caminar bastante y aprovechar el recorrido para visitar otras calles pintorescas, parques y zonas de descanso y contemplar la arquitectura de los edificios.
Invertimos toda la mañana hata la hora de comer en deambular por las calles de la zona, sin ningún objetivo, hasta que llegó la hora de comer y buscamos un sitio cercano. Después volvimos al hotel para descansar antes del próximo plan de tarde que era ir a ver Macao.
Bien cerca del hotel se encontraba la terminal de ferry de Kowloon por lo que pudimos ir de nuevo andando. Allí mismo compramos el billete de ida y vuelta, ésta última sin hora definida, pero así nos asegurábamos poder volver aunque no fuera en la hora que lo decidiéramos. Pasamos un pequeño control y tomamos asiento en el ferry. Después de una hora de trayecto aproximadamente llegamos a la ciudad de Macao, donde tuvimos que pasar nuevamente otro control. A la salida de la terminal de ferry había autobuses gratuitos que ponen los propios hoteles o casinos para dejarte en zonas estratégicas de la ciudad. Los cogimos sin pensarlo, lógicamente. El autobús nos dejó frente al hotel Grand Lisboa y desde ahí comenzamos nuestro reocorrido.
Aprovechando que todavía quedaba luz fuimos al centro histórico de Macao, donde pudimos ver lugares de interés como las ruinas de la Catedral de San Pablo o el ayuntamiento, así como la mezcla de la antigua colonización portuguesa y la actual influencia china mezcladas. Fue un paseo muy interesante y curioso de ver, ya no solamente por el contraste dentro de la propia zona antigua sino también de ésta misma con la zona más nueva, llena de hoteles, casinos, luces y edificios muy llamativos.
Nos paramos en una cafetería y tomamos algo de beber y comer, mientras hacíamos algo de tiempo para que se hicera completamente de noche. Una vez que las luces de los hoteles y casinos empezaron a encenderse, reanudamos la marcha y volvimos a dar una vuelta por la zona más animada. Entramos en uno de los casinos para cotillear las mesas de juego, las tragaperras y demás elementos. Quisimos hacer alguna apuesta pero la apuesta mínima era demasiado alta para pensar en que podíamos perderlo de primeras por lo que abortamos misión. También intentamos acceder a todas las partes del casino pero debido a nuestros "harapos" nos prohibieron entrar en muchas de las zonas y pisos del casino.
Cuando ya se empezó a hacer tarde cogimos el mismo autobús gratuito para volver al puerto. Una vez allí hicimos el control, realizamos el viaje de duración similar y fuimos directos al hotel que estábamos bastante cansados de andar durante todo el día, y al día siguiente sería bastante similar.
Realizamos el mismo itinerario que la mañana anterior, cuadrando el mismo horario, misma ducha y mismo lugar para desayunar. Después cogimos el metro en dirección sur y cruzamos el mar para visitar Hong Kong Island.
Cogimos el metro en Jordan Station, y la línea Tsuen Wan, fuimos en dirección sur y nos bajamos en el lado oeste de la isla, en Central Station. Caminamos hacia el extremo contrario, hacia el este, recorriendo calles, subiendo a edificios y miradores y mirando tiendas y centros comerciales. Fuimos bastante por libre y sin ningún tipo de itinerario. Cuando llegamos Victoria Park hicimos una pausa y aprovechamos para comer en un restaurante de comida asiática que se encontraba dentro de un centro comercial con vistas al parque.
Cuando terminamos de comer, volvimos caminando hacia la zona oeste, esta vez por la zona más central, entre los edificios. Nuestra próxima parada fue en The Peak Tram el lugar desde el que se coge el funicular para subir al Pico Victoria. Siendo la montaña más alta de la isla de Hong Kong garantizaba unas vistas alucinantes de toda la ciudad. Compramos los tickets en el mostrador y seguimos las indicaciones hasta la zona de espera donde ya se había formado parte de la cola. El siguiente funicular llegó y pudimos subirnos a la primera y tras un trayecto de pocos minutos estábamos en lo alto del pico.
Aquí encontramos un pequeño centro comercial lleno de tiendas y restaurantes, otros locales alrededor de una plaza y varios miradores. De entre todos ellos fuimos al que era gratis ya que el que era de pago te llevaba a lo alto de The Peak Tower y las vistas no merecían mucho más la pena de lo que veríamos en el gratuito, llamado Victoria Peak's Lions Pavilion. La hora a la que subimos fue algo antes de la puesta de sol de manera que pudimos ver la ciudad en tres estados diferentes: con sol, durante la puesta de sol y de noche. Fue un espectáculo muy bonito ya que la luz iba jugando con los edificios y el mar de diferente manera según iba proyectando sombras, brillos y colores a lo largo de la tarde. Cuando llegó la noche, las luz natural dio paso a las luces artificiales y toda la ciudad quedó bañada por miles de pequeñas luces.
Estuvimos unas cuantas horas para completar el proceso hasta la noche cerrada y volvimos a la pequeña estación para descender de nuevo a la ciudad. Aguantamos para cenar hasta que regresamos a la parte continental y cenamos en un asiático de dumplings que había algo más al norte de nuestro hotel. Como el cansancio de todo el viaje ya se había acumulado con ganas, después de cenar no había ganas de seguir dando vueltas y dado que nos íbamos al día siguiente fuimos sensatos y decidimos volver al hotel para descansar y dejar todo listo al día siguiente.
Llegaba el día final del viaje y nos despertábamos con cierta nostalgia aunque bien es verdad que durante este viaje tan largo y tan activo a ninguno nos resultaba del todo malo volver a casa. Cogimos las mochilas y fuimos a la línea de metro del aeropuerto. De camino por una de las pasarelas que nos llevaba a la línea de metro en cuestión, vimos un lugar para desayunar e hicimos una parada para ponernos las botas; así tendríamos menos riesgo de quedarnos con hambre en caso de no encontrar algún lugar para comer durante la visita de ese día.
Cuando hubimos terminado, seguimos hacia la estación de metro y allí mismo encontramos algo curioso: podíamos dejar nuestras maletas facturadas en la misma estación y desde allí llegarían sin problema hasta el aeropuerto y finalmente a nuestro avión. Fue genial porque así nos permitiría hacer nuestro último día de turismo sin ir cargados hasta los topes. Continuamos nuestro camino en la línea Airport Express hasta la parada Lai King donde hicimos transbordo a la línea naranja y continuamos hasta la última parada, Tung Chung. Allí se encontraba la parada del teleférico Ngong Ping 360 que nos llevaría a la zona de visita de la isla de Lantau que queríamos visitar.
La cola se hizo algo pesada ya que había bastante gente y el calor y la humedad apretaban en ese momento. Llegamos algo desesperados al mostrador y compramos los tickets. Después fuimos a esperar en otra cola para subir al teleférico. Durante los 25 minutos de subida nos iban rodeando unas vistas espectaculares tanto de la isla como del mar haciendo de la propia subida una experiencia muy chula.
Una vez arriba comenzamos a caminar por Nong Village y ya de primeras se puede notar que es un sitio hecho para el turista, todo muy artificial como habíamos visto en muchos lugares durante el viaje. Caminamos hacia el Gran Buda de Lantau y tras atravesar el poblado artificial llegamos a los pies de las muchas escaleras, al final de las cuales se encontraba el Buda.
Impresiona verlo desde abajo y la sensación que te da todo el rato durante la subida es de que te vigila y valora tu entereza. Una vez arriba hay un recinto circular y alrededor del buda hay estatuas de diferentes deidades. El recinto es muy bonito y espiritual, rodeado de un inmenso bosque en mitad del cual se encuentra también el monasterio de Po Lin.
Descendemos las escaleras y tras recoger a los que habían sido presa del cansancio de sus piernas y se habían negado a hacer la subida, continuamos el paseo hacia el monasterio. Lo vimos por fuera, rápidamente y volvimos al pequeño poblado para ojear las diferentes tiendas pensando en comprar algún recuerdo. Tuvimos suerte de encontrar algún restaurante abierto y con mesas libres y comimos por última vez comida china.
Con bastante tiempo de margen antes del último teleférico nos dispusimos a hacer la cola y menos mal porque en nuestra posición estaba la señal de "el tiempo de espera a partir de aquí es de 1 hora". Mientras estábamos en la cola seguíamos mirando las tiendas de alrededor por turnos, incluso compramos unos helados mientras esperábamos. Tras una horita y pico de espera llegamos al teleférico y realizamos el descenso. Pudimos ver como había un sendero peatonal para llegar hasta la zona del Buda de Lantau andando desde abajo. Había varios valientes en progreso de realizar el ascenso aunque parecía bastante complicado en su parte final.
Para evitar tener que coger el metro de nuevo, cogimos un bus lanzadera que nos llevaba directamente a la terminal, la cual se encontraba muy cerca. Hicimos la entrada en el aeropuerto, cruzamos todos los controles de equipaje y pasaporte y una vez localizada la puerta de embarque hicimos campamento para cenar, echar las últimas partidas de cartas y mirar fotos y vídeos del viaje intentando consolidar todos los recuerdos posibles.
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