21 días de jungla, volcanes y playas
Indonesia fue el destino de mi primer gran viaje en el año 2017. Un destino que me fascinó y cautivó y al que siempre supe que volvería. En 2024 tuve la suerte de sentir las ganas de volver a visitar un país del sudeste asiático, sin tener claro el destino mi mujer María decidió por mí, sabiendo que estaría encantado de volver a visitar Indonesia.
Éste es un país lleno de contrastes, cada isla es un pequeño nuevo mundo que aunque se rigen por una base similar, las costumbres, cultura, acentos, comida, religión y ritos varían entre cada una de ellas. Si bien es un país que ya tiene infraestructura para el turista, conserva todavía un lado salvaje en las islas más turísticas como Bali, Java, Sumatra o Lombok; y un sin fin de islas todavía por explotar como Flores, Célebes, Timor Oriental, Molucas o Raja Ampat.
En esta sección vas a encontrar el itinerario de 21 días por libre por Indonesia que realicé en grupo siendo un total de seis amigos. Nos internamos en la salvaje selva del parque Gunung Leuser en Sumatra, visitamos el volcán Bromo en Java, nos dejamos imbuir por la espiritualidad y los ritos de la mística Bali, surfeamos en el sur de Lombok y nos sumergimos en las cristalinas aguas de Gili Trawangan. Un cóctel muy variado lleno de fabulosas experiencias que nos permitió experimentar un pequeño gran pedazo del corazón de Indonesia.
Ahora que ya tienes seleccionado el destino y la duración del viaje aproximada toca hacerse las típicas preguntas, ¿cómo llego a mi destino? ¿cómo me desplazaré por Indonesia? ¿qué moneda tienen? ¿dónde comeré?
Son muchas y variadas las dudas que vienen acompañadas de ese cosquilleo inicial cuando se empieza a preparar un viaje, así que te dejo un pequeño resumen a continuación de lo que para mí son los pilares fundamentales de una buena planificación aplicados a este salvaje país.
La manera más sencilla de llegar a Indonesia es mediante avión. Hay dos grandes aeropuertos internacionales a través de los cuales se puede hacer la entrada al país:
• Aeropuerto Internacional Soekarno Hatta: se encuentra en la capital del país, en Yakarta en la isla de Java. Los vuelos de entrada y regreso desde este aeropuerto suelen ser más económicos y deberás elegirlo si tu próximo destino es Sumatra, Java o Borneo.
• Aeropuerto Internacional Ngurah Rai: situado en la zona de Denpasar en la isla de Bali es el más recomendado si empiezas tu itinerario en esta isla o quieres desplazarte directamente hacia el este. Debido a us popularidad los vuelos suelen ser más caros.
La infraestructura del país te permitirá moverte de manera cómoda por y entre las diferentes islas. Sin embargo, la mentalidad y organización indonesias tienen que mejorar todavía así que prepárate para sufrir cancelaciones de algunos vuelos, retrasos para coger barcos y atascos en los viajes en coche.
• Avión: será el medio de transporte que utilices para moverte entre las islas que no estén próximas. La mayoría de ciudades tienen aeropuertos para vuelos internos por lo que podrás llegar prácticamente a todos tus destinos.
• Barco: para moverte entre islas que estén próximas, este será el medio de transporte elegido. Aunque los retrasos son habituales y el mal tiempo puede darte algún susto es un medio de transporte bastante común y seguro.
• Coche: siempre que quieras moverte entre diferentes puntos dentro de una isla, ya sea para trayectos cortos, largos o excursiones usarás un coche o furgoneta. La mayoría de las islas tienen carreteras decentes aunque los trayectos suelen llevar bastante tiempo. El problema principal serán los atascos al pasar por núcleos urbanos.
• Moto: ideal para excursiones cortas o moverte por una ciudad cómodamente. En islas donde la densidad de tráfico es baja, como Lombok por ejemplo, es un medio de transporte genial para ir por libre y aunque tengas poca experiencia se puede ir cómodamente y sin sustos. En núcleos úrbanos sólo te recomiendo que la cojas si eres alguien con experiencia conduciendo motos.
• Bicicleta: en islas como las Gili no hay medios de transporte a motor, ya que el tamaño de las islas es demasiado reducido. Por esta razón alquilar una bici es genial para ahorrar tiempo en los desplazamientos internos.
Partiendo de que la calidad media es marca sudeste asiático, lo que significa que los estándares son más bajos que los que esperamos en occidente, la variedad entre albergues y el lujo es infinita.
Mi recomendación es que investigues mucho ya que hay alojamientos muy chulos a muy buen precio, sobre todo si viajas en solitario o en pareja. Mucho cuidado con hacer caso solamente de las fotos, mira siempre los comentarios de los demás viajeros ya que el postureo vende más de lo que luego se ofrece.
Indonesia tiene un clima tropical caracterizado por una elevada humedad y temperaturas casi constantes que oscilan entre los 25ºC y 35ºC a lo largo del año. Se diferencian dos estaciones principales: la estación húmeda y la estación seca.
La estación seca se caracteriza por tener una cantidad menor de lluvias durante los meses entre abril y octubre y temperaturas más elevadas.
Por otro lado, la estación húmeda transcurre entre los meses de noviembre y marzo y se caracteriza por tener temperaturas más suaves y lluvias más abundantes. Las lluvias se concentran sobre todo durante la tarde, cuando cae el sol, de manera que no todo el día está perdido.
¿Qué respuesta podemos dar a la gran pregunta cual es la mejor época para viajar a Indonesia? Pues los meses más recomendados buscando unos precios más baratos, una menor cantidad de turistas y un tiempo todavía estable serían los meses de septiembre, octubre y noviembre. Sin embargo cualquiero momento del año es bueno para viajar a Indonesia, sacrificando algo de presupuesto en los meses de temporada alta en los que hay menos lluvias y más turistas; o yendo en los meses de lluvia con precios más bajos.
En Indonesia hay multitud de actividades que se pueden realizar en cada una de sus islas. La principal sería el turismo cultural y de naturaleza. Su herencia cultural y que varía dependiendo de la isla en la que te encuentres hace de Indonesia un país rico, lleno de templos, mezquitas, poblados, atuendos y ritos. Su salvaje naturaleza, producto de profundas selvas y múltiples volcanes, hacen que la fauna única como orangutanes, monos narigudos y tigre de Sumatra entre otros, y los ascensos a cúspides y calderas, sean de gran atractivo para el turista activo.
En sus aguas encontrarás playas con olas perfectas para practicar surf y un océano con una de las biodiversidades marinas más amplias del planeta para hacer snorkel o búceo. Y por supuesto para poder relajarte en el auténtico paraíso.
Todas estas actividades se complementan con una rica gastronomía y actividades más comunes y menos auténticas como excursiones en quad, clases de cocina y visitas masificadas.
Desde que fui por primera vez en 2017 el país ha cambiado y en el itinerario por Indonesia de 21 días que realicé pude ver que la infraestructura para desplazarse por el país había mejorado de manera que, salvo la excursión de la jungla, podría haber realizado el viaje con una maleta convencial perfectamente.
Sin embargo, una mochila grande te ayudará a moverte de forma ágil por las ciudades, aeropuertos, puertos y meterla donde sea debido a que no tiene una parte externa rígida. También te obliga a llevar menos peso lo que combinado con los precios para lavar ropa tan baratos, prescindirás de llevar exceso de equipaje.
Un buen calzado que transpire y sea impermeable será una compra casi necesaria para poder caminar por cualquier terreno y sin temor a que te pille una lluvia. Necesitarás también ropa fresca y que transpire para combatir el calor húmedo que te rodeará a todas horas.
En función de las actividades que vayas a realizar como senderismo, ascenso a volcanes, snorkel o buceo, deberás adaptar ese último espacio de tu mochila para incluir elementos como escarpines, sudaderas, cortavientos, gafas, etc.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Un enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Indonesia es de tipo C y tipo F y afortunadamente es el mismo tipo que en la mayoría de países de Europa. Para este tipo de situaciones en las que haya pocos enchufes, un cargador con varias clavijas USB para cargar varios dispositivos al mismo tiempo es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema y si tienes una cámara acuática (GoPro por ejemplo) podrás traerte recuerdos todoterreno. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos de naturaleza si visitas la jungla por lo que lo más parecido a un teleobjetivo que tengas debes incluirlo en tu maleta. La fauna es caprichosa, mucho más que tú, así que no va a darte siempre el gusto de estar a una distancia suficiente para sacarle fotos con ub objetivo de distancia focal estándar, lo mínimo es que lleves uno que supere los 200mm y lo ideal que supere los 400mm en algún punto de su rango focal como minimísimo. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La Replúbica de Indonesia es un país que se encuentra en el sudeste de Asia, entre los océanos Pacífico e Índico. Formado por más de 17000 islas y una población de unos 280 millones de personas es el cuarto país más poblado del mundo.
La historia de Indonesia está llena de cambios, evoluciones, invasiones, conquistas, crisis y periodos dorados. Todos estos cambios y dada su localización geográfica han convertido a Indonesia en un país caracterizado por una gran diversidad y aceptación por parte de su gente. Tanto es así que el lema nacional del país es Bhinneka Tunggal Ika, que significa Unidad en la diversidad. Las influencias hinduistas y budistas que llegaron con el comercio fueron el motor del desarrollo de Indonesia, centrado principalmente en Sumatra y Java. Casi 600 años más tarde, siglo XIII, la llegada del islam provocó un cambio de religión principal desde el norte de Sumatra hacia otras islas y, por lo tanto, un cambio en la cultura del país. Entrando en el siglo XVI con la era de los descubrimientos, la llegada de los occidentales en busca de nuevas rutas y riquezas provocó que los holandeses siguiendo a portugueses e ingleses establecieran la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales en Indonesia dominando el comercio durante casi dos siglos. Si bien el control por parte de los holandeses no fue muy duro al principio, las presiones e impuestos que tuvieron que imponer para subsanar otros costes del propio país provocaron revueltas y guerras en el territoroio durante el siglo XIX. No fue hasta la mitad del siglo XX que Holanda tuvo que reconocer la independencia de Indonesia tras una guerra y recibir presión internacional. El nuevo presidente intentó poco a poco pasar de la democracia al autoritarismo, provocando enfrentamientos entre el ejército, el islam político y el partido comunista. Tras el intento de golpe de estado en 1965 se llevo a cabo una campaña anticomunista que dejó más de medio millón de asesinatos y más de un millón de encarcelamientos. Tras estos eventos el país fue apoyado por EEUU y la inversión externa hizo que el país comenzara a progresar lentamente.
Hoy en día Indonesia sorprende por la mezcla de cierta infraestructura en vías de desarrollo y un caos en la gestión, que hace que la mezcla resulte un poco incongruente. Con zonas muy desarrolladas y otras practicamente viviendo en siglos pasados, la población y el turismo se consolidan principalmente en el oeste del país abriendo puertas poco a poco hacia el este. Su gente es amable, abierta y servicial. Salvando las diferencias culturales entre oriente y occidente, te sentirás plenamente aceptado como turista y podrás ver que la diversidad allí es algo que suma en lugar de restar.
La moneda de curso legal oficial de Indonesia es la Rupia indonesia.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo por lo que mi recomendación es que lleves preparados ambos métodos de pago para cada ocasión. El efectivo seguramente lo uses poco y te recomiendo que lo reserves para las situaciones donde sea imprescindible como restaurantes y tiendas pequeñas locales además de los posibles peajes o comprar entradas para ciertos lugares.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Para la obtención de efectivo lo mejor es realizarlo en los aeropuertos ya que hay variedad ce cajeros aunque también podrás encontrarlos en poblaciones grandes.
Ciertas zonas de Indonesia están descuidadas, con fachadas descoloridas, muchos cables por todas partes y basura en algunas zonas. En las áreas turísticas esto está algo más controlado y cuidado aunque si que es verdad que la sensación de caos no desaparece hasta que llegas a zonas y pueblos más tranquilos.
Las recomendaciones para pasar unas vacaciones sin sustos de salud en Indonesia son: no beber agua del grifo, no intentar acceder o caminar por senderos potencialmente peligrosos debido a la orografía del terreno, fauna salvaje y posibles acantilados en algunas zonas.
Si vas a coger una moto es extremadamente necesario que conduzcas con cuidado y siendo precavido. Las carreteras no están siempre asfaltadas ni en buenas condiciones y el estilo de conducción es diferente. En zonas como Bali la densidad de tráfico es alta y la conducción incluso temeraria por parte de los demás conductores. El estado de las motos no es el adecuado en muchas ocasiones, provocando que las frenadas no sean rápidas y te obligan a llevar una precaución extra.
El gobierno de Indonesia no te exigirá ningún tipo de vacunación obligatoria a no ser que provengas de una zona de riesgo pero es recomendable estar vacunado de la Hepatitis A así como tomar tratamiento preventivo contra la Malaria para las zonas de jungla profunda en Sumatra y Borneo.
También se recomienda tratamiento contra la fiebre tifoidea, en formato oral o inyetable. En mi caso elegí el primero, y que consistía en tomar tres pastillas en días alternos al menos tres semanas antes de comenzar el viaje.
También se recomiendan las vacunas contra el Dengue y la Rabia.
Se necesita obtener un visado "On Arrival" para entrar en Indonesia. Éste puede ser realziado nada más llegues al país en el aeropuerto de entrada pero si quieres ahorrarte tiempo y evitar colas te recomiendo que lo hagas con antelación, de manera online a través del e-VOA. Es una "Visa On Arrival" electrónica y que puedas hacer a través de internet en su página web oficial. En el siguiente enlace te muestro paso a paso como obtener la e-VOA.
Desde agosto de 2024 se requiere también enviar un informe acreditando que no tienes problemas de salud. Deberás rellenarlo como pronto tres días antes de que cojas el primer vuelo. Puedes rellenarlo aquí
Con la misma antelación que el formulario anterior deberás cumplimentar la declaración de aduanas, también online y como pronto tres días antes de comenzar tu viaje. Aquí tienes en enlace de la web oficial
También será necesario el pago de una tasa turística si vas a visitar Bali (aunque puede que no te lo pidan, como fue nuestro caso. Seguramente fue por entrar a la isla en vuelo interno). Si quieres no correr riesgos, te dejo a continuación la web oficial para que gestiones el pago de dicha tasa.
La manera más sencilla de llegar a Indonesia es mediante avión. Hay dos grandes aeropuertos internacionales a través de los cuales se puede hacer la entrada al país:
• Aeropuerto Internacional Soekarno Hatta: se encuentra en la capital del país, en Yakarta en la isla de Java. Los vuelos de entrada y regreso desde este aeropuerto suelen ser más económicos y deberás elegirlo si tu próximo destino es Sumatra, Java o Borneo.
• Aeropuerto Internacional Ngurah Rai: situado en la zona de Denpasar en la isla de Bali es el más recomendado si empiezas tu itinerario en esta isla o quieres desplazarte directamente hacia el este. Debido a us popularidad los vuelos suelen ser más caros.
La infraestructura del país te permitirá moverte de manera cómoda por y entre las diferentes islas. Sin embargo, la mentalidad y organización indonesias tienen que mejorar todavía así que prepárate para sufrir cancelaciones de algunos vuelos, retrasos para coger barcos y atascos en los viajes en coche.
• Avión: será el medio de transporte que utilices para moverte entre las islas que no estén próximas. La mayoría de ciudades tienen aeropuertos para vuelos internos por lo que podrás llegar prácticamente a todos tus destinos.
• Barco: para moverte entre islas que estén próximas, este será el medio de transporte elegido. Aunque los retrasos son habituales y el mal tiempo puede darte algún susto es un medio de transporte bastante común y seguro.
• Coche: siempre que quieras moverte entre diferentes puntos dentro de una isla, ya sea para trayectos cortos, largos o excursiones usarás un coche o furgoneta. La mayoría de las islas tienen carreteras decentes aunque los trayectos suelen llevar bastante tiempo. El problema principal serán los atascos al pasar por núcleos urbanos.
• Moto: ideal para excursiones cortas o moverte por una ciudad cómodamente. En islas donde la densidad de tráfico es baja, como Lombok por ejemplo, es un medio de transporte genial para ir por libre y aunque tengas poca experiencia se puede ir cómodamente y sin sustos. En núcleos úrbanos sólo te recomiendo que la cojas si eres alguien con experiencia conduciendo motos.
• Bicicleta: en islas como las Gili no hay medios de transporte a motor, ya que el tamaño de las islas es demasiado reducido. Por esta razón alquilar una bici es genial para ahorrar tiempo en los desplazamientos internos.
Partiendo de que la calidad media es marca sudeste asiático, lo que significa que los estándares son más bajos que los que esperamos en occidente, la variedad entre albergues y el lujo es infinita.
Mi recomendación es que investigues mucho ya que hay alojamientos muy chulos a muy buen precio, sobre todo si viajas en solitario o en pareja. Mucho cuidado con hacer caso solamente de las fotos, mira siempre los comentarios de los demás viajeros ya que el postureo vende más de lo que luego se ofrece.
Indonesia tiene un clima tropical caracterizado por una elevada humedad y temperaturas casi constantes que oscilan entre los 25ºC y 35ºC a lo largo del año. Se diferencian dos estaciones principales: la estación húmeda y la estación seca.
La estación seca se caracteriza por tener una cantidad menor de lluvias durante los meses entre abril y octubre y temperaturas más elevadas.
Por otro lado, la estación húmeda transcurre entre los meses de noviembre y marzo y se caracteriza por tener temperaturas más suaves y lluvias más abundantes. Las lluvias se concentran sobre todo durante la tarde, cuando cae el sol, de manera que no todo el día está perdido.
¿Qué respuesta podemos dar a la gran pregunta cual es la mejor época para viajar a Indonesia? Pues los meses más recomendados buscando unos precios más baratos, una menor cantidad de turistas y un tiempo todavía estable serían los meses de septiembre, octubre y noviembre. Sin embargo cualquiero momento del año es bueno para viajar a Indonesia, sacrificando algo de presupuesto en los meses de temporada alta en los que hay menos lluvias y más turistas; o yendo en los meses de lluvia con precios más bajos.
En Indonesia hay multitud de actividades que se pueden realizar en cada una de sus islas. La principal sería el turismo cultural y de naturaleza. Su herencia cultural y que varía dependiendo de la isla en la que te encuentres hace de Indonesia un país rico, lleno de templos, mezquitas, poblados, atuendos y ritos. Su salvaje naturaleza, producto de profundas selvas y múltiples volcanes, hacen que la fauna única como orangutanes, monos narigudos y tigre de Sumatra entre otros, y los ascensos a cúspides y calderas, sean de gran atractivo para el turista activo.
En sus aguas encontrarás playas con olas perfectas para practicar surf y un océano con una de las biodiversidades marinas más amplias del planeta para hacer snorkel o búceo. Y por supuesto para poder relajarte en el auténtico paraíso.
Todas estas actividades se complementan con una rica gastronomía y actividades más comunes y menos auténticas como excursiones en quad, clases de cocina y visitas masificadas.
Desde que fui por primera vez en 2017 el país ha cambiado y en el itinerario por Indonesia de 21 días que realicé pude ver que la infraestructura para desplazarse por el país había mejorado de manera que, salvo la excursión de la jungla, podría haber realizado el viaje con una maleta convencial perfectamente.
Sin embargo, una mochila grande te ayudará a moverte de forma ágil por las ciudades, aeropuertos, puertos y meterla donde sea debido a que no tiene una parte externa rígida. También te obliga a llevar menos peso lo que combinado con los precios para lavar ropa tan baratos, prescindirás de llevar exceso de equipaje.
Un buen calzado que transpire y sea impermeable será una compra casi necesaria para poder caminar por cualquier terreno y sin temor a que te pille una lluvia. Necesitarás también ropa fresca y que transpire para combatir el calor húmedo que te rodeará a todas horas.
En función de las actividades que vayas a realizar como senderismo, ascenso a volcanes, snorkel o buceo, deberás adaptar ese último espacio de tu mochila para incluir elementos como escarpines, sudaderas, cortavientos, gafas, etc.
Cuento con que llevarás tu smartphone y es que casi no hace falta recomendación sobre esto. En él podrás tener almacenado todo tipo de documentación, correos, reservas, información y fotos. No te olvides del cargador correspondiente.
Un enchufe que te permita adaptarte a los diferentes tipos internacionales viene de maravilla (y lo podrás reutilizar en el resto de viajes). El tipo de enchufe más común en Indonesia es de tipo C y tipo F y afortunadamente es el mismo tipo que en la mayoría de países de Europa. Para este tipo de situaciones en las que haya pocos enchufes, un cargador con varias clavijas USB para cargar varios dispositivos al mismo tiempo es ideal (o incluso una regleta si tienes suficiente espacio).
Si la fotografía no es un hobby que te apasione, con tu smartphone podrás apañártelas sin problema y si tienes una cámara acuática (GoPro por ejemplo) podrás traerte recuerdos todoterreno. Sin embargo, mi recomendación personal es que lleves una cámara, del tipo que se adapte a tus necesidades y habilidades, para poder recrearte en tus recuerdos una vez que estés de vuelta. La manera en que vas a capturar el mundo con una cámara es diferente a como lo haces con un smartphone, no solamente en la calidad, sino también en el tipo de fotos y rango de estilo que puedes obtener. Vas a realizar muchas fotos de naturaleza si visitas la jungla por lo que lo más parecido a un teleobjetivo que tengas debes incluirlo en tu maleta. La fauna es caprichosa, mucho más que tú, así que no va a darte siempre el gusto de estar a una distancia suficiente para sacarle fotos con ub objetivo de distancia focal estándar, lo mínimo es que lleves uno que supere los 200mm y lo ideal que supere los 400mm en algún punto de su rango focal como minimísimo. Dejando los selfies para las fotos casuales, algo que también te vendrá genial es un trípode, para poder hacer larga exposición y sobre todo autorretratos.
La Replúbica de Indonesia es un país que se encuentra en el sudeste de Asia, entre los océanos Pacífico e Índico. Formado por más de 17000 islas y una población de unos 280 millones de personas es el cuarto país más poblado del mundo.
La historia de Indonesia está llena de cambios, evoluciones, invasiones, conquistas, crisis y periodos dorados. Todos estos cambios y dada su localización geográfica han convertido a Indonesia en un país caracterizado por una gran diversidad y aceptación por parte de su gente. Tanto es así que el lema nacional del país es Bhinneka Tunggal Ika, que significa Unidad en la diversidad. Las influencias hinduistas y budistas que llegaron con el comercio fueron el motor del desarrollo de Indonesia, centrado principalmente en Sumatra y Java. Casi 600 años más tarde, siglo XIII, la llegada del islam provocó un cambio de religión principal desde el norte de Sumatra hacia otras islas y, por lo tanto, un cambio en la cultura del país. Entrando en el siglo XVI con la era de los descubrimientos, la llegada de los occidentales en busca de nuevas rutas y riquezas provocó que los holandeses siguiendo a portugueses e ingleses establecieran la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales en Indonesia dominando el comercio durante casi dos siglos. Si bien el control por parte de los holandeses no fue muy duro al principio, las presiones e impuestos que tuvieron que imponer para subsanar otros costes del propio país provocaron revueltas y guerras en el territoroio durante el siglo XIX. No fue hasta la mitad del siglo XX que Holanda tuvo que reconocer la independencia de Indonesia tras una guerra y recibir presión internacional. El nuevo presidente intentó poco a poco pasar de la democracia al autoritarismo, provocando enfrentamientos entre el ejército, el islam político y el partido comunista. Tras el intento de golpe de estado en 1965 se llevo a cabo una campaña anticomunista que dejó más de medio millón de asesinatos y más de un millón de encarcelamientos. Tras estos eventos el país fue apoyado por EEUU y la inversión externa hizo que el país comenzara a progresar lentamente.
Hoy en día Indonesia sorprende por la mezcla de cierta infraestructura en vías de desarrollo y un caos en la gestión, que hace que la mezcla resulte un poco incongruente. Con zonas muy desarrolladas y otras practicamente viviendo en siglos pasados, la población y el turismo se consolidan principalmente en el oeste del país abriendo puertas poco a poco hacia el este. Su gente es amable, abierta y servicial. Salvando las diferencias culturales entre oriente y occidente, te sentirás plenamente aceptado como turista y podrás ver que la diversidad allí es algo que suma en lugar de restar.
La moneda de curso legal oficial de Indonesia es la Rupia indonesia.
No tendrás problema para pagar en la mayoría de hoteles, tiendas y restaurantes con tarjeta o efectivo por lo que mi recomendación es que lleves preparados ambos métodos de pago para cada ocasión. El efectivo seguramente lo uses poco y te recomiendo que lo reserves para las situaciones donde sea imprescindible como restaurantes y tiendas pequeñas locales además de los posibles peajes o comprar entradas para ciertos lugares.
Para el uso de tarjeta de crédito lo ideal es que tengas una que permite el uso internacional con el menor cobro de comisiones posibles tanto para realizar pagos como para sacar efectivo de cajeros.
Para la obtención de efectivo lo mejor es realizarlo en los aeropuertos ya que hay variedad ce cajeros aunque también podrás encontrarlos en poblaciones grandes.
Ciertas zonas de Indonesia están descuidadas, con fachadas descoloridas, muchos cables por todas partes y basura en algunas zonas. En las áreas turísticas esto está algo más controlado y cuidado aunque si que es verdad que la sensación de caos no desaparece hasta que llegas a zonas y pueblos más tranquilos.
Las recomendaciones para pasar unas vacaciones sin sustos de salud en Indonesia son: no beber agua del grifo, no intentar acceder o caminar por senderos potencialmente peligrosos debido a la orografía del terreno, fauna salvaje y posibles acantilados en algunas zonas.
Si vas a coger una moto es extremadamente necesario que conduzcas con cuidado y siendo precavido. Las carreteras no están siempre asfaltadas ni en buenas condiciones y el estilo de conducción es diferente. En zonas como Bali la densidad de tráfico es alta y la conducción incluso temeraria por parte de los demás conductores. El estado de las motos no es el adecuado en muchas ocasiones, provocando que las frenadas no sean rápidas y te obligan a llevar una precaución extra.
El gobierno de Indonesia no te exigirá ningún tipo de vacunación obligatoria a no ser que provengas de una zona de riesgo pero es recomendable estar vacunado de la Hepatitis A así como tomar tratamiento preventivo contra la Malaria para las zonas de jungla profunda en Sumatra y Borneo.
También se recomienda tratamiento contra la fiebre tifoidea, en formato oral o inyetable. En mi caso elegí el primero, y que consistía en tomar tres pastillas en días alternos al menos tres semanas antes de comenzar el viaje.
También se recomiendan las vacunas contra el Dengue y la Rabia.
Se necesita obtener un visado "On Arrival" para entrar en Indonesia. Éste puede ser realziado nada más llegues al país en el aeropuerto de entrada pero si quieres ahorrarte tiempo y evitar colas te recomiendo que lo hagas con antelación, de manera online a través del e-VOA. Es una "Visa On Arrival" electrónica y que puedas hacer a través de internet en su página web oficial. En el siguiente enlace te muestro paso a paso como obtener la e-VOA.
Desde agosto de 2024 se requiere también enviar un informe acreditando que no tienes problemas de salud. Deberás rellenarlo como pronto tres días antes de que cojas el primer vuelo. Puedes rellenarlo aquí
Con la misma antelación que el formulario anterior deberás cumplimentar la declaración de aduanas, también online y como pronto tres días antes de comenzar tu viaje. Aquí tienes en enlace de la web oficial
También será necesario el pago de una tasa turística si vas a visitar Bali (aunque puede que no te lo pidan, como fue nuestro caso. Seguramente fue por entrar a la isla en vuelo interno). Si quieres no correr riesgos, te dejo a continuación la web oficial para que gestiones el pago de dicha tasa.
En total estuvimos 21 días en Indonesia y este fue el itinerario por días que seguimos:
• Día 0 - Día 1: vuelo a Yakarta desde Madrid. Cogemos una vez allí otro vuelo a Medan y viajamos 4 horas en furgoneta a Bukit Lawang:
○ Bukit Lawang.
• Día 2-4: vamos a pie hasta un campamento en el Parque Gunung Leuser:
○ Orangutanes.
○ Monos.
○ Ríos y cascadas.
○ Selva.
• Día 4: salimos del parque y regresamos a Medan en furgoneta:
○ Medan.
• Día 5: cogemos un vuelo a Surabaya y por la noche hacemos la excursión del volcán Bromo:
○ Surabaya.
• Día 6: amanecemos en el volcán Bromo, visitamos unas cascadas y pasamos el resto del día en Surabaya:
○ Volcán Bromo.
○ Cascadas Madakaripura.
○ Surabaya.
• Día 7-10: volamos a Bali y vamos en furgoneta hasta nuestro alojamiento en Ubud:
○ Ubud.
○ Arrozales de Jatiluwih, Templo Ulun Danu Beratan y cascadas Gitgit.
○ Templo Pura Tirta Empul y Templo Pura Gunung Kawih.
○ Mercado central, Palacio de Ubud, Monkey Forest y masaje balinés.
• Día 11-12: vamos en barco hasta la isla Nusa Penida:
○ Kelingking beach, Angel's Billabong, Broken beach y Crystal Bay.
○ Buceo y snorkel.
• Día 13-15: vamos en barco hasta la isla de Lombok y en furgoneta (2 horas) hasta Koeta:
○ Koeta.
○ Selong Belanak.
○ Tanjung Aan.
• Día 16-18: vamos en furgoneta hasta el puerto desde donde cogemos un barco hasta Gili T:
○ Buceo.
○ Turtle Point.
○ Relax.
• Día 19-20: cogemos el último barco rumbo a Bali:
○ Templo Uluwattu.
○ Kechak Dance.
○ Seminjak.
○ Templo Tanah Lot.
• Día 21: aprovechamos las últimas horas para descansar en el hotel y cogemos el vuelo de vuelta a Madrid.
Los alojamientos están elegidos estratégicamente tanto para estar cerca de los lugares más interesantes que visitar así como optimizar el itinerario de manera general y los desplazamientos internos para no perder más tiempo del necesario:
• Bukit Lawang: Lucky Bamboo' Bungalows. Un alojamiento con una relación calidad-precio única. Lo elegimos como primera parada para pasar la noche antes de realizar el trekking para ver orangutanes. En el mismo alojamiento te organizan la excursión y allí te dan los detalles para su gestión en función de la cantidad de días que quieras hacerla, incluyendo los guías y cocineros. Las cabañas son muy coquetas y con lo justo para dormir y tener un baño decente, aunque no tienen aire acondicionado tampoco se pasa demasiado calor.
• Parque Nacional Gunung Leuser: Campamentos. Tampoco podemos hablar de un alojamiento propiamente dicho ya que es más bien un campamento de chavolas. Dependiendo de los días que pases haciendo trekking con orangutanes dormirás en varios campamentos pero todos tienen la misma base: las habitaciones son chavolas, con una estructura de madera, chapa y plástico con colchonetas de 7cm de espesor sobre un suelo duro de piedra. Está completamiente abierto al exterior y durante la noche la cama está separada de la intemperie por una simple mosquitera. La ducha es el río que pase cerca y el WC es un váter viejo o una letrina asiática. Las comodidades son escasas, pero es lo que hay si te internas en la selva. Todas las comidas están incluidas y cocinadas por un cocinero local.
• Medan: Le Polonia Medan. Un hotel bastante apañado y limpio para los estándares asiáticos. Situado en el centro de Medan, podrás dar un paseo por los alrededores y encontrar varios restaurantes cerca. El desayuno es un buffet variadito sin ser nada especial.
• Surabaya: Bumi Surabaya City Resort. Un hotel de 5 estrellas que estaría casi rozando las 4 occidentales. Las habitaciones son enormes y resultan muy cómodas para organizar el equipaje sin molestias. Hay varios restaurantes en el propio hotel con diferentes tipos de comida y resulta muy cómodo si no quieres buscarlos por Surabaya. Debido a las excursiones y al vuelo temprano que teníamos que coger no pudimos probar el desayuno.
• Bali: Villa Angeleena by BaliSuperHost. Sin lugar a dudas el mejor alojamiento del viaje. Con capacidad para 8 personas, esta villa privada fue nuestro talismán para pasar las tardes tranquilamente y de forma privada en la piscina, salón y cocina propias. La oferta de actividades y comidas del alojamiento es grande y éstas últimas te lo hacen en la propia villa. Nosotros cogimos varios desayunos y nos levantábamos a mesa puesta. La ubicación es genial, en mitad de varios arrozales lo que hace la estancia más privada y tranquila.
• Nusa Penida: Cubang Lantang Cottage: Formado por pequeños bungalows situados en una pequeña finca, este alojamiento fue muy tranquilo y silencioso. Las vistas desde la infinity pool son increibles y pudimos pasar buenos ratos smoothie en mano. La gerente del alojamiento nos ayudó con todas las gestiones para los barcos, taxis y excursiones y nos facilitó el pago de todas y cada una de estas actividades para que fuera lo más cómodo posible para nosotros.
• Lombok: Origin Lombok. Con un personal servicial y entregado, aunque algo torpes y lentos, este alojamiento fue también de los mejores en cuanto a limpieza, ubicación, instalaciones y comida. Los desayunos estaban genial y la carta para las cenas era variada y la comida muy buena y sabrosa. Las habitaciones muy amplias y con un toque moderno, combinaban genial con el ambiente del resto del hotel que estaba construido y decorado con mucho mimo.
• Gili T: Gili Tenda. Aunque el concepto de las tiendas tipo safari parece muy glamuroso tenía dos inconvenientes claros: el ruido exterior y la temperatura. Se puede oir roncar al de la tienda de al lado aunque te separen 4 metros y aunque el aire acondicionado estaba a todo lo que daba la temperatura nunca llegaba a ser estable y en ocasiones llegaba a hacer calor. La gerente de este alojamiento también nos ayudó varias gestiones como el alquiler de bicis, dejar bien las habitaciones y con algunas recomendaciones. No probamos nada del restaurante. La ubicación era muy buena sobre todo para ir a las zonas oeste y norte de la isla.
• Bali: Chanteak Bali. Un alojamiento para los últimos días y con la mentalidad de movernos directamente en taxi, ya que la ubicación no era muy buena aunque si estratégica para visitar zonas como Uluwatu, Canggu o Seminjak. El desayuno bastante abundante y el personal muy servicial, hacían que nuestras mañanas y vuelta al hotel de noche fueran un respiro.
Indonesia tiene una enorme oferta para que cualquier tipo de turista pueda disfrutar. Si bien es verdad que en ocasiones abusan de la cantidad de turistas que hay, petando excursiones, barcos y pecando de perezosos en la organización, muchas veces se quedan en pequeños trámites que no van a evitar que disfrutes de lo bueno del país.
La cantidad de templos, bailes, ritos, edificios y lugares con pasado cultural que vas a poder visitar te van a dejar con la boca abierta por su cantidad, su variedad y su diversidad.
Poder ver a especies animales en entornos naturales tan viarados y únicos es algo que hay que ver. No hay negociación posible. Ver orangutanes, navegar por ríos en un pequeño barco, caminar por selvas antiguas, nadar en mares salvajes y bucear a lo más profundo de sus aguas entre corales plagados de millones de peces, tortugas y tiburones. Son de las mejores experiencias que he vivido nunca.
Los volcanes y los paisajes que dejan tras su formación son algo muy característico de Indonesia y también único por el ecosistema propio que se forma. Tanto si realizas un ascenso en coche o a pie o para ver el amanecer desde otra colina con uno de éstos de fondo, son cosas, de nuevo, espectaculares.
Los desplazamientos entre ciudades e islas son algo fácil de realizar, pudiendo reservar todo desde aquí si no quieres llevarte un susto más tarde. A pesar de sufrir algún retraso no tuvimos pérdidas de equipaje, ni cancelaciones, ni momentos desagradables.
En definitiva, Indonesia es un país que sí o sí debes visitar alguna vez en la vida por todas sus características únicas, por la variedad de cosas que hacer y ver y que puedes realizar en un solo viaje y por la experiencia vital que te queda después de observar, caminar, volar, navegar, conducir y vivir tantas cosas diferentes juntas.
A continuación me gustaría comentarte una serie de recomendaciones en base a mi experiencia. Cosas que añadir a mi itinerario y cosas que pueden ser prescindibles. Quiero que tengas en cuenta que uses esto como inspiranción y que lo apliques a tu estilo viajero con conciencia pensando en sacarle el máximo jugo a tu disfrute particular y personal.
Algo que debes planificar con antelación es la cantidad de islas que quieres visistar en base a tus días disponibles. Indonesia ofrece mucho y es un país grande lo que va a hacer que emplees tiempo en desplazamientos ya que muchos serán en avión y barco. Así que prioriza bien que quieres ver y elige teniendo en cuenta el tiempo para desplazarte y para disfrutar cómodamente de cada lugar. No quieras estar un día en cada sitio solamente.
Ver orangutanes es un plan que sólo puedes hacer en Indonesia (a parte de Malasia) en las islas de Borneo y Sumatra. Las excursiones son muy distintas, por lo que deberás elegir lo que mejor se adapte a tus intereses: algo más cómodo o algo más aventurero.
○ En Borneo se navega en un pequeño barco, el cual será tu habitación, baño y restaurante, por una serie de ríos dentro de un parque nacional donde hay animales en semilibertad. Esto significa que la reserva está abierta pero alimentan a los animales con estaciones que les atraen y son más fáciles de ver, estando más acostumbrados a la presencia humana.
○ En Sumatra se realiza un trekking por la selva, con la dificultad añadida que eso conlleva ya que no es ni mucho menos un trekking fácil, sino más bien moderado-difícil. Aquí los animales están en plena libertad por lo que no estarán tan cerca y será más difícil su avistamiento
Ver volcanes es algo que no te debes perder. Es un espectáculo natural único y en Indonesia podrás elegir entre muchos tipos, cada uno con su particularidad, para visitar. Mi recomendación es que elijas, de nuevo, pensando en tus intereses y aficiones ya que para mucho hay que realizar duros ascensos a pie para gozar de sus vistas y paisajes. Sin embargo elije bien y evita excursiones masificadas como el amanecer en el Bromo y realiza la visita en otra franja horaria que no esté petada de gente.
Bucear es otra de las cosas que no te puedes perder si visitas Indonesia. Hay zonas tremendamente exóticas como Raja Ampat o las islas Molucas pero si no vas expresamente a bucear puede que estos destinos hagan que se dispare el presupuesto o no te de tiempo a visitar muchas más islas. Pero no te preocupes hay lugares para bucear en Bali o las islas Gili en los que escuelas de buceo fabulosas te adyudarán con todo lo que necesites. Si vas a Gili T debes hacerlo con Gili Divers.
Las islas son grandes y también necesitarás planificar los desplazamientos internos dentro de éstas. Tendrás trayectos en coche de varias horas o rutas en scooters de casi una hora. En lugares como Bali el tráfico es terrible y ningún taxista te hará una ruta completa. Tienen segmentada la isla para hacer que las visitas sean eficientes por zona y tú puedes elegir que ver siempre y cuando esté dentro de esa área delimitada. Nuevamente el tiempo te limita en tu planificación.
Una parte fundamental y condicionante de todo viaje es el gasto. Es evidente que tu estilo de viaje marcará el costo del mismo ya sea mediante gasto en hoteles, restaurantes, actividades o vuelos por lo que la información que te dejo a continuación debes entenderla dentro del estilo de viaje que realizamos. Yo lo catalogaría como de gama media ya que no fuimos a lo más barato pero tampoco a lo más caro, realizando ciertas actividades concretas, variando entre restaurantes, comidas incluidas y supermercado y sin escoger transportes lujosos.
Indonesia es un país famoso por ser bastante económico para el viajero medio occidental. Los alojamientos suelen ser baratos, incluso los que tienen una pinta increíble. La comida local es baratísima llegando a costar menos de 5€ una comida completa; y la que no es local también es barata pudiendo comer por unos 9€. Lo que sí es caro son las excursiones (sobre todo si lo contratas desde tu país de origen) debido a la cantidad de intermediarios, pero puedes encontrar buenos precios en agencias locales si decides contratarlo cuando llegues allí.
Los desplazamientos en avión, barco o taxi no encarecen demasiado el presupuesto y hace que esté controlado aunque tengas que coger muchos de estos, sobre todo el taxi.
En el caso de ir totalmente por libre mi estimación de gastos para el viaje sería la siguiente:
TIPO | GASTO |
---|---|
Vuelo externo | 1200€ |
Vuelos internos | 300€ |
Barcos | 73€ |
Alquiler moto | 6€ |
Hoteles | 620€ |
Actividades | 385€ |
Gastos diarios | 465€ |
Total | 3049€ |
Aterrizamos en Yakarta por la mañana, a eso de las 10 aproximadamente. Salimos de la terminal y cogimos nuestro equipaje. Como teníamos que coger un nuevo vuelo antes de comer aprovechamos el tiempo entre medias para comprar una tarjeta SIM, sacar dinero y buscar un lugar para comer.
Cogimos una tarjeta de 25GB con cobertura nacional y marca Telekom, sacamos dinero en un cajero próximo varias veces debido al límite máximo de RP2000000 y nos sentamos en un restaurante de comida oriental nada más hacer el checkin en el mostrador y haber facturado nuevamente las maletas. Intentamos descansar en los asientos de la terminal pero no fue fácil conciliar el sueño por lo que tras varios intentos y muchas cabezadas pasamos el control de seguridad y fuimos a la puerta de embarque. Allí nos subimos al último vuelo del inicio del viaje con destino a la ciudad de Medan.
Aterrizamos en el aeropuerto internacional de Medan sobre las 4 de la tarde, completando así las 20 horas de vuelo que teníamos como bienvenida y repetimos el proceso para salir de la terminal. Con nuestro equipaje recuperado y sin lamentar pérdidas fuimos al encuentro del conductor que teníamos contratado a través del alojamiento Lucky Bamboo y nos subimos al coche guiados por este tras ver el cartel con nuestro nombre.
El trayecto duró cerca de 4 horas y durante el mismo sentimos el contacto directo con el tráfico y la manera de conducir de los indonesios. Con cierta prisa pero sin ir rápido los adelantamientos eran la constante, pasando a menos de un metro del resto de vehículos independientemente del sentido de la marcha. Sorprendentemente ningún conductor parecía irritarse por el comportamiento del resto aunque hubiera situaciones que nos pusieron los pelos de punta. También pudimos disfrutar de las calles de Medan, de la aleatoriedad de sus construcciones sumergidas en un caos de estructuras y colores que carecían totalmente de sentido; también del entorno más rural y salvaje según nos alejábamos de la ciudad y nos acercábamos a Bukit Lawang, nuestro destino.
Ya habiendo caído la noche y dos buenos chaparrones llegamos al pueblo de Bukit Lawang. El conductor nos dejó en un parking a las afueras donde ya nos estaban esperando algunos empleados del alojamiento. Nos ayudaron con parte del equipaje y les seguimos. El pueblo se veía bastante rural pero salpicado por el efecto turístico que demandan las actividades de la cercana selva de Gunung Leuser. Cruzamos un puente para ir al otro lado del Río entre risas y algún que otro grito ahogado porque aquello se meneaba muchísimo cuando llegabas a la parte central. Conseguimos llegar todo el grupo sanos y salvos a la otra orilla y en unos 100 metros habíamos llegado al alojamiento.
En Lucky Bamboo nos recibió el dueño del sitio, Johnny, con una actitud muy viva y simpática que acompañaba de frases tipo “welcome, welcome brother” “how are you brother” “this is your home brother!”. Nos indicó donde pasaríamos la noche y con mucha tranquilidad nos pidió que descasáramos, nos lo tomáramos con calma y fuéramos a cenar algo. Después sería cuando haríamos el checkin y hablaríamos de los detalles del trekking de tres días para ver orangutanes.
Tras una noche de descanso, nos despertamos temprano para que nos diera tiempo a desayunar y ultimar los detalles de la mochila para el trekking. Comenzamos el desayuno sobre las 8 de la mañana, con unos huevos revueltos un tanto escasos y con fuerte sabor a cebolleta y ajo (nos dejó un poco descontentos). Volvimos a la habitación y dejamos las mochilas con lo justo para pasar tres días sin el resto del equipaje del viaje. Como era de esperar, y tras haber tardado casi 40 minutos en servir el desayuno, la hora de salida se retrasó también y acabamos saliendo más tarde de las 9. Tras dejar el resto del equipaje en el “locker” (lo dejamos en la casa del dueño que también se encuentra en el recinto) comenzamos el trekking. La ruta salía por la parte de atrás del alojamiento, por un sendero de piedra tras el cual teníamos ante nosotros un buen tramo de subida por unas escaleras. Nada mas llegar arriba ya habíamos roto a sudar, la humedad que había en el ambiente era bastante alta y a poco que el esfuerzo físico fuera más alto que caminar el cuerpo en pesaba a estar húmedo. Atravesamos un camino rodeado de alojamientos con un aspecto más íntimo y reservados para unas vacaciones más tranquilas y llegamos al final del sendero de piedra.
El paisaje comenzó a cambiar poco a poco, aumentando la frondosidad de la vegetación y cubriéndose el sendero de tierra de hojas y ramas caídas hasta que nos vimos rodeados por completo de una jungla casi opaca. Oficialmente entramos al parque nacional de Gunung Leuser cuando atravesamos la puerta que así lo indicaba, dando la bienvenida a todos los aventureros que en su jungla quieren entrar. Atravesamos el marco y continuamos la caminata. En ese momento ya comenzamos a ver lo que serían las próximas horas. La jungla no es ni mucho menos llana o recta, más bien todo lo contrario, así que el sendero va cambiando constantemente: tiene muchos giros, se estrecha entre los árboles, salta sobre sus raíces, asciende durante mucho rato o baja de manera cortante y brusca. La aventura estaba servida.
Kela, nuestro guía, nos llevaba cautelosa y pacientemente por el sendero sin forzarnos demasiado pero tampoco sin parar para poder aprovechar el día y llegar a ver lo máximo posible. Una de las primeras subidas fue algo exigente ya que el ascenso duró bastante rato y tuvimos que ir sorteando raíces, lianas y escalones bastante pronunciados. Cuando llegamos arriba la camiseta era parte de nuestra piel prácticamente pero nos habíamos ganado una vista fantástica desde lo alto de la jungla. Continuamos por un sendero algo más ancho y comenzamos a ver alguna mochila tirada en el suelo, de otros grupos, y Kela nos avisó para que hiciéramos lo mismo. Avanzamos hacia el lugar desde el que provenían ciertos ruidos y vimos varios guías y después más turistas como nosotros. Todos ellos mirando hacia arriba para no perder de vista a dos orangutanes.
Moviéndose por las copas de los árboles de la zona, había un macho y una hembra. No muy contentos con la presencia de tantos humanos (porque estábamos muchos apelotonados) se movían en círculos rompiendo ramas y arrojándolas hacia el suelo para demostrar su descontento y de paso intentar echarnos. Los guías nos advertían de esta maniobra avisándonos para que no nos situáramos justo debajo de los orangutanes y evitar algún susto. El macho también hacía sonidos, poniendo los labios en forma de beso para aumentar su presencia y advertirnos nuevamente que no éramos bienvenidos.
Los seguimos un rato, según se desplazaban hasta que se empezaron a alejar demasiado de la zona y pusimos fin a la persecución. Acto seguido nos alejamos un poco de la zona tan concurrida para tomar un almuerzo a base de frutas. Kela y Obi lo prepararon sobre un lecho de hojas, cortando las piezas con mimo y dejando una “mesa” puesta con mucho estilo. Nos comimos la fruta, descansamos un rato y nos pusimos nuevamente en marcha. Hicimos un par de descensos y ascensos hasta llegar a una zona elevada donde había más turistas parados, era la hora de comer. Sin mucho hambre porque habían pasado 15 minutos escasos desde el almuerzo comentamos con el guía si podíamos continuar un poco más la caminata y así tomar algo de ventaja con respecto al resto de turistas para estar más solos y dejar atrás al pelotón pero era ya horario indonesio para comer y no quisimos insistir más ya que imaginábamos que tenían bastante hambre.
La comida consistía en arroz frito indonesio (nasi goreng) con un huevo frito, tomate, pepino y pan de gambas, servido en un papel de cartón y una hoja a modo de plato. Aprovechamos ese rato para recuperar el aliento, hidratarnos y llenar de energía el cuerpo ya que todavía no era ni la una del medio día e imaginábamos que todavía nos quedaba un buen trecho. Cuando todos hubimos terminado nos pusimos nuevamente en marcha.
En este punto el cansancio ya iba haciendo mella, la humedad nos tenía empapados de pies a cabeza y las mochilas cargaban nuestras espaldas como si tuvieran peso extra. Caminar por la selva no estaba siendo un paseo y cada bajada y nueva subida para sortear valles era un reto. Mientras realizábamos una nueva bajada, tuve la suerte de mirar hacia la copa de un árbol y detectar un nuevo orangután echándose la siesta. El guía lo observó un rato y aprovechó para sacar la merienda como excusa para intentar tentar al orangután con el olor a fruta y así de paso descargaba un poco su mochila. Comimos una combinación deliciosa de piña con fruta de la pasión exprimida a mano sobre la primera que consiguió que el orangután se girase unos segundos a mirar. Sin embargo la comodidad de la siesta era superior al olor de la fruta y decidió no moverse en todo el rato que estuvimos allí. Cuando acabamos, recogimos y pusimos rumbo hacia el campamento.
Ya debía de quedar poco para llegar al campamento, o eso nos decía Kela, quizás porque era verdad o simplemente para mantener nuestro ánimo lo más positivo posible. Volvimos a cruzar por tramos sin sendero aparente, bajando y subiendo colinas, sorteando raíces, rodeando árboles y sudando lo más grande. Al llegar a un tramo en el que se podía intuir un descenso prolongado y el río susurraba a lo lejos que estaba cerca tuvimos un nuevo encuentro con otro orangután. Era una madre joven que llevaba consigo un bebé orangután, un 2x1. El bebé, aunque todavía joven, ya se movía de manera independiente por las copas de los árboles desde donde también su madre nos vigilaba con recelo para asegurarse de que permanecíamos ahí abajo sin molestar la tranquilidad de las alturas.
Tras este último regalo visual comenzamos un Largo descenso. Poco a poco y con cautela fuimos superando los grandes desniveles creados por los árboles y sus raíces, por el agua que habría modificado el terrerno en varias ocasiones arrancando tierra y por las propias personas que a su paso modificaron el sendero a veces para mejor pero otras para peor. Nos costó un rato largo alcanzar la parte más baja de ese valle y con algún que otro susto causado por resbalones o zonas algo peligrosas pero lo conseguimos, sanos y salvos. Al salir del sendero rodeado de vegetación nos encontramos de golpe con el río. Kela nos reunión y avisó para que nos quitaramos el calzado ya que debíamos caminar por el río par allegar al campamento. Nuestro sánimos en ese momento estaban algo débiles y pensar que debíamos caminar por un río, con toda la ropa y la smochilas, donde el agua nos llegaría casi hasta la rodilla no fue una situación que lo fuera a mejorar pero no quedaba otra. Nos remangamos los pantalones y todos al agua. Al cabo de unos cuantos metros llegamos al campamento.
La verdad es que no nos habíamos puesto a pensar en las condiciones y el tipo de campamento en el que pasaríamos la noche. Ahora que lo veíamos estábamos algo sorprendidos. Los dormitorios, por así llamarlos, estaban construidos a base de palos con lonas de plático a modo de paredes y techo con una abertura continua en la parte media de la pared de modo que quedaba totalmente expuesta al exterior. Las camas eran finos colchones sobre un suelo de piedra durísimo que se clavaba en tu espalda cuando te tumbabas en ciertas posiciones, el váter era occidental, sí pero el baño era del mismo tipo de construcción que las cabañas y tenía una pinta poco salubre. La ducha era lo mejor porque era el mismo río que teníamos delante de la cabaña. Nos lo tomamos con cierto humor, pensando en la "catástofre" que estábamos viviendo en modo exagerado así que no le dimos más vueltas a la cabeza, colgamos nuestra ropa empapada de sudor, nos pusimos el bañador y nos dimos un bñao en el río para ducharnos y relajarnos un poco.
A media tarde Mahabi, el cocinero del grupo al que conocimos en ese instante, se acercó a nosotros presentándose y nos ofreció té y café para merendar. Hablaba con tono calmado y muy relajado, daba gusto escucharle hablar y verle trabajar ya que se movía casi como si formara parte del mismo entorno con movimientos lentos, seguros y precisos. Al cabo de unos minutos regresó con una bandeja con el café, el té y unas galletitas. Estuvimos al aire libre sobre unas esterillas que habían preparado previamente hasta que se hizo de noche.
Nos dieron el aviso de que la cena estaría lista en breves y nos reagrupamos en torno a las mimas esterillas que MAhabi había recolocado y limpiado previamente. Nos sentamos y comenzaron a traer diferentes platos de los que tendríamos que servirnos cada uno la ración que quisiéramos. Había curry de verduras, arroz blanco, soja con tomate, pescado y bolas de patata. Para beber había agua del río previamente hervida. La cena estaba muy buena y lo mejor es que era auténtica comida local. Pudimos hablar con el equipo de guías y cocina y preguntar dudas y compartir curiosidades, fue una experiencia muy auténtica. Cuando terminamos de comer, se encargaron de recogerlo todo y tras acordar la hora del desayuno para la mañana siguiente nos pusimos a ordenar nuestras cosas para irnos a dormir.
En ese momento yo estaba volviendo del baño cuando escuché gritos en la cabaña. Me acerqué corriendo para ver que ocurría y tres del grupo estaban con caras entre el asombro y el terror. Habían visto una araña del tamaño de un puño correteando por nuestras camas y mochilas. La habían perseguido para echarla de allí y finalmente, parecía haberse largado. La verdad es que haber visto un bicho de ese calibre donde vas a dormir durante varias horas no es ni mucho menos agradable porque aunque había mosquitera esa araña podía meterse donde quisiera. Salimos fuera a intentar dejar de pensar en ello y al cabo de unos minutos de intento de desconexión volvimos para acostarnos. Y fue cuando el primero que entro en la cabaña dijo "ostias, una puta rata" que yo conseguí ver también al ser el segundo que entraba. Era un roedor de buen tamaño que había estado cotilleando alguna mochila y que se largó nada más vernos.
Los guías vinieron en ambas ocasiones y al describirles lo que habíamos visto nos tranquilizaron diciéndonos que eran inofensivas ambas criaturas. Sin embargo el susto y el desconocimiento nos hacían temer que ocurriría lo peor mientras dormíamos. Aún así tuvimos que acostarnos montando un dispositivo de máxima seguridad con las mosquiteras e intentar dormir con el río cerca, la lluvia golpeando el techo, el frío aire de la selva y el temor a ser devorados.
Bueno, la noche fue para no olvidar. El colchón era extremadamente fino y sentíamos la roca que había debajo en nuestro esqueleto, los sonidos de la jungla sumados a los del río que bajaba rápido durante la noche no escapaban a ser escuchados, el frío que se fue apoderando del aire según avanzaba la noche hizo que nos despertásemos en varias ocasiones con los pelos de punta y la tensión de saber que había todo tipo de animales rondando entre nosotros con lo acontecido antes de irnos a dormir. Fue una noche dura y de descanso escaso. Aún con todo esto nos levantamos de buen humor, bromeando sobre nuestras pequeñas desgracias y con las ganas de seguir descubriendo la jungla de Gunung Leuser todavía intactas.
Nuestro querido Mahabi apareció en cuanto tres de los seis ya estábamos en pie y sentados en las esterillas que habían preparado la noche anterior y nos preguntó si queríamos té o café para que tomaramos algo mientras preparaba el desayuno. Nos trajo ambas cosas acompañadas de galletas para dar paso después, cuando estuvimos el grupo al completo, a unas pancakes de plátano con su correspondiente guarnición de fruta del dragón (un clásico en Indonesia). Una vez que terminamos de desayunar, recogimos la ropa del día anterior, todavía húmeda a nuestro pesar, la sacudimos de todas las hormigas que habían establecido allí su carretera durante la noche y tras vestirnos y prepararnos mentalmente para otro día de caminata húmeda comenzamos la nueva travesía.
Preguntamos a Kela como sería la ruta de hoy, para no ir como el día anterior ya que todo fue una sorpresa por puro desconocimiento. Nos comentó que comenzaríamos cruzando nuevamente el río pero a poca profundidad (no haría falta ningún calzado concreto) y a continuación una subida pronunciada pero no mucho (o eso parecía decir con su mano inclinada en un ángulo de unos 30 grados). Después vendría un llano y posteriormente varias subidas y bajadas para terminar con una última bajada bastante pronunciada para llegar al campemento. Comenzamos a caminar.
El río fue tal y como nos contó pero la subida... a esa mano le faltaron unos cuantos grados ya que nos metimos para el cuerpo un desnivel de unos 120 metros muy ricos, practicamente era como subir una edificio muy alto con escalone sformados por tierra, barro y raíces. Cuando culminamos la cima ya teníamos un 99% de la ropa sudada y el corazón sin carbonilla. Al llegar arriba teníamos una vistas increíbles desde lo alto de la jungla que nos rodeaba y suerte la nuestra que tras andar por el llano unos cuantos metros pudimos ver un pequeño orangután madrugador moviéndose por las copas de los árboles en la lejanía. Comenzaba muy bien el día.
Continuamos caminando durante un par de horas más hasta que descubrimos a un orangután echándose una siesta en un nido sobre una copa de árbol cercana. Aprovechamos que ya era la hora del almuerzo donde nuevamente, Kela y Obi, nos prepararon un conjunto de frutas. Quizás con el olor de éstas el orangután sentiría curiosidad por ver que estaba ocurriendo bajo su nido y se despertaría pero, alerta spoiler, no movió más que la cabeza y una vez comprobó que era otro grupo de turistas volvió a su siesta. Viendo que no se movía demasiado continuamos el camino hasta llegar a otro llano donde se agrupaban varios grupos de turístas. La razón de que los grupos estuvieran allí no era otra cosa si no un nuevo avistamiento de orangutanes, esta vez eran una madre con su cría. Fue increíble ver al pequeño, a tan corta edad, moverse con una agilidad y tranquilidad asombrosas por las ramas de manera independiente. Su madre, siempre cerca, vigilaba por si diera paso en falso pero el pequeño se desenvolvió bien durante el momento de juegos que nos dejó contemplar.
A la fiesta se unieron unos sonidos de ramas moviéndose de manera brusca y rápida, a los que siguieron movimientos largos, amplios brincos y gritos agudos. Era un grupo de gibones de cara blanca que se movían muy cerca de nosotros, mucho más ágiles y rápidos que los orangutanes se movían frenéticos cruzando el cielo de hojas que teníamos encima. Solo pudimos contemplarlos uno sbreves segundos cuando hicieron una pausa para esperar a los más rezagados del grupo. Nos alejamos un poco del grupo de gente que estaba por la zona y establecimos nuestra propia área de descanso para comer. Hoy en el menú volvía a haber nasi goreng con la misma guarnición. Comimos tranquilamente y aprovechamos para descansar y recuperar toda la energía posible durante ese tiempo.
Desde el punto en el que nos encontrábamos había una panorámica de la jungla espectacular, ya que estábamos muy elevados y justo teníamos una ventana natural hacia un fondo brutal. Daba cierta impresión ser conscientes de la inmensidad de la profunda y densa jungla. Durante el resto del camino pudimos ver otro orangután, éste estaba muy a lo lejos acomodado en la copa de un árbol comiendo de sus frutos, y también un par de hornbills en la lejanía volando entre dos árboles. Para terminar tuvimos que realizar uno de los descensos más duros, haciendo uso de lianas y cuerdas puestas allí por los guías para sortear ciertos desniveles, saltar alguna que otra roca y esquivar abruptas raíces y pequeños barrizales. Mientras nosotros bajábamos con cautela Obi y Kela lo hacían de una forma tan natural que parecía sencillo, Kela incluso llevando consigo un palo de unos tres metros de largo que había cortado minutos atrás para utilizarlo al día siguiente en el descenso hacia Bukit Lawang. Oyendo ya el río con más y más fuerza a cada paso, llegamos al campamento.
El emplazamiento del segundo campamento era espectacular, el valle por el que corría este río era profundo y estaba rodeado de una ascendente jungla que luchaba por envolvernos y acernos pequeños. Este río era bastante más grande qu el del día anterior y la corriente te arrastraba con facilidad a poco que te alejaras de la orilla. Después de contemplar la belleza que nos rodeaba fuimos a nuestros cobertizos a dejar la maleta y ponernos el bañador para darnos un baño. Mientras estábamos en el agua pudimos ver a dos grandes varanos que descendían a nado por el río, sin ningúna preocupación a pesar de que eran arrastrados por la zona más fuerte y con un par de coletazos y haciendo uso de sus garras salían con paciencia incluso sobre las rocas para después internarse en la jungla y desaparecer en cuestión de segundos.
Resistiendo las ganas de echarnos un rato, pasamos la tarde con café y té hasta que se fue el sol y llegó la hora de la cena. Se había puesto a chispear hacía escasos minutos por lo que nos unimos a los guías y cocineros en su cabaña para cenar todos juntos. El menú era parecido al de la noche anterior con alguna escasa variación (manteniendo la guarnición de pequeños insectos en el plato, algo inevitable). Cuando terminamos de cenar nos propusieron jugar a resolver algunos acertijos propuestos por ellos que nos planteaban con cerillas. Fue muy divertido pero la guinda llegó al final con un juego de cartas. Consistía en ir eliminando parejas de cartas según ibas robando una carta de la mano del anterior y entre todas éstas estaba la carta orangután (el joker) que si quedaba en tu mano al final de la partida te tocaba imitar a un orangután durante unos cuantos segundos. Jugamos tres veces y fueron dos de éstas las que me tocó imitar a este simio. Fue genial compartir un momento así con gente local, compartiendo risas y explicando bromas. Cuando terminamos fuimos a dormir deseando haber aprendido de los errores de la noche anterior y poder descansar sin contratiempos.
Desperté relativamente mejor que la noche anterior. El cansancio acumulado debió de provocar un efecto somnífero fuerte y no me desperté nada más que una vez cada hora. Por suerte el suelo parecía clavarse menos en la columna, me tapé con la pequeña manta desde el principio y no había tanto ruido, a pesar de que este río era bastante más caudaloso que el primero. Con la misma rutina del día anterior, pero con algo más de paciencia, no sirvieron el desayuno.
Tocaba día de relax, no haríamos ninguna ruta por la selva como nos había dicho Kela y, en su lugar, iríamos a una cascada en la que bañarnos en las inmediaciones próximas del campamento. Al acabar de desayunar, salió un poco el sol y lo aprovechamos para poner varias prendas a secar y quitarles toda la humedad posible que tenían acumuladas. Mientras nos encargábamos de esta tarea, unos macacos de cola larga hicieron su aparición. Primero un par, luego otro y se fueron sumado hasta ser un grupo de unos doce. Bajaron primero al río, a beber y a bañarse, y luego se volvieron hacia la jungla parándose en los tejados del campamento y cotilleando en las tiendas que no había ocupado todavía ningún valiente senderista.
Un rato después, cuando ya estábamos preparados con ropa apta para el baño comenzamos nuestro camino hacia la cascada. Parecía sencillo al principio, ya que solamente caminábamos por la orilla, pero todo cambió cuando Obi cogió uno de los flotadores y nos avisó para que nos subiéramos de dos en dos para cruzar el río. A pesar de que no cubría más allá del ombligo, la corriente era fuerte y Kela y Obi conseguían pasarnos por parejas a duras penas hasta la otra orilla. Lo lograron sin que ninguno fuéramos arrastrado por la corriente, lo cual fue un logro que agradecimos. El resto del camino fue sencillo y pasamos el resto de la mañana en la cascada dándonos un baño y hablando con ellos. También nos bañamos en el río al emerger de la selva y jugamos a tirarle piedras a una botella que estaba sujeta en la orilla contraria. Solamente consiguió acertar Obi un par de veces mientras el resto fallábamos sin parar. Al rato emprendimos la vuelta deshaciendo el camino con flotador incluido para cruzar el río.
Una vez que estuvimos de vuelta preparamos las mochilas mientras hacían la comida (hoy tocaba noodles). Dejamos todo listo fuera, comimos los ricos fideos con deliciosa fruta de postre y empezaron a preparar la vuelta. No hizo falta que nos cambiáramos de ropa ya que nuestro vehículo para volver a Bukit Lawang sería un autobús hecho a base de flotadores. Vamos, que volvíamos haciendo rafting.
Ataron varios flotadores entre sí, un total de tres grandes y dos pequeños. En los grandes iríamos los clientes, dos en cada uno, y en los pequeños los encargados de navegar. Los otros dos que faltaban del equipo de guías y cocineros se situarían en cualquier borde que quedase libre. Las mochilas metidas en una capa triple de plásticos, fueron atadas en las uniones de los diversos flotadores. Nada podría salir mal ante un plan tan rústicamente bien planificado. Cuando todo estuvo recogido y montado, pusieron el flotador autobús en el río, nos subimos y comenzaba el viaje de vuelta. A pesar de que desde fuera pareciera que eso no iba a ninguna parte el invento aguantó bastante bien incluso a pesar de que se rompiera una cuerda durante el trayecto (que repararon en pocos minutos). Descendimos el río con rapidez, atravesando zonas calmadas y rápidos que nos cubrían de agua en ocasiones, con el valiente de Mahabi al frente capitaneando el barco y usando el palo que había traído Kela el día anterior para esquivar rocas, sortear paredes y hacer que llegáramos a Bukit Lawang de una sola pieza. De esta forma pudimos ver otra cara de la jungla, alrededor del río y a lo largo de todo el trayecto. Al cabo de 30 minutos llegamos al pueblo.
Cogimos el resto del equipaje que habíamos dejado hacía un par de días, rehicimos las maletas, pasamos por el baño para quedarnos como nuevos, dejamos todos los pagos completados y tras pedir que llamaran a un transporte nos pusimos a caminar hacia la zona de recogida. Allí encontramos un coche que nos llevaría a Medan para pasar la noche tras otro viajecito de cuatro ricas horas. Al llegar al hotel La Ponia Medan dejamos todo preparado para el día siguiente y salimos a cotillear los alrededores. Cuando nos dimos cuenta de que no había mucho que ver, fuimos a cenar a Rucci Plus, y luego a dormir en una cama decente que ya teníamos ganas de un buen descanso.
Bajamos a desayunar al restaurante del hotel tras una noche de cama de verdad, se notaba en nuestra buena cara el haber podido dormir de manera decente. Picoteamos un poco y subimos a por las mochilas para ir al aeropuerto en el transporte que habíamos acordado con el hotel la noche antes. Ya en el aeropuerto de Medan, facturamos las mochilas, pasamos el control y aprovechamos que todavía quedaba un rato para el embarque para tomar un café de verdad en una cafetería. Rememoramos durante esta pausa las aventuras de Gunung Leuser (cosa que sería muy recurrente durante el viaje) entre risas incrédulas de la aventura tan aleatoria y bonita que habíamos experimentado. Paramos la tertulia cuando vimos que podíamos embarcar y fuimos a por nuestro vuelo.
Este vuelo tenía una particularidad y es que no iba al destino final (Surabaya) directamente, sino que hacía una breve escala de 45 minutos en Batan. Fue algo curioso ya que la escala consistió en dar una especie de vuelta por un tramo de la terminal y acabamos en un avión diferente, pero con la misma tripulación del tramo anterior. En definitiva, todo salió bien, no costó mucho enterarse de cómo debíamos proceder y después de casi cinco horas totales de vuelos llegamos a Surabaya y encima con todas las maletas y en hora. Exitazo total.
En el aeropuerto nos esperaba de nuevo un conductor para llevarnos al hotel en el que pasaríamos dos noches, aunque solamente una efectiva durmiendo allí ya que para hoy teníamos contratada la Excursión al Monte Bromo y las cascadas Madakaripura. Al llegar al hotel Bumi Surabaya City Resort dejamos las mochilas, nos tumbamos en la cama a reposar, pero sin echarnos la siesta ya que queríamos dormir en los diferentes trayectos durante la excursión que empezaba a las 23:50. Todavía no lo sabíamos, pero esta decisión de eliminar una pequeña siesta sería uno de los mayores errores del día. Total que aprovechamos a estar en la enorme piscina por la tarde, llenando un poco las horas muertas y más tarde cenamos en el buffet del hotel que tenía comida asiática de diferentes países aunque a decir verdad la verdad es que lo que merecía la pena eran los platos indonesios que cocinaban al momento en stand que tenían en la parte abierta del restaurante. Una vez concluida la cena subimos a la habitación para descansar, sin dormir, y esperar a que llegaran las 23:50 para comenzar con la excursión al Monte Bromo y las cascadas Madakaripura.
A las 23:50 recibimos el mensaje de la guía de que ya nos estaba esperando junto con la furgoneta en la entrada del hotel. Bajamos los seis integrantes del grupo y allí estaba Prom, la que iba a ser nuestra guía durante las próximas 15 horas. Subimos a la furgoneta y nos recomendó descansar durante las dos horas y pico que teníamos de trayecto hasta la primera parada del día. El viaje fue algo incómodo y a mi personalmente se me hizo muy difícil dormir, lo cual me agobiaba bastante sabiendo que habría pocas ocasiones de intentar sumar horas de sueño. Llegamos a la primera parada, una casa de algún particular en mitad de algún sitio, donde haríamos el cambio de coche. Aprovechamos para ir al baño, estirar las piernas. Nos dividimos en dos grupos de tres personas y cada uno se subió a un Jeep, que tenía un par de bancos en la parte trasera orientados hacia la parte interna del coche de manera que no había cinturones y en las curvas te inclinabas hacia el centro del coche. Con estos todoterrenos cruzaríamos las carreteras de asfalto en mal estado y de tierra abandonadas para llegar a la zona desde la cual iríamos andando para acceder a los miradores. El trayecto duró aproximadamente una hora durante la cual los baches fueron constantes, las curvas incesantes y los adelantamientos a toda velocidad la manera de restar minutos al viaje.
A medida que estábamos más cerca de nuestro destino, la afluencia de Jeeps del mismo estilo que el nuestro aumentaba brutalmente de manera que se podían ver varias decenas de coches a la vez surcando un ancho tramo de arena y todos en dirección a la única carretera que había para ascender hacia los miradores. El efecto embudo nos esperaba con una sonrisa pícara y comenzó la pesadilla. El coche intentaba ascender sin demasiado éxito con adelantamientos sin sentido intentando encontrar un hueco que no existía para poder ascender lo más rápido posible; y como él otros tantos lo que provocaba más y más atasco. Hasta el punto de que la carretera quedó bloqueada a mitad de subida por la cantidad de coches y la guía nos ofreció subir andando o intentar hacer lo imposible que era subir con el coche. Así que nos pusimos a caminar a las 3 de la mañana por una carretera bloqueada y saturada ya no solamente de coches sino de turistas en nuestra misma situación y mototaxis que se abalanzaban sobre nosotros los turistas ofreciéndose a subirte hasta el camino al mirador conduciendo entre coches, personas y huecos imposibles para ahorrarte media horita de caminata. Una absoluta locura indecente.
Estuvimos caminando cerca de 45 minutos inmersos en ese escenario obsceno de puro turismo masificado, entre coches, humo, luces, turistas y motos hasta coger la desviación hacia los miradores. Aquí encontramos muchísimos puestos de comida y souvenirs y en uno de ellos nos sentamos con la guía, la cual nos invitó a tomar café o té mientras esperábamos a que comenzara a salir el sol. En este rato Prom nos contó algo sobre si misma, descubrimos que sabía hablar algo de español y compartimos algunas opiniones sobre Indonesia y España. Hasta que descubrimos que faltaba uno de nuestro grupo. Nos preocupaba que no hubiera cogido el desvío hacia los miradores, aunque Prom comenzó a colapsar la aconsejamos esperar mientras un par buscábamos cobertura y hacíamos guardia en las dos principales intersecciones lo cual dio resultado y al cabo de unos minutos volvíamos a estar todos juntos. Vimos que el sol comenzaba ya asomar por el este y le comentamos a Prom de ir ya a los miradores y, aunque en un principio quería que esperásemos más (cosa que nos chocó un poco) al final cedió y fuimos para allá. No sin antes alquilar unos abrigos por poco más de 1€ ya que en diferentes blogs habíamos leído que hacía bastante frío (y ahora puedo unirme y recomendarte que si tu viaje no te obliga a traer ropa de abrigo, alquiles uno si o si).
Nos situamos primero en un punto que encaraba el este para ver el sol alzarse poco a poco. Nos saludaban ya luces naranjas a través de las montañas mientras iban a morir a un cielo todavía azul oscuro noche. Poco a poco fueron tornándose más amarillas y fundiéndose con el azul claro que ya anunciaba que era de día y fue entonces cuando fuimos al mirador principal. Por recomendación de Prom nos saltamos una pequeña vaya y rodeamos la colina para tener una panorámica del Monte Bromo con la menor cantidad de gente posible. En este punto pudimos tener la mejor vista de este escenario natural tan único con la caldera de monte bromo en primer plano, rodeada su base del mar de arena y en la retaguardia el monte Semeru.
Sin duda fue uno de los espectáculos naturales más bonitos que he visto nunca. Una vez hubimos terminado con el cupo de fotos (que requería alguna que otra charla con ansiosos turistas algo desquiciados por la instantánea más postureable) desandamos el camino hacia el coche. La riada de turistas era interminable y más ahora que seguían llegando algunos de ellos y otros como nosotros habían concluido esta parte de la excursión. El caos era brutal, se hacía muy incómodo avanzar y en ocasiones tuvimos que volver atrás para flanquear coches, motos y otros turistas. Esto le quitó mucho encanto y atractivo a la actividad ya que nos hizo sentir una oveja en mitad de un rebaño que simplemente se mueve por inercia. Tardamos en llegar un rato al coche que por suerte ya estaba encarado en la carretera para descender y pasados nos cuantos minutos después de subirnos pudimos comenzar a movernos.
La siguiente parada era el mar de arena y allí llegamos tras otra nueva tanda de baches y conducción temeraria. Allí se iban acumulando los todoterrenos que ya se contaban por cientos. Nos pusimos a caminar hacia la caldera ya que había una tiradita de unos 20 minutos. Durante el trayecto le preguntábamos a la guía por curiosidades o hechos del lugar, ¿cómo se formó? ¿altitud de los diferentes volcanes? ¿Cuándo rezan en el templo? Pero tampoco obteníamos una respuesta muy extensa y mucho menos interés por darnos información. Además no parecía estar muy cómoda con la caminata y decía que íbamos muy rápido a pesar de que caminábamos con toda la calma. La experiencia cada vez era más extraña. A pesar de todo y aunque teníamos un cansancio acumulado atroz seguimos caminando hasta las escaleras que nos llevaban hacia la caldera. Tuvimos que esperar y subir muy lentamente debido a la acumulación de turistas que incrementaba a cada minuto y se aceleraba debido a los jinetes que cobraban por traerte desde los todoterrenos hasta la base de la caldera. Otro evento que continuaba manchando la bella imagen del paraje natural donde nos encontrábamos, turismo bruto y hortera.
Llegamos a la cima de la caldera y fue espectacular. Nunca me había asomado a un volcán activo y debo decir que impresiona y emociona, escuchar el rugido en primer plano y el olor a huevo podrido por el azufre combinado con las vistas desde un punto elevado es algo que merece la pena presenciar. Además fue una visita rápida ya que tampoco te podías mover más allá de la zona delimitada así que en cosa de 20 minutillos volvimos a la base, pasando eso sí por otra cola. Allí nos esperaba la guía que había decidido no subir porque se “encontraba mal”, cosa que nos sorprendió de nuevo porque no había mostrado ningún síntoma más allá de una pereza patológica. Llegamos a los todoterrenos y abandonamos aquel mágico lugar para ir a desayunar.
El lugar para el desayuno era un buffet hortera con poca intención de alimentar bien a la gente ya que consistía en cuatro platos indonesios con un aspecto rancio que tiraba para atrás, poca fruta que sabía a papel y algo de pan para tostar que fue básicamente lo que comimos y tampoco mucho porque estaba bastante seco. Después de la paliza que llevábamos encima entre los trayectos en coche y las caminatas esperábamos algo mejor. Poniendo el broche al desayuno con un café horrible terminamos con muy mala cara el desayuno y casi sin ganas de continuar la excursión nos montamos en el jeep. Ahora nos dirigíamos al punto de cambio de coche para subirnos de nuevo a la primera furgo donde comenzamos el viaje.
Llegamos allí tras dos horas en las que pudimos echar una buena cabezada a pesar de los bache sy la incomodidad del asiento y recuperar energías y que continuamos en el camino hacia las cascadas de Madakaripura. Nada más llegar tocaba cambiarse de ropa y sustituir la ropa de caminata al volcán por la de bañista de cascadas, cosa que tuvimos que hacerlo en la propia furgoneta al no haber ningún sitio cercano donde poder hacerlo de manera íntima porque habíamos aparcado literalmente en la plaza de un pueblo. Sin entender mucho esta parada pregunté a Prom cuánta distancia había andando a las cascadas y me dijo que no iríamos andando sino en moto. Lo decía mientras señalaba a un grupo de seis chavales, uno por cada integrante del grupo, que nos esperaban en la carretera con varias motos a cada cual en peor estado. Le pregunté que, si esto iba en serio y que si no podíamos ir en la furgoneta, a lo que me contestó que no sin dar más explicaciones. De perdidos al río, nos fuimos montando en las motillos que salían en cuanto notaban que el pasajero estaba ya asentado. A toda velocidad cubrimos un trayecto corto, pero al más puro estilo moto GP, a través de una estrecha carretera por la que habría cabido perfectamente la furgoneta en la que llegamos, así como aparcar a la entrada de las cascadas. Tenía toda la pinta de que esto fue una manera de justificar que una parte del pastel se quedara para el pueblo al que pertenecían nuestros motoristas. Otra situación inesperada que nos sorprendió. Cuando estuvimos todos reunidos y contentos con que la evaluación de daños fuera nula iniciamos el camino hacia las cascadas Madakaripura con un “guía” que era otro señor que debía recibir su parte del pastel.
El camino fue sencillo, llano en su totalidad y cruzando varios ríos para lo cual ya íbamos equipados con chanclas. En cosa de 20 minutos habíamos llegado al inicio de las cataratas. Desde lo alto del acantilado caían varios tramos de agua acariciando una vegetación verde fosforito que se aferraba a la roca oscura, casi en forma de un río de lágrimas muy acorde con la leyenda de Madakaripura que daba nombre a este lugar. Atravesamos este tramo de cascadas para llegar al final donde el acantilado se cerraba sobre si mismo y daba cobijo a la cascada más grande de todas. En este lugar paramos, nos bañamos y dedicamos un rato largo a hacer fotos de este mágico emplazamiento.
Sin mucho tiempo para poder disfrutarlo en su totalidad tocaba deshacer el camino, coger otras motos (diferentes a las de la vez anterior) y vuelta en la furgoneta de camino al hotel. Al llegar nos despedimos de la guía con una opinión bastante pobre de todo lo que rodea a este tipo de excursiones y subimos casi volando a la habitación para poder darnos una buena ducha y echarnos una siesta de campeonato.
Cuando hubimos cumplido con el ritual del descanso, fuimos a dar un paseo por los alrededores y a cenar en Irba Steak. Estuvo bien cenar en un sitio local, sin más turistas que nosotros para hacer detox de lo acontecido el resto del día. Después fuimos al hotel para cerrar un día bastante loco.
Debido al vuelo que salía bien temprano, tuvimos que perdernos el desayuno en el hotel Bumi Surabaya City Resort pero tuvieron la cortesía de proporcionarnos una lunch box con algo de desayuno para el camino (aunque para ser un hotel 5 estrellas no tenía gran cosa). Subimos al transporte que ya nos estaba esperando y fuimos directos al aeropuerto. Tras las típicas gestiones que ya teníamos masterizadas después de tantos vuelos, subimos al avión y en poco más de una hora habíamos llegado a Bali.
Mis expectativas estaban muy altas ya que Bali fue uno de mis destinos favoritos tras el primer gran viaje que hice en 2017 y tenía muchas ganas de sentir esa vorágine de emociones que tuve la primera vez. Y ya nada más llegar al aeropuerto y oler el incienso de las ofrendas pude sentir un cosquilleo. Nada más recoger nuestras maletas hicimos un poco de investigación allí mismo con las empresas de transporte para elegir la que mejor precio nos diera para un coche con capacidad para seis personas y su correspondiente equipaje. Elegimos una, sacamos dinero en los cajeros cercanos y salimos al encuentro del coche junto con la señora con la que lo elegimos. El trayecto fue relativamente largo y sin mucho tráfico por suerte. El conductor nos comentó precios y opciones para visitar la isla y que corroboraban lo que unos amigos me habían comentado sobre la isla y el tráfico y es que la tienen segmentada por áreas de manera que no podíamos visitar algo de la zona central y la zona oeste en el mismo tour, había que separarlos. Nos quedamos con su número y hablaríamos con él más tarde. Llegamos a la puerta de nuestro alojamiento en Bali, Villa Angeleena, y quedamos alucinados. La villa era más alucinante que en fotos y eso que ya pintaba muy bien. Yosi, el encargado nos comentó los aspectos básicos de nuestro alojamiento sobre las habitaciones, cocina, etc. y cuando se hubo marchado fuimos todos de cabeza a darnos un baño en nuestra piscinita privada. Fue una manera fabulosa para dar la bienvenida a Bali.
La tarde transcurrió de maravilla, intercalando momentos de piscina con tumbona y charlas para decidir qué haríamos los próximos días. Conseguimos mejorar el momento con unas pizzas a domicilio que pedimos a través de la app Grab al restaurante Genio by Twist que estaban increíblemente buenas. Vimos parte de la puesta de sol allí mismo y antes de que cayera el sol por completo nos preparamos y fuimos al centro de Ubud para hacer un poco de turismo. Utilizando la misma app pedimos un transporte a un precio tremendamente económico y en cosa de 10 minutos estábamos en pleno centro de Ubud.
Al llegar a Ubud sentí de lleno todas las sensaciones que tenía de Ubud en mi recuerdo. Las calles estaban decoradas con adornos religiosos a base de bambú, los pequeños altares de muchos negocios y casas cubiertos de ofrendas con su palito de incienso activo, y que llenaba las calles de ese olor tan característico, y muchos locales, tanto hombres como mujeres y niños, llevaban su atuendo de rezo. Algún mono se balanceaba sobre los cables de luz que cruzaban de una acera a otra, las motos iban y venían por todas partes y la selva quería ganar terreno a la piedra sin descanso.
Tras caminar unos minutos nos dimos cuenta de que el número de personas que había ataviadas con la ropa de rezo era desmesuradamente más alto de lo esperado ya que llenaban calles enteras y se movían como si fueran parte de un río inundándolo todo. Comenzamos a seguirles para ver si estaban yendo a algún lugar en particular y así poder estar inmersos en cualquier experiencia local que estuviera a punto de suceder. Sin embargo y tras dar varias vueltas por las calles no supimos a donde estaban yendo, tampoco les vimos entrar en ningún templo y se perdían por diferentes calles haciéndonos difícil intuir a donde iban, por lo que dejamos de seguir a este primer grupo para continuar nuestra visita por Ubud.
Merodeamos por las calles sin rumbo fijo, parándonos en la puerta de algunos templos familiares, mirar algún escaparate de las muchas tiendas que había, ojear los precios de los masajes balineses hasta que llegamos a la altura de una calle donde la gente estaba parada a ambos lados de la acera. Esto no shizo pensar que antes o después algo iba a ocurrir por lo que buscamos un pequeño hueco en la acera y nos sentamos al igual que muchas otras personas estaban haciendo. Fue al cabo de unos minutos cuando comenzamos a oir tambores y campanas y al mirar calle abajo pudimos ver que era el inicio de uno de estos grandes grupos que habíamos visto antes. Además de la música, traían consigo elementos religiosos como figuras, sombrillas, tocados y otros elementos y justo detrás les seguían un enorme grupo de fieles, seguramente parte de los que habíamos estado siguiendo antes. La comitiva pasó con gran velocidad y la calle volvió a la normalidad en cuanto se perdieron nuevamente en otra de las calles. Más tarde preguntamos en una tienda a qué se debía está celebración y por lo que pudimos entender era una fiesta en honor a la gente de Bali y que se celebraba de esta forma.
Cuando la calle hubo vuelto a la normalidad buscamos un sitio para cenar. Como tenía buena pinta y la carta con comida occidental nos sedujo casi al instante acabamos cenando en Milk & Madu Ubud. Quedamos super contentos con el sitio elegido porque la comida estaba buenísima y el servicio bastante rápido para ser Indonesia y con una amabilidad desbordante. Para poner el broche final a nuestro primer día en Bali, quisimos tomar un helado en alguna de las heladerías que había en la misma calle del restaurante pero se nos quitaron las ganas al ver como un pequeño ratón corría por un de las estanterías del local... por lo que con el estómago cerrado, cogimos un Grab y pusimos rumbo a la villa para descansar en las fabulosas camas de Villa Angeleena.
Despertamos en Villa Angeleena con mucho hambre y ganas de probar el desayuno. Durante la tarde del día anterior estuve gestionándolo con Yosi para que nos lo cocinaran en la misma villa, ya que esta lo incluye. Juan ya se había levantado antes que yo cuando aparecí por la zona de la piscina y fue cuando me preguntó por el tipo de huevos para que lo preparasen justo antes de sentarnos a la mesa. Un verdadero lujo. Minutos después estábamos los seis a la mesa disfrutando de nuestro desayuno recién hecho. Por unos 8€ teníamos café, zumo, fruta, tostadas, bacon y un par de huevos cocinados al gusto que quisiéramos. Nos lo tomamos con calma, disfrutando cada bocado que sabía a la vida que nos merecíamos pero sin detenernos demasiado ya que también gestioné durante el día anterior que el taxista que nos trajo desde el aeropuerto nos llevara hoy de excursión. Siguiendo las restricciones por zona iríamos a ver parte de la zona de Ubud y como extra las cataratas Gitgit que se encontraban algo más al norte. Terminamos de desayunar y salimos a la misma puerta donde nuestro conductor nos estaba ya esperando puntual a las 08:30.
Los lugares que visitaríamos ese día sería los arrozales de Jatiluwih, el templo Ulun Dani Beratan y por últimos las cascadas Gitgit. Teniendo en cuenta que yo en mi viaje anterior pude recorrer puntos de la isla muy separados de manera muy rápida me extrañaban todas las restricciones pero rápidamente Bali se encargó de darme un golpe de realidad con los tramos de atasco durante el camino de ida. Era una auténtica pasada ver como en ciertos cruces o tramos se acumulaban coches y motos hasta el punto de estar detenidos durante varios minutos o avanzar pocos kilómetros en un tiempo muy largo. También se notaba en las zonas populares donde los coches se amontonaban por decenas en los parkings o en a las afueras para dejar a los turistas. Pero bueno, al final llegamos a pesar de encontrarnos con varios tramos lentos a los arrozales.
Los arrozales de Jatiluwih se extendían ante nosotros a lo largo y ancho del valle. Era una vista increíble independientemente de si te situabas en un mirador, en mitad de un arrozal o en la parte baja. Rodeados de las diferentes terrazas de arroz e inmersos en un mar de cultivos paseamos por la zona durante los 30 minutos que teníamos para no retrasar demasiado el día, ya empezábamos a creer que el conductor nos estaba vacilando debido a las prisas que tenía. Volvimos al punto de encuentro y pusimos rumbo al siguiente punto de visita.
El templo Ulun Dani Beratan se encontraba en una posición privilegiada a la orilla de un gran lago rodeado de montañas. Pudimos pasear entre los diferentes templos que se encontraban dentro del complejo, sin entrar en ninguno ya que estaba prohibido y de hecho en uno de ellos había un grupo de feligreses en plena ceremonia. Pudimos asomarnos durante unos cuantos minutos a través de una pequeña reja, intentando molestar lo menos posible y presenciar parte de su momento de rezo. Después continuamos el paseo contemplando el entorno y los diferentes edificios que forman el complejo. Llegando a una parte el lugar perdía bastante su esencia ya que habían montado el típico letrero, puestos para hacerse fotos e incluso una zona donde tenían animales exóticos para fotografiarse con ellos. Por aquí pasamos rápidamente y dimos la vuelta para volver a la zona más auténtica y bonita de visitar.
Llamamos a nuestro amigo para que nos recogiera y nos llevara a un lugar para comer ya que había insistido en llevarnos a uno que el conocía y esto fue uno de los errores del día ya que tardó casi media hora en aparecer y todo ello para llevarnos a otro buffet turístico con comida bastante mediocre a precio elevado para ser indonesia. Como no queríamos perder mucho más tiempo con el retraso que ya llevábamos acumulado nos quedamos allí y comimos lo que pudimos sin darle más importancia. En cuestión de 20 minutos ya estábamos en el coche y atascados para salir de la zona del templo. Cerca de una hora más tarde llegábamos a las cataratas Gitgit.
Para entrar en la zona tuvimos que pagar en la entrada una tarifa para turistas, como no, y se vino un señor con nosotros para hacernos de guía por el recinto. Por el camino nos comentaba alguna curiosidad del lugar, de alguna planta y de cada una de las tres cataratas que hay en la zona. La primera, y más espectacular, nos pareció algo pequeña tras haber visto las de Madakaripura pero si que es cierto que el caudal de agua era mayor. Nos cambiamos en una zona humildemente habilitado para ello en una especie de cueva a la derecha, donde habías una percha para dejar las mochilas y toallas. Una vez que tuvimos el bañador puesto fuimos al agua. Cubría poco en la zona mas profunda, como mucho hasta la cintura lo que hacía posible poder ponerte debajo de la cascada. Menudo golpe de agua se sentía al ponerse debajo y eso que me puse de refilón, si me meto completamente estoy seguro de que me habría mandado al fondo del río. Sentir el golpe de tanta agua cayendo de esa altura es una sensación especial, casi dolorosa pero relajante, el agua te envuelve y abraza y no se escucha ni se ve ni se siente nada más que el agua. Fuimos turnándonos para disfrutar de la cascada y cuando hubimos completado la ronda nos movimos hasta la siguiente cascada.
Mucho más pequeña y habilitada para el baño tranquilo, está segunda no tenía nada de especial. Caían pequeños hilos de agua por la roca en una gran piscina medio natural que encima no te podías bañar. Pasamos a la siguiente. La última es el plato fuerte, con un salto mucho más grande que la primera y un caudal también mayor que imposibilita ponerse debajo. Desafortunadamente tampoco estaba permitido el baño por lo que observamos la cascada desde un punto elevado y decidimos no bajar al propio río. Aprovechamos ese momento para cambiarnos y ponernos ropa seca, ya que el guía se había quedado más arriba y cuando estuvimos completos volvimos al taxi.
Ahora si que si comenzaba la verdadera pesadilla patrocinada por el tráfico balinés. Para volver al punto donde se entraba al templo Ulun Dani Beratan tardamos la friolera de 2 horas, de las cuales una de ellas solamente para completar un tramo de 5km. Más tarde, cuando superamos ese punto de inflexión los atascos se iban sucediendo a medida que pasábamos por cruces de zonas clave de Bali y por supuesto el último cuando llegamos a Ubud. Fue un viaje muy duro, eterno y más doloroso ya que se hacía de noche, el cansancio apretaba y el hambre nos hacía rugir las tripas. Por ello nada más nos dejó el señor de vuelta en la villa pedimos comida a domicilio. Para añadir un drama más a la lista de hoy, la comida no parecía estar lista nunca y el tiempo de entrega se retrasaba más y más y más. Hasta tal punto que tuvimos que cancelar los pedidos tras casi dos horas de espera. Fue en un momento crítico ya que a partir de las 10 de la noche todos los restaurantes cerraban, así que miramos por Google y tripadvisor algo cerca de nuestra villa que estaba algo alejada de las zonas más concurridas de Ubud. Vimos una pequeña hamburguesería, con pinta decente y humilde y no dudamos, fuimos directos. En Picky Eaters encontramos la salvación en forma de hamburguesas y patatas caseras cocinadas por un grupo de jóvenes indonesias que nos atendieron amablemente. En poco menos de 15 minutos estábamos los seis con nuestra cena calmando un poco la ansiedad de quedarnos sin cena.
Tras terminar y jurar todos que incluiríamos una reseña super positiva en Google para ayudarles a tener más éxito, volvimos a la villa para descansar el tramita del taxi y reponer fuerzas.
Eran las 7 de la mañana cuando ya estábamos varios despiertos. Inauguramos el día con un breve chapuzón en la piscina y a continuación hablamos con los cocineros que habíamos contraído nuevamente para tener el desayuno de hoy listo a las 07:30. Confirmamos como queríamos los huevos que formaban parte del tipo de desayuno elegido y cuando nos secamos y estuvimos los seis ya preparados, nos sentamos a la mesa. Hablamos sobre el plan que haríamos durante el día utilizando la experiencia del día anterior, queriendo a toda costa evitar volver a encontrarnos atrapados en los terribles atascos de Bali.
Finalmente optamos por quedarnos cerca de Ubud y visitar un par de templos cercanos: Tirta Empul y Pura Gunung Kawi. Nos preparamos para salir y pedimos un taxi a través de Grab para ir al centro de Ubud y una vez estuviéramos allí buscaríamos algún taxista por la zona para negociar las visitas por un precio razonable. Llegó en poco más de 5 minutos y nos pusimos en marcha. A mitad de trayecto se nos ocurrió preguntarle al propio conductor de Grab, quizás podría cancelar el viaje e ir directamente a visitar los templos. Nada más proponérselo empezamos a negociar y tras unos pocos intercambios de precio llegamos a un acuerdo, se canceló el viaje y fuimos directos hacia Tirta Empul.
El conductor nos dejó en el parking del templo, fuimos al mostrador principal para comprar la entrada y fuimos hacia los tornos donde unos amables empleados nos dieron paso al recinto. Poco después de cruzar esa parte, nos esperaban tres señores junto a una montaña bien grande de sarong. Estos eran unos pañuelos que, a parte de otros muchos usos, en el templo sirven para cumplir con las reglas de decoro y respeto al recinto de religioso al que estábamos entrando. Todos aquellos que no tuviéramos una prenda que llegara por debajo de la rodilla teníamos que ponérnoslo; y si no teníamos la habilidad suficiente de imitar al señor mientras se lo ponía a otro turista al final te ayudaban a ponértelo de la misma forma cuando llegara tu turno.
El recinto estaba formado por diferentes áreas formadas por varios recintos de rezo, varios manantiales de los que se puede observar como el agua emerge de la propia tierra, estatuas, frondosa vegetación y la parte más famosa de este templo formada por una piscina con varias fuentes donde se podía realizar el ritual de la purificación. Tanto locales como turistas acudían a realizar este ritual que consiste en introducirse en la piscina tras ponerse una ropa concreta y realizar un rezo, para rezar y meter la cabeza bajo cada una de las diferentes fuentes que se encuentran en una de las paredes de la piscina. En mi opinión esta actividad se ha convertido casi en una atraccíón y de alguna manera se acaba saturando de gente la piscina y el recinto dejando más a un lado la parte auténtica, espiritual y religiosa de este acto. En nuestro caso ninguno quisimos hacerlo y nos dedicamos solamente a caminar por los diferentes recintos y disfrutar de la arquitectura, los colores de los adornos, las estatuas y el entorno natural tan bonito en el que se encuentra Tirta Empul.
Después de una hora aproximadamente regresamos al aparcamiento. Para ello tuvimos que atravesar de manera obligada un auténtico laberinto de puestos con souvenirs que tienen estratégicamente montado para tentarte con todas las baratijas posibles. Una vez llegamos al aparcamiento, nuestro conductor nos estaba esperando y antes de subir tuvimos una charla con él, ya que tenía un nivel de inglés bastante superior a la media del resto de indonesios, y pudimos compartir datos, experiencias y algunas curiosidades de cada uno de nuestros respectivos países. A continuación subimos al taxi y fuimos al siguiente templo Pura Gunung Kawi.
Aparcamos a varios metros de la entrada del recinto, en un parking pequeño dispuesto para los turistas que llegaban en coche mayormente. Llegamos a la entrada y nos dieron las bienvenida unas cuantas escaleras, de bajada. Tras el primer tramo nos pusieron un sarong con el mismo cometido que en el templo anterior y seguimos descendiendo hasta llegar a una bifurcación. Cada una daba acceso a dos principales estructuras funerarias y su correspondiente lugar de rezo. Dado el carácter o mortuorio de las estructuras talladas en la piedra el lugar tenía un toque lúgubre que quedaba disimulado por los colores de las telas y elementos de carácter religioso. Me recordaba un poco a esos lugares misteriosos y casi oscuros de videojuegos como Tom Raider. De nuevo dimos un paseo tranquilo, admirando el lugar, su ubicación y su motivo. Empleamos aproximadamente una hora para recorrerlo todo con paciencia, aprovechando algunas sombras para descansar ya que ese día el sol no tenía barreras y pegaba con fuerza en esas horas centrales del día. Al acabar de pasear tocaba enfrentarse a las escaleras que esta vez eran de subida. A pesar de que eran bastantes y con el sol azotando nuestras espaldas, subimos con paciencia y pagando con una buena sudada corporal. Pensamos visitar alguna cascada cercana u otro templo pero finalmente desistimos ya que nada de lo que estaba suficientemente cerca nos llamaba tanto la atención como para arriesgarnos a quedarnos bloqueados en un atasco con la hora de la comida estando tan cerca. Finalmente nos dirigimos hacia el centro de Ubud.
Durante el trayecto de vuelta a Ubud, pedimos recomendaciones al conductor sobre algún sitio típico, más local, para ir a comer. Sus recomendaciones fueron dos: un lugar para comer un plato típico balinés llamado Babi Guling y otro con comida balinesa variada llamado Ibu Ray. Nos llamó la atención el primero, a base de carne de cerdo con la piel tostada y crujiente por lo que empezamos a caminar hacia el restaurante. En las cercanías de la entrada había varios indonesios para hacer de guías hacia el lugar, lo cual a mi ya me pareció que sería un sitio más orientado al turismo que algo auténticamente local y eso se confirmó cuando vimos un grupo organizado saliendo del restaurante. Aún así decidimos darle una oportunidad y nos sentamos a la mesa… pero la revocamos al ver el aspecto de los platos ya que por la foto no eran demasiado apetecibles y tampoco ponían los ingredientes. Sin el apoyo necesario de los empleados, nos fuimos de allí y probamos suerte en Ibu Ray, el otro que nos había recomendado. Este tuvo más éxito de entrada, mucho más normal sin tanto rollo turístico alrededor y con platos indonesios pero con la información del menú más explícita. Así que Ibu Ray fue nuestro lugar elegido para comer.
Con el estómago lleno y contento, nos dejamos llevar por ese estado de relajación post-comida y nos auto adjudicamos una tarde libre, de relax y descanso en Villa Angeleena para también aprovechar las condiciones tan buenas que teníamos en nuestro alojamiento. Pasamos toda la tarde en la piscina, con unas jarritas de Bintang y unos aperitivos y con musica de fondo que poníamos en el altavoz que tenía incluido el alojamiento. Ya cuando se fue el sol dimos por terminada la tarde, y nos apañamos un poco para la cena. Volvimos a intentar pedir comida a domicilio y varios restaurantes seguían rechazando los pedidos o quedándose en estado pendiente. Temíamos que nos pasara lo del día anterior pero afortunadamente hubo un par de sitios que aceptaron los pedidos y pudimos cenar en la villa aunque algo tarde. Después tocaba descansar.
Para este día no teníamos nada planeado, tampoco queríamos volver a repetir otro angustioso día inmersos en atascos visitando algún lugar demasiado lejos de Ubud por lo que lo dejamos libre. Parte del grupo se fue a ver un espectáculo llamado Barong Dance y otros decidimos desayunar en Ubud y dar un paseo mañanero por el Mercado Central. En lugar de tomar el desayuno en la villa, aprovechamos para ir temprano a Ubud y desayunar allí. Todavía no habíamos podido olvidar la carta del restaurante donde cenamos el primer día y lo elegimos de nuevo para desayunar. La buena experiencia en Milk & Madu Ubud se volvió a repetir y disfrutamos de un desayuno riquísimo.
Después comenzamos la ronda de turismo visitando el Ubud Palace y continuando con el Mercado Central. Aquí había puestos con toda clase de artículos de souvenir y también de ropa de mercadillo. Justo cuando empezamos la ronda, llegaba la otra parte del grupo que había ido a ver el espectáculo y pudimos poner un tiempo límite común para deambular por el mercado antes de ir a visitar el Monkey Forest. Fuimos directos y sin comer ya que todavía estábamos llenos del desayuno que habíamos terminado hacía dos horas escasas. Me quede sorprendido al llegar a la netrada del Monkey Forest ya que hacía 7 años no había una entrada como tal, se podía entrar de manera libre como si un parque normal se tratase y ahora tenían una entrada principal, con su puesto de información, compra de entrada y demás instalaciones. Era de esperar que este momento llegaría para una atracción tan popular en Ubud.
Dimos un paseo tranquilo por los diversos senderos del pequeño bosque, sin encontrar demasiados monos al principio. Fue al llegar a la zona donde se encuentra un pequeño puente donde había más turistas apelotonados y es ahí donde los monos se ponían a trabajar. Se subían a algunos hombros de personas, toqueteaban alguna mochila e intentaban llevarse algún objeto poco vigilado. Cuando salíamos de esa zona y en un pequeño bebedero encontramos a un grupo de monos jóvenes bañándose, saltando, chillando y, en definitiva, jugando unos con otros aprovechando también la piscina para darle un extra de diversión. Desde aquí fuimos directamente a la salida.
Como el grupo que había ido al espectáculo no había comido fueron a buscar un restaurante mientras el resto, todavía saciados por el desayuno, fuimos a buscar un local para darnos un masaje balinés. Encontramos varios y de diferentes precios. Los que costaban en torno a las 100k rupias eran demasiado cutres, oscuros y poco cuidados como para quedarte en calzoncillos y ser masajeado en unas condiciones cuanto menos cuestionables por lo que los descartamos. Encontramos varios entre las 250k y 300k que sin ser muy lujoso tenían un aspecto claramente mejor que los baratos, más higiénicos al menos y nos decidimos por Valéria Salon & Spa. Reservamos para media hora más tarde y el masaje fue bastante bien. Con una hora de duración y un trato muy bueno salimos de allí súper relajados, tranquilos, flotando y "medio limpios" (aunque no tuvieran ducha, al finalizar el masaje nos quitaron el exceso de aceite con unas toallas húmedas).
Justo cuando estábamos a mitad de masaje, escuchamos al resto del grupo entrar también por lo que los que ya estábamos fuera fuimos a tomar un aperitivo a Golden Ape de media tarde para esperar al resto mientras ellos estaban ocupados con su sesión de masaje. Pedimos unos sandwiches y tostas con smoothies y otras bebidas y esperamos bajo la brisa de un ventilador que había justo sobre la mesa. Al cabo de 45 minutos, ya estábamos el grupo completo y con la lista de visitas pendientes completa, fuimos a la villa para cerrar nuestra etapa de Bali a remojo en la piscina. De nuevo fue nuestro refugio y oasis de tranquilidad, disfrutando de la tranquilidad de la zona viendo a los locales trabajar en sus plantaciones de arroz, de las tumbonas, de la brisa y las conversaciones. Ubud se despedía de nosotros con una puesta de sol increíble.
Cuando estaba a punto de anochecer fuimos a prepararnos para ir a cenar a Ubud. Elegimos un lugar pintón para la cena de despedida llamado Nus by/Suka Ubud. Aunque algo caro teniendo en cuenta los precios de Ubud la cena estuvo buenísima, el servicio fue excepcional y el ambiente acompañaba a nuestro estado de ánimo. Despiedíamos así esta etapa tan fabulosa en Bali y tocaba prepararnos para la siguiente en Nusa Penida.
Madrugamos mucho esa mañana para poder llegar a tiempo a coger el barco que nos llevaría a Nusa Penida y que salía desde el puerto de Sanur a las 07:30 con la compañía Angel Billabong Fast Cruise. Cogimos un Grab que nos recogió en la villa y fuimos directamente al local de la compañía. Allí hicimos el check-in, nos entregaron unas tarjetas que te identificaban como tripulante y esperamos fuera hasta que nos dieran el aviso para ir al puerto que estaba a poco más de 5 minutos andando. En torno a las 07:15 nos avisaron para que fuéramos hacia el puerto y comenzamos a caminar hacia allí. Llegamos a la sala de espera que debía estar construída hacía no mucho, y esperámos a que nos llamaran para embarcar. Como era de esperar esto se retrasó varios minutos pero afortunadamente fueron eso, minutos, y a las 07:45 ya habíamos embarcado y estábamos dejando atrás la isla de Bali.
El trayecto duró en torno a una media hora y el viaje lo pasamos dormidos en su totalidad, el madrugón y la biodramina que llevábamos encima fue el cóctel prefecto para caer redondos y practicamente teletransportarnos de un puerto a otro. Al llegar al puerto de Banjar Nyuh en Nusa Penida cogimos las mochilas y caminamos para salir del muelle. Nada más llegar el primer cobro a la salida, de una tasa turística por entrar en la isla. La pagamos allí mismo, en mitad del muelle y seguimos caminando mientras un millar de taxistas nos asediaban incansables para irnos de allí con ellos. Nos costó Dios y ayuda que nos dejaran en paz pero conseguimos refugiarnos en la entrada de un local cerrado a esperar mientras hablábamos con el hotel para concretar un precio para que viniera un taxista a por nosotros. Comparamos las ofertas de los taxistas allí presentes con la del hotel y ganabn los primeros por goleada así que nos pusimos en mitad del parking y el primero que aceptó nuestro precio fue el ganador para llevarnos al hotel.
Tardamos cerca de media hora en llegar y eso que el puerto estaba bastante cerca del hotel, pero las carreteras estaban en un estado bastante malo, eran caminos de tierra allanados en su mayor parte y que aún conservaban buenos pedruscos. Tras rebotar millones de veces llegamos a Cubang Lantang Cottage. Fuimos a la recepción, que también era la barra del restaurante, e intentamos hacer el check-in. Como era extremadamente pronto nos dieron permiso para poder dejar el equipaje en una mesa del restaurante mientras esperábamos a que las habitaciones estuvieran preparadas. Aprovechamos este tiempo para pedir un desayuno, reposar el viaje y darnos un baño en la infinity pool hasta que nuestras habitaciones estuvieron listas alrededor de las 11:30.
Para dejar el día y medio que pasaríamos en Nusa Penida cubierto de actividades hablamos con la jefa del alojamiento y dejamos cerradas una excursión para esa misma tarde por lugares emblemáticos de la isla y un tour para hacer snórkel a la mañana siguiente. Preparamos las mochilas y cuando llegó el taxi nos marchamos a visitar una parte de la isla.
La excursión de esa tarde incluía tres lugares emblemáticos de la isla: Kelingking Beach, Angel's Billabong y Broken Brach. Las tres situadas en la misma cara sur de la isla, las podíamos visitar del tirón aprovechando el mismo recorrido. La primera parada fue en Kelingking Beach tras un trayecto de una hora en coche aproximadamente. Siendo una de las playas más populares a nivel internacional por su estampa tan instagrameable, tenía las expectativas bastante bajas ya que me imaginaba que estaría lleno de gente, intransitable y que desde luego la playa no sería para tanto. Por suerte me equivocaba. Al ir por la tarde había menos gente ya que los cruceros ida y vuelta desde Bali hacen las visitas por las mañanas por lo que se podía estar en el mirador sin sentirse presionado por un gentío enorme. Las vistas fueron expectaculares, nada que ver con las fotos ya que el mirador está a una gran altura y tanto la play acomo la roca principal se aprecian mucho mejor en vivo y en directo. Después de estar 30 minutos volvimos al taxi para visitar el resto de destinos.
Llegamos al parking desde el cual se accede al área donde se podían visitar de una vez Angel's Billabong y Broken Beach. Seguimos el sendero que marcaba la ruta principal para ver ambas formaciones rocosas. Se podía ver el mar azotando fuertemente la costa de la isla, incluso el agua saltaba hacia nosotros en ocasiones. Por suerte el mar estaba muy calmado y apenas llegaban unas cuantas gotas. Fue un paseo facilito y agradable y nos permitió disfrutar fácilmente de ambos puntos de interés. Al llegar al parking hablamos con el taxista para poder seguir visitando algún otro lugar antes de regresar al hotel y el mismo nos ofreció que por el mismo precio que teníamos ya concertado nos llevaría incluso a un restaurante para cenar y nos llevaría de vuelta al hotel después. No pudimos rechazar su ofrecimiento así que nos pusimos en marcha, ahora hacia Crystal Bay.
Tras otro recorrido por carreteras y caminos llenos de baches y a una velocidad bastante elevada para las condiciones del terreno llegamos a la playa de Crystal Bay. Allí nos esperaban sus warungs, tranquilidad y puesta de sol que es justo lo que nos estaba pidiendo el cuerpo así que nos acoplamos en una mesa con sombrilla cerca del mar, pedimos unas cuantas bebidas y junto con alguna bolsa de patata y frutos secos que compramos en las tiendas cercanas nos apañamos la tarde estupendamente. Allí estuvimos tranquilamente, relajados, esperando a que el sol descendiera por el oesta hasta ocultarse detrás del mar y diera su jornada por concluida. Disfrutamos mucho de este ratito relajados a la sombra con el sol de cara cuando se iba poniendo.
Cuando las nubes del horizonte ocultaron el sol antes de que éste desapareciera tras el mar, nos marchamos para ir a cenar ya que desde el desayuno en el hotel no habíamos comido nada savlo algunas patatas y galletas por lo que estábamos muy habrientos. Le preguntamos al taxista por alguna recomendación y nos comentó acerca de un restaurante con buenas vistas y buena comida. No nos hizo falta saber más y fuimos allí directos. Cuando llegamos a la entrada de Amok Sunset ya nos quedamos impresionados con el despliegue del local. Un sitio con una estructura de bambú cubierta de un tamaño gigante y muy bonito, con unas formas curvas impresionantes. Nos sentaron en una mesa en la zona descubierta al abrigo de la noche y pedimos la cena. A pesar un divertido incidente con uno de los platos qyue queríamos 5 unidades y acabaron trayendonos 5 platos enteros la cena fue genial, la comida estaba muy buena, el precio muy acorde con el sitio en general y gracias a la confusión de los platos nos hicieron un pequeño descuento po rlas molestias. Así que finalizamos el día con el trayecto de vuelta al hotel en el mismo taxi y muy contentos con nuestro primero día en la isla.
Madrugamos bastante para realizar la excursión de snorkel, en torno a las 06:30. Pasamos muy buena noche por lo que no fue demasiado duro salir de la cama para estar desayunando a las 07:00. Nos hicieron el favor de ser rñapidos en cocina para así poder estar en hora para coger el taxi que nos esperaba a las 07:30. Puntual como pocos, allí estaba nuestro conductor a la hora exacta y raudo salió hacia el puerto donde cogeríamos el barco para hacer la excursión.
Al llegar al puerto fuimos al mostrador de la empresa encargada de gestionar la excursión, hicimos una especie de check-in y nos dieron aletas y gafas a quien las necesitase. Transcurridos unos 15 minutos fuimos hacia el barco que estaba atracado en uno de los muelles y nos subimos. Aunque el espacio era algo limitado pudimos guardar las mochilas en una zona seca y sentarnos bajo un pequeño techo y evitar así el golpe del sol durante todo el trayecto. Arrancó motores y comenzó el viaje por mar de una hora aproximadamente hasta nuestro primer punto para observar fauna marina llamado Manta Point.
Durante el trayecto que recorría la zona sur de la isla pudimos ver los increíbles acantilados que elevan la gran mayoría de la costa de Nusa Penida, incluida la famosa playa de Kelingking Beach. Desde tierra no te imaginas lo elevada y escarpada que es la isla practicamente en su totalidad. Cuando llegamos a Manta Point el barco paró motores y un par de guías se zambulleron junto con nosotros al agua. Ellos nos indicarían hacia donde nadar para observar la fauna marina que había en este punto. El principal atractivo de esta zona son las mantas, de ahí que el lugar tome el nombre de ests animales y también se podían ver tortugas y muchas especies de peces. Estuvimos alrededor de 20 minutos nadando en un area de 50 metros buscando a las mantas y esperando a que hicieron su aparición. Aparecieron de la nada, mitad negras mitad blancas, enormes y nadando gracilmente. Lo hacían pegadas al fondo, a unos 5 metros de la superfice donde estábamos nosotros flotando. Daba un poco de respeto ver algo tan grande, tan cerca y en el mar pero afortunadamente eran completamente inofensivas. Después de observarlas un rato hasta que se marcharon a otro punto, ver una pequeña tortuga y muchos veces nos llamaron para subir al barco y movernos al siguiente punto.
Ahora tocaba una playa de agua super cristalina y mucho más tranquila que la anterior donde pudimos ver muchos peces y nadar a nuestro aire sin control. Había que tener cuidado con la corriente si te alejabas demasiado de la costa ya que las aguas que rodean Nusa Penida son famosas por su fuerza y bravura. Después de este ratao tranquilo fuimos hasta el puerto pero no para atracar el barco sino para disfrutar del último punto. Antes de saltar al agua, los guías nos advirtieron de la fuerte corriente que experimentaríamos al meternos en el mar para que fueramos cautos y no nos pusiéramos nerviosos. Sin embargo todo fue bien al principio, mientras la corriente nos arrastraba plácidamente y veíamos muchas tortugas de diferentes tamaños en el fondo, alimentándose del coral o nadando cautelosamente hsata que tocó subir al barco. En este momento teníamos que nadar a contra corriente y algunos de los turistas que viajaban con nosotros comenzaron a ponerse un poco nerviosos al ver que no llegaban al barco por mucho que nadaban de nuevo el guía nos tranquilizaba y poco a poco pudimos subir todos sin problema aunque algunos pasaron unos minutos algo angustiosos.
El barco fue hacia el muelle con todos sus tripulantes a bordo y una vez que devolimos el material prestado y nos pasaron las fotos que los guías habían hecho durante la excursión fuimos de vuelta al hotel, donde pasamos el resto del medio día en la piscina y comiendo algo en el mismo restaurante del hotel.
Como el día aneterior quedamos saciados de carretera, baches y trayectos largos para la puesta de sol buscamos un sitio cercano, tantoq ue se podía ir andando. Así aprovecharíamos también para ver las viviendas de los locales que hubiera cerca de la carretera, algún establecimiento local y en definitiva poder observar con tranquilidad parte de la vida alejada del turismo de la ciudad. Elegimos AMARTA Penida como lugar para ver la puesta de sol. Era un sitio enorme, con diferentes ambientes para pasar el rato de relax total como tumbonas, camas balinesas, sofás y mesas convencionales, todo ello orientado hacia el oeste para ver la puesta de sol. Allí pasamos el resto de la tarde hasta que el sol se puso por completo y volvimos al hotel para cenar.
La cena en el hotel estuvo muy buena y nos dejó el estómago súper contento. Con todo el relax acumulado de la tarde de puesta de sol, la rica cena y las ganas de descansar no tardamos en irnos a la cama. Al día siguiente temprano por la mañana viajábamos a nuestro próximo destino: Lombok
.El barco hacia a Lombok salía del puerto a las 09:45 por lo que no nos hizo falta madrugar en exceso. DAdo que el viaje sería largo, entre 2 y 3 horas aproximadamente algunos decidimos saltarnos el desayuno para evitar que el cuerpo fuera demasiado pesado si tenía que enfrentarse a un mar algo moviditio. Haciendo uso de otro taxi, fuimos al puerto de Banjar Nyuh y estábamos en el mostrador de Wijaya Buyuk a las 08:45. Tras hacer el check-in y esperar unos minutos uno de los empleados de la empresa nos llamó y montó en una pequeña furgoneta para conducir durante 10 minutos y llevarnos a otro muelle.
Cuando daban ya las 10:15, es decir, con medio hora de retraso dieron el aviso de que podíamos embarcar. Intentamos subir de los primeros para poder coger sitio juntos y así hacernos las coberturas para poder dormir cómodamente durante el trayecto. Y así lo hicimos gracias a la biodramina que llevábamos encima, dormimos durante todo el viaje practicamente hasta que el braco empezó a parar en las islas Gili para dejar y recoger pasajeros. Llegamos al puerto Bangsal Pier en Lombok después de dos horas y media de viaje total. Allí sufrimos nuevamente el asedio de los taxsitas y tuvimos suerte con el primero ya que acceptó nuestro precio bastante rá`pido. Aprovechamos para ir al baño, cargamos las mochilas y comenzamos nuestro viaje por carretera hacia el hotel.
El conductor hablaba poco inglés pero con ayuda del traductor pudimos pedirle que parase en algún Indomaret o Mini Mart (supermercados locales) durante el trayecto para comprar algo de desayuno. También pudimos intercambiar alguna frase sobre nuestra procedencia y la suya, le ofrecimos parte de lo que habíamos comprado por si tenía hambre y el señor respondió amablemente a todo lo que le preguntamos y pedimos. Tan buen rollo tenía con nosotros que nos pusó una playlist de música en español para amenizar nuestro trayecto.
El paisaje de Lombok había cambiado bastante en algunas zonas desde hacía 7 años. Los núcleos urbanos habían crecido enormemente, la población había aumentado y se notaba en la cantidad de vehículos que circulaban por las carreteras. También el número de mezquitas estaba incrementando de manera exponencial, pudimos llegar a ver 7 mezquitas en un área de 500 metros a la redonda. Se notaba que la inyección de dinero proveniente del circuito de Mandalika. Sólo esperábamos que no fuera un Bali 2.0 lleno de tráfico, caos y gente.
Al cabo de dos horas llegamos a Origin Lombok que sería nuestro alojamiento para las próximas tres noches. Nos acomodamos en las habitaciones nada más llegar, deshicimos parte de las mochilas y reposamos el viaje unos cuantos minutos. Después fuimos a la piscina donde nos pasamos a remojo el resto de la tarde con una Bintang en mano.
Para cerrar este día de transición entre islas, cenamos en el restaurante del hotel. Tenían una gran oferta de comida, y nos sorprendió mucho el tamaño de los platos y la calidad de éstos (para bien). Contrastaba un poco con el servicio que era un poquito desastre ya que la mayoría de los empleados eran jóvenes que debían de estar aprendiendo y andaban un poco despistados. Después de la cena fuimos a hablar con recepción para dejar encargadas tres motos para el día siguiente y acto seguido a descansar en la cómoda habitación de Origin Lombok.
Hoy era un día para no ir con prisas así que nos levantamos a una hora decente, ni temprano ni muy tarde. Tomamos el desayuno en el hotel, parte buffet libre y parte plato a la carta. Aunque tardaron un poco en servirnos, la espera mereció la pena ya que los platos estaban muy ricos y bien elaborados. Tras pasar por las habitaciones para asearnos, preparar las mochilas y coger todo lo necesario fuimos a la recepción para recoger nuestras motos.
Allí nos estaban esperando e hicimos una pequeña prueba para comprobar frenos, acelerador y estado en general. Esto era bastante importante para no salir a lo loco con una moto que no estuviera en buen estado ya que suelen alquilar a los turistas cualquier cosa. Aprovechamos también para dar un par de vueltas en el parking del hotel e ir practicando, sobre todo porque algunos del grupo no habían cogido una moto en su vida. Nos tomamos el tiempo necesario para que todos estuviéramos cómodos con la moto antes de salir. Salimos a los pocos monutos de haber estado haciendo pruebas y comenzaba nuestro viaje matinal hacia la playa de Selong Belanak.
La playa se encontraba a unos 40 minutos de nuestro hotel por lo que sería un trayecto relativamente largo para ir en scooter, pero no teníamos prisa así que si era necesario hacer alguna parada lo haríamos sin problema. En una parte de trayecto la carretera comenzó a inclinarse en forma de cuesta hasta un punto bastante crítico para gente novata y cuando llegué a la cima y vi que faltaban dos motos me temí lo peor. Di la vuelta, bajé unos cuantos metros y allí estaban, uno de ellos se había caído al suelo. Afortunadamente no había que lamentar heridas corporales, solamente un pequeño arañazo en la moto. Fue una caída lenta, provocada por la falta de aceleración en la subida que combinada con una curva hizo que perdiera el equilibrio. Nada por lo que preocuparse realmente. Subimos de nuevo a las motos, acelerón progresivo en la cuesta y superamos la gran colina de una vez.
El trayecto hacia Selong Belanak nos mostraba una cara rural de Lombok, formada por cultivos, casas humildes, pequeños poblados y zonas sin labrar. Las playas iban apareciendo a nuestra izquierda en forma de grandes bahías que iban a morir a grandes palmerales que hacían de frontera entre la tierra y el mar. La carretera, que estaba en muy buen estado, nos permitió disfrutar de estos paisajes con calma y sin estrés. Cuando llegamos a la playa, tuvimos que aparcar en un camino que hay a la entrada de la misma donde un señor nos estaba esperando con un fajo de tickets para cobrarnos la tasa por aparcar tu vehículo.
Tuvimos que enfrentarnos a un nuevo asedio nada más poner un pie en la playa que consistía en el incesante ofrecimiento de los locales para alquilar tumbonas, tablas de surf o clases para este deporte. Negociamos con un coleguita que tenía pinta de simpático durante un largo rato y conseguimos un par de tumbonas bajo una sombrilla por un precio bastante razonable. Bajo su sombra establecimos el campamento base. Acto seguido fuimos a probar el agua de esa playa tan fantástica que con sus grandes y divertidas olas nos estaba gritando para que nos diéramos un baño. Yo no sé cuanto tiempo estuvimos dentro pero fue súper divertido. Al poco de entrar y ver a toda la gente haciendo srf decidimos alquilar una tabla por un par de horas. Negociamos nuevamente el precio que salió barato pero eso es mayormente porque no incluye ningún tipo de seguro, por lo que si la rompíamos teníamos que pagar una nueva. Al no haber otra opción la cogimos igualmente. Esto no hizo sino aumentar nuestro tiempo a remojo y las risas con los revolcones, caídas y acrobacias que hicimos sobre la tabla que nada tenía que ver el surf en sí mismo.
Casi hartos de agua y algo quemados ya por el sol decidimos hacer una pausa y comer algo. La oferta de comida en la playa era bastante limitada, solo había warungs así que no tuvimos qu eesforzarnos demasiado para elegir. La oferta de platos, típicos indonesios, también nos facilitó la elección de la comida. Tardaron muchísimo en servirnos, alrededor de 40 minutazos, pero al final no nos quedamos sin comer. Cuando el sol ya estaba comenzando a bajar y pegaba más flojo, fuimos de vuelta a nuestras tumbonas para ver la puesta de sol. Debido al incidente con la moto durante el día tampoco queríamos volver de noche cerrada así que abortamos la puesta de sol a la mitad y comenzamos la vuelta. El sol cayó rápido y la noche se cerró a mitad de camino pero conseguimos llegar sin incidentes a pesar de conducir sin farolas, en mitad de la nada y con algo de tráfico en ciertas zonas.
Llegamos al hotel a la hora esperada y vimos que había una barbacoa como propuesta para la cena así que tras asegurarnos nuestra asistencia fuimos a la habitación para darnos una merecida ducha y quitarnos los kilos de sal que llevábamos encima tras un día de playa tan intenso. Cerramos la noche con la cena, que estaba bastante buena y podías repetir de lo que quisieras sin límite, acompñada de música en directo que amenizó la velada con éxitos de los 70s y 80s en inglés.
Otro día más en el que nos lo tomamos con toda la calma posbile y nos levantamos y desayunamos sin ningún tipo de estrés. La playa elegida para visitar esa mañana fue Tanjung Ann que se encontraba bastante más cerca que Selong Belanak. Así podríamos aprovechar más horas en caso de necesitarlo y evitar largos trayectos en moto. Cuando estuvimos listos tras el desayuno, volvimos a coger las motillos y pusimos rumbo a la playa. Las carreteras que llevaban a la playa estaban siendo construidas y no tenían todavía una señalización correcta, ni las indicaciones eran claras. Esto hizo que fuéramos en dirección contraria por autopista en varias ocasiones pero como el volumen de tráfico era muy bajo no tuvimos ningún susto ni dificultad para circular. Cuando identificamos la entrada de la playa dimos un pequeño rodeo por caminos de tierra, para cotillear un poco los alrededores e intentar descubrir alguna zona alejada del bullicio turístico.
Sin mucho éxito más allá de caminos de tierra vacíos, alguna finca y otras plantaciones decidimos volver a una de las entradas y aparcar allí la moto (tras el obligatorio pago de la tarifa de parking). Lo primero que vimos al llegar a la playa fue que era un lugar más local, lleno de familias y grupos de amigos de todas las edades disfrutando de un día de playa. Encontrabas padres con sus bebés, grupos de adolescentes haciéndose fotos sin parar y grupos de niños corriendo por la arena y saltando al agua. Negociamos como el día anterior un precio para unas tumbonas y esta vez conseguimos una para cada uno gratis siempre y cuando comiéramos en el warung del mismo establecimiento. Era una oferta que no podíamos rechazar y allí nos quedamos sin pensarlo dos veces.
.Desafortunadamente la playa tenía bastantes algas ese día, por lo que no pudimos disfrutar del agua tanto como nos habría gustado. Por otro lado tampoco nos vino mal porque teníamos la espalda y los hombros achicharrados por la sesión de bañpo tan larga que nos dimos en Selong Belanak. Así que limitamos la mañana de playa a estar bajo la sombra, dar paseos cortos y darnos algún baño en zonas con menos algas tras caminar unos cuantos metros, hasta que llegó la hora de la comida. Después de comer y ver que no podríamos disfrutar mucho más del mar cogimos las motos y fuimos de vuelta al hotel.
Parte del grupo nos dedicamos a conducir un poco más antes de entrar en el hotel, por caminos de tierra y explorar buscando ese Lombok más local. Diría que en parte lo conseguimos ya que empezamos a ver pequeñas construcciones junto a las que había plantaciones o incluso ganado en la misma parcela de la casa. La mayoría de habitantes nos saludaban, los niños se escondían de nosotros y reían al mismo tiempo, esquivamos varias gallinas y pudimos ver varios paisajes rurales muy bonitos. Tuvimos que dar media vuelta cuando el camino comenzó a enfangarse y no quise correr el riesgo de dejar la moto atascada en el barro.
El resto de la tarde estuvimos en la piscina del hotel, reposando el día con baños y alguna que otra bebida. El plan para la noche sería ir a Kuta y mirar los mercadillos de la pequeña población y cenar en alguno de los muchos restaurantes de la zona. Cuando estuvimos duchados, vestidos y listos en general, cogimos las motos y condujimos en dirección Kuta. Tras aparcar las motos en el primer hueco libre que encontramos, nos dedicamos a pasear ojeando los puestos, compramos algunos souvenirs y terminamos la noche cenando en KRNK Bar & Restaurant. Un sitio chulo, con buen servicio a pesar de la cantidad de gente que estaba cenando en ese momento y a buen precio. Si bien es verdad que para estar especializado en carne y en concreto en hamburguesas no estaban a la altura siendo la especialidad del sitio, no salimos descontentos. Disfrutando de nuestro último viaje en moto por la isla, volvimos al hotel aprovechando los tramos de la ancha autopista para darle algo de cañita a la moto y despedirnos de ésta con un pequeño chute de adrnalina. Nos acostamos nada más llegar para prepararnos ante el madrugón del día siguiente.
Madrugón épico para estar en el puerto de Bangsal Pier a las 08:30. Teniendo en cuenta que teníamos un trayecto en coche de casi dos horas, tuvimos que levantarnos a las 06:00, salir sin desayunar y montarnos casi al instante en el taxi. Antes de saalir el recepcionista nos avisó de que habían detectado un arañazo en una de las motos (debido a la caída del primer día). Lo gestionamos rápido con una donación de 200k rupias pero sinceramente creo que habríamos podido marchar pagando menos ya que las motos en general están en unas condiciones deplorables. Sin darle demasiadas vueltas a la cabeza marchamos hacia el puerto. Llegamos puntuales, pasamos el pequeño control que habían montado y esperamos para subir al pequeño barco que nos llevaría a Gili T. Fue un trayecto rápido, de algo menos de 45 minutos ya que paraba en cada una de las islas Gili siendo la nuestra la última parada. Ahora teníamos un pequeño desafío por delante y era caminar cerca de 2km hasta nuestro alojamiento. Comenzamos la ruta.
Pudimos hacer una parada a medio camino aprovechando que queríamos planificar una serie de inmersiones para los próximos dós días. Lo hicimos con Gili Divers y fue todo un acierto ya que nos atendieron estupendamente, rellenamos los formularios para el registro, nos dieron toda la información detallada y dejamos cerradas las inmersiones para el próximo día. Ahora sí que sí tocaba de nuevo ponerse la mochila a cuestas y finalizar el recorrido hasta el hotel. Aunque un poco reventados por la distancia y el sol de la mañana, conseguimos llegar a Gili Tenda. Hicimos el check-in y esperamos a que las habitaciones estuvieran listas ya que llegamos demasiado pronto. Pasamos un rato en la piscina, tomamos alguna bebida y cuando nos avisaron de que ya estaba todo listo fuimos a las habitaciones a dejar el equipaje y prepararnos para pasar la tarde en las playas de Gili T.
Fuimos hacia el oeste, por el camino más rápido que había desde nuestro alojamiento para salir al paseo que da la vuelta completa a la isla. Nuestro destino era Turtle Point, una playa situada en el norte de la isla donde el avistamiento de tortugas estaba garanztizado por lo que caminamos dirección norte buscando mientras tanto un lugar para comer. Comimos bastante regular en The Clubhouse Gili basicamente porque el servicio era lento, malo, la comida cara y escasa pero bueno, nos sirvió para poner un parche en el estómago y poder continuar luego hacia la playa.
Cuando llegamos a Turtle Point buscamos un lugar con sombra para dejar las mochilas, y como no encontramos ninguno cómodo nos las apañamos con unas ramas de un árbol que crecía en la orilla. Nos pusimos las gafas de snorkel y fuimos en busca de las tortugas. Nadamos un rato alejándonos más y más de la costa, avanzando poco a poco mientras disfrutábamos de la inmensa cantidad de peces que nos encontrábamos por el camino. Uno del grupo se adentró más que el resto y fue él quien dio el aviso de que había encontrado tortugas. Nadamos hasta ese punto y ahí estaba nuestro primer encuentro del día, bastante profundo a unos 7 metros de profundidad estaba la tortuga agazapada y camuflada entre el coral. Ésta no se movía mucho y nos observaba preguntándose seguramente que hacían allí otros tipos perturbando su bienestar mirándola fijamente. Según comenzamos a movernos por esa zona de aguas más profundas las tortugas fueron siendo avistadas poco a poco hasta ver un total de 9 tortugas. No estuvo nada mal para ser el primer día.
Después de estar un buen rato observando la vida marina de Gili T volvimos a por nuestras cosas y fuimos directamente a uno de los bares a pie de playa para disfrutar de la puesta de sol antes de pasar por el hotel. Nos tiramos en la misma playa sobre los pufs que tenían para disfrutar la puesta de sol. Con una bebida en la mano, el sol de cara y pelo al viento nos dejamos llevar por el relajante momento de ver el sol caer hasta que llegó la noche. Fue entonces cuando volvimos al hotel y salimos a cenar. PAra no tener que caminar mucho, deshicimos parte del camino que nos tocó recorrer por la mañana hacia la zona este y cenamos en Carpe Diem. Un lugar con una buena terraza y un buen servicio, cenamos rico y a buen precio. Lo único malo, que nada tiene que ver con el restaurante, fueron los mosquitos que también cenaron a base de picotazos en nuestras piernas. Volvimos al hotel y pronto para la cama ya que al día siguiente tocaba madrugar para tener la primera sesión de buceo.
Ese día madrugamos con ganas ya que desde bien temprano estaríamos entretenidos realizando inmersiones en los puntos de buceo por las islas Gili. Nos levantamos, cogimos unas bicicletas que habíamos reservado la noche anterior en el mismo hotel y fuimos hacia el local de Gili Divers. Paramos eso si a medio camino a pillar un café y algo de granola para poder desayunar algo antes. En mi caso me junté con los que iban a hacer un bautismo ya que yo hacía varios años que no buceaba y tenía que hacer el curso de refresco. Así que desde las 8 aproximadamente estuvimos repasando teoría, preguntando dudas y haciendo el curso introductorio en piscina. Fue todo muy fácil, profesional y en español.
Después de terminar con la introducción tocaba el momento de hacer la inmersión como tal y pudimos hacerla todos juntos, tanto los que hacían el bautismo como los que teníamos más experiencia de manera que fuimos todos juntos en el barco e hicimos parte de la inmersión por la misma zona. Solamente nos separamos cuando uno de los instructores así lo quiso y fuimos a una zona algo más profunda. Durante la inmersión pudimos ver de todo: tortugas, cangrejos, morenas, un pez león, un mero, peces payaso y otras muhcas especies. Terminamos la inmersión con una gran sensación de felicidad en el cuerpo y listos para continuar el día a tope. Ayudamos a llevar las partes del equipo como nos indicaron los instructores y antes de irnos de allí reservamos las inmersiones para la mañana siguiente. Cuando dejamos todo reservado y pagado buscamos un sitio para comer.
Tampoco nos calentamos mucho la cabeza ya que el restaurante que estaba en frente de la academia de buceo tenía una pinta espectacular, se llamaba La Cala Beach Club. A parte de la decoración y el emplazamiento a pie de paya, la comida estaba buenísima y el servicio fue super rápido. Dsifrutamos de una comida de locos. A continuación fuimos para el hotel a reposar la comida con un buen baño de piscina y una siesta corta. Luego fuimos a la zona oeste otro día más para ver la puesta de sol.
Para cenar escogimos como lugar el Mercado nocturno. Un lugar en el que te cocinan todo al momento de forma tradicional en las brasas. Pudimos elegir la comida que ibamos a comer, ya fuera carne o pescado. Si escogías éste último podías negociar el precio y la comida incluía guarniciones de vegetales y arroz gratis. Gracias a la bici pudimos ir y volver en tiempo record por lo que pudimos dedicar tiempo en el mercado local y a dar previamente una vuelta por los alrededores de la isla antes de volver al hotel y descansar para el próximo día.
La mañana fue exactamente igual que la del día anterior ya que debíamos estar a la misma hora en la academia de buceo para realizar las inmersiones. Ese día yo realizaría dos inmersiones normales junto con un amigo del grupo por lo que estuvimos ocupados desde bien temprano hasta la hora de comer. en las dos inmersiones que realizamos pudimos ver nuevamente muchos animales y como novedades con respecto al día anterior vimos pequeños tiburones de punta blanca, una raya moteada, peces piedra y pez escorpión. Fueron dos inmersiones muy divertidas, interesantes y bonitas. Durante la segunda fuimos de nuevo el grupo al completo así que cuando terminamos todos estábamos ya listos a la vez para poder continuar con nuestro plan de tarde.
Para comer elegimos una pizzería con buenísimas notas llamada Francesco's Pizza. Nos quitamos el mono de comida italiana a lo grande, con una pizza por cabeza más algún entrante. Salimos de allí a reventar pero súper satisfechos con la elección. Quisimos despedirnos de las tortugas con un baño en Turtle Point antes de marcharnos de Gili T al día siguiente y fue todo un acierto porque pudimos estar buceando con una tortuga prácticamente en la orilla. Pudimos observar como comía y como subía a respirar. La tuvimos súper cerca y fue una gozada poder vivir un momento tan mágico.
Para cerrar el día repetimos plan de puesta de sol, ya después de haber pasado por el hotel y estar listos para la posterior cena. Tras otra preciosa puesta de sol fuimos a cenar a Fat Cats, con una comida rica, buenas cantidades y un precio también acorde. Nos despedíamos así de Gili T, cerrando la etapa de playas y preparándonos para los dos últimos días en Indonesia visitando otra nueva zona en la isla de Bali.
Tocaba regresar a Bali para pasar nuestros últimos días en el país. Lo haríamos en barco, evidentemente y este salía del puerto a las 10:00. Fuimos con la calma, tranquilamente y sin prisas. Al llegar al puerto vimos el caos tan grande que había allí montado a costa de las embarcaciones. Colas enormes de gente, mucho alboroto y poquísima comunicación por parte del personal del puerto. No sabíamos exactamente donde teníamos que ir ni si teníamos que avanzar. De milagro que entre en unas oficinas y me enteré de que debíamos pagar una nueva tasa del puerto antes de salir de la isla. Increíble. De lo contrario cuando hubiéramos llegado al pequeño control minutos después nos habría tocado volver atrás. Con el clásico retraso, llega el barco de la empresa Wijaya Perkasa y nos toca subir. Un barco con bastante buena pinta y mucho aire acondicionado que sentimos de golpe al entrar, prometía ser un viaje cómodo... hasta que uno de los tripulantes empezó a ofrecer de manera gratuita pastillas anti mareo y bolsas. Significaba que habría alguna que otra ola y que sería un viaje más movido que los anteriores pero por suerte la bendita biodramina noz hizo caer en un profundo sueño que hizo que el viaje y los saltos del barco pasaran rápidamente. Tanto fue así que despertamos unos 20 minutos antes de llegar a Bali después de un viajde de tres horas y media.
Al llegar a Padang Bai salimos del barco y fueron amontonando las mochilas en el propio muelle, lo que significaba otra ronda de caos provocada por la gente buscando su maleta, unos entrando, otros saliendo y todo esto en un espacio bastante pequeño. Tras unos angustiosos minutos estábamos el grupo al completo con nuestras respectivas mochilas buscando al taxista que el hotel había enviado a por nosotros. Tuvimos que hacer videollamada para encontrarle pero lo conseguimos y nos pusimos en marcha hacia la zona de Uluwatu. Tras una parada en un super para comprar alguna guarrada para desayunar llegamos al hotel en cuestión de un par de horitas, el tráfico balinés no perdonaba. Con las habitaciones preparadas y listas para nuestra llegada nos recibieron genial en Chanteak Bali y pudimos dejar las dichosas mochilas sin esperas. Sin detenernos demasiado volvimos a hacer uso de Grab para movernos por Bali y cogimos un taxi lo antes posible e ir a visitar el Templo de Uluwatu.
Lo del tráfico en la isla era increíble, volvimos a emplear otra hora para desplazarnos hasta el templo y eso que solamente había 12km entre los dos lugares. Al llegar al templo pagamos la entrada y fuimos directamente a comprar la entrada para la danza Kechak que se realiza dentro del area del templo. Es una de las más famosas en Bali aunque debo reconocer que eso ya anticipaba que fuera un acontecimiento más cerca de una turistada que de algo puramente tradicional. Tuvimos que comprar entrada para la segunda sesión por lo que teníamos más tiempo para ver el templo mientras el sol se ponía. Tuvimos la suerte de que en ese momento encontramos gente rezando en uno de los altares y asistimos cautelosos a la ceremonia desde la parte externa del recinto. Fue muy bonito ver plasmada la devoción de la gente en sus gestos, su delicadeza, su respeto y su entrega durante los diferentes rezos. Nosotros continuamos con nuestra visita caminando por los diferentes senderos interiores y también por aquellos pegados a la escarpada costa.
Llegó la hora de ir hacia el espectáculo y de, como no, hacer la cola. Estuvimos algo más de media hora esperando y todo por la histeria de la gente que se apelotonaba con ansia para coger el mejor sitio. Cuando abrieron la puerta de entrada fue lo peor porque empezaron a presionar con prisa para entrar cuanto antes. Nosotros anuestro ritmo cogimos un sitio donde pudimos y esperamos a ver la danza.
Se confirmaba lo que me temía este espectáculo está más orientado al turista que a representar una danza tradicional. Intercalando bromas en inglés en los entreactos y con las fotos del final se terminaron de confirmar mis temores. Aún así no dejaba de ser una danza curiosa y que merecía la pena presenciar. Al salir no encontrabamos un conductor que quisera coger el viaje, seguramente por el lugar donde nos encontrábamos. Así que un señor aparecido de la nada se ofreció a llevarnos por el precio que marcaba el Grab. Llegamos a un restaurante cerca del hotel pasada la hora y pico de viaje y fue algo movidito pero no por la carretera sino por el conductor ya que este tenía una pinta un poco extraña, clandestina incluso e iba despotricando del gobierno y de que le habían revocado todas sus licencias por ser de Timor Oriental todo el rato. Nos puso bastante nerviosos pero consiguió llevarnos a Colabo Café. Aquí cenamos normalito pero rápido afortunadamente y pudimos irnos temprano a la cama para descansar tras el día tan largo que llevábamos a la espalda.
Ya no había ni visitas, ni excursiones programadas, ni otras razones para madrigar en exceso por lo que nos dejamos de llevar por un despertar sin despertador. Con el cuerpo acostumbrado a madrugar durante varios días el despertador interno seguía activado y a las 08:30 estábamos ya desayunando. Al terminar fuimos a preparar las mochilas para pasar todo el día de hoy fuera del hotel. Llamamos a un grab u nos desplazamos hacia la zona de Kuta para ver la playa y cotillear algunas tiendas y mercadillos.
El tráfico volvió a ralentizar nuestro desplazamiento de manera desmesurada pero conseguimos llegar tras más de una hora. Dimos un paseo por la playa, por una especie de paseo marítimo que estaba rodeado de puestos de comida y bebida y pequeñas terrazas improvisadas. Paseamos por el mercadillo esperando comprar algún souvenir de última hora, cosa que hicimos, y finalmente buscamos un lugar para descansar y refrescarnos tras pasear de nuevo por la playa y visitar otras tiendas. El calor en las horas centrales del día era bastante elevado y el sol pegaba con fuerza, casi era obligatorio hacer una parada bajo la sombra. No muy lejos de donde nos encontrábamos vimos una cafetería que tenía muy buena pinta llamada See You Cafe Brunch & Dinner. Empezamos bebiendo algo para refrescarnos y acabamos por comer también en ese sitio. Un lugar muy mono, con buena comida y simpático personal hizo de nuestro refugio para escondernos del sol de justifcia que azotaba la zona.
Tras permanecer escondidos varias horas decidimos comenzar a movernos hacia el templo de Tanah Lot para visitarlo durante la puesta de sol. Cogimos un grab y tras otros tantos minutos de coche llegamos al recinto del templo. Paseamos por las diferentes zonas que están habilitadas para la visita, recorriendo la costa. Cuado la puesta de sol estaba ya empezando a ocurrir fuimos a la zona más cercana al templo, recorrimos la playa ya que había marea baja y posteriormente cogimos sitio en uno de los bares que hay justo en frente del templo para tener unas vistas inmejorables. Allí permanecimos Bingtang, viendo como el sol se ocultaba detrás de las nubes y el templo poco a poco y los colores del cielo iban cambiando de tonalidad hasta que se hizo de noche.
Siendo la última cena del viaje quisimos despedirnos de Indonesia en un lugar que nos había dado mucho, tanto en comida como en risas e historias durante el viaje. Este lugar no era otro que Milk & Madu Canggu. Tuvimos que coger otro grab para ir a la nueva zona y en unos minutos estábamos paseando por la zona de Canggu. Como llegamos algo temprano, ya que no eran ni las ocho de la tarde decidimos dar una vuelta por las calles de esta nueva zona, hasta llegar a la playa. Pudimos ver que el ambiente en Canggu es muy diferente a lo que habíamos visto en Bali hasta ahora. Mucho local grande, mucho ambiente orientado a la noche y enormes bares de fiesta. Debo decir que me pareció un ambiente un poco turbio y se notaba desde lejos que nada tenía que ver con Ubud o Uluwatu por ejemplo.
A la que volvimos del paseo, nuestra mesa en Milk & Madu Canggu ya estaba lista así que entramos. No defraudó la cena y salimos bien contentos con nuestra elección pero nos faltaba algo, el postre así que fuimos a otro lugar emblemático de Bali para tal efecto: Gelato Secrets. Sus ricos helados nos dieron muchas alegrías durante el resto del viaje y no podíamos irnos sin saborearlos justo antes de marcharnos.
Tampoco podíamos irnos sin un buen atasquito de despedida así que durante nuestro viaje de vuelta al hotel pasamos casi dos horas en el coche, pura esencia del nuevo Bali. Al llegar al hotel fuimos directos a la cama para soñar por última vez en Indonesia.
Aquí terminaba nuestro viaje a Indonesia durante 21 días, pasando la mañana en la piscina del hotel hasta que llegó la hora de ir al aeropuerto, hacer los trámites pertinentes, comer allí y esperar a que la puerta de embarque marcara que podíamos embarcar y dejar atrás Indonesia pero llevando con nosotros para España un sin fin de recuerdos y experiencias maravillosas.
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